Arvut, La garantía mutua

(Continuación del artículo «Matan Torá»)

Todo Israel es responsable el uno por el otro (Sanedrín, 27: 72)

 

17) Esto se refiere a Arvut, la garantía mutua, cuando todo Israel se hizo responsable el uno por el otro, ya que no se les entregó la Torá sin antes preguntarles a cada miembro de Israel, si estaba de acuerdo en recibir el precepto de amor al prójimo en toda su extensión, «Ama a tu prójimo como a ti mismo”, así como está explicado en el párrafo 2 y 3, palabra por palabra. Es decir que cada miembro  de Israel asumirá la responsabilidad de preocuparse y trabajar por cada miembro de la nación y satisfacer todas sus necesidades, no menos que lo que se preocuparía naturalmente por sus propias necesidades.

Después de que toda la nación estuvo unánimemente de acuerdo, dijeron «Lo haremos y escucharemos»; desde aquel momento cada miembro de Israel se hizo responsable de que no le faltara nada a los demás miembros de la nación. Entonces se hicieron merecedores de recibir la Torá, ya que con esta completa responsabilidad, cada miembro de la nación se desprende de toda preocupación personal y entonces puede cumplir el precepto de amar al prójimo como a sí mismo en su máxima potencia y dar todo lo que tiene al que lo necesite, ya que no se preocupa por sus propias necesidades puesto que está completamente seguro que seiscientos mil personas que lo quieren y le son leales se encuentran a su alrededor y están dispuestos a preocuparse por él.

Por lo dicho anteriormente, no estaban preparados para recibir la Torá en la época de Abraham, Itzjak y Iacov, sino después de haber salido de Egipto y de haberse convertido en una sola nación; sólo entonces se hizo realidad el hecho de que cada uno dejó de preocuparse por sus necesidades personales.

Lo que si sucede, es que al estar aún mezclados entre los egipcios, obligatoriamente, una parte de sus necesidades estaban en manos de paganos llenos de amor para sí mismos, por lo tanto esa parte de las necesidades no estaban aseguradas para los miembros de Israel, ya que sus amigos no las podían satisfacer, pues no estaban en sus manos y como ya está comprobado, que mientras la persona esté preocupada por sus propias preocupaciones, no es capaz de cumplir con el precepto de amar al prójimo como a sí mismo.

Por lo tanto la entrega de la Torá tuvo que demorarse hasta que salieran de Egipto y se convirtieran en una nación por sí mismos, es decir, hasta que la satisfacción de todas sus necesidades estuviera en sus propias manos sin depender de los demás. Fue entonces cuando fueron capaces de recibir la garantía (Arvut) de la que hablamos y por lo tanto se les entregó la Torá. Aún después de recibir la Torá, si alguien de Israel los traicionara y volviera al sucio amor propio, sin tener en consideración a los demás, esas necesidades que son puestas en manos de unos pocos, se convertirán en la preocupación de cada uno de Israel.

Esos pocos no se compadecerán y se detendrá el cumplimiento del precepto del amor al prójimo a todo Israel, de tal manera que estos vándalos son los causantes de que los que cumplen con la Torá, permanezcan en la suciedad del amor propio, ya que no se podrán ocupar del cumplimiento del precepto de amar al prójimo como a sí mismo y completar su amor por el prójimo sin la ayuda de estos.

Podemos ver que todo Israel es responsable el uno por el otro, en lo positivo y en lo negativo. Por el lado positivo si cumplen con la garantía mutua, de tal forma que cada uno satisface las necesidades de su compañero, entonces pueden  cumplir con la Torá y las Mitzvot en su totalidad, es decir, complacer a su Creador (Punto 13). Y por el lado negativo, si una parte de la nación no quiere cumplir con la garantía mutua (Arvut) sino que prefieren sumirse en el amor propio, entonces ellos son los causantes de que el resto de la nación permanezca sumida en la suciedad y la bajeza, sin poder encontrar jamás la salida.

18) El Tana (Rabí Shimon Bar Yojai) nos explica  acerca de la garantía mutua (Arvut)  diciéndonos que se asemeja a dos hombres que se encontraban en un bote, cuando uno de ellos comenzó a hacer un agujero en el bote, su amigo le preguntó: ¿Por qué haces ese agujero? Su amigo le respondió ¿Qué te importa?, yo estoy agujereando debajo mío, no debajo de ti, a lo que el otro replicó, tonto, los dos nos hundiremos juntos con el bote.

