Uno con la Creación

Lección N° 8 Unidad 1– Una Sola Fuerza

En esta lección estudiaremos sobre: Unión de todos los casos de la realidad a una única fuente / Cómo corregimos el  deseo .

Mensaje del Creador

Esta lección la iniciaremos con una broma.

Imagínense un día especialmente caluroso y húmedo en pleno verano. Calor. Mucho calor. Para enloquecer. Un conductor da vueltas con su vehículo por las calles de la capital, ya hace media hora que busca estacionamiento y no lo encuentra. El aire acondicionado no funciona. La camisa está empapada de sudor y se está retrasando a una cita importante. Está a punto de explotar.

En su desesperación, eleva sus ojos al cielo y suplica: “Creador del mundo, si me consigues un estacionamiento estoy dispuesto a hacer lo que desees: dar dinero a los pobres, donar al templo, ayunar en el Día del Perdón, cualquier cosa, todo lo que pidas”.

En el momento que termina la frase, se le desocupa un aparcamiento justo a la entrada de la oficina. Inmediatamente, eleva sus ojos hacia el cielo y dice: “está bien, ya me las arreglé”.

Uno de los principios básicos en el estudio de la sabiduría de la Cabalá denomina “No hay nada más que Él”. Según este principio, la condición primaria y necesaria en cada acción del individuo en su camino espiritual, es adjudicar todos los casos de la realidad a un único origen, el Creador. Los fundamentos de este importante trabajo están ampliamente detallados en el artículo llamado también “No hay nada más que Él”, uno de los escritos más importantes de Baal HaSulam. La Unidad 1 de la lección está basada completamente en este importante artículo.

Los cabalistas son personas que corrigieron sus Kelim (vasijas) de recepción, y como resultado de ello adquieren el mundo espiritual. En su alcance espiritual, perciben que una sola fuerza dirige toda la Creación. La fuerza de otorgamiento y amor, y a esa fuerza ellos la denominan “Creador”. Los cabalistas nos escriben en sus libros, que el deseo del Creador es beneficiar a sus creados. Él generó toda la Creación, y Él es quien la guía, paso a paso, de acuerdo a un plan trazado de antemano, hasta ver implementado Su deseo de beneficiar.

El proceso de desarrollo del creado hasta alcanzar el Plan de la Creación de beneficiar a Sus creados, se divide en tres etapas (Ver Gráfico N° 1):

  • El desprendimiento de los mundos espirituales de Arriba hacia abajo, del mundo de Ein Sof (Infinito) hasta este mundo.
  • El desarrollo del deseo de recibir en este mundo durante 6,000 años hasta el despertar del punto en el corazón.
  • El ascenso de abajo hacia Arriba por los mundos espirituales, hasta la corrección de todo el deseo de recibir y la implementación del Plan de la Creación.

Las tres etapas aquí descritas y los innumerables sucesos que se revelan en orden de causa y efecto durante su formación, todos se desprenden del pensamiento único, beneficiar a los creados, del único Creador que dirige la Creación. No existe nada casual en la realidad. Todo acontecimiento, sea cual fuere, se desprende directamente del Plan de la Creación, y su propósito es acercar al creado a la realización de dicho Plan.

En síntesis, cada hecho en la realidad proviene de una única fuente y se dirige hacia una única meta – beneficiar al creado. Aparentemente, no hay aquí nada nuevo, para cientos de millones de creyentes en todo el mundo esta ideología es forma de vida. Pero si profundizamos un poco en esto, veremos que detrás de estas palabras se esconde un mensaje nada fácil de digerir, casi insoportable.

¿Qué significa esto? Según el principio “No hay nada más que Él”, todos los sucesos de la realidad tienen su raíz en el Creador. Pero “todos los sucesos de la realidad” significa también los sucesos malos, incluso los terribles y espantosos, y esta verdad, nos es difícil de aceptar. Robos, asaltos, violaciones y asesinatos, del Creador Ahmadinejad, del Creador la guerra y la destrucción, del Creador Stalin, del Creador cada escena de horror presentada en el escenario de la historia desde hace decenas de miles de años, todo, proviene del Creador.

Por supuesto que esta percepción de la realidad nos presenta serias dificultades (por decir lo menos). ¿Cómo podemos justificar una actitud semejante? Es incomprensible. Y si eso fuera poco, los cabalistas nos escriben que todo este show macabro ocurre como voluntad del Creador de hacer el bien. ¿Cómo podemos captar algo así?

Ahora podemos comprender, aunque sea en cierta medida, cuán difícil resulta trabajar con “No hay nada más que Él”. Según la sabiduría de la Cabalá, “no hay nada más que Él” significa sentir realmente, que una sola fuerza bue- na y benefactora, dirige toda la Creación. Ningún consentimiento de la boca para fuera ayudará aquí. De acuerdo a la sabiduría de la Cabalá, lo que siente el corazón es nuestra verdad interior, y mientras nos sintamos mal, estamos condenando al Creador en lugar de justificarlo. En otros términos, para implementar las palabras “No hay nada más que Él”, tenemos que llegar a una clara sensación – que una sola fuerza dirige a toda la Creación, y que todas Sus acciones son el bien absoluto. No hace falta ahondar en el corazón para comprender cuán lejos estamos de este sentimiento. Basta con escuchar el noticiero de la noche para sorprendernos nuevamente (si aún no nos gana la apatía) de la horrible película en la que estamos viviendo –que no es “buena y benefactora”.

Pero la dificultad de atribuir todo el mal de la Creación al Creador Bueno y Benefactor, no es el único desafío en el trabajo de “No hay nada más que Él”. En realidad, si nos analizamos, veremos que incluso nos cuesta relacionar con el Creador a los eventos buenos que suceden en la Creación , por no hablar de todos los innumerables momentos que no son ni buenos ni malos, todos esos momentos triviales que forman parte de nuestra rutina diaria.

La atribución de cada hecho a una sola fuente, el Creador, es el primer principio en la percepción del mundo llamado “No hay nada más que Él”. Según la sabiduría de la Cabalá, cada vez que no cumplimos con ello, estamos sirviendo a otros dioses – actuamos de idólatras. ¿Quiénes son esos ídolos a los cuales servimos? La respuesta es increíblemente sencilla: cualquier persona que culpemos por el mal que se nos presenta, ya sea el conductor en un cruce, el jefe en el trabajo o el líder acérrimo de un país enemigo.

Si el conductor nos toca la bocina en un cruce, y en respuesta yo le grito en lugar de atribuir el suceso al Creador, estoy adorando ídolos. ¿Quién es el ídolo a quien adoro? El conductor que me ha tocado la bocina. Él arruina mi estado de ánimo y siento que debo cerrar cuentas con él. Otro ejemplo: si mi jefe en el trabajo me amarga la vida, y en el fondo de mi corazón deseo que lo despidan, en lugar de atribuir también este hecho a la única fuerza que dirige la realidad, estoy adorando ídolos. ¿A qué ídolo estoy adorando? A mi jefe, estoy preso de la fantasía de que él me amarga la vida.

“No está abandonada la naturaleza en su trayecto”, escribe el Rav Kook(38), “no enviuda la historia en sus enredos. Dentro de ella vive un fuerte redentor, Señor de todos los actos, justo en todas las generaciones. Los procesos son permanentes y ordenados, y todo se va iluminando”. Cada caso que nos ocurre en la vida, sea cual fuere, nos llega del Creador, con el fin de acercarnos a Él. Nuestro trabajo con “No hay nada más que Él”, consiste en atribuir todo a la única Fuerza que dirige a toda la Creación, incluso los hechos que aparentemente nos alejan del camino espiritual. Todo pensamiento que surge en nuestra mente, todo deseo que se despierta en nuestro corazón, cada acto en nuestras vidas, son en realidad un llamado del Creador a renovar nuestra relación con Él. Y en esta renovación del contacto con el Creador, estamos siendo rescatados de una rutina cegadora hacia el lugar en el cual nosotros realmente vivimos. Mientras vivimos sin preguntarnos por qué vivimos, somos como marionetas, manejadas, y sin cuestionamientos. El pensamiento sobre el Creador, sobre el propósito de la Creación y mi lugar en relación a ella, es un regalo precioso, es la oportunidad de salir hacia la verdadera vida. El Creador te envía continuamente un mensaje, ¿no le responderás?

Ponte a prueba:
  • ¿Cuál es el trabajo en “No hay nada más que Él”? Y, ¿cuáles son las dificultades que se van revelando en este trabajo?

