Poderosa roca de mi salvación
Artículo Nº 13, 1984-85
En la canción de Januká decimos: «Poderosa roca de mi salvación, alabarte es un deleite; restaura mi casa de rezo, y allí llevaremos una ofrenda de agradecimiento». La canción comienza con palabras de alabanza: «Alabarte es un deleite», y luego comienza con palabras de rezo: «Restaura mi casa de rezo». Después, vuelve a palabras de agradecimiento y alabanza: «Y allí llevaremos una ofrenda de agradecimiento».
Por lo tanto, hay tres asuntos aquí, en un orden parecido al del rezo:
1) Los tres primeros de los Dieciocho (Tfilat Shmoné Esré es una secuencia de rezos) son de alabanza y agradecimiento.
2) Los tres de en medio son súplicas.
3) Los tres últimos son de alabanza y agradecimiento nuevamente.
Así, empezamos con el presente, como dice: «Alabarte es un deleite», lo que significa que Te agradecemos y alabamos por el bien que hemos recibido de Ti. Es como nuestros sabios dijeron: «Uno debe siempre alabar al Creador y luego rezar» (Brajot [Bendiciones], 32).
La razón es que aquel que cree que el Creador es misericordioso y clemente, y que Él desea hacer el bien a Sus creaciones, tiene lugar para el rezo. Esa es la razón por la que primero debemos establecer la alabanza al Creador, es decir, que la propia persona debe establecer la alabanza del Creador. Eso no significa que el Creador debe ver que la persona está alabándolo, ya que el Creador no necesita de los creados. Más bien, la propia persona debe ver la alabanza al Creador, y luego puede pedir que le ayude, pues Su comportamiento es hacer el bien a Sus creaciones.
Así pues, después de decir: «Alabarte es un deleite» llega el rezo y decimos: «Restaura mi casa de rezo». Y, ¿qué es «Mi casa de rezo»? Significa, tal como está escrito: «Incluso a ellos les llevaré a Mi montaña sagrada, y les alegraré en Mi casa de rezo». En «Mi montaña sagrada». Har (montaña) se deriva de la palabra Hirhurim (pensamientos/contemplaciones), lo que significa que Él les traerá pensamientos de Kdushá (santidad), es decir, que todos sus pensamientos serán sólo de Kdushá. «Y les alegraré en Mi casa de rezo» es el corazón del hombre, para que haya allí un lugar para la presencia Divina. La Divinidad es llamada «rezo», como es sabido que Maljut es llamada «rezo», tal como está escrito: «y yo soy todo rezo». Después de «Restaura mi casa de rezo» viene «Y allí llevaremos una ofrenda de agradecimiento». De ahí se deduce que primero hay una alabanza, luego hay oración, y después alabanza nuevamente, como el orden del rezo, que concluye con alabanza y agradecimiento.
Pero, ¿qué puede hacer la persona, si quiere empezar con alabanza pero su corazón está cerrado, y siente que está lleno de defectos y no puede abrir su boca y cantar y alabar? El consejo es ir por encima de la razón y decir que todo es «Jasadim encubiertas». En otras palabras, debe decir que todo es Jésed (gracia), pero que está oculto a él porque aun no está calificado para ver el deleite y placer que el Creador ha preparado para Sus creaciones. Y después de establecer la alabanza del Creador –lo que significa que cree por encima de la razón que todo es bueno y lleno de gracia– debe rezar para que el Creador enmiende su corazón y lo convierta en «Mi casa de rezo», lo que significa que las bendiciones del Creador aparecerán allí. A esto se le llama «Jasadim reveladas».
Y entonces «llevaremos una ofrenda de agradecimiento», lo que significa que dará gracias por haber sido privilegiado con poder ofrecer las vasijas de recepción. A eso se le llama «Allí llevaremos una ofrenda de agradecimiento», por haber sido merecedor de sacrificar su deseo de recibir, y a cambio de esto llega el deseo de otorgar, que es llamado «el lugar del Templo». Pero el asunto importante para la persona es tener, primero, un deseo de sacrificar el deseo de recibir. Y como el deseo de recibir es la esencia misma del creado, por eso ama al deseo de recibir y le es muy difícil entender que debe ser anulado o, de lo contrario, es imposible ser merecedor de algo espiritual. En la corporalidad, vemos que la persona tiene un deseo y una carencia que le concierne, que le llega de las entrañas de su cuerpo, y hay deseos que uno adquiere desde el exterior, y no desde sí mismo. En otras palabras, si no hubiera gente en el exterior que engendrara esa carencia en él, nunca sentiría que le hace falta; Solo la gente en el exterior engendra ese deseo en él. Por ejemplo, una persona, que esté sola, seguirá queriendo comer, beber, dormir, etc., incluso cuando no haya otras personas a su alrededor. Sin embargo, si hay gente en su entorno, está la cuestión de la vergüenza, en lo que los otros le obligan. Entonces debe comer y beber lo que le impone la gente que le rodea.