Por lo tanto comprendemos que debido a que los vándalos, están sumidos en el amor en ellos mismos, con sus actos construyen un alambrado de hierro que evita que los que observan la Torá comiencen a observar la Torá y las Mitzvot como es debido, es decir así como está escrito, ama a tu prójimo como a ti mismo, que es la escalera para alcanzar la adhesión al Creador. Cuánta razón tenía el proverbio que decía: ¡Tonto! Los dos nos hundiremos juntos con el bote.

19) Rabí Eliazar, hijo de Rabí Shimon, se expande aún más en la explicación de la garantía mutua (Arvut), diciendo que no es suficiente que todo Israel sea responsable unos de otros, sino que todo el mundo debe ser responsable el uno por el otro. No es necesario discutirlo, ya que todos están de acuerdo que para comenzar es suficiente una nación que observe la Torá y comience con la corrección del mundo, ya que es imposible empezar con todas las naciones al mismo tiempo, como lo dijeron los maestros, acerca de que el Creador recorrió todas las naciones con la Torá y no la quisieron recibir, es decir, estaban sumidos en la suciedad del amor en sí mismos hasta por la cabeza, algunos ocupados en el adulterio, otros en robar, asesinar etc. A tal punto que era imposible por aquella época hablar con ellos acerca de si estaban dispuestos en abandonar el amor en sí mismos.

Por lo tanto, el Creador no encontró ningún idioma ni nación que fueran merecedoras de recibir la Torá, excepto los hijos de Abraham, Itzjak y Iacov, que recibieron el legado de sus antepasados y como dijeron los maestros:   «Los padres observaban la Torá aún antes de recibirla», refiriéndose a que por lo elevado de sus almas, podían ir por todos los caminos del Creador, en lo que se refiere a la espiritualidad de la Torá, todo esto proveniente de su adhesión al Creador, sin que tengan en cuenta el lado práctico de la Torá, lo cual no tenían posibilidad de cumplir, como está escrito en «Matán Torá«, Punto 16.

Sin lugar a dudas, tanto la pureza física como la elevación espiritual de nuestros santos antepasados, influyeron en sus hijos y en los hijos de sus hijos y fueron así dignos de ese derecho, de esa generación en la que cada uno de los miembros de la nación asumió ese altísimo trabajo y cada uno dijo con entera convicción: «Haremos y escucharemos». Por esto fuimos elegidos, por necesidad, por ser un pueblo con una virtud especial entre todos los pueblos. Y resultó que sólo el pueblo de Israel asumió la garantía mutua (Arvut) necesaria y no los otros pueblos del mundo pues no participaron y esa es la realidad. ¿Cómo podría estar en desacuerdo Rabí Eleazar?

20) Sin embargo la corrección final, se llevará a cabo al hacer partícipe a todo el mundo en los misterios de la labor del Creador, así como está escrito» Y el Señor será Rey sobre toda la tierra: en aquel día el Señor será Uno solo y su Nombre Uno solo» Zacarías, 14:9). Y precisó escribiendo «En ese día» y no antes. Y también dice: «Porque la Tierra estará llena de conocimiento del Señor…y afluirán a Él todas las naciones.

Sin embargo el rol de Israel hacia el mundo, se asemeja al rol de nuestros santos ancestros hacia la nación israelita, es decir, así como el legado que heredamos de nuestros ancestros nos ayudó a evolucionar y a purificarnos hasta que fuimos merecedores de recibir la Torá, que si no hubiera sido porque nuestros padres observaron la Torá antes de recibirla, entonces no nos distinguiríamos del resto de las naciones (Punto 12).

Por lo tanto la nación de Israel tiene el deber a través de la Torá y las Mitzvot de capacitarse y capacitar al mundo hasta que evolucionen lo necesario para asumir el elevado trabajo de amor al prójimo, que es la escalera para llegar al propósito de la creación, que es la de adhesión (Dvekut) con el Creador.

De tal modo que todos y cada uno de los preceptos que el individuo de Israel cumpla, será para complacer al Creador y no para obtener algún beneficio o por amor a sí mismo. Esto tendrá como resultado ayudar a la evolución de los hombres del mundo, pues no se hace de una sola vez, sino por una evolución gradual hasta aumentar de tal manera, que pueda llevar a todos los seres humanos a la purificación deseada. Y esto es lo que los maestros denominan, “inclinar la balanza a favor”, es decir que ha concluido el peso de la purificación deseada y han comparado esto con el peso de la balanza, donde el cambio de equilibrio es llegar al peso deseado.