Soy el Primero y el Último

En las primeras etapas del estudio de la sabiduría de la Cabalá, el esfuerzo primordial del alumno se concentra en unir las múltiples partes que integran esta Sabiduría, hasta formar una sola imagen significativa. Antes de nada, simplemente queremos entender de qué se trata. Y luego, después que se comienza a formar en nosotros una imagen más o menos clara (que irá cambiando infinidad de veces), nos recostamos hacia atrás, cruzamos nuestros brazos plenos de satisfacción, y preguntamos: “está bien, ¿qué es lo que hay que hacer?, cuéntenme cómo alcanzo esa espiritualidad”.

La respuesta, como ya probablemente se han impresionado en otros casos, nos sorprende también aquí, sin estar preparados: ¡no tenemos que hacer nada! La Luz hace todo el trabajo. Nosotros solo tenemos que querer, pedir a la Luz que nos reforme, y ella hará lo que sabe hacer. La Luz que creó la vasija es también quien la corregirá y la llenará de Luz. Comprender que la Luz es la que corrige el deseo, y que nosotros solo debemos desear cambiar, es parte inseparable del trabajo de “No hay nada más que Él”, y sobre este aspecto del trabajo trataremos en esta parte de la lección.

Nos dicen que tenemos que cambiar la intención, nos enseñan que debemos restringir el deseo y adquirir “Masaj” (pantalla). “Perfecto”, decimos, “ahora queremos saber cómo se hace todo eso. Enséñennos y lo haremos”. Nos resulta difícil comprender realmente que “No hay nada más que Él”, y tal como escribió el Maimónides (Rabino Moshé ben Maimón) “Él hizo, hace y hará todos los actos”. Nuestro deseo de recibir desea dominar el proceso, actuar y ver los resultados consiguientes, pero nosotros necesitamos la ayuda de la Luz, porque como está escrito “no existe en nosotros acción alguna(40)”.

El Creador es la Fuerza que está detrás de todos los hechos y acciones en la Creación, y también las correcciones que debemos hacer en nuestro camino hacia la implementación del Plan de la Creación, las hace el Creador. En toda la Creación, y en todas las etapas de desarrollo del deseo en nuestro mundo y en los mundos espirituales, la Luz es quien actúa sobre el “Kli” (vasija). ¿Cuál es nuestra parte en todo este proceso?, simplemente desear ser corregidos.

Podemos estudiar la esencia de la relación entre la Luz y la vasija ya desde las primeras etapas del desarrollo de la Creación. La Luz, llamada también “deseo de otorgar”, saca de su interior, de la nada, el deseo de recibir, llamado “Kli”. Resulta que la Luz antecede a la vasija, y la Luz es la que construye la vasija. Este es el orden del desprendimiento de los acontecimientos en el Plan de la Creación, y es el orden de desarrollo a través de todas las etapas evolutivas de la Creación hasta el final de la corrección. Durante todo el proceso, la Luz es la parte activa y Creadora, y ella es la cual desarrolla la vasija.

Así como la Luz, la fuerza generadora de la Creación, nos va desarrollando durante nuestras vidas desde la lactancia hasta la madurez, de ese mismo modo nos desarrolla en nuestro camino espiritual cuando estudiamos la sabiduría de la Cabalá. Hay mucha similitud entre ambos procesos. En cierta forma, el estudio de la sabiduría de la Cabalá es un proceso natural, al igual que un bebé aprende a caminar y hablar. Como ocurre en el bebé, también en nosotros se encuentran todas las etapas de nuestro futuro desarrollo, y como el niño, también nosotros solo debemos desear descubrirlas. De todas maneras, la Luz es la que hace el trabajo, “No hay nada más que Él”.

Pero de todas formas, una diferencia básica separa entre el desarrollo del niño en nuestro mundo y el desarrollo espiritual del hombre. A pesar de que tanto el niño como el punto en el corazón se desarrollan a través de La Luz y de acuerdo al deseo, en el niño, el deseo se revela de forma natural, sin cuestionamientos, según su plan de desarrollo establecido de antemano. En cambio nosotros, debemos construir por nosotros mismos el deseo del desarrollo espiritual. Este es un punto muy importante, porque aquí exactamente, se encuentra nuestra libre elección.

Durante todas las etapas del desarrollo del deseo, comenzando desde su salida del Plan de la Creación, pasando por el desprendimiento de los mundos espirituales hasta nuestro mundo, y durante millares de años de desarrollo en nuestro mundo, hasta el despertar del punto en el corazón, nuestro desarrollo fue inconsciente, siguiendo un plan preestablecido. Cada vez, la Luz revelaba en nosotros un nuevo deseo y lo llenaba de luz. Desde el momento que se despierta en nosotros el punto en el corazón, cambiaron las reglas del juego. Aunque también ahora, la Luz es la que actúa sobre el deseo, y es la que nos corregirá y nos llenará, como está escrito: “No hay nada más que Él”.- Pero de ahora en adelante, la Luz no hará nada sin que se lo pidamos. Los cabalistas llaman a esta condición “medio shekel (moneda hebrea)“: nosotros debemos aportar nuestro medio shekel y entonces, el Creador completará la otra mitad.

En toda la Creación no existe más que Luz y Kli (vasija), placer y deseo. Si desarrollamos dentro de nosotros un deseo suficientemente fuerte y centrado, la Luz se revelará necesariamente y nos enseñará qué es restricción, qué es pantalla” y qué significa la intención con el fin de otorgar. Para llegar a un pedido tan intenso y orientado, debemos tratar de renovar nuestro vínculo con el Creador en cada oportunidad. Esto explica el motivo por el cual es tan importante atribuir todos los casos de la realidad al Creador.

Ponte a prueba:
  • ¿Qué relación hay entre “No hay nada más que Él” y la corrección del deseo?

Verdad y fe

Como todos los refranes conocidos, también la fuerza de “No hay nada más que Él” se encuentra en su sencillez. No hace falta agregar ni una palabra, el mensaje es breve y preciso: no existe ninguna otra fuerza aparte del Creador, todo proviene de Él. Este es el significado aceptado por el público, y aparentemente, es también el significado de la frase según la sabiduría de la Cabalá, y de todas maneras, hay una diferencia muy grande entre el popular “No hay nada más que Él” y el “No hay nada más que Él” cabalístico. La última parte de la lección la dedicaremos a estudiar esas diferencias.

Para entender la diferencia entre los dos enfoques, el popular y el cabalístico, debemos aclarar antes que nada, el significado de la palabra “fe”, según la sabiduría de la Cabalá. Esto es, porque tanto en la sabiduría de la Cabalá como en el sentido popular, las palabras “No hay nada más que Él” expresan en realidad la fe en una sola fuerza, pero el significado del concepto “creencia o fe “en la Cabalá, difiere fundamentalmente de su sentido común y popular, y de aquí la diferencia entre ambos enfoques.

Popularmente, la palabra “creer” significa aceptar una teoría determinada como verdadera, a pesar de no llegar a comprobar prácticamente su validez. Alguien nos contó algo y nosotros le creemos. Por ejemplo, creímos durante años que el sol giraba alrededor de la tierra, y salvando las diferencias, creemos en la existencia del Creador.

Fe, según la sabiduría de la Cabalá, es exactamente lo contrario de la fe en el sentido popular. Fe, de acuerdo a la Sabiduría, es alcanzar algo de hecho. La sabiduría de la Cabalá, no nos pide creer meramente en la existencia de un Creador, sino alcanzar Su existencia de facto, sentirlo. Está escrito, “Prueben y verán qué bueno es el Creador”(41). Según la sabiduría de la Cabalá, debemos alcanzar un vínculo directo con el Creador, sentirlo, así como se siente un sabor que se expande en la boca. La creencia popular no tiene lugar en la sabiduría de la Cabalá.

Ahora podremos entender la diferencia entre el dicho popular “No hay nada más que Él” y el “No hay nada más que Él” cabalístico. Según la sabiduría de la Cabalá, debemos alcanzar la sensación que una sola fuerza buena y benefactora dirige la Creación, que todo en ella proviene de una sola fuente, que todo es bondad, y que su meta es beneficiar. Nosotros debemos sentir esto. Una mera fe no ayudará aquí, y mucho menos todas las cosas que se dicen de la boca para afuera.

