La esencia de la religión y su propósito

En este artículo deseo responder a tres preguntas:

A) ¿Cuál es la esencia de la religión?

B) ¿Su esencia  se alcanza en este mundo o en el mundo por venir?

C) ¿Su propósito es beneficiar al Creador o a las criaturas?

A primera vista, el lector podría sorprenderse por mis palabras y no entender estas tres preguntas que me planteé como tema de este artículo. ¿Quién no conoce lo que es la religión, y especialmente sus recompensas y castigos destinados a llegar fundamentalmente al mundo por venir? Sin mencionar la tercera pregunta, ya que todos saben que es para beneficiar a las criaturas, para guiarlas hacia el gozo y la felicidad. ¿Qué más se puede agregar a esto?

Realmente no tengo nada más que añadir. Pero al conocer estos tres conceptos desde su infancia, ya no agregan ni estudian nada más durante el resto de sus vidas. Y esto muestra su falta de conocimiento en estas exaltadas cuestiones, las cuales constituyen, necesariamente, el fundamento preciso sobre el que se asienta toda la estructura de la religión.

Por tanto, decidme, ¿cómo es posible que un adolescente de doce o trece años pueda ya captar en profundidad estas sutiles nociones lo suficiente como para no necesitar añadir más conceptos o conocimiento de estos temas durante el resto de su vida?

¡Ciertamente en eso radica el problema! ¡Porque esta apresurada suposición trajo consigo todas las imprudencias y las conclusiones descabelladas que han llegado a nuestro mundo en nuestra generación! Y ello nos ha conducido a una situación tal que la segunda generación se nos ha escapado casi completamente de las manos.

El bien absoluto

Para no cansar a los lectores con extensas argumentaciones, me he apoyado en todo lo que he escrito y aclarado en los ensayos anteriores, particularmente en el artículo Matan Torá (La Entrega de la Torá), los cuales conforman una especie de prefacio al sublime tema que nos ocupa. Aquí hablaré de manera simple y breve con objeto de que sea comprensible para todos.

Para comenzar, debemos entender que el Creador es el Bien Absoluto. Es decir, que es absolutamente imposible que pueda causar ningún tipo de pesar a alguna persona. Y tomaremos este como el primer concepto, pues nuestro sentido común claramente nos muestra que la base de cualquier acción malvada en el mundo proviene solamente del deseo de recibir.

Esto significa que el ansia de recibir en beneficio propio nos hace perjudicar a nuestro prójimo, debido a nuestro deseo de recibir para satisfacción propia. De modo que si la criatura no hallara gozo favoreciéndose a sí misma, ningún ser en el mundo lastimaría jamás a sus semejantes. Y si algunas veces encontramos a alguna criatura que daña a su prójimo sin ningún deseo de recibir satisfacción, lo hace sólo por la antigua costumbre que se originó en el deseo de recibir, el cual lo libera de la necesidad de hallar una nueva razón.

Y puesto que percibimos que el Creador es completo en Sí Mismo, y no necesita a nadie que le ayude a completarse, puesto que Él precede a todo, queda por consiguiente claro que Él no tiene ningún deseo de recibir. Y como Él no tiene ningún deseo de recibir, está fundamentalmente desprovisto del deseo de perjudicar a nadie. Así de sencillo.

Además, esto es completamente aceptado por nuestra mente como el primer concepto de que Él posee el deseo de otorgar el bien a los demás. Y eso se muestra de manera evidente en la grandiosa Creación que Él ha creado y dispuesto ante nuestros ojos. Pues en nuestro mundo existen criaturas que necesariamente experimentan buenos o malos sentimientos y estos sentimientos necesariamente provienen del Creador. Y una vez que queda absolutamente claro que en la naturaleza del Creador no existe la voluntad de hacer daño, se requiere que todas las criaturas reciban solamente el bien de Él, ya que Él creó a las criaturas solamente para otorgarles.

De esta manera comprendemos que Él sólo tiene el deseo de otorgar el bien, y que es absolutamente imposible que ninguna nocividad pudiese existir en Su dominio y que pudiera provenir de Él. Por consiguiente, lo hemos definido como el Bien Absoluto. Y una vez que hemos comprendido esto, examinemos la verdadera realidad que se encuentra bajo Su guía y la forma en que Él otorga únicamente bienestar a sus criaturas.

Su guía es una guía con un propósito determinado

Al observar los sistemas de la naturaleza, comprendemos que cualquier ser perteneciente a cualquiera de los cuatro niveles –inanimado, vegetativo, animado y hablante–, tanto en conjunto como en particular, resulta que se encuentran bajo una guía intencionada. Es decir, un crecimiento lento y gradual por la vía de la causa y efecto, como el fruto en el árbol, que es dirigido por una guía favorable para finalmente convertirse en un fruto hermoso y dulce.

Ve a preguntar a un botánico por cuántos estados pasa el fruto desde el momento en que es visible hasta que está maduro. No solamente las fases anteriores a su madurez no muestran evidencia de su dulce y hermoso desenlace, sino que, como para irritarnos, muestran lo opuesto al resultado final.

Cuanto más dulce es el fruto al final, más amargo y desagradable es su aspecto en las fases iniciales de su desarrollo. Y lo mismo ocurre en los tipos animado y hablante: la mente del animal es pequeña al final de su crecimiento, pero no es tan deficiente mientras está creciendo. En cambio, la mente del hombre es amplia al final de su crecimiento pero es muy deficiente en el transcurso de su desarrollo. Porque, «A un ternero de un día de vida se le llama toro», es decir, que tiene la fuerza para erguirse sobre sus patas y andar, y la inteligencia para evitar los peligros que pudiera encontrar en su camino.