21) Estas son las palabras que Rabí Eleazar le dijo a Rabí Shimon, que el mundo es juzgado de acuerdo a su mayoría, refiriéndose al rol de la nación de Israel, de capacitar al mundo para una cierta purificación hasta que sean merecedores de asumir la labor del Creador, no menos de lo que fue Israel cuando recibieron la Torá. Esto es lo que los maestros denominan haber conseguido la mayoría de los derechos, y si inclinan la balanza hacia el platillo del deudor, esto es amor a sí mismo.

Por supuesto que si el platillo de la balanza a favor, que es el entendimiento de la calidad del amor al prójimo es mayor que el platillo de las sucias deudas, serán entonces capaces de llegar a un resultado final y decir “Haremos y Escucharemos”, así como dijo Israel, pero si antes de esto, es decir antes de lograr la mayoría de los derechos, vence el platillo del amor por uno mismo, entonces deberemos de aceptar su carga.

Los maestros dijeron: “El que hace una Mitzvá se sentencia así mismo y a todo el mundo a favor”, es decir, que el individuo de Israel que agrega su propia parte al peso final es como aquel que pesa los granos de sésamo y va agregando uno a uno a la balanza hasta que la balanza se inclina. Ciertamente, cada uno toma parte en el acto de pesar y sin la parte de cada uno no se podría llegar  a un resultado final. Lo mismo decimos acerca del acto del individuo de Israel, que pesa a todo el mundo a favor. Esto es porque cuando todo esto termina y se inclina el platillo a favor del mérito, entonces cada uno tiene parte en ese resultado final ya que si no fuera por su acto el resultado no sería completo.

De esto se desprende que Rabí Eleazar no discrepa con el artículo de los maestros, acerca de que todo Israel está en garantía mutua, sin embargo Rabí Eleazar, hijo de Rabi Shimon habla acerca de la corrección de todo el mundo en un futuro y los maestros hablan acerca del presente, donde sólo Israel recibe la Torá.

22) Y Rabí  Eleazar, hijo de Rabí Shimon se basa en la Micrá «Un pecador puede hacer perder mucho» porque ya ha sido demostrado que el sentimiento de admiración que siente el hombre al ocuparse de las Mitzvot entre el hombre y el lugar (Creador) es equivalente al sentimiento de admiración que siente al ocuparse de las Mitzvot entre el hombre y su semejante. El hombre está obligado a cumplir con las Mitzvot en Su nombre (Lishmá) sin ninguna esperanza de realizarlas por amor a sí mismo, es decir que no tiene ni un destello de esperanza de que por su esfuerzo reciba una recompensa, entendiendo que en ese punto máximo, el amor al Creador y el amor a su semejante se unen y se transforman en uno sólo.

Entendemos que él logra de esta manera  progresar en la escalera del amor al prójimo entre todas las personas del mundo; esto es porque ese escalón, del que el individuo es responsable en menor o mayor grado, finalmente se une para que en un futuro la balanza se incline a favor, ya que también su parte se tiene en cuenta y se une al resultado final (alegoría del peso del sésamo).

Aquel que comete una falta, lo que significa que no puede sobreponerse y doblegar el sucio amor por sí mismo, es como si entrara a robar; entendemos así que esta persona se sentencia a sí misma y al mundo entero en contra. Porque al revelar la suciedad del amor a sí mismo, la natural bajeza de la creación vuelve y se refuerza; es como si redujera la cantidad de la balanza que se inclina a favor, como aquel que vuelve y substrae de la balanza el único grano que su amigo dejó allí; es como si elevara el platillo de la deuda y así hace retroceder al mundo; es por esto que se dice que un pecador puede hacer perder mucho ya que por no poder reprimir sus pequeñas pasiones, hace retroceder la espiritualidad del mundo entero.

23) Con lo dicho se aclara lo que se dijo anteriormente (Punto 5), acerca de que la Torá le fue entregada al pueblo de Israel, en cuanto a esto no hay discrepancia, siendo que el propósito de la Creación es de la responsabilidad de todo el género humano: tanto negro como blanco o como amarillo, sin ninguna diferencia.