Según la sabiduría de la Cabalá, mientras no percibamos de hecho al Creador como Bueno y Benefactor, no podremos decir “No hay nada más que Él”. La creencia popular en un Creador Bueno y Benefactor, no es para menospreciar, tiene su propósito. Pero la persona a la cual se le ha despertado el punto del corazón y comienza su camino espiritual, no puede conformarse con ella. Esta no la llevará a implementar el nuevo deseo develado en su interior, alcanzar la conexión con el Creador.

El trabajo con “No hay nada más que Él”, según la sabiduría de la Cabalá, impulsa al individuo a corregir su deseo, y como el deseo va incrementándose, se va revelando cada vez otra parte de él, y el trabajo se va renovando continuamente. El esfuerzo por adjudicar todos los casos de la Creación a una única fuente buena y benefactora, desarrolla al individuo y no le permite conformarse con la simple creencia que “No hay nada más que Él”.

Ponte a prueba:
  • ¿Qué significa “fe” según la sabiduría de la Cabalá?

Resumen de la Unidad 1

Puntos Principales

  • El trabajo principal del individuo es adjudicar todos los eventos de la realidad – los buenos, los malos y banales – a una sola fuente, al Crea- Si atribuimos una situación determinada a otro origen que no sea el Creador, actuamos como “idólatras”.
  • Parte importante en el trabajo con “No hay nada más que Él”, es entender que solo el Creador puede corregir el deseo, el hombre no puede hacerlo por sí mismo, necesita la ayuda del Nuestro trabajo es pedir la corrección.
  • Según la sabiduría de la Cabalá, tenemos que alcanzar al Creador de hecho. Solo al lograrlo completamente, podremos atribuir todo hecho de la realidad a una sola fuerza buena y benefactora y sentir realmente las palabras “No hay nada más que Él”. Mientras no sintamos realmente al Creador como bueno y benefactor, no podemos realmente.

Términos

Idólatra – estado interno del individuo. Atribución de lo bueno y lo malo que se nos revela a otra fuente que no es el Creador.

Medio Shekel – se denomina así al pedido de corrección que el individuo debe formar en su interior, comprendiendo que la propia corrección la hará el Creador. La mitad del trabajo (aclaración del deseo) debe hacerla el hombre, y la otra parte (corrección del deseo) la hará el Creador.

Fe – Alcance real de la fuerza de otorgamiento.

Preguntas y Respuestas

Pregunta: ¿Cuál es el trabajo en “No hay nada más que Él”, y cuáles son las dificultades que van surgiendo en esta labor?

Respuesta: El trabajo en “No hay nada más que Él” consiste en adjudicar todo caso de la realidad a una sola fuente. Las dificultades en este trabajo son:

a) asignar al Creador también las cosas malas, b) atribuir todo evento, con énfasis en el “todo”.

Pregunta: ¿Qué relación existe entre el trabajo con “No hay nada más que Él” y la corrección del deseo?

Respuesta: Durante todo el proceso de desarrollo del deseo, desde su crea- ción hasta su corrección final, la Luz es la que desarrolla a la vasija. Así como todo hecho en la realidad tiene su raíz en el Creador, la corrección del deseo también viene del Creador, solo tenemos que pedir ser corregidos. Si lo ha- cemos, Él corregirá el deseo.

Pregunta: ¿Qué significa “fe” según la sabiduría de la Cabalá?

Respuesta: De acuerdo a la sabiduría, significa alcanzar en la práctica el atributo de otorgamiento. Es posible conseguir este atributo en realidad, solo si corregimos el deseo, de la intención con el fin de recibir a la intención con el fin de otorgar. Solo corrigiendo el deseo podremos justificar al Creador y atribuir todo caso de la realidad, tanto bueno como malo, a la única fuerza buena y benefactora.


Lección N° 8 Unidad 2 – El Anfitrión y Yo

En esta lección estudiaremos: Deseo e intención / El placer y el Otorgador del placer / “Si yo no me preocupo por mí ¿quién lo hará?” y “No hay nada más que Él”

Adhesión  y Autonomía

El Creador creó al ser para que crezca y se desarrolle hasta llegar al nivel del Creador. Este estado que debemos alcanzar, es lo que los cabalistas llaman “adhesión”. En esta situación, el Creador y el creado están adheridos uno al otro formando una unidad real, y uno no anula la existencia del otro.

¿Suena complicado? Y con razón. El concepto del estado de adhesión contiene una contradicción. Resulta incomprensible cómo dos entes separados y opuestos, Creador y creado, estarán adheridos uno al otro como un solo cuerpo, y al mismo tiempo cada uno conservará su esencia. Por un lado, el creado debe asemejarse al Creador y realmente adherirse a Él. Por otro, para ser grande como el Creador, debe mantener su independencia. No está claro, por lo tanto: ¿cómo se pueden cumplir estos dos estados opuestos al mismo tiempo?, porque si el creado es independiente, algo necesariamente difiere entre él y el Creador. ¿Cómo es posible asemejarse al Creador y al mismo tiempo mantener la independencia del creado?

Al ocuparnos de la cuestión de adhesión e independencia, llegamos a esclarecer uno de los puntos centrales en el trabajo espiritual interno del individuo – esclarecimiento de la relación del hombre con el Creador, como parte inseparable del trabajo en “No hay nada más que Él”. En esta lección nos dedicaremos a aclarar ese punto

Comenzaremos yendo hacia un rumbo un poco sorprendente, con un ejemplo de los que viajan en cuatro ruedas, ajústense los cinturones de seguridad y piensen en esta pregunta: ¿qué es más importante en un vehículo, el acelerador o el volante? Está bien, no hace falta contestar, la respuesta llega inmediatamente. El volante es más importante, por supuesto. Si no podemos controlar la dirección en la que se desplaza el vehículo, no sirve de nada el acelerador.

El ejemplo es claro, y ¿cuál es la moraleja? La sabiduría de la Cabalá distingue entre el deseo de recibir, que es la naturaleza de la Creación, y la intención, de recibir u otorgar, que es la forma en la que utilizamos este deseo de recibir. El deseo es la fuerza impulsora, el material con el cual está hecha toda la Creación, hasta sus más ínfimos detalles. Y la intención, como su nombre lo dice, orienta al deseo a recibir u otorgar (ver Gráfico N° 2). Del ejemplo anterior se deduce, que el deseo de recibir sería el acelerador, y la intención, el volante, y ella, es más importante.

Dejemos de lado por un momento la importancia de la intención. Lo principal por nuestra parte ahora, es entender que el deseo de recibir no cambia, sino la intención. La intención puede ser de otorgar o recibir, pero el deseo de recibir siempre permanecerá deseo de recibir, como fue creado. Inclusive, si quisiéramos anularlo (a pesar que no tiene ningún sentido hacerlo), no podríamos. Nacimos con deseo de recibir e iremos montados sobre su espalda todo el camino, hasta el final de la corrección. Ni entonces se anulará. No podemos cambiar la naturaleza con la cual hemos sido creados, y tampoco hay necesidad de hacerlo. El deseo de recibir es la materia de la Creación, materia simple, amorfa. Solo la forma en que trabajamos con ella puede ser buena o mala, y por lo tanto, solo podemos cambiar la intención.

Después de comprender la relación entre el deseo de recibir y la intención que monta sobre él, podremos entender también la respuesta a la pregunta de adhesión y autonomía. El trabajar con el deseo de recibir con la intención correcta, es lo que le permite al creado estar adherido al Creador y al mismo tiempo, continuar siendo independiente, diferente al Creador. El deseo de recibir, la esencia del creado, queda intacta. Él quiere recibir, y recibe real- mente todo lo bueno de la Creación (ver Gráfico N° 3). La intención con el fin de otorgar con la cual trabaja el creado, es decir el cálculo que realiza, recibir todo lo bueno de la creación solo para otorgarle al Creador, es lo que lleva al creado al estado de adhesión. En su esencia, este sigue siendo deseo de recibir, y en su acción con el fin de otorgar, se hace semejante al Creador.

 

Como un escultor que da forma a un trozo de material, así la intención le da forma de otorgamiento al deseo de recibir. El material se mantiene invariable, solo su forma cambia, de la forma de recepción a la de otorgamiento, y estando dentro de la equivalencia de forma, el individuo descubre interiormente al atributo de otorgamiento, al Creador.

El deseo de recibir es la fuerza impulsora, como el acelerador en un vehículo. Cuanto más lo apretamos, mas rápido avanzamos. La pregunta es, hacia dónde avanzamos. Una cuestión importante, por supuesto. Si deseamos llegar a cierto destino, es importante maniobrar el volante hacia la dirección correcta. Ninguno de nosotros quiere pisar el acelerador cuando el volante está orientado hacia el precipicio. Así, no llegaremos a destino.