Pero, un bebé de un día de vida permanece recostado con una aparente inconsciencia. Y si alguien que no estuviera familiarizado con las costumbres de este mundo examinara a estos dos recién nacidos, seguramente llegaría a la conclusión de que el bebé recién nacido no llegará a ser gran cosa y el ternero llegará a ser un gran héroe –si juzgara conforme a la medida de sabiduría del ternero en comparación con la inconsciencia y falta de inteligencia del niño.

Por lo tanto, es evidente que la guía del Creador sobre la realidad que Él ha creado, no es otra que una forma de guía con un propósito determinado, sin tener en cuenta el orden de las etapas de desarrollo, puesto que son engañosas y nos impiden entender su propósito, ya que siempre se encuentran en un estado opuesto a su forma final.

Sobre estas cuestiones decimos: «No hay nada más sabio que la experiencia». Porque solo la persona experimentada tiene la oportunidad de examinar la Creación en todas sus fases de desarrollo, hasta que esta llega a su término; y puede guardar la calma y no alarmarse por esas imágenes deterioradas por las que pasa la Creación durante sus fases de desarrollo y sólo creer en su magnífico y puro resultado.

De esta manera hemos mostrado ampliamente la conducta de Su providencia en nuestro mundo, que es meramente una Guía con un propósito determinado. El atributo de benevolencia no es del todo visible antes de que la criatura llegue a su término, a su madurez final. Por el contrario, más bien toma una forma corrupta a los ojos de los observadores. De tal manera, puedes observar que el Creador sólo otorga a Sus criaturas el bien y que ese bien llega por medio de una guía intencionada.

Dos caminos: El camino del sufrimiento y el camino de la Torá

Hemos demostrado que Dios es el Bien Absoluto, y que Él nos supervisa con total benevolencia, sin una pizca de maldad y mediante una guía con un propósito determinado. Esto significa que Su guía nos empuja a pasar por una serie de fases, por la vía de la causa y efecto, es decir, lo que precede y lo que resulta, hasta que estamos capacitados para recibir el bien deseado. Y entonces llegaremos a nuestro propósito, al igual que el fruto hermoso y maduro. Y entendemos que este propósito está absolutamente asegurado para todos nosotros o, de lo contrario, desacreditaríamos Su Providencia al decir que es insuficiente para Su propósito.

Nuestros sabios dijeron: «La Divinidad en los inferiores, es una necesidad Superior». Esto significa que dado que Su guía tiene un fin determinado y tiene como meta conducirnos finalmente hacia la adhesión con Él para que more dentro de nosotros, Su guía se considera una necesidad Superior. Es decir, que si no llegamos a eso, nos encontraremos considerando Su Providencia como deficiente.

Esto es parecido a un gran rey que tuvo un hijo en su vejez a quien quería mucho. Por lo tanto, desde que nació sólo pensaba en ofrecerle cosas buenas. Reunió los mejores libros, los más preciados, los de mayor sabiduría y refinamiento del reino, y construyó para él una escuela. Y fue con los mejores y más famosos constructores y construyó palacios de placer. Congregó a todos los músicos e intérpretes y construyó salas de conciertos, y llamó a los mejores reposteros y cocineros para ofrecerle todas las delicias del mundo.

Pero desgraciadamente, el hijo creció siendo un necio que no tenía deseos de educarse. Y era ciego y no podía ver ni sentir la belleza de los edificios. Y era sordo y no podía escuchar los poemas y la música. Y era enfermizo y sólo podía comer pan de harina sin refinar. Y todo esto provocaba desprecio e indignación.

Sin embargo, algo así le puede pasar a un rey de carne y hueso, pero es imposible decirlo del Creador, en quien no puede existir falsedad alguna. Por lo tanto, Él nos preparó dos caminos de desarrollo:

El primero es el camino del sufrimiento, que es como se conduce el desarrollo de la Creación en sí misma. Por su naturaleza, es forzado a seguir el camino de la causa y efecto pasando por diversos estados sucesivos, que lentamente nos van desarrollando hasta que llegamos a la resolución de elegir lo bueno y rechazar lo malo y estar cualificados para el propósito deseado por Él.

Y este camino es indudablemente doloroso y largo, por lo que Él nos preparó un camino afable y placentero, el Camino de la Torá y Mitzvot, que puede capacitarnos para nuestro propósito de manera rápida y sin dolor.

Resulta que nuestra meta final es capacitarnos para la adhesión con Él, para que more dentro de nosotros. Esta meta es una certeza y no hay forma de desviarse de ella, porque Su guía nos conduce en ambos caminos, que son el camino del sufrimiento y el camino de la Torá. Pero viendo la realidad, encontramos que Su guía llega simultáneamente en ambos caminos, a los cuales nuestros sabios se refieren como “el camino de la Tierra” y “el camino de la Torá”.

La esencia de la religión es para desarrollar en nosotros el sentido del reconocimiento del mal

Nuestros sabios dicen: «¿Acaso le importa al Señor si se sacrifica por la garganta o por detrás del cuello? Después de todo, los Mitzvot fueron entregados con el único propósito de purificar a las personas». Esta purificación ha sido ampliamente aclarada en el artículo Matán Torá (punto 2), pero aquí voy a clarificar cuál es la esencia de este desarrollo, el cual se alcanza a través de la Torá y los Mitzvot.

Tened en cuenta que es el reconocimiento del mal dentro de nosotros. Que comprometerse al cumplimiento de los Mitzvot, puede purificar gradualmente a aquellos que profundizan en ellos. Y la escala mediante la cual medimos el grado de purificación es la medida de nuestro reconocimiento del mal dentro de nosotros.

