Reglas del taller

El taller

El taller es la herramienta básica para nuestro desarrollo espiritual colectivo, por lo que su práctica es de capital importancia en nuestros estudios en los círculos o decenas.

He aquí las bases de su implementación:

  1. Igualdad e importancia

No hay personas “más” o “menos” importantes – todos los participantes son iguales y muy importantes. En la discusión, todos tratan de ser iguales y no dominan a cada uno en conocimiento, posición, etc. No debe haber género, edad, raza o cualquier otro tipo de discriminación. Nos sentamos juntos con la conciencia tranquila: nadie es “grande” o “pequeño”, aquí y ahora todos son iguales.

  1. Un solo tema

Juntos discutimos un cierto tema, seleccionado preliminarmente. Estamos muy atentos al facilitador y nunca nos alejamos del rumbo.

  1. Todos hablan

Al hablar todos conseguimos un entorno en el que todos “añaden” a la solución mutua. Al presentar su propio punto de vista y conectarlo con los puntos de vista de los demás, cada participante se vuelve “más rico” y comienza a escuchar y entender no sólo a los demás sino también a sí mismo mejor. Si los participantes permanecen en silencio, no están agregando un ingrediente necesario al plato colectivo.

  1. Todo el mundo escucha y escucha a los demás

Los participantes hablan uno a la vez sin interrumpirse. Escuchamos atentamente a cada orador tratando de sentirlos y entenderlos, y verdaderamente “unirnos” con su opinión. Y cada participante hace lo mismo. Esto es de suma importancia para nuestro Círculo de participantes.

  1. No hay argumentos, críticas o juicios

Nunca discutimos, aceptamos completamente el punto de vista de otra persona, no importa lo absurdo que parezca, y agregamos nuestro propio. No hay opiniones correctas o incorrectas. Todas nuestras opiniones tienen su lugar y todo va en “el depositario”. Sin negar las opiniones de los demás, y al complementarse, obtenemos una nueva perspectiva del problema a través de un lente colectivo.

No hablamos sobre las opiniones de otros participantes; Nos centramos únicamente en responder a las preguntas del facilitador. Debemos tener especial cuidado de no expresar ninguna opinión sobre los demás, ya sean positivas o negativas. Es crucial observar esta regla ya que la crítica puede dañar y alienar a los participantes que han revelado sus pensamientos e ideas al Círculo, mientras que la alabanza puede distinguir a los participantes, creando también un desequilibrio en el Círculo. En resumen, ¡no hay lugar para el juicio en el Círculo!

  1. No hay diálogo y / o cuestionamiento entre los participantes

Es verdad, no permitimos diálogos ni ofrecemos una oportunidad para que los participantes se hagan preguntas – esto arruina el Círculo. Estas brechas emergentes rompen inmediatamente el Círculo en grupos más pequeños. No damos la bienvenida a frases como “Estoy de acuerdo con …”, “Me gusta lo que se dijo por …”, o “Yo apoyo …” Al singularizar a alguien, romper el principio de la igualdad y crear la división En el Círculo Cada participante aborda la discusión central del Círculo en lugar de un individuo en particular.

  1. Nos elevamos por encima del antagonismo y la irritación

Tenemos que tratar de superar el desacuerdo entre sí, mirando el tema a través de los ojos de todos los demás participantes. Cuando hay signos de rechazo, malentendido o desacuerdo entre nosotros, pretendemos superarlos a través de un esfuerzo común, superando lo que nos divide para descubrir lo que nos une. Aprendemos a ceder el uno al otro. Acogemos con beneplácito esos momentos como oportunidades para el progreso mutuo y el crecimiento.

  1. Aspiramos a ser sinceros, evitando eslóganes y clichés

Sólo podemos expresar lo que sentimos o pensamos sin referirnos a opiniones o citas de personajes influyentes. El Círculo funciona cuando los participantes son honestos y sinceros al más alto grado.

  1. Decidimos colectivamente

Nuestro objetivo es llegar a una decisión unánime desde un punto común de entendimiento mutuo y unidad. Este punto suele nacer al final de la discusión (o serie de discusiones) cuando todas las opiniones personales convergen en una opinión colectiva. En esencia, esta regla nos conecta con el poder de la inteligencia colectiva. Cuando verdaderamente nos conectamos estamos operando desde un lugar más alto y comenzamos a actuar como elementos de un todo que es más grande que nosotros mismos. Logramos una cercanía con la naturaleza cuando todos estos “elementos” son finalmente alineados e integrados, cuando las partes opuestas han llegado a complementarse perfectamente entre sí.

  1. Apuntamos a un objetivo significativo y noble: crear un espacio de colaboración, amor, cuidado y calor

En lo que hacemos, ya sea hablando, escuchando a los demás, tratando de estar “en sintonía” con los demás, apuntamos a este objetivo. La prioridad no es lograr resultados particulares o discutir soluciones, la prioridad es lograr la conexión. Los resultados superiores y la solución surgirán naturalmente una vez que logremos formar ese campo común o integral.

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