La intención es la fuerza orientadora, si trabajamos con ella en la dirección correcta, llegaremos al lugar correcto. Corrigiendo más partes del deseo de recibir con la intención con el fin de otorgar, fortalecemos nuestro vínculo con el Creador. El deseo de recibir es la materia sobre la cual creamos una relación con el Creador, y la intención de otorgar, es nuestra forma de relacionarnos con Él.

Por lo tanto, si nuestro trabajo con “No hay nada más que Él” es atribuir todos los casos de la realidad a una única fuerza buena y benefactora, que dirige toda la creación, entonces, el cambio de intención de “con el fin de recibir” a “con el fin de otorgar” es la única manera de hacerlo prácticamente.

Cuando estamos en contacto con el atributo de otorgamiento, cuando nos dirigimos hacia fuera de nosotros, a dar, nos encontramos en equivalencia de forma con el atributo de otorgamiento, y como resultado, sentimos al Creador como bueno y benefactor. Y si no estamos en contacto con el atributo de otorgamiento, si estamos orientados hacia nuestro interior, a recibir, entonces, nos encontramos contrapuestos a la forma del Creador, y como consecuencia, sentimos su providencia como una secuencia de infortunios que no logramos entender cuál es su propósito.

En resumen, todo depende de la intención, de nuestra relación con el Creador. La corrección de la intención en el deseo de recibir, es lo que nos lleva a asemejarnos al Creador, a la equivalencia de forma con Él, y en última instancia, a la adhesión a Él. El deseo de recibir, que continúa inalterable, nos permite adherirnos al Creador y al mismo tiempo mantener nuestra in- dependencia. ¿Cómo se construye la intención de otorgar en el deseo? Sobre este tema trataremos en la próxima parte de la lección.

Ponte a prueba:
  • ¿Cuál es el trabajo correcto con el deseo y con la intención en la formación de un vínculo con el Creador?

Qué Placer

Una taza de té, es algo que por lo general no le damos demasiada importancia. La bebemos y eso es todo. Pero, que pasaría, si se da el caso, y un día, realmente por casualidad, ¿nos sirve el té la Reina de Inglaterra? Ese té no lo olvidaríamos, por supuesto. El té lo beberíamos en pequeños sorbos, para no terminarlo, y la taza la guardaríamos como evidencia para nuestros nietos… es la Reina de Inglaterra, no nuestra taza de té (en un ejemplo como este se puede cambiar el que sirve el té. Cada uno con su Reina de Inglaterra). El deseo de recibir, que fue creado en el Plan de la Creación, es el deseo de recibir placer, una taza de té por ejemplo. Pero inmediatamente después de su aparición (como aprendimos en la unidad de estudio anterior) siente que hay alguien que le da el placer y comienza a desarrollar también una referencia hacia el dador del placer. Esclarecer la relación entre ambas sensaciones: el placer y el dador del placer, es el centro del trabajo interno del hombre en el estudio de la sabiduría de la Cabalá, y tiene un rol decisivo en la construcción del deseo para el cambio de la intención.

La relación entre el placer y el dador del placer, es, en realidad, la relación entre el deseo de recibir y la intención que va sobre él. Esto, es porque el placer es percibido en el deseo de recibir, y la relación con el dador del placer, depende de la corrección de la intención, de – con el fin de recibir a con el fin de otorgar (Ver Gráfico N° 4). En este punto es importante resaltar, que cuando hablamos de espiritualidad, el placer, no es una taza de té, por su- puesto, sino un placer espiritual, y el dador del placer, no es una persona de carne y hueso, sino el Creador.

En nuestro mundo, nosotros no sentimos al dador del placer: actuamos de acuerdo a la intención con el fin de recibir, y esta nos oculta al dador del placer debido a la falta de equivalencia de forma. Sin embargo, sentimos el placer o su ausencia, y ¡cómo! De hecho, en nuestro mundo somos esclavos de la sensación que se nos revela en el deseo de recibir. Y ella es la que nos maneja.

Cuando el deseo de recibir está lleno de placer, se encuentra bien y nosotros también. Cuando el deseo de recibir está carente de placer, se siente mal y nosotros también. Nosotros, toda persona sobre la tierra, los más ricos y los más pobres, los más famosos y los más desconocidos, los más inteligentes y los más tontos, todos, sin excepción, estamos manejados por la sensación del deseo de recibir. Nosotros pensamos que somos seres complejos y sofisticados, pero en definitiva, un sistema muy sencillo nos maneja desde nuestro interior: la sensación de llenado o la sensación de vacío en el deseo de recibir. En el mundo espiritual, la imagen es completamente diferente. Cuando salimos a la espiritualidad, adquiriendo la intención con el fin de otorgar, entramos en contacto con el Creador, dador del placer, y la relación con Él pasa a ser infinitamente más importante que la sensación en el deseo de recibir. Ya no estamos más esclavizados al deseo de recibir, sino que lo utilizamos como medio para construir nuestra relación con el Creador. Cada sensación en el deseo es adjudicada al Creador, como está escrito “No hay nada más que Él”, y nos sirve de recordatorio para renovar y profundizar nuestra relación con Él.

Después de pasar el “Majsom” (barrera) y la entrada a la espiritualidad, no es el deseo de recibir el que se anula, ni tampoco las sensaciones que hay en él, sino que la sensación en el deseo de recibir despierta al hombre para crear un vínculo con quien le envía esa sensación, con el dador del placer. Y de aquí en adelante, el individuo ya puede comenzar a esclarecer su referencia hacia el placer y hacia el dador del placer. En lugar de ser manejado por las sensaciones del deseo de recibir, el hombre maneja por sí mismo ese deseo y la sensación que se revela en el mismo.

También durante el tiempo de preparación para el ingreso en el mundo espiritual, desde el momento en que se despierta en nosotros el punto en el corazón, podemos empezar a trabajar en la formación del vínculo con el dador del placer, para elevarnos por encima de la sensación del deseo de recibir. Podemos hacer esto, porque el punto en el corazón que se despertó en nosotros, es, en definitiva, el deseo de un vínculo con el Creador, con el dador del placer.

Cuando comenzamos a agrandar el punto en el corazón, hasta alcanzar un deseo completo por medio del estudio de la sabiduría de la Cabalá, nuestro trabajo consiste en esforzarnos en atribuir todos los casos que se nos presentan, todos los sentimientos, los pensamientos y deseos que se despiertan en nosotros, a una sola fuerza que nos los envía. Todo proviene de Él. No existe nadie más que Él.

En el momento en que lo recordamos, ya no somos manejados inconscientemente. Empezamos a tomar parte en la implementación del Plan de la Creación. Aunque aún no tenemos una relación abierta con el Creador. La intención con el fin de recibir lo oculta de nosotros, pero podemos trascender ya, en cierta medida, a la sensación en el deseo de recibir y comenzar a esclarecer allí, el motivo por el cual se despierta en nosotros ese punto y cuál es el propósito de todo lo que nos ocurre.

El momento en el que se despierta en nosotros el pensamiento de “No hay nada más que Él” es un momento mágico, una puerta de salida del estrecho mundo material, al vasto mundo espiritual. Es una vía de escape de la prisión del deseo de recibir hacia la libertad e independencia de otorgar al prójimo. Con un solo pensamiento sobre la raíz de todos los casos, tomamos conciencia de nuestro estado y ya no somos conducidos, inconscientemente, por la corriente de la vida.

Se nos abre la oportunidad de detenernos y pensar para qué hacemos lo que hacemos, y por qué nos pasa lo que nos pasa. Una sola fuerza nos envía todos los casos y tiene su propósito. Y ahora, podemos comenzar a examinarnos a ese propósito, observar dónde nos encontramos en relación a él, y crear en nuestro interior el anhelo hacia el mismo.

¿Cómo podemos despertar dentro de nosotros, con la mayor frecuencia posible, el pensamiento de “No hay nada más que Él”? Por medio del entorno. Si construimos un entorno en el cual se eleve la importancia de la espiritualidad y la relación con el Creador, recordaremos más frecuentemente las causas de todos los sucesos y daremos otro paso hacia un verdadero vínculo con Él.

Ponte a prueba:
  • ¿Cómo debemos utilizar el deseo de recibir para reforzar el vínculo con el Creador?

