La agenda para la reunión
La agenda para la reunión
Artículo Nº 17, 1985-86
En Masejet Brajot (pág. 32), nuestros sabios escribieron: “Rabí Shamlai dijo, ‘Siempre se debe alabar al Creador y luego rezar’. ¿De quién recibimos esto? De Moisés, tal como está escrito: ‘Y yo imploré’”. Baal HaSulam interpreta que cuando uno desea pedir un favor a otro, debe saber:
a) Si tiene lo que se él le pide porque, si no lo tiene, no tiene sentido pedir.
b) Que tenga un buen corazón. Esto es así porque él puede que tenga lo que pide, pero que no tenga un corazón abierto para dar.
Así pues, primero se necesita alabar al Creador, es decir, creer que el Creador tiene todo lo que se le pide, y que el Creador es misericordioso y concede a todos su deseo para bien. Resulta que cuando los amigos se reúnen en un sitio, la reunión tiene seguramente un propósito, pues cuando uno dedica parte de su tiempo –que debería emplear para sus propias necesidades, renunciando a sus compromisos y participando en una reunión –es porque desea adquirir algo. Por lo tanto, es importante intentar que, cuando cada amigo se marche a casa, examine con qué vino a la reunión, y lo que ha adquirido ahora que vuelve a su hogar.
Algunas veces, durante la reunión de los amigos, todos se sienten bien durante la reunión. En ese momento no se les ocurre reflexionar con qué posesiones volverán a su casa, es decir: qué es lo que tengo en mi mano, qué he adquirido durante la reunión de los amigos y que no tenía antes de venir al grupo. Y entonces observa que no tiene nada.
Esto es igual a lo que está escrito (Deuteronomio, 23:25): “Si entras a la viña de tu prójimo, podrás comer todas las uvas que quieras, hastaque hayas saciado tu alma, pero no meterás ninguna en tus vasijas”. Debemos interpretarlo como que cuando los amigos se reúnen se ledenomina “La viña de tu prójimo”, cuando se sientan, comen y beben juntos, charlando de esto y lo otro, y el cuerpo disfruta durante estas acciones. Esto es igual a: “Podrás comer todas las uvas que quieras, hasta que hayas saciado tu alma”.
Pero cuando se van a sus casas y desean ver lo que tienen en sus Kelim (vasijas), para llevarse algo del buen ánimo a casa, esto es, cuando has abandonado la reunión y quieres examinar lo que llevas en tus Kelim después de todo el festejo, vemos que: “Pero no meterás ninguna en tus vasijas”. En otras palabras, que no hay nada en los Kelim con lo que revivir el alma después de la reunión.
Sin embargo, cuando la persona se esfuerza, se debe asegurar de que no lo hace sin una recompensa. Es como decimos en el rezo “Y vino a Sión”: “Para que no nos esforcemos en vano”. Pero, cuando uno va a una reunión, debe adquirir sustento allí, para que cuando regrese a casa, pueda ver si tiene algo que poner en los Kelim. Entonces tendrá provisiones para alimentarse hasta la siguiente reunión. Y, hasta entonces, tendrá de lo que ha preparado, es decir, de lo que ha adquirido durante la reunión de los amigos.
Por lo tanto, primero, se debe alabar la importancia de la reunión y luego ver lo que va a adquirir de esa actividad. Es como nuestros sabios dijeron: “Siempre se debe alabar al Creador y luego rezar”. En otras palabras, al comienzo de la reunión, es decir, al comienzo de las discusiones, en la apertura de la asamblea, se debe alabar al grupo. Cada uno debe intentar proporcionar razones y explicaciones acerca del mérito e importancia del grupo. No deben hablar de nada que no sea para ensalzar al grupo.
Finalmente, el enaltecimiento debe ser revelado por todos los amigos. Luego, ellos deberán decir: “Ya hemos concluido con la primera etapa de la reunión de los amigos y comienza la etapa número dos”. Entonces, cada uno manifestará lo que piensa acerca de las acciones que podemos tomar, para que cada uno pueda adquirir el amor por los amigos. En otras palabras, lo que cada persona puede hacer para adquirir el amor en su corazón por todos y cada uno de los que integran el grupo. Y una vez que se ha completado la etapa dos −que consiste en las sugerencias de lo que se puede hacer en favor del grupo – da inicio la etapa número tres. Esta se refiere a llevar a cabo las decisiones de los amigos respecto a lo que se debería hacer. Y con respecto al enaltecimiento del grupo, en Matan Torá (La entrega de la Torá hoja 137), se introduce el asunto del amor por los amigos, que al vincularse con los amigos se puede adquirir la grandeza del Creador. Todo el mundo se encuentra inmerso en su amor propio y él desea seguir el camino del otorgamiento. Pero esto va en contra de la opinión general, pues es la naturaleza en la que fuimos creados, debido al propósito de la creación, que es, como se dijo: “Su voluntad de hacer el bien a Sus creaciones”.