Porque en toda persona existe una tendencia natural a rechazar y erradicar de sí misma cualquier mal que exista dentro de sí. Pero la diferencia entre una persona y otra reside solamente en el reconocimiento del mal, de modo que una persona más desarrollada reconoce en sí misma un mayor grado de maldad y, por lo tanto, rechaza y aleja el mal de sí misma en mayor medida. Quien está menos desarrollado percibe solo una pequeña cantidad de mal y, por lo tanto, también rechazará una pequeña cantidad de mal, dejando dentro de sí mismo toda su corrupción, sin poder reconocerla como tal.

Para no cansar al lector, aclararemos el significado general del bien y del mal, como fue explicado en el artículo Matan Torá (punto 12). El mal, en general, no es más que el amor propio, llamado “egoísmo”, por ser opuesto a la forma del Creador, que no tiene ningún deseo de recibir para Sí Mismo, sino sólo de otorgar.

Como hemos explicado en el artículo Matán Torá, (puntos 9 al 11) el placer y la grandeza se miden según el grado de equivalencia de forma con el Creador. Y el dolor y la intolerancia se miden conforme a la magnitud de la diferencia de forma con el Creador. En consecuencia, el egoísmo es aborrecible y nos causa dolor, puesto que su forma es opuesta al Creador.

Pero esta repulsión no está dividida de igual forma en todas las almas, sino que se da en diversas medidas. La persona tosca y no desarrollada no reconoce al egoísmo como un atributo malo y, por lo tanto, lo usa abiertamente, sin ninguna vergüenza o freno. Roba y mata a plena luz del día dondequiera que ve la oportunidad. Y quien es un poco más desarrollado, siente en cierta medida que su egoísmo es malo, y al menos se avergüenza de usarlo en público, es decir, robar y matar abiertamente. Pero sigue cometiendo sus crímenes en secreto.

Aquel que está aún más desarrollado, siente su egoísmo como algo realmente aborrecible, hasta el punto de no poder tolerarlo dentro de sí y rechazarlo completamente, en la medida que lo detecta, hasta el punto de no querer ni poder disfrutar de lo que hacen para él los demás. Y entonces comienzan a surgir en él las chispas de amor hacia los demás, llamadas «altruismo», que es el atributo general de bondad.

Y esto también evoluciona gradualmente. Es decir, primero desarrolla el amor y el deseo de otorgar a su familia y a sus semejantes, como está escrito: «Y no te ocultarás de tu propia carne». Y al desarrollarse más, se expande el atributo de otorgamiento hacia todas las personas que le rodean, que son la gente de su ciudad o de su nación. Y uno sigue añadiendo hasta que finalmente desarrolla el amor por toda la humanidad.

Desarrollo consciente y desarrollo inconsciente

Hay que tener en cuenta que hay dos fuerzas que sirven para empujarnos a ascender por los peldaños de la escalera mencionada, hasta que alcancemos su extremo en el cielo, que es el punto determinado de la equivalencia de forma con nuestro Creador. La diferencia entre estas dos fuerzas es que la primera, a la cual nos referimos como «el camino del sufrimiento» o «el camino de la Tierra», nos empuja desde atrás.

Y de este camino se deriva la filosofía de la moralidad llamada Ética, que está basada en un conocimiento empírico, es decir, el análisis de la inteligencia práctica, cuya esencia es solo un resumen de los daños visibles que resultan del núcleo del egoísmo.

Todos estos experimentos llegan hasta nosotros por casualidad, es decir, no como resultado de una elección consciente, aunque ciertamente nos conducen hacia su propósito, ya que la imagen del mal va creciendo y aclarándose a nuestros sentidos. Y en la medida en la que reconocemos su daño, nos distanciamos de él y ascendemos a un peldaño más elevado en la escalera.

La segunda fuerza nos empuja conscientemente, es decir, por nuestra propia elección. Esta fuerza nos atrae desde delante, y nos referimos a ella como «El Camino de la Torá y los Mitzvot«. Al observar la Torá y los Mitzvot con el propósito de complacer a nuestro Creador, se desarrolla rápidamente en nosotros ese sentido del reconocimiento del mal, tal y como mostramos en el artículo Matan Torá.

Y aquí es donde nos beneficiamos doblemente:

A) No tenemos que esperar a que las experiencias penosas de la vida nos empujen desde atrás, cuyo incentivo se mide sólo según el grado de agonía y destrucción. Por el contrario, a través de las delicadezas sutiles que sentimos cuando trabajamos sinceramente para Él, para complacerlo, se desarrolla en nosotros un reconocimiento de la bajeza de esas chispas del amor propio, como obstáculos en nuestro camino para recibir ese sabor sutil del otorgamiento al Creador.

De modo que el sentido gradual del reconocimiento del mal va evolucionando en nosotros a través de los momentos de placer y tranquilidad, es decir, a través de la recepción del bien mientras servimos al Creador, por la sensación de gracia y de placer que alcanzamos como resultado de la equivalencia de forma con Él.

B) Ganamos tiempo, pues Él opera para “iluminarnos” lo que nos permite incrementar nuestro trabajo y acelerar el tiempo como deseamos.

La religión no es para el beneficio de las personas, sino para el beneficio de quien trabaja

Muchos están confundidos y comparan nuestra sagrada Torá con la ética. Pero esto lo experimentan porque nunca han probado en sus vidas el gusto de la religión. Yo apelo a que ellos: “Prueben y vean que el Señor es bondadoso”. Es verdad que tanto la religión como la ética aspiran a lo mismo, que es elevar al ser humano por encima de la inmundicia del limitado amor propio y llevarlo a las alturas del amor por sus semejantes.