Si Yo No Me Preocupo por Mí ¿Quién lo Hará?

Uno de los desafíos más especiales en el estudio de la sabiduría de la Cabalá, es la dificultad de resolver las numerosas contradicciones que encontramos en ella. Por ejemplo, es difícil entender como un Creador bueno saca de sí el mal, o cómo es posible llegar a la adhesión y al mismo tiempo mantener la independencia. La raíz de estas contradicciones (y todas las que iremos descubriendo) es la contrariedad entre las dos fuerzas que actúan en la Creación: el deseo de recibir y el deseo de otorgar. Solo cuando las llevemos a la unión, al final de la corrección, desaparecerán todos los interrogantes.

Hasta entonces, he aquí otra desafiante discrepancia: los cabalistas nos es- criben que “No hay nada más que Él”, que el deseo de otorgar, la fuerza que creó todo el universo, es la responsable de todos los actos, pasados, presentes y futuros. Si es así, ¿a qué se refería el viejo Hilel, el gran cabalista, cuando decía:(42) “Si yo no me preocupo por mí, ¿quién lo hará?” O sea, qué sentido tiene actuar como si todo dependiera de mí, como si no hubiera en el mundo nadie más que yo, y al mismo tiempo “No hay nada más que Él”? Si todos los eventos de la realidad necesariamente se desprenden hasta nosotros desde el Plan de la Creación, siguiendo un plan establecido de antemano, ¿de qué sirve cualquier esfuerzo de nuestra parte? Sentémonos y esperemos que pase lo que tenga que pasar.

Para entender cómo podemos resolver esta contradicción, primero debemos comprender el significado de “Si yo no me preocupo por mí ¿quién  lo hará?”, según la sabiduría de la Cabalá. Como ya hemos recalcado varias veces, la sabiduría de la Cabalá se ocupa solo del desarrollo espiritual del hombre. Y este desarrollo espiritual, está compuesto por etapas sabidas de antemano, que deben develarse una tras otra. Al igual que un bebé, que a los 6 meses se sienta, al año comienza a caminar y al año y medio comenzará a hablar, así también las etapas de nuestro desarrollo espiritual se van revelando naturalmente una tras otra, según el orden de salida de las “Reshimot” (reminiscencias). Pareciera que solo debemos sentarnos y esperar que las etapas se revelen, pero en realidad, nada se revelará si no ponemos todo nuestro esfuerzo para que esto ocurra. A esto se refería el viejo Hilél cuando decía “Si yo no me preocupo por mí, ¿quién lo hará?”

Antes de la revelación de cualquier punto de contacto nuevo con el Creador, debemos hacer todo lo posible para revelarlo. No podemos sentarnos a esperar que las cosas sucedan por si solas porque “No hay nada más que Él”. Si esperamos que las cosas pasen, nada pasará. Para descubrir el próximo nivel en nuestro desarrollo espiritual, debemos invertir en la construcción de un entorno espiritual dentro del cual desarrollarnos y mantener un marco fijo de estudio de Cabalá. Solo después que invertimos nuestro esfuerzo y se reveló lo que se reveló, debemos decir “No hay nada más que Él” y atribuir todo lo que pasó, incluso nuestro esfuerzo, a una fuerza única que dirige toda la existencia. En nuestro esfuerzo de hacer todo lo posible respecto a la actitud de “si yo no me preocupo por mí, ¿quién lo hará?”, y después del evento, justificar todo lo revelado con “No hay nada más que Él”, en realidad estamos expresando nuestro deseo de descubrir que todo proviene del Creador, que una sola Fuerza Buena y Benefactora dirige a toda la Creación como un solo organismo, y que todos sus casos y sus partes están unidos entre sí por hilos invisibles de amor y otorgamiento.

Así, justamente el trabajo con “Si yo no me preocupo de mí, ¿quién lo hará?”, resalta y acentúa el esfuerzo por unificar todas las partes de la existencia en “No hay nada más que Él”. En realidad, sin este trabajo, no podríamos trabajar con “No hay nada más que Él”. Solo el afán de hacer lo máximo posible, nos permite, después de la acción, atribuir todos los actos a la raíz de todas las causas. Como cualquier otra cosa en la realidad que se consigue a través de su inversa, también la consciencia de que “No hay nada más que Él” se logra solo por medio del trabajo con “Si yo no me preocupo por mí, ¿quién lo hará?”.

Baal HaSulam escribe sobre(43) la combinación correcta entre estos dos enfoques, también a nivel material: “el hombre, antes de salir al mercado a ganar diariamente su salario, debe apartar sus pensamientos de la Divina Providencia, y decir entonces: “Si yo no me preocupo por mí, ¿quién lo hará?”, e ingeniárselas como todos los materialistas para ganar, como ellos, su dinero. Pero a la noche, cuando regresa a su hogar con el salario, Dios nos libre que llegue a pensar que por su gran ingenio ha ganado el dinero , sino, que aunque hubiese estado acostado en un sótano todo el día, el dinero estaría en sus manos, porque así lo programó de antemano el Creador, y así debe ser”. Es así en lo material, y mucho más aún en lo espiritual, como explicamos anteriormente.

La combinación entre estos dos diferentes enfoques es propia de la sabiduría de la Cabalá y la distingue de cualquier otro método. Las diversas prácticas religiosas anulan al hombre y glorifican al Creador. Los diferentes métodos científicos anulan al Creador y glorifican al hombre. La sabiduría de la Cabalá, conecta justamente los dos opuestos y los combina juntos. A través de ella, el hombre descubre la imagen completa en la cual se conectan juntas todas las partes de la existencia.

De la combinación especial entre estos dos enfoques opuestos, que se complementan mutuamente, se puede comprender, aunque sea un poco, cómo finalmente se combinarán todos los opuestos en la realidad formando una imagen completa, sin anularse entre sí.

Ponte a prueba:
  • ¿Cuál es la relación correcta entre “Si yo no me preocupo por mí, ¿quién lo hará?” y “No hay nada más que Él”?

Resumen de la Unidad 2

Puntos Principales

  • El trabajo con el deseo de recibir con la intención correcta, nos permite adherirnos al Creador, y al mismo tiempo, mantenernos independientes, separados de Él. El deseo de recibir, la esencia del creado, permanece Este desea recibir – y recibe en realidad – todo lo bueno de la Creación. La intención con el fin de otorgar, con la que trabaja el creado, o sea, el cálculo que realiza, recibir todo lo bueno de la creación solo para otorgar al Creador, es lo que lo lleva al estado de adhesión. En su esencia, sigue siendo deseo de recibir, y en su acción con el fin de otorgar, se hace semejante al Creador.
  • La sensación en el deseo de recibir, ya sea de vacío o de llenado y satisfacción, no es más que un medio para renovar el vínculo con quien nos manda esa sensación. En el ascenso por la escalera espiritual hasta el final de la corrección, debemos trascender la sensación que se encuentra en el deseo y utilizarla para renovar la relación con el
  • El trabajo con “No hay nada más que Él”, obliga al hombre a hacer todo lo que está en sus manos para descubrir su unión con el Solo anteponiendo nuestro esfuerzo para renovar el vínculo con el Creador, se nos revelará el atributo de otorgamiento. Precisamente el trabajo con “Si yo no me preocupo por mí, ¿quién lo hará?” acentúa y resalta el esfuerzo de atribuir todas las partes de la existencia a “No hay nada más que Él”.

Preguntas y Respuestas

Pregunta: ¿Cuál es el trabajo correcto con el deseo y con la intención para establecer una relación con el Creador?

Respuesta: el deseo de recibir es la materia sobre la cual creamos un vínculo con el Creador, y la intención de otorgar es nuestra forma de relacionarnos con el Creador. Cuánto más partes de nuestro deseo de recibir con la intención con el fin de otorgar corrijamos, más reforzaremos nuestro vínculo con el Creador.

Pregunta: ¿Cómo debemos utilizar el deseo de recibir para reforzar el vínculo con el Creador?

Respuesta: todas las sensaciones en el deseo de recibir, sensaciones de llenado y sensaciones de vacío, debemos utilizarlas como razón para renovar el vínculo con la fuerza que nos despierta esas sensaciones, el Creador. En otras palabras, el deseo de recibir y lo que se siente en él, son usados como medio para lograr la renovación de la conexión con el Creador, la comprensión de que todo proviene de Él.

Pregunta: ¿Cuál es la relación correcta entre “Si yo no me preocupo por mí, ¿quién lo hará?” y “No hay nada más que Él”?