Y todo nuestra fuerza para oponernos, para actuar al contrario –que no solo no queramos recibir para nosotros mismos, sino que deseamos dar, lo que se considera que todas nuestras acciones serían para otorgar satisfacción a nuestro Hacedor– radica en que, debido a la naturaleza del otorgamiento, una persona disfruta cuando da a una persona importante. Resulta que, sin el placer, la persona no puede hacer nada porque va en contra de su naturaleza.
Sin embargo, podemos reemplazar el placer. Eso significa que en lugar de recibir placer de un acto de recepción, deseamos recibir placer de un acto de otorgamiento. A esto se le llama “equivalencia de la forma”.
Debemos decir que así como el Creador disfruta de dar a las criaturas, nosotros debemos disfrutar de dar al Creador.
De otra forma, es decir, si no sentimos alegría y placer cuando le damos al Creador, estamos haciendo daño a la equivalencia de forma. Es como nuestros sabios dijeron: “No ha habido alegría tal ante Él, como el día en que los cielos y la tierra fueron creados. No hubo alegría ante el Creador desde el día en que el mundo fue creado, como la alegría que Él está destinado a disfrutar con los justos en el futuro” (El Zóhar, 1, 115). Por consiguiente, si la persona no siente alegría al cumplir los preceptos del Creador, incluso cuando aspira al otorgamiento, no se considera como equivalencia de forma, porque la persona solo puede sentir alegría cuando existe el placer. Resulta que si él no siente deleite y placer al dar al Creador, no se considera todavía como equivalencia de forma, y no tiene espacio para recibir la abundancia superior, pues todavía carece del placer que el Creador siente cuando les da a los creados.
Se deduce que toda la base sobre la cual podemos recibir deleite y placer, y sobre la que tenemos permitido disfrutar –y hasta es una gran obligación– es disfrutar de un acto de otorgamiento. Por lo tanto, hay un punto en el que debemos trabajar –la importancia de la espiritualidad. Y ello se expresa cuando tengo cuidado en ver a quién me dirijo, con quién hablo, de quién son los preceptos que cumplo, de quién es la Torá que aprendo, es decir, en buscar consejo sobre cómo dar importancia al Otorgante de la Torá. Y antes de obtener por sí mismo alguna iluminación desde lo alto, la persona debe buscar personas más o menos parecidas a ella, quienes también busquen enaltecer la importancia de cualquier contacto con el Creador, de la forma que sea. Y cuando un gran número de personas lo apoyan, todos pueden recibir la ayuda de su amigo.
Debemos saber que “Dos es el plural menor”. Eso quiere decir que si dos amigos se sientan juntos y reflexionan sobre cómo engrandecer la importancia del Creador, es que ya tienen la fuerza, de recibir el enaltecimiento de la grandeza del Creador bajo la forma del despertar desde abajo. Y a este acto, le sigue el despertar desde arriba y comienzan a tener alguna sensación de la grandeza del Creador. Conforme a lo que está escrito: “En la multitud de la gente se halla la gloria del Rey”, se deduce que cuanto mayor sea el número de personas, más efectivo es el poder del colectivo. En otras palabras, ellos generan una atmósfera poderosa de la grandeza y la importancia del Creador. En ese momento, el cuerpo de cada persona siente que todo lo que desea hacer por la santidad –es decir, otorgar al Creador– como una inmensa fortuna; que tiene el privilegio de encontrarse entre personas que han sido recompensadas con servir al Rey. En ese momento, cualquier pequeña cosa que haga, lo llena de alegría y placer, ya que ahora tiene algo con lo que puede servir al Rey.