Eso es evidente fundamentalmente en cuanto a la ropa. En casa, la persona lleva puesto lo que le resulta cómodo. Pero cuando está entre la gente, debe vestir conforme a la manera en que los otros entienden como correcto. No tiene opción, ya que la vergüenza lo obliga a perseguir sus gustos. Es lo mismo en la espiritualidad. La persona tiene un deseo por la espiritualidad en su interior, que proviene desde dentro de sí mismo. En otras palabras, incluso cuando está solo y no hay gente a su alrededor que le afecte y de quien absorba algún deseo, recibe un despertar y anhela ser un siervo del Creador. Pero su propio deseo tal vez no sea suficiente para no necesitar agrandar ese mismo deseo, y poder trabajar con él para obtener la meta espiritual. Por lo tanto, existe una manera –al igual que en la corporalidad– de intensificar ese deseo a través de la gente del exterior, que le impulse a seguir sus opiniones y su espíritu.
Eso se hace a través de la unión con gente, que él ve que también tiene una necesidad espiritual. Y el deseo que tiene esa gente del exterior, engendra un deseo en él, y así recibe un gran deseo por la espiritualidad. En otras palabras, además del deseo que siente en su interior, recibe un deseo por la espiritualidad que ellos engendran en él, y entonces adquiere un gran deseo con el cual puede alcanzar la meta. Por lo tanto, en el asunto del amor a los amigos, es donde cada persona del grupo, además de tener un deseo propio, obtiene el deseo de los amigos. Eso es una gran adquisición que sólo se puede obtener a través del amor a los amigos. Sin embargo, se debe tener gran cuidado de no ir con amigos que no tengan el deseo de examinarse a sí mismos, es decir, a la base de su trabajo –ya sea para otorgar o para recibir– y para ver si están haciendo lo indicado para llegar al sendero de la verdad, que es el camino de otorgamiento puro.
Sólo dentro de un grupo así es posible inculcar en los amigos el deseo de otorgar, lo que significa que cada uno absorberá la carencia de los amigos, o sea que le falte el poder de otorgar. Y, a donde quiera que vaya, buscará con impaciencia un lugar donde quizá alguien tenga la posibilidad de darle el poder de otorgar. Por lo tanto, cuando llega a un grupo en el que todos están sedientos de la fuerza de otorgar, cada uno recibe esa fuerza de todos los demás. Esto se considera que está recibiendo fuerza desde el exterior, además de la pequeña fuerza que tiene en su interior. Sin embargo, y en oposición a esto, existe una fuerza en el exterior de la cual está prohibido recibir ninguna asistencia, a pesar de que esa fuerza, que puede recibir desde el exterior, le dará el combustible para trabajar. Se debe ser muy cuidadoso de no recibirla. Y se necesita tener mucho cuidado porque el cuerpo tiende a recibir fuerza para el trabajo particularmente de la gente en el exterior. Llega a la persona cuando oye que se dice acerca de él, por ejemplo, que es una persona virtuosa, o un discípulo sabio, o un hombre con temor al cielo, o cuando se dice de él que es un hombre que busca la verdad. Cuando la persona escucha esas cosas, las palabras que escucha −que su trabajo es apreciado−, le dan fuerza para el trabajo porque está recibiendo respeto por su labor.
Y entonces no necesita fe por encima de la razón ni el poder de otorgar, es decir, que el Creador le ayudará y que esa será su motivación. En lugar de esto, recibe el combustible del exterior. En otras palabras, la gente externa le obliga a esforzarse en la Torá y las Mitzvot (preceptos). Ese es el asunto en cuanto a ser humilde –una de sus razones es que no habrá nutrición a los externos. Por eso cada uno debe caminar humildemente, como está escrito: «Y camina humildemente con el Señor tu Dios». Los externos son gente que se encuentran fuera de él. Ellos lo nutren por su trabajo, pero luego –es decir, después de escuchar que es respetado– aprende a trabajar por las personas del exterior y no por el Creador. Esto es así porque ya no necesita que el Creador lo acerque a Su trabajo, porque ahora él trabaja, porque la gente del exterior le da el combustible para estudiar y trabajar para ellos. En otras palabras, ellos son quienes le obligan a trabajar y no es el Creador quien le obliga a trabajar para Él. Más bien, otros le inspiran a trabajar por ellos –para que le respeten, etc. Se deduce que esto es similar a trabajar para un dios extraño. Esto es, ellos le ordenan trabajar por la recompensa del respeto y similares, lo cual le darán a cambio de esforzarse en la Torá y las Mitzvot. Eso significa que si ellos no conocen su trabajo, y él no vio que hay alguien que lo observa y se dedica a la Torá, no hay quien le obligue a trabajar. Esto se llama «aferramiento de los externos» y es por esto por lo que la persona debe trabajar de manera oculta.
Sin embargo, trabajar de manera oculta no es suficiente. Aunque es cierto que ahora sólo el Creador le impulsa a hacer el trabajo sagrado, debe haber una cosa más: la persona no debe trabajar para recibir recompensa. Eso es un asunto completamente diferente porque ello está en contra de nuestra naturaleza. Somos creados con la naturaleza llamada «deseo de recibir». Pero ahora debemos trabajar sólo en el trabajo de otorgamiento, y no recibir nada para nosotros mismos. Para eso, debemos buscar un grupo, en donde cada uno piense que debemos trabajar para otorgar. Como esta es una pequeña fuerza dentro de la persona, debe buscar personas que también estén buscando tales fuerzas. Pero unidos, cada uno de ellos puede recibir fuerza de los demás y eso es todo lo que le falta. Y el Creador enviará ayuda desde arriba para que podamos caminar en el sendero del otorgamiento.
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