Respuesta: solo mediante el esfuerzo para hacer todo lo posible para descubrir el atributo de otorgamiento, lo que se llama “Si yo no me preocupo por mí, ¿quién lo hará?”, podremos descubrir finalmente el vínculo con el Creador, lo que se llama “No hay nada más que Él”. El deber de hacer todo lo posible para revelar el próximo nivel de conexión con el Creador, es un requisito indispensable para la unicidad con Él en “No hay nada más que Él”.


Lección N° 8 Unidad 3 –   Órgano Particular de la  Divinidad

En esta lección estudiaremos: El alma del primer Hombre/ Qué es la “Shejiná”/  La  particularidad  del  hombre  y  su libertad .

Armar las Partes del Alma

“No hay nada más que Él” es el fundamento sobre el cual está basado todo el trabajo espiritual del hombre. Todo comienza y termina ordenando nuestra relación con el Creador. Al comienzo de cada acción, debemos atribuir cada hecho a la fuente de todos los hechos, y al final de cada acción, debemos atribuir todos los hechos a la raíz de todo, al único Creador, Bueno y Benefactor.

Y surge la pregunta, si todo el trabajo con “No hay nada más que Él” se centra totalmente en ordenar nuestra relación con el Creador, ¿cómo se integra en este trabajo, el trabajo de la corrección de la relación del hombre con sus semejantes? Como hemos aprendido, formamos la relación con el Creador corrigiendo nuestra relación con el prójimo.

La clave para entender la conexión entre la corrección de la relación con los demás y la determinación de la relación con el Creador, reside en la comprensión de la estructura espiritual llamada “alma del primer Hombre”.

La sabiduría de la Cabalá, nos explica que todos somos partes de una gran alma, llamada “alma del primer Hombre”. En el estado espiritual llamado “alma del primer Hombre”, todos estamos conectados juntos en nuestros deseos con lazos de otorgamiento y amor. En cierta forma, el alma del primer Hombre se asemeja al cuerpo humano: los dos están compuestos por múltiples piezas conectadas entre sí trabajando juntas para beneficio de todo el cuerpo y no para beneficio propio. Y en ambos, todas las partes producen conjuntamente un nivel mucho más alto de existencia que el nivel de existencia de cada parte por separado.

Sorprendentemente, los cabalistas nos escriben, que nosotros ya nos encontramos en ese estado, conectados todos juntos como piezas que se complementan entre sí formando un solo cuerpo espiritual. Pero esa conexión está oculta de nosotros. Tenemos la sensación de que estamos separados unos de los otros, y que cada uno puede conseguir su éxito sobre la destrucción del otro. Pero esto es un espejismo. Un espejismo fuerte ciertamente, – tan fuerte, que nos parece verdadero – y de todas maneras, finalmente, descubriremos que no hay verdad en él, y que él es la razón de todos nuestros sufrimientos en este mundo.

Nada está de más. Nos encontramos en una fantasía de separación, que solo dentro de ella, y en contraposición a ella, podremos descubrir la conexión. Como hemos estudiado en la unidad anterior, el estado de separación en el cual nos encontramos, es el resultado de un proceso espiritual llamado “rompimiento del alma del primer Hombre”. ¿Qué es lo que se rompió? Nuestra unión espiritual. El vínculo que nos mantenía unidos como una sola alma, se rompió, para permitirnos renovarlo y realizarlo conscientemente, y por propia voluntad reconocer la conexión entre nosotros en toda su profundidad.

Todos somos partes rotas del alma del primer Hombre. Uniendo todas estas partes, renovamos los vínculos de amor y otorgamiento entre nosotros, y ascendemos por los escalones espirituales hasta renovar totalmente la conexión (Ver Gráfico N° 5). Así descubrimos al Creador, el atributo de otorgamiento que nos conecta juntos. En realidad, como ya hemos dicho anteriormente, es más correcto describir el proceso como una renovación del vínculo y no como un descubrimiento, porque el vínculo ya existe, solo que está oculto a nuestros ojos. El rompimiento del primer Hombre, y la realidad de separación en la que vivimos, son solo un estado temporal, necesario, para que subamos de regreso por la escalera espiritual desde la cual caímos.

Seguramente se preguntarán, ¿qué sentido tiene perder el vínculo espiritual y renovarlo nuevamente? La formación de la relación por nosotros mismos , nos permite, no solo estar dentro de ella, sino también comprenderla en toda su profundidad, alcanzar los motivos de su existencia e implementarla por nuestros propios medios. Al renovar el vínculo entre nosotros, alcanzamos el pensamiento que se encuentra detrás de él, el Plan de la Creación, beneficiar a Sus creados. Y de esa forma, llegamos al final de la corrección.

¿A qué se parece esto? A un niño cuyos padres le compran un rompecabezas para armar. Aunque la figura está rota en muchas piezas separadas, después que el niño la vuelve a armar, gana mucho más que otra imagen bonita. Justamente en el proceso de armar las piezas, el niño espera y aprende a enfrentarse a desafíos mucho más complejos.

Hasta aquí lo referente al alma del primer Hombre. ¿Cómo se conecta todo esto a “No hay nada más que Él”? Esto lo trataremos en la próxima parte de la lección.

Ponte a prueba:
  • ¿Cuál es el valor añadido en la conexión de todas las partes rotas del alma del primer Hombre?

Una Sola Luz, Un Solo Creado, Un Solo Kli (Vasija)

El individuo que transita el camino espiritual y se topa con dificultades que aparentemente lo alejan de ella, tiene que saber que nada ocurre en vano. Cada hecho en la realidad, y especialmente aquellos que supuestamente lo alejan de la espiritualidad, le son enviados para reforzar su deseo por la misma y formar en él un anhelo mayor para lograr la espiritualidad. El individuo debe comprender que todas las dificultades provienen de una sola fuente, del Creador Bueno y Benefactor, y que Su propósito es promover al hombre hacia la espiritualidad, como está escrito “No hay nada más que Él”(44).

Todos esos aparentes obstáculos que se revelan en el camino espiritual, están medidos con precisión para cada persona, según la raíz de su alma y de acuerdo a su camino singular para implementar el Plan de la Creación. Sin embargo, ninguno de nosotros puede entender por qué justamente uno recibe un determinado obstáculo. No tiene sentido profundizar en ello, porque no tenemos la capacidad de comprenderlo. Todo nuestro trabajo reside en trascender los obstáculos y atribuir todo – lo bueno y lo malo – a un solo Creador, que nos envía todos los casos. Ese es el trabajo en “No hay nada más que Él”.

En el trabajo de “No hay nada más que Él” sustituimos gradualmente la escala de valores de “amargo – dulce “por una nueva escala de valores “verdad – mentira “. ¿Qué significa esto? en la escala de amargo – dulce, nosotros medimos todo de acuerdo al deseo de recibir: si es agradable al deseo de recibir, o sea, dulce, entonces, lo catalogamos como bueno, si es amargo, lo catalogamos como malo. En la escala de valores de verdad y mentira, nos elevamos por encima del deseo de recibir y medimos todo en relación a la meta espiritual: si nos acerca a un vínculo con el Creador o no. Si nos acerca es verdad, y si no, es mentira.

Atribuyendo todos los casos de la realidad a una sola fuerza, estamos trascendiendo al deseo de recibir (no lo anulamos, ni tampoco lo que se siente dentro de él, sino que nos elevamos por encima de él), hasta que finalmente, comenzamos a lograr un control sobre él. Con todas nuestras fuerzas tratamos de “centrarnos“ en “No hay nada más que Él”, por encima de todos los sentimientos, los buenos y los malos, y de dirigirnos continuamente hacia un contacto con el Creador, incluso cuando nos invaden la confusión o la debilidad. Nosotros bendecimos tanto al mal como al bien, y pensando frecuentemente en “No hay nada más que Él” nos neutralizamos a nosotros mismos del dominio del deseo de recibir, y gradualmente lo trascendemos hasta entrar en la espiritualidad. Pero trascender al deseo de recibir es solo una condición para entrar en la espiritualidad. Ahora, después que adquirimos control sobre ese deseo, podemos comenzar con el trabajo espiritual en sí: adjuntar deseos que están por fuera de nosotros y trabajar con ellos como si fueran realmente nuestros. En otras palabras, después que superamos el deseo de recibir, debemos comenzar a desarrollar el deseo de otorgar, ver cuánto otorgamos al otro, trabajar con sus vasijas, y crear su imagen en nuestro interior, sentir en que medida disfruta de nosotros. Solo con este trabajo obtendremos el estado denominado “No hay nada más que Él” en toda su plenitud.