En la medida en que el grupo considere la grandeza del Creador con sus pensamientos durante la reunión, cada cual conforme a su grado, genera la importancia del Creador dentro de sí. Por consiguiente, puede transitar todo el día por el mundo de la alegría y el regocijo, es decir, que disfruta de cada pequeña cosa que hace ligada al servicio del Creador. Eso se debe a que si él recuerda que debe contemplar la espiritualidad aunque sea durante un minuto, de inmediato dice: “Ya estoy muy agradecido por alabar y glorificar al Creador”, pues ahora cree que el Creador lo ha convocado y desea hablar con él. Y cuando la persona imagina que el Rey le convoca y le dice que quiere jugar con él, ¿cuánta alegría experimentaría entonces y cuán animado se sentiría? Ciertamente, en ese estado de exaltación, no tendría pensamientos triviales. Se sentiría un poco avergonzado por no conocer las leyes y las costumbres del Rey −cómo comportarse cuando el Rey le habla.
Pero considera lo que sabe hacer para el rey como una gran fortuna, pues de cualquier forma conoce algunas de las reglas para cumplir los preceptos del Rey, que aprendió en la escuela cuando era joven. Y ahora que ya ha crecido y desea servir al Rey, seguro que carecerá del conocimiento de las leyes del Rey. Resulta que su preocupación es que no sabe, qué es lo que le proporciona al Rey mayor placer: qué acción o qué intención. Y además de esto, vive en un mundo que es todo bienestar. Al juntarse para la reunión, esto es en lo que el grupo debería pensar y hablar, de la grandeza del grupo, tal como está escrito: “Se debe alabar al Creador y luego rezar”. Es lo mismo con el grupo. Cuando deseamos pedir algo al grupo, a esto se le denomina “rezar”, primero debemos establecer el mérito del propio
grupo y después “rezar”, es decir, pedir al grupo que nos proporcione lo que queremos de él.
Por lo tanto, primero la persona necesita ver lo que tiene el grupo, cuáles son las posesiones que puede obtener de ellos al vincularse con ellos. Tal vez no necesita las posesiones del grupo, sino que, es más, se aleja de éstas tanto como le es posible. Y, en consecuencia, cuando llega a la reunión de los amigos, siempre debe ver si los amigos tienen la meta que él anhela, que cada uno de ellos se aferre en algo a esa meta. Y él piensa que al unirse por la meta, cada uno recibirá su parte, así como las partes de todo el grupo. Resulta que cada uno de los integrantes del grupo tendrá la misma fuerza que la del conjunto del grupo unido. Se desprende de ahí que cada uno debe considerar seriamente el propósito de la reunión −que al término de la reunión de los amigos esta debe aportar la sensación de que, cada uno tenga algo en su mano que pueda poner en sus vasijas, y que no se encuentren en la situación de: “Pero no meterás ninguna en tus vasijas”. Cada uno debe considerar que si no se sienta especialmente atento durante la reunión, no solamente pierde él mismo, sino que corrompe a todo el grupo.
Esto se parece a lo que está escrito en el Midrash (Vaikrá Rabá, Capítulo 4): “Dos personas subieron a un bote. Una de ellas comenzó a hacer un hoyo en el bote debajo de ella. Aquel le dijo: “¿Por qué estás haciendo un hoyo?” Y este le replicó: “¿De qué te preocupas, si estoy haciéndolo justo debajo de mí y no debajo de ti?” Entonces aquel le respondió: “¡Qué necio! ¡Ambos nos ahogaremos al hundirse el bote!” Y una vez que hayan hablado de la importancia y de la necesidad del grupo, comienza el orden de la corrección −cómo y con qué podemos fortalecer al grupo para que se convierta en una agrupación sólida, tal como está escrito: “Y allí acampó Israel frente al monte” (Éxodo 19:2), y fue explicado que “como un solo hombre con un solo corazón”. El orden debe ser que cualquiera que tenga una sugerencia en cuanto a mejorar el amor por los amigos, esta debe discutirse, pero debe ser aceptada por todos los amigos para que no exista aquí ningún asunto de coacción.
Hasta ahora, hemos discutido la conexión entre la persona y su amigo, que sirve para conducirnos a la conexión entre la persona y el Creador, tal como está escrito en Matan Torá (La entrega de la Torá hoja 137). Resulta que al hablar de la importancia de los amigos y de que toda su importancia radica en que nos conduce hasta el amor por el Creador, también deberían pensar que el amor por los amigos debe conducirnos a la importancia del amor por el Creador.
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