Pero aun así, están tan distanciadas la una de la otra como la distancia entre el Pensamiento del Creador y el pensamiento de la gente, pues la religión es una extensión del Pensamiento del Creador, y la ética proviene de los pensamientos de la carne y hueso y de la experiencia de sus vidas. Por lo tanto, la diferencia entre ellas es obvia, tanto en el aspecto práctico como en su meta final. Pues el reconocimiento del bien y del mal que se desarrolla en nosotros a través del empleo de la ética, tal y como la utilizamos, es relativa al éxito de la sociedad.

En la religión, sin embargo, el reconocimiento del bien y del mal que se desarrolla en nosotros según vamos haciendo uso de ella, es relativo solamente al Creador. Es decir, desde la desigualdad de forma con el Creador hasta la equivalencia de forma con Él, la cual se llama Dvekut (adhesión) como se aclara en Matán Torá (puntos del 9 al 11).

Y asimismo las dos están completamente distanciadas la una de la otra con respecto a la Meta. Pues el propósito de la ética es el bienestar de la sociedad, desde la perspectiva de la razón práctica, derivada de las experiencias de la vida. Pero al final, este propósito no promete a sus seguidores ninguna elevación por encima de los límites de la Naturaleza. Y, por lo tanto, este propósito sigue estando sujeto a la crítica porque, ¿quién puede probarle a un individuo la magnitud del beneficio de tal camino en forma tan absoluta, que se vea impulsado a restar importancia a su propio ser en favor del bienestar de la sociedad?

Sin embargo, el objetivo de la religión promete el bienestar propio del individuo que la sigue. Pues ya hemos probado que cuando uno llega a amar a su prójimo, se encuentra en Dvekut,(adhesión) directa, que es la equivalencia de forma con el Creador, y de acuerdo con ella el ser humano pasa de su mundo limitado, lleno de impedimentos y dolor, hacia un mundo eterno de otorgamiento hacia el Señor y hacia las criaturas.

También encontraréis una diferencia significativa con respecto al apoyo, porque el empleo de la ética se apoya en el favor de la gente, lo cual es como una renta que finalmente ha sido pagada. Y cuando el ser humano crece acostumbrado a este trabajo, no podrá ascender en los grados de la ética ya que estará habituado a hacer este trabajo que está bien recompensado por la sociedad, que le paga por sus buenas obras.

Sin embargo, cuando observa la Torá y Mitzvot con el fin de complacer al Creador sin recibir ninguna recompensa, va ascendiendo los peldaños de la ética precisamente en la medida de su dedicación, puesto que no hay pago en su camino. Y va acumulando céntimo a céntimo en una gran cuenta. Y finalmente adquiere una segunda naturaleza, que es el otorgamiento a sus semejantes sin ninguna gratificación propia, salvo para las necesidades básicas de su existencia.

Ahora ya ha sido realmente liberado del encarcelamiento de la Creación, porque cuando uno detesta cualquier tipo de recepción para sí mismo y su alma, aborrece los pequeños placeres del cuerpo y el respeto, se encuentra deambulando libremente por el mundo del Creador. Y se le garantiza que nunca tropezará con daños o desgracias, ya que todo ello llega al ser humano sólo a través de la recepción para sí mismo que está impresa en él.

De este modo hemos mostrado ampliamente que el propósito de la religión es sólo para el individuo que trabaja y se dedica a ella, y no para el uso y beneficio de la gente común, aunque todas sus acciones giren alrededor del beneficio a las personas y se midan por estos actos. Esto no es sino un paso hacia la meta sublime, que es la equivalencia de forma con el Creador. Y ahora podemos comprender que el propósito de la religión se construye mientras vivimos en este mundo. Examinad con atención el artículo Matán Torá, (Entrega de la Torá), en lo referente al propósito individual y colectivo.

La Libertad

«Tallado (jarut) en las piedras»;

no lo pronuncie «tallado» (jarut), sino más bien «libertad» (jerut),

para demostrar que ellos son liberados del ángel de la muerte.

(Midrash Shmot Raba, 41)

Estas palabras necesitan ser esclarecidas, porque ¿cómo se relaciona la cuestión de la recepción de la Torá con la liberación del hombre de la muerte? Además, una vez que alcanzaron un cuerpo eterno que no puede morir, gracias a la recepción de la Torá, ¿cómo llegaron a perderlo nuevamente? ¿Puede lo eterno llegar a desaparecer?

El libre albedrío

Para poder entender el significado sublime: «libertad del ángel de la muerte «, primero debemos comprender el concepto, tal como normalmente lo entiende la humanidad.

Desde un punto de vista general, consideramos que la libertad es una ley natural, que se aplica a todo lo que está vivo. Así podemos ver que los animales que caen en cautiverio mueren cuando se les niega la libertad. Y es un testimonio verdadero que la providencia no acepta la esclavitud de ninguna criatura. No en vano la humanidad ha luchado durante los siglos pasados para lograr cierta cantidad de libertad para el individuo.

Aun así el concepto expresado en la palabra «libertad» no queda claro. Y si profundizamos en el corazón de la palabra misma, no quedará casi nada. Esto se debe a que antes de ir tras ella, se debe asumir que este atributo que llamamos “libertad” es poseído por todo individuo intrínsecamente. O sea que puede actuar según su propio libre albedrío.

El placer y el dolor

Sin embargo, cuando examinamos los actos de un individuo, encontramos que sus acciones le han sido impuestas y que ha sido obligado a actuar sin posibilidad de libertad de elección. En cierto modo, se parece a un guisado que se cocina sobre una estufa; no tiene ninguna elección aparte de cocinarse. La providencia ha apresado la vida con dos cadenas: el placer y el dolor.