Sin embargo al haber llegado la naturaleza humana a las profundidades más bajas, como hemos explicado anteriormente, debido a que es dominada por el amor a sí mismo, no hay forma de negociar y explicarles que acepten hacerse responsables aunque solo sea como promesa, salir de las estrechas miras al amplio mundo del amor al prójimo; únicamente el pueblo de Israel aceptó, porque ellos habían estado bajo el yugo de Egipto cuatrocientos años de grandes y terribles sufrimientos.

Nuestros maestros dijeron: «Como la sal endulza la carne, los sufrimientos limpian al hombre de los malos actos cometidos». Es decir, que le traen al cuerpo la purificación; además tenían en su haber el legado de la pureza de sus antepasados (ver Punto 16); esto es lo importante, así como lo atestiguan algunos versículos de la Torá.

Los dos prólogos anteriores nos permiten comprender el porqué fueron escrito en singular; «Y acampó Israel ante la montaña» y según nuestros maestros significa, como un solo hombre con un solo corazón, pues cada uno de los miembros de la nación se desprendió por completo del amor por sí mismo y su único interés fue el de servir a su compañero, como hemos visto anteriormente (Punto 16) sobre el significado de la Mitzva, “Ama a tu prójimo  como a ti mismo”, que todos los individuos en la nación se unieron como un corazón y un hombre, pues solo entonces fueron merecedores de la Torá.

24) Por lo tanto, sin otra alternativa, le fue entregada la Torá al pueblo de Israel, raza de Abraham, Itzjak y Iacov, ya que era inconcebible que algún extraño participara en esto. Debido a lo cual la nación de Israel fue construida como una especie de pasadizo y a través de ella fluirán las chispas de la pureza hacia el género humano del mundo entero.

De tal forma, que esas chispas se multiplicarán día a día de manera inimaginable, hasta que alcancen la cantidad deseada y evolucionen de tal manera que sean capaces de comprender la tranquilidad y la paz impregnadas en la semilla del amor al prójimo, ya que entonces comprenderán que deben de inclinar el platillo a favor, para poder así ponerse a Su disposición, bajo Su bendita carga y el platillo de la falta desaparecerá de la faz de la tierra.

25) Ahora sólo nos queda completar lo que aclaramos (Punto 16), acerca de que la Torá no les fue entregada a los antepasados porque el precepto de «Ama a tu prójimo como a ti mismo» que es el eje de la Torá sobre el que giran las Mitzvot y para esclarecer esto debemos comprender que no es merecedora de existir solo para ser observada por un individuo, sino a través de la aceptación de la nación entera.

Es por esto que todo duró hasta la salida de Egipto; solo entonces fueron merecedores de observarla y se les preguntó si cada uno de los miembros de la nación estaba de acuerdo en cumplir con ese precepto y sólo después de aceptar, les fue entregada la Torá, aunque aún es necesario aclarar: ¿Dónde encontramos en la Torá que les fue hecha esta pregunta a los hijos de Israel y que ellos aceptaron cumplir con el precepto antes de recibir la Torá?

26) Es necesario comprender, que todo esto le es revelado a todo entendido, en esa invitación que envió el Creador a Israel a través de Moisés nuestro maestro, aún antes de recibir la Torá, como está escrito (Éxodo, 19:5) “’Ahora, pues, si de veras escucháis Mi Voz y guardáis Mi pacto, vosotros seréis Mi tesoro personal entre todos los pueblos, porque Mía es toda la tierra; y  seréis para Mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel’. Fue pues Moshé y convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todas estas palabras que el Señor le había mandado. Entonces todo el pueblo respondió a una, diciendo: ‘Nosotros haremos todo cuanto ha dicho el Señor’. Y Moshé llevó al Señor las palabras del pueblo».

De acuerdo a esto, las palabras no concuerdan, ya que el sentido común nos dice que si una persona le pide a su amigo que le haga un trabajo y espera que su amigo acepte, debe explicarle en qué consiste el trabajo y debe acordar cuanto pagará, sólo entonces podrá su amigo decidir si acepta o no el trabajo.

Pero en este caso, aparentemente no encontramos un ejemplo del trabajo ni el pago por el mismo, ya que dice: ’Ahora, pues, si de veras escucháis Mi Voz y guardáis Mi pacto’, y no nos explica nada acerca de la Voz ni en qué consiste el pacto y luego añade, ‘Vosotros seréis Mi tesoro (*) personal entre todos los pueblos, porque Mía es toda la tierra’. De lo dicho no podemos saber si Él nos ordena que nos esforcemos en ser el pueblo elegido entre todos los pueblos o es una promesa en nuestro beneficio.