Los Kelim del Creador, que debemos comenzar a ligar a nosotros después que trascendimos al deseo de recibir, son en definitiva, partes del alma del primer Hombre, que estudiamos en la lección anterior. El Creador, del que habla la sabiduría de la Cabalá, es el atributo de otorgamiento y amor que obtenemos dentro de nuestros deseos corregidos. Y estos deseos son los que se unen juntos en una estructura espiritual denominada “alma del primer Hombre”. No podemos decir nada en referencia al Creador mismo. Nuestro estudio de la sabiduría de la Cabalá se refiere únicamente a la forma en que alcanzamos al Creador. Y la forma en que lo conseguimos, es sumando todos los deseos conectados entre sí por vínculos de otorgamiento y amor, los cuales están iluminados por la Luz del Creador. Nuestra relación con el Creador se construye corrigiendo nuestra relación con las partes del alma del primer Hombre. Solo en la vasija única, que une dentro de ella a todas las partes rotas del alma con relaciones de amor y otorgamiento, podremos sentir al Creador, el atributo de otorgamiento. Nosotros no podemos construir directamente nuestra relación con el Creador, sino solo a través de la corrección de nuestra relación con el prójimo. Si corregimos nuestra relación con los demás, revelamos al Creador.

En el artículo “No hay nada más que Él”, utilizado como principio básico en el trabajo espiritual del hombre, escribe Baal HaSulam, que el individuo debe cuidarse de no atribuir sus éxitos y fracasos en el trabajo de “No hay nada más que Él” a sí mismo, sino relacionarlos al cuerpo espiritual del alma del primer Hombre. Si uno se aleja del contacto con el Creador, debe la- mentarse por provocar pesar en el alma del primer Hombre, y si se acerca al contacto con Él, debe alegrarse de revivir nuevamente el cuerpo espiritual del alma del primer Hombre.

El alma del primer Hombre es también llamada “Shejiná” (Divinidad). Se llama así porque dentro de ella, en la unión de todas sus partes, reside (del hebreo – Shojen) el Creador. Como se ha mencionado, Baal HaSulam describe nuestro trabajo en “No hay nada más que Él”, como parte inseparable de la Shejiná, en el artículo “No hay nada más que Él”, y escribe lo siguiente: “Cuando el hombre se lamenta de que el Creador está alejado de él, debe también cuidarse de no adjudicárselo a sí mismo, porque con esto, se con- vierte en receptor para su propio beneficio; sino, que debe lamentar el exilio de la Shejiná. Es decir, que él causa aflicción a la Divinidad.” En resumen, en el trabajo de “No hay nada más que Él” debemos asignar todos los sucesos de la realidad a una sola fuerza que dirige toda la Creación. Si lo hacemos, nos elevamos sobre el deseo de recibir y comenzamos a trabajar con los deseos externos a nosotros, con el total de las partes del alma del primer Hombre, también llamada “Santa Divinidad”. Debemos  cuidarnos de no atribuir  a nosotros mismos nuestros éxitos y fracasos en la reanudación del vínculo con el Creador, sino atribuirlo a ese cuerpo espiritual, que muere o revive, según nuestros esfuerzos.

En nuestro estado actual, que nos encontramos solo en el comienzo de nuestro camino espiritual, nuestro trabajo con “No hay nada más que Él” está en esforzarnos todo lo posible para conectar todos los casos de la realidad a una sola fuerza, y relacionar, en lo posible, este trabajo, a nuestro estado corregido, que por el momento está oculto ante nosotros, en el cual estamos unidos en vínculos de amor y otorgamiento.

Relacionar cada situación de la realidad a una sola fuerza, es de hecho unir todas las partes rotas del alma del primer Hombre a un solo deseo común. El Creador Único, que da vida a un creado, en donde todas sus partes actúan como un solo cuerpo, se puede revelar solo en un Kli (vasija), en la unión de todas las almas juntas. Estas tres partes – yo, que anhelo al Creador, el Kli único donde se revela el Creador y el Creador – debemos esforzarnos en mantenerlas unidas en todo momento y en cada etapa de nuestro camino espiritual. (Ver Gráfico N° 6)

 

Ponte a prueba:
  • ¿De qué debemos lamentarnos o alegrarnos en nuestro trabajo con “No hay nada más que Él”?

Único y Especial

Imagínense cinco monos en una jaula. Del techo cuelga un manojo de bananas y debajo de ellas hay una escalera. Después de un rato, uno de los monos sube y estira su mano hacia el manojo de bananas. Exactamente, en ese mismo momento, un chorro de agua fría es arrojado sobre el resto de los monos en la jaula. Los que se mojaron se alteran y después de un tiempo, se tranquilizan. Pasan unos minutos, y otro mono trepa por la escalera para agarrar una banana, y otra vez se arroja agua fría al resto de los monos. Estos se vuelven a alterar y luego se tranquilizan. Una y otra vez, uno de los monos sube por la escalera, los otros reciben sorpresivamente un chorro de agua fría y así sucesivamente. Después de un tiempo, los monos aprenden a detener a cualquier mono que quiera trepar por la escalera. No están interesados en el dudoso placer de una ducha de agua fría.

Ahora, después que todos los monos fueron “educados” a no subir por la escalera, introducen en la jaula un mono nuevo, que nunca había estado allí, en lugar de otro que estuvo antes. Después de un rato, el mono nuevo intenta trepar por la escalera en dirección a las bananas, pero para su sorpresa, el resto de los monos se lo impiden. Después de varios intentos, él también aprende, que en esta jaula no se sube por la escalera.

Otro mono, que nunca había estado antes en la jaula, cambia a uno de los “veteranos”. También él trata de trepar la escalera, y también ahora sus amigos monos se lo impiden. El mono nuevo que entró antes que él se suma a ellos con alegría, pero a diferencia de sus amigos, él lo hace porque todos lo hacen, sin saber el motivo y sin haberse mojado con agua fría.

Y así, uno tras otro, todos los monos son sustituidos por otros que nunca habían estado en la jaula, hasta que finalmente, se encuentran en la jaula cinco monos que nunca treparán por la escalera ¿por qué no? Porque saben que así se hacen las cosas en esa jaula desde siempre.

Este guión “aparentemente científico “(basado parcialmente en un experimento científico(45)), con el cual elegimos iniciar la ultima parte de la lección, describe perfectamente el fenómeno psicológico llamado «efecto rebaño». Nadie desea ser parte de un rebaño, perder su individualidad, y actuar sin criterio haciendo lo que hacen los demás.  Cada uno de nosotros quiere ser especial, y es muy importante para cada uno cuidar de su particularidad.

La necesidad de conservar nuestra individualidad, se torna mucho más firme cuando nos encontramos con la sabiduría de la Cabalá. Venimos a estudiar con el deseo de recibir más desarrollado, y en consecuencia, la necesidad de preservar nuestra individualidad es también más fuerte. Finalmente, uno llega a la sabiduría con la pregunta “¿Quién soy?”, y puesto a que la respuesta se encuentra en la sabiduría de la Cabalá, la pregunta hace eco en él con más vigor.

Dedicaremos la última parte de la lección para aclarar esta cuestión y su solución.

En la parte anterior de la lección y durante todo el curso, aprendimos que descubrimos al Creador trascendiendo al deseo de recibir y conectándonos con los deseos del prójimo, como si fuesen verdaderamente nuestros. El Creador es atributo de otorgamiento y se nos devela según la equivalencia de forma, o sea, cuando estamos unidos por vínculos de amor y entrega, e influimos sobre el resto de las partes del alma del primer Hombre.

La cuestión es que la conexión con los demás como condición para alcanzar la espiritualidad, le plantea al individuo un desafío no tan sencillo: por un lado, la unión es una condición irrevocable y por otro lado, se despierta el temor de que al unirse a los demás, deberá suprimir su individualidad y anularse como una pequeña parte de la suma de todas las piezas que forman la vasija espiritual colectiva. Su fuerte deseo por esclarecer su individualidad, enfatiza aún más la brecha, al parecer insalvable, entre la necesidad de integrarse absolutamente y la necesidad de la autodefinición.