Todas las criaturas vivientes carecen de libre albedrío como para elegir el dolor o rechazar el placer. Y la única ventaja que el hombre posee sobre los animales, es que puede hacer proyectos a largo plazo. Es decir, que puede aceptar una cierta cantidad de dolor a cambio de la esperanza de algún beneficio o placer futuro, a ser adquirido luego de cierto tiempo.

Pero de hecho no existe aquí más que un cálculo aparentemente comercial. Es decir que el beneficio o placer futuro será más grande que el dolor o la agonía que se ha accedido a asumir en el presente. Se trata sólo de un asunto de sustracción. Se sustrae el dolor del placer esperado, y como resultado queda aún una cierta cantidad de placer excedente.

Es así que sólo se busca el placer. Y a veces sucede que uno sufre porque finalmente no encontró el placer esperado del resultado de dicho cálculo, y se encuentra en déficit, puesto que el sufrimiento fue mayor que el placer obtenido. Todo esto se realiza al modo de los comerciantes.

Y estando todo dicho y hecho, no existe diferencia alguna entre el hombre y el animal. Y si éste es el caso, no existe libre albedrío alguno, sino meramente una fuerza de atracción que lleva hacia cualquier fuente de placer y que rechaza las circunstancias dolorosas. Y la Providencia los conduce a cada lugar que elige por medio de estas dos fuerzas, sin pedirles su opinión sobre el asunto.

Incluso la determinación del tipo de placer o beneficio se encuentra absolutamente fuera del alcance del libre albedrío de uno. Por el contrario, obedece al deseo de otros. Por ejemplo: me siento, me visto, hablo, como. No hago todo esto porque quiera sentarme de tal forma, o conversar de tal otra; o vestirme así, o comer así. Lo hago porque otros quieren que me siente, me vista, hable y coma de esa forma. Todo se realiza de conformidad con los deseos de la sociedad, y no de mi libre albedrío.

Además, en la mayoría de los casos incluso hago estas cosas contra mi voluntad, puesto que me sentiría más cómodo comportándome de una manera sencilla y sin llevar un yugo. Pero en cada movimiento estoy encadenado a los gustos y modos de los demás que constituyen la sociedad.

Entonces díganme dónde está mi libre albedrío. Por otra parte si asumimos que la voluntad carece de libertad, entonces somos todos como máquinas que operan y crean por medio de fuerzas externas, que las obligan a actuar de tal manera. Eso significa que estamos encarcelados en la prisión de la providencia, la cual usando estas dos cadenas, placer y dolor, nos empuja y nos jala según su voluntad a donde sea que considere conveniente.

Entonces resulta que al parecer no existe tal cosa en el mundo como el egoísmo, ya que nadie es verdaderamente libre ni actúa por cuenta propia; y no soy yo dueño de mis actos; y no los llevo a cabo porque los quiera ejecutar, sino porque estoy siendo operado forzosamente, sin participación alguna de mi propio parecer. Por lo tanto el castigo y la recompensa desaparecen.

Y esto es bastante extraño no sólo para el ortodoxo que cree en Su providencia, y que confía en Él sabiendo que cada uno de Sus actos está dirigido exclusivamente para hacer el mayor bien. Es aún más extraño para aquéllos que creen en la naturaleza, ya que según lo antedicho, estamos todos encarcelados por las cadenas de la naturaleza ciega; sin conocimiento ni responsabilidad algunos. ¿Y acaso nosotros, que somos la especie elegida, cuya mente y conocimiento nos distinguen, nos habremos convertido en un mero juguete en manos de la naturaleza ciega que nos extravía quién sabe adónde?

La ley de causalidad

Vale la pena tomarse un momento para comprender algo tan importante. Es decir, observar cómo existimos en el mundo en términos de «egoísmo», ya que todos y cada uno de nosotros nos consideramos como seres únicos, actuando por cuenta propia, independiente de fuerzas exteriores, ajenas y desconocidas. ¿Y de qué manera se nos revela este estado de egoísmo?

Es un hecho que existe una conexión general entre todas las piezas de la realidad que se encuentran bajo la ley de causalidad a modo de causa y efecto. Y al igual que el todo, así también cada una de las piezas en sí mismas. O sea que todas las criaturas de este mundo, comprendiendo los cuatro reinos: inanimado, vegetativo, animado y hablante, están sujetas a la ley de causalidad por la vía de causa y efecto.

Más aún, cada forma particular de comportamiento, al cual se aferra alguna criatura de este mundo, es impulsada por causas ancestrales que la fuerzan a asumir un determinado cambio de comportamiento, y no otro. Y esto resulta evidente para todo aquél que analice los comportamientos de la naturaleza desde un punto de vista puramente científico y sin prejuicios. En verdad debemos analizarlo para permitirnos poder examinarlo desde todos los ángulos.

Cuatro factores

Se debe tener presente que cada nuevo estado que aparece en los seres de este mundo, debe ser entendido no como “existencia que surge de la ausencia”, sino como “existencia que surge de la existencia”. O sea, de una entidad real que ha sido despojada de su forma anterior para asumir su forma actual.

Por lo tanto debemos entender que en cada surgimiento de este mundo existen cuatro factores; y que de estos cuatro factores juntos surge ese nuevo estado. Estos son:

  1. La base.
  2. La relación de causa y efecto. Esto está relacionado con el atributo mismo de la base, la cual permanece inalterada.
  3. La relación causa-efecto interna, que cambia como consecuencia del contacto con fuerzas externas.
  4. La causa y efecto de fuerzas ajenas, que actúan sobre ella desde afuera.