También debemos comprender lo relacionado a «Porque Mía es toda la tierra’. Las tres traducciones: la de Unkalos, la de Yonatan Ben Uziel y la de Yerushalmi, y todos los intérpretes, RaShi, RamBan y demás, tratan de corregir el significado literal y Even Ezra dice, en nombre de Rabi Marinos, que la palabra «porque» significa «aunque» y lo interpreta de la siguiente manera, «Vosotros seréis Mi propiedad personal entre todos los pueblos, aunque Mía es toda la tierra». Even Ezra se inclina a estar de acuerdo con esto, pero esa interpretación no coincide con la de nuestros maestros, que dijeron que «porque» es utilizable de cuatro formas: «o», «no sea que», «eso» «pero».

Él aún agrega otra quinta forma  “aunque» e interpreta así el final de la frase: “Y seréis para Mí un reino de sacerdotes y una nación santa». Sin embargo tampoco de este contexto se puede probar si es un precepto y una obligación forzada o una promesa beneficiosa. Tampoco las palabras «reino de sacerdotes» no tienen explicación ni se repiten en las Sagradas Escrituras.

Debemos enfocarnos principalmente en examinar las palabras «reino de sacerdotes» y «nación santa» pues el significado de sacerdocio y santidad significan lo mismo y es obvio que un reino donde todos son sacerdotes es una nación santa es decir que las palabras «nación santa» está de más.

27) Sin embargo, por las aclaraciones del artículo hechas hasta el momento aprendemos que el verdadero significado de lo escrito debe ser visto como el rol ejemplar, merecedor de ser interpretado, negociado y aceptado, es decir, que Él les ofrece la forma y el contenido que se encuentra en servir la Torá y observar las Mitzvot y una digna recompensa.

Ya que la forma de servir a la Torá y cumplir con las Mitzvot está expresada en las palabras, «Y seréis para Mí un reino de sacerdotes», ya que reino de sacerdotes significa, que todos, desde el joven hasta el anciano son como sacerdotes. De la misma manera en que los sacerdotes no tienen posesiones materiales en la tierra, ya que el Creador es su posesión, así toda la nación se organizará de manera tal que estará dedicada por completo para servir al Creador. Y nadie tendrá que ocuparse de nada más que de observar los preceptos del Creador y de satisfacer las necesidades del prójimo para que no le falte nada, de manera tal que ninguna persona necesitará preocuparse por sus propias necesidades.

De Esta manera, hasta los trabajos cotidianos como la siembra y la cosecha, se consideran como los sacrificios que los sacerdotes realizaban en el Gran Templo. ¿De qué manera pueden ser diferentes si mi intención al llevar a cabo la Mitzva positiva (**) es servir al Creador? ¿O si cumplo con el precepto de ama a tu prójimo como a ti mismo? Resulta que el que cosecha su campo con el fin de alimentar a sus compañeros, es como el que ofrenda un sacrificio al Creador. Además parece que el precepto «Ama al prójimo como a ti mismo» es más importante que el que hace el sacrificio, como hemos demostrado antes (Puntos 14, 15).

De hecho, este no es el final de la misma, debido a que toda la Torá y las Mitzvot les fueron dadas con el único propósito de purificar a Israel, que es la purificación del cuerpo (ver punto 12) tras lo cual se le concederá la verdadera recompensa, que es la adhesión a Él, lo cual es el propósito de la creación (artículo 15) y la recompensa se expresa en las palabras» una nación santa» y a través de la adhesión a Él nos santificamos, como está escrito «Sed santos, porque yo, el Señor, tu Dios, soy santo».

Y ves que las palabras «Reino de sacerdotes» expresan todo tipo de obra que gire por sobre, «Ama al prójimo como a ti mismo», es decir, un reino formado sólo por sacerdotes, que el Creador es su posesión y no tienen ninguna posesión material propia y obligatoriamente debemos admitir que esta es la única definición a través del cual podemos entender estas palabras

«Un reino de sacerdotes». Ya que no se puede interpretar lo que se refiere a los sacrificios en el altar, y no se puede decir esto de toda la nación porque ¿quiénes son los que tienen que hacer los sacrificios?