Pero estas dudas, en realidad no tienen fundamento. De hecho, lo contrario es lo correcto. Como ya hemos dicho y adelantado, justamente en la sabiduría de la Cabalá se encuentra la respuesta a “¿Quién soy?”, y precisamente en la unión con los demás, el hombre adquiere su independencia y expresa su individualidad.

Para entender de qué se trata, debemos volver brevemente a los puntos principales de la lección sobre el libre albedrío. En nuestro mundo, el hombre no tiene libertad de elección. Él está regido hasta el nivel atómico por el deseo de recibir, de acuerdo al cálculo “máximo placer con el mínimo esfuerzo”, y se desarrolla de acuerdo a la carga genética que recibió de sus padres, de acuerdo a la influencia del entorno, que tampoco ha elegido. Resulta, que en nuestro mundo no hay siquiera una acción que hagamos que podamos adjudicarla a nosotros mismos, no existe ninguna acción en la cual podamos expresar nuestra individualidad.

¿Dónde se encuentra el punto de elección del individuo? Se encuentra al superar l cálculo estrecho del deseo de recibir, y en la conexión con el alma del primer Hombre. En la unión con los demás, en ese preciso punto de unión – allí, cada uno de nosotros puede expresar su independencia. Cada uno de nosotros es una parte especial del alma del primer Hombre. No hay otro igual en la existencia. No ha habido nunca nadie como uno, ni tampoco lo habrá. Al unirse nuevamente al alma del primer Hombre, uno añade a la imagen completa, a la imagen general, un matiz especial, peculiar, que solo uno puede agregar. Su punto de conexión al resto de las piezas del alma del primer Hombre, es su punto de libre albedrío, y es lo que lo distingue del resto de las piezas del alma del primer Hombre(46).

Sobre la sensación de la vida real que se revela dentro de la conexión con el resto de las partes del alma del primer Hombre, escribe el Rav Kook en su diario personal:

“Escúchenme, pueblo mío, les hablo con toda mi alma… desde el contacto de vida que me une a todos ustedes… solo ustedes, solo todos ustedes, ustedes en general, todas vuestras almas, todas vuestras generaciones, solo ustedes son el sentido de mi vida. En ustedes yo vivo, en ustedes, en la brigada integrada por todos ustedes, mi vida tiene ese contenido llamado vida. Sin ustedes no tengo nada. Todas las aspiraciones, todas las ambiciones, todo el valor de la vida, todo, lo encuentro solo con ustedes, y yo necesito contactarme con todas vuestras almas,  debo amarlos infinitamente”.

Y en la unión de todas las partes, en un amor infinito e incondicional, cuando cada uno aporta su matiz personal al deseo absoluto por la espiritualidad, se revela el Creador en Su máximo esplendor y profundidad. Y No hay nada más que Él.

Ponte a prueba:
  • ¿Cuál es la relación entre el esclarecimiento del punto de particularidad del individuo y la unión de las partes rotas del alma del primer Hombre?

Resumen de la Unidad 3

Puntos Principales

  • Para poder llevar a práctica la Meta de la Creación y elevarnos al nivel del Creador, se rompió el alma del primer Hombre en muchas partes En la unión de todas esas partes, nosotros imitamos las acciones del Creador y con nuestra acción adquirimos Su intelecto, el Plan de la Creación.
  • Nuestra relación con el Creador, se construye por medio de la corrección de nuestra actitud hacia las partes del alma del primer Hombre. Solo en esa única vasija, que unifica en su interior a todas las partes rotas del Alma, en vínculos de amor y otorgamiento, podremos sentir al Creador, al atributo de No podemos construir nuestra relación con el Creador en forma directa, sino solo a través de la corrección del vínculo con los demás. Si corregimos nuestra relación con nuestros semejantes, descubrimos al Creador.
  • Justamente conectándonos con el alma del primer Hombre, expresamos nuestra singularidad e El punto del “yo” del individuo, es su punto de unión con el resto de las partes del alma del primer Hombre. Todas las acciones de la persona, excepto esta unión, son fijas y predeterminadas, y no hay lugar en ellas para la libre elección y acciones independientes por parte del creado.

Términos

HaShojén (la Presencia) – el Creador. Fuerza de otorgamiento que se revela en la unión de las partes rotas del alma del primer Hombre.

HaShejiná (la Divinidad) – la vasija espiritual donde se revela la Presencia (HaShojén), que está formado por las partes rotas del alma del primer Hombre.

Preguntas y Respuestas

Pregunta: ¿Cuál es el valor añadido al conectar todas las partes rotas del alma del primer Hombre?

Respuesta: Uniendo todas las partes rotas del alma del primer Hombre, no solo nos encontramos en otorgamiento y conexión, sino que también adquirimos el conocimiento sobre cómo lograr esa unión por nuestras propias fuerzas. La Meta de la Creación es elevar al creado al nivel del Creador. Solo la unión de todas las partes rotas del alma del primer Hombre, nos proporciona el intelecto del Creador y nos eleva al nivel del Plan de la Creación.

Pregunta: ¿de qué debemos lamentarnos o alegrarnos en nuestro trabajo con “No hay nada más que Él”?

Respuesta: la adjudicación de todos los casos de la realidad a una sola fuente, se hace posible solamente conectando todas las partes del alma del primer Hombre a una única vasija espiritual. Por lo tanto, hay que lamentarse cuando fracasamos en el trabajo de “No hay nada más que Él”, ya que demoramos la unión de esa única vasija espiritual, llamada ”La sagrada Kedushá (Santidad)” o “Alma del primer Hombre”, y debemos alegrarnos cuando los logros en el trabajo nos acercan a esa unión.

Pregunta: ¿Cuál es la relación entre la clarificación del punto de particularidad del individuo y la unión de las partes rotas del alma del primer Hombre?

 

Respuesta: la particularidad de cada individuo se revela en su unión con el resto de las partes rotas del alma del primer Hombre. Al volver a conectarse con esta Alma, el individuo añade a la imagen completa, a la imagen general, un matiz especial, personal, que solo él puede agregar.

 

Secuencia Lógica

(Orden del Desarrollo del Curso)

Aprendimos que la sabiduría de la Cabalá, es el método de revelación del Creador a sus creados en este mundo.

Aprendimos que para poder descubrir al Creador debemos cambiar la intención de “con el fin de recibir” a “con el fin de otorgar”.

Aprendimos que en los libros de Cabalá, se halla una fuerza espiritual especial llamada “Luz que reforma”, que posee el poder de cambiar nuestra intención, de “con el fin recibir” a “con el fin de otorgar”.

Aprendimos que solo aclarando nuestra actitud hacia el prójimo podemos producir en nuestro interior una referencia real hacia la Luz que reforma.

Aprendimos que solo eligiendo el entorno apropiado para el desarrollo espiritual, podemos aclarar exactamente nuestra relación con los demás.

Aprendimos que los puntos en el corazón, son las partes rotas del alma del primer Hombre, y que al construir un entorno espiritual con los otros puntos en el corazón, estamos creando el pedido de corrección, de unión de las partes rotas, e invocamos la Luz que reforma.

Aprendimos que la base para una verdadera referencia hacia la Luz que reforma es “No hay nada más que Él”, o sea, atribuir todos los casos que se presentan a un solo Creador, origen de todas las causas.

En la próxima parte del curso aprenderemos cómo construir este pedido en nuestro interior.
3 comentarios
  1. jose heredia
    jose heredia Dice:

    Realmente nuestra adhesión al creador es entender que hay una sola fuerza, que todo es EL; quien nos proporciona placer al recibir, que el deseo nos acelera y la intención nos direcciona como el volante de un vehiculo hacia el otorgamiento, justo donde nos encontramos o revelamos AL CREADOR….esto es ¡¡¡¡maravilloso!!!!

    Responder
  2. moises sasporte genafo
    moises sasporte genafo Dice:

    Esta lección me ha gustado mucho, es una parte importante del camino de regreso de mi alma a Su origen y así comprender y aceptar el Plan de la Creación. Ahora es el momento de arrimar nuestro medio shekel, y «si yo no lo hago, quien lo hará?» y el resto vendrá por caminos desconocidos para mí, siempre afirmando con mi alma que «no hay nada más que Él¨.
    Debemos centrar nuestros esfuerzos en construir lazos de amor y otorgamiento con el prójimo, con nuestra decena (la parte física y palpable) para expresar nuestra libre elección en la renovación del alma del primer Hombre y así poder poner nuestra parte necesaria en este Plan. El camino es largo e incierto pero con tanta ayuda es posible…con la ayuda de D:s.

    Responder

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