Y los aclararé uno por uno:

El primer factor: La base, la materia prima

  1. La «base», es decir, la materia prima. Está relacionada con el mismo ser, pues «no hay nada nuevo bajo el sol»; y cualquier acontecimiento que ocurra en nuestro mundo, no es “existencia que surge de la ausencia”, sino más bien “existencia que surge de la existencia”. Es una entidad que se ha despojado de su forma anterior y que ha tomado otra diferente. Y esta entidad es la que llamamos «base». En ella radica la fuerza destinada a ser revelada y determinada al final de la formación de ese nuevo estado o surgimiento. Por lo tanto, es por cierto considerada su causa principal.

El segundo factor: La relación causa-efecto que resulta de sí mismo

  1. Es una relación de causa-efecto que está relacionada con el propio atributo de la base, que no cambia. Tomen, por ejemplo, una espiga de trigo que se descompone en la tierra y como consecuencia de lo cual brotarán muchas espigas más. Así, esa fase de descomposición es lo que consideramos la «base». Es decir, que la esencia del trigo se ha despojado de su antigua forma, que es la forma del trigo, y ha tomado la forma del trigo descompuesto, que es la semilla que llamamos «base», y que ahora carece de forma alguna. Ahora, después de haberse descompuesto en la tierra se ha vuelto apta de vestirse en otra forma, que es la forma de muchas espigas de trigo, destinadas a crecer a partir de esa base que es la semilla.

Y es bien conocido por todos que esta base no está destinada a convertirse ni en cebada ni en avena, sino que sólo puede ser comparada con su antigua forma, de la cual se ha despojado: un mero tallo de trigo. Y si bien  es cierto que ha cambiado en cierto grado, tanto en calidad como en cantidad, puesto que en la forma anterior había solamente un tallo y ahora hay diez o veinte, en cuanto al gusto y al aspecto la esencia de la forma del trigo permanece inalterada.

Así, vemos que existe una relación de “causa y efecto” atribuida al propio atributo de la base, la cual nunca cambia. Pues jamás surgirá cebada de una espiga de trigo, como ya hemos mencionado. Esto representa el segundo factor.

El tercer factor: La relación interna de causa y efecto

  1. Es la consecuencia de la relación interna de “causa y efecto” de la base la que cambia al entrar en contacto con fuerzas externas a su ambiente. Es decir, que vemos que a partir de una semilla de trigo, que se descompone en la tierra, crecen muchas espigas, a veces incluso más grandes y mejores que la que era antes de la siembra.

Por consiguiente debe haber factores adicionales implicados, que han colaborado con la fuerza oculta del ambiente, es decir, la «base». Y gracias a esto, las añadiduras en calidad y en cantidad que estaban ausentes en la forma anterior del trigo, ahora se han manifestado. Estos factores son los minerales y los materiales de la tierra, la lluvia y el sol. Todos ellos operan prestando sus fuerzas y participando con la fuerza de la base misma. Y conjuntamente con la relación de “causa y efecto”, han mejorado tanto la cantidad como la calidad en ese siguiente estado.

Debemos entender que este tercer factor se une al proceso interno de la base, pues es la fuerza oculta en ésta la que controla. Que al final de cuentas todos estos cambios pertenecen al trigo y no a alguna otra planta. Por lo tanto los definimos como factores internos. Sin embargo se diferencian en todo sentido del inmutable segundo factor, pues este tercer factor cambia tanto en calidad como en cantidad.

El cuarto factor: La  relación causa-efecto a través de fuerzas ajenas

Es la relación de “causa y efecto” a través de factores ajenos que actúan sobre la base desde afuera. Esto significa que no se trata de factores que tengan una relación directa con el trigo, tales como los minerales, la lluvia y el sol; sino que son factores ajenos a él, tales como las plantas cercanas; o acontecimientos externos como el granizo, el viento, etc.

Y pueden ver que esos cuatro factores se combinan en el trigo a lo largo de todo su crecimiento. Y en cada situación particular por la que el trigo pasa en el transcurso de ese período, está condicionado por estos cuatro factores. La calidad y la cantidad de cada estado son determinadas por ellos. Y tal como lo hemos descrito para el trigo, esta regla se aplica a toda aparición o cambio de estado en el mundo; incluso a los pensamientos e ideas.

Si por ejemplo nos imaginamos un estado conceptual cualquiera en un cierto individuo, tal como un determinado estado de religiosidad en alguna persona, o un ultra-ortodoxo, o menos ortodoxo, o intermedio; entenderemos que ese estado existe y ha sido determinado en el hombre a través de los cuatro factores explicados.

Posesiones hereditarias

El primer factor es la «base», que es la primera sustancia; pues el hombre es creado a modo de “existencia a partir de la existencia”, es decir de las mentes de sus progenitores. Resulta, por lo tanto, que hasta cierto punto es como copiar de un libro a otro. Es decir, que casi todas las cuestiones que eran aceptadas y que habían sido alcanzadas por sus antepasados, han sido copiadas en él.

Pero la diferencia está en que se encuentra en una forma abstracta. Muy parecida a la del trigo que fue sembrado y que es considerado aún una semilla hasta que se haya descompuesto y se haya despojado de su forma previa. Ocurre lo mismo con la gota de semen, de la cual nace el hombre. No existe en ella nada de las formas de sus antepasados, sino únicamente fuerza abstracta.

Pues las mismas ideas que eran conceptos en sus antepasados, se han convertido en meras tendencias en él, llamadas instintos o hábitos, que lo impulsan a actuar incluso sin saber por qué. Y son, en efecto, fuerzas ocultas que ha heredado de sus antepasados. De modo que no sólo se nos transmiten, a modo de herencia de nuestros antepasados, los bienes materiales; sino que las posesiones espirituales y todos los conceptos que nuestros padres habían abordado, también llegan a nosotros a modo de herencia de generación a generación.

Y de aquí surgen varias tendencias que encontramos en la gente: una tendencia a creer o una a criticar; una tendencia a conformarse con una vida material, o un deseo en pos de ideales; o despreciando una vida de conformismo; o siendo tacaño, o condescendiente, o insolente, o tímido.