Además con respecto a tomar regalos del sacerdocio, ¿quiénes serían los que lo dan? Y también, para interpretar la santidad de los sacerdotes, ya se ha dicho «Una nación santa»; lo que sucede es que obligatoriamente el significado de esto es sólo que el Creador es su posesión, que carecen de toda posesión material, es decir que el precepto de «Ama al prójimo como a ti mismo», abarca toda la Torá. Y las palabras «Una nación santa» expresan la recompensa completa, que es la adhesión (Dvekut)  a Él.

28) Ahora se comprenden perfectamente las palabras, ’Ahora, pues, si de veras escucháis Mi Voz y guardáis Mi pacto’,  significa, hacer un pacto por lo que estoy diciendo aquí, es decir, ‘Vosotros seréis Mi tesoro personal entre todos los pueblos’, lo que significa que ustedes serán mi tesoro y las chispas de la pureza pasarán a través de ustedes a todos los pueblos y naciones del mundo, ya que las naciones del mundo aún no están preparadas para ello, por lo tanto, necesito de una nación para empezar con ella, para que sea como un remedio para todas las naciones. Y finaliza diciendo, “Porque Mía es toda la tierra», lo que significa que todos los pueblos de la tierra me pertenecen a Mi y están destinados a adherirse a Mi (Artículo 20).

Pero ahora, mientras todavía son incapaces de llevar a cabo esta tarea, es que necesito al pueblo virtuoso y si ustedes aceptan esto, es decir, de ser el remedio para todos los pueblos, yo les ordeno que sean para Mí un «Reino de sacerdotes» que es el amor al prójimo en todo su sentido, es decir, amar al prójimo como a ti mismo, que es el eje por donde gira toda la Torá y las Mitzvot. Y una «nación santa» es la recompensa final de adhesión (Dvekut)  a Él, que incluye todas las recompensas que pueden ser concebidas.

Estas son las palabras de nuestros maestros al esclarecer la parte final, ‘Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel’, precisando «Estas son las palabras», ni más ni menos. Esto desconcierta, pues ¿cómo se puede decir que Moisés agregue o reduzca las palabras del Creador, hasta el punto que el Creador tuvo que advertirle al respecto? Y no encontramos algo semejante en toda la Torá, por el contrario, la Torá dice de él, «Él es de toda confianza en Mi casa».

29) Ahora podemos comprender completamente lo relativo a las características  del trabajo como se explica en las palabras «un reino de sacerdotes», que es la definición final de «Ama al prójimo como a ti mismo»; es  lo que llevó a Moisés a contenerse y abstenerse de revelar la obra en su totalidad, no fuese que Israel no quisiera desprenderse de todos los bienes materiales y de ofrecer al Creador toda su fortuna, según lo escrito «un reino de sacerdotes».

Parecido a lo escrito por el Rambam acerca de que a, las mujeres y a los niños no se les debe revelar la esclavitud limpia que se debe cumplir para no recibir recompensa alguna, y esperar hasta que crezcan y se conviertan en personas inteligentes y tengan el valor para ejecutarlo. Por lo tanto el Creador les advirtió «no menos» sino que les propuso la verdadera naturaleza de la obra en toda su sublimidad, expresada en las palabras «un reino de sacerdotes».

Y con respecto a la recompensa explícita en las palabras «una nación santa» le fue posible a Moisés contemplar la interpretación y ampliar la información acerca de lo agradable y de la sutileza sublime que lleva encerrada la adhesión a Él para persuadirlos de aceptar esta enorme extensión, desprenderse por completo de cualquier posesión mundana, como lo hacen los sacerdotes. Por lo tanto se le advirtió «no más», callar y no explicar lo referente a la recompensa incluida en las palabras «una nación santa».

La razón de ello es, que si les revelaba las cosas maravillosas que se encuentran en la esencia de la recompensa, seguramente se confundirían y asumirían servirlo con el fin de obtener la mejor recompensa para ellos. Esto se consideraría  trabajar para sí mismos, por amor a sí mismos, que es como falsificar el propósito (artículo13).

Así vemos que con respecto a la forma de la obra expresada en las palabras «un reino de sacerdotes» se le dijo «no menos»  y acerca del misterio de la recompensa expresado en las palabras «una nación santa» se le dijo » no más» (Punto 13).

(*) Nota del Traductor: El texto bíblico en hebreo emplea la palabra Segula, que de hecho significa remedio, o poder,  pero que aquí en el texto se traduce como ‘Tesoro”.

(**) Una Mitzva para realizar una acción.

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