Pues todas estas tendencias que aparecen en la gente no han sido adquiridas por ellas, sino que más bien son la herencia que sus antepasados les han legado. Es sabido que en la mente humana existe un lugar particular en donde residen estas tendencias. Se llama «médula oblongata» (cerebro alargado) o subconsciente; y todas las tendencias se encuentran allí.

Pero debido a que los conceptos de nuestros antepasados, fruto de sus experiencias, se han convertido en nosotros en simples tendencias, se considera que es igual al trigo sembrado que se ha despojado de su forma anterior y que ha quedado desnudo, pero poseyendo fuerzas potenciales que habrán de adquirir formas nuevas.  Y en nuestro caso estas tendencias están destinadas a asumir la forma de ideas, que por lo tanto son  consideradas la primera sustancia. Y este es el primer factor, llamado “base”. En ella residen todas las fuerzas de las tendencias particulares que el hombre ha heredado de sus progenitores, y que definimos como “herencia ancestral”.

Debe ser tomado en cuenta que algunas de estas tendencias se manifiestan de forma negativa; es decir, opuestas a aquéllas que se encontraban en los antepasados. Es por eso que se ha dicho: «Todo lo que está oculto en el corazón del padre, se hace evidente en el hijo».

La razón para esto es que la «base» se despoja de su forma anterior para revestirse en una nueva. Por lo tanto es similar a rechazar las formas de los conceptos de sus antepasados, como el trigo que se descompone en la tierra y pierde enteramente la forma del grano. Sin embargo, todavía depende de los otros tres factores.

La influencia del entorno

El segundo factor es el efecto directo de la relación de “causa y efecto” relacionada con el atributo mismo de la base, que no  cambia. Esto quiere decir, como lo hemos explicado con el trigo que se descompone en la tierra, que el entorno en el cual descansa la base, tales como el suelo, los minerales y la lluvia, el aire y el sol; actúa sobre la siembra, como ya lo hemos dicho, a través de una larga cadena de causa y efecto por medio de un proceso largo y progresivo, paso a paso, hasta que madura.

Y la base ha vuelto a tomar su forma anterior; es decir, la forma del trigo, pero con una calidad y cantidad diferentes. Y su aspecto general permanece completamente inalterado, pues no crecerán de ella ni cebada ni avena. Cambian en cuanto a su aspecto particular en cantidad, pues de una espiga salen una docena o dos docenas de espigas; y cambian en cuanto a su calidad, que es mejor o peor que la forma anterior del trigo.

Ocurre lo mismo aquí, pues el hombre, como una «base», es colocado en el entorno; o sea, en la sociedad. Y está forzado a ser influido por ella, al igual que el trigo por su ambiente, pues la base no es más que una forma en bruto. Así, a través del contacto con su entorno y con el ambiente, absorbe las impresiones de los demás a través de un proceso gradual, o través de una cadena de situaciones; una por una, como una relación de causa y efecto.

En ese momento las tendencias incluidas en su base toman la forma de conceptos. Si por ejemplo el individuo hereda de sus ancestros una tendencia a la tacañería, entonces cuando crezca construirá conceptos e ideas que lo predispondrán a ser tacaño y a ver las ventajas en ello. Así, aunque su padre hubiera sido generoso, él podría heredar de él la tendencia negativa; o sea, la tacañería, pues lo ausente es tan hereditario como la presente.

O si uno hereda de sus ancestros una tendencia a ser de mente abierta, construirá para sí mismo ideas de las que derivará conclusiones que confirmen que es bueno ser así. ¿Pero de dónde provienen todas esas conclusiones y razones? Uno las toma de su entorno, inconscientemente, ya que éste implanta sus opiniones y gustos en él mediante un desarrollo progresivo de relación causa y efecto.

Y todo esto se realiza de tal suerte que  el hombre las considera como propias; como si las hubiera adquirido a través de su libertad de pensamiento. Aquí también, al igual que con el grano del trigo, existe una parte inmutable de la base, que corresponde a las tendencias heredadas que permanecerán inalteradas respecto de las de sus ancestros.

Éste es el segundo factor.

EL hábito se vuelve segunda naturaleza

El tercer factor es el resultado directo de la ley de causa y efecto, por la cual atraviesa la base hasta alterarse. Pues debido a que, gracias al entorno, las tendencias heredadas en el hombre se han convertido en conceptos, vemos que aquéllas trabajan en la dirección que estos conceptos definen. Por ejemplo, un hombre de naturaleza tacaña, cuya tendencia se ha convertido en un concepto a través de la sociedad, podrá ahora comprender la tacañería desde un punto de vista razonable.

Supongamos que este comportamiento le sirve de  mecanismo de defensa, para evitar depender de otros. Vemos que esta persona se encuentra en una escala de tacañería; y si desapareciera ese temor del cual se está defendiendo, podría abandonar este rasgo por algún tiempo. Así resulta que habría cambiado para bien respecto de la tendencia original que había heredado de sus antepasados. A veces uno incluso logra extirpar totalmente una mala tendencia. Esto se obtiene a través del hábito, que puede llegar a convertirse en una segunda naturaleza.

En cuanto a esto, la fuerza del hombre es mayor que la de una planta, ya que el grano de trigo no puede cambiar más que en su parte interna; mientras que el hombre posee la facultad de cambiar a través del poder de la relación de causa y efecto del entorno, incluso en las partes generales. Esto quiere decir extirpar totalmente una tendencia y volcarse a la opuesta.

Factores externos

El cuarto factor es el comportamiento de la ley de causa y efecto que afecta la base por medio de fuerzas que son completamente ajenas a ella, y que actúan sobre ella desde afuera. Es decir, que estas fuerzas no están relacionadas con el proceso de crecimiento de la base, actuando directamente sobre ella; sino que en cambio operan sobre ella indirectamente. Por ejemplo: los problemas económicos, la dura carga de la vida diaria, los vientos, etc., que en sí mismos desencadenan un completo, lento y gradual orden de situaciones a través de la ley de causa y efecto, que transforman los conceptos del hombre para bien o para mal.

Así pues, he presentado los cuatro factores naturales de los cuales cada uno de los pensamientos e ideas que vienen a nuestras mentes son sus productos. Y aunque el hombre se sentara a meditar el día entero, no sería capaz de agregar o de cambiar nada a lo que esos cuatro factores le proporcionan. Cualquier adición que pueda realizar, será en cantidad: ya se trate de una inteligencia mayor o de una menor, no podrá agregar lo más mínimo en cuanto a la calidad. Esto se debe a que estos factores determinan en nosotros el tipo y forma de la idea y de la conclusión de una manera contundente. Así, pues, estamos en manos de estos cuatro factores, como la arcilla en las manos de un alfarero.

Libre albedrío

Sin embargo, cuando examinamos estos cuatro factores, encontramos que aunque nuestra fuerza no alcance para enfrentar el primer factor, que es la «base», aún disponemos de la capacidad y del libre albedrío para protegernos de los otros tres factores mediante los cuales la base cambia en sus partes individuales. A veces también cambia en su parte general por medio del hábito, que lo dota de una segunda naturaleza.

El ambiente como un factor

Esa protección implica que siempre podemos agregar algo al elegir nuestro entorno, que está comprendido por los amigos, los libros, los maestros, etcétera. Al igual que una persona que ha heredado de su padre unas pocas espigas de trigo; que puede hacer crecer, a partir de esta pequeña cantidad, docenas de espigas por medio de su elección del ambiente adecuado para su «base», que sería la tierra fértil, con todos los minerales necesarios y los recursos necesarios y materias primas para nutrirla de manera abundante.

Existe también la cuestión del trabajo de mejorar las condiciones ambientales para satisfacer las necesidades de la planta y de su crecimiento, pues el sabio hará bien en elegir las mejores condiciones, y encontrará bendición en su trabajo. En cambio el necio tomará lo que sea que encuentre ante sí, y así hará de su siembra una maldición, en lugar de una bendición.

Así, todo su mérito y su espíritu dependen de la elección del ambiente en el cual sembrar el trigo. Pero una vez que ha sido sembrado en el lugar elegido, su forma entera estará determinada por la medida de lo que el ambiente pueda proveerle.

Tal es el caso con el tema en cuestión, pues es cierto que la voluntad no es libre, sino que está marcada por los cuatro factores anteriores. Y uno se ve forzado a pensar y a examinar como ellos sugieren, desprovisto de cualquier posibilidad de escrutinio o de cambio, al igual que el grano de trigo en su ambiente.

Sin embargo existe libre albedrío para elegir, al principio, un entorno que le provea buenos conceptos: libros y otras guías de este tipo. Y si uno no lo hace, y en cambio prefiere introducirse en cualquier ambiente y leer cualquier libro que caiga en sus manos, estará sujeto a caer en un mal ambiente, o a desperdiciar su tiempo en libros inútiles, que son abundantes y más fáciles de encontrar, y que lo obligan a incurrir en concepciones desviadas que lo llevarán a pecar y a condenar. Ciertamente será castigado; no debido a sus pensamientos y acciones malvados, respecto de los cuales no tiene elección alguna, sino porque no escogió el ambiente adecuado, ya que como hemos visto, en eso definitivamente existe una elección.

Por lo tanto, quien se continuamente esfuerza  en escoger un ambiente mejor, es digno de alabanza y de recompensa. Pero también aquí, no debido a sus buenas acciones o pensamientos, los cuales se manifiestan en él sin que los elija, sino por su esfuerzo de conseguir un buen ambiente que le brinde estos pensamientos y acciones buenos. Como el Rabí Yehoshua Ben Perajia dijo: «Hazte de un maestro y cómprate un amigo».

El deber de elegir un buen ambiente

Ahora se pueden comprender las palabras de Rabí Yosi Ben Kisma (Avot 86), quien en respuesta a una oferta de mudarse a otra ciudad, pagándosele por ello miles de monedas de oro, contestó: «Aunque me diera todo el oro y la plata, y todas las  joyas del mundo, viviré sólo en un lugar de Torá».

Estas palabras suenan demasiado sublimes para nuestra mentes simples, pues ¿cómo puede ser que haya renunciado a miles de monedas de oro por algo tan trivial como vivir en una lugar donde no haya discípulos de la Torá, cuando él mismo era un gran sabio que no necesitaba aprender de nadie? ¡De verdad, un gran misterio!

Pero, como hemos visto, es algo sencillo que debe ser observado por todos y cada uno de nosotros. Pues aunque cada uno posea «su propia base», las fuerzas no se revelan abiertamente, sino a través del ambiente en el cual uno se encuentra. Ocurre lo mismo con el trigo sembrado en la tierra, cuyas fuerzas no se manifiestan, sino a través del ambiente, que está comprendido por la tierra, la lluvia y la luz del sol.

De este modo el Rabí Yosi Ben Kisma asumió correctamente que si abandonaba el buen ambiente que había elegido e iba a parar a un ambiente dañino, es decir, a un lugar sin discípulos de la Torá, no solamente se verían comprometidos sus conceptos previos, sino que todas las demás fuerzas ocultas en su base, que aún no había revelado en acción, permanecerían ocultas. Esto se debe a que no estarían circunscriptas al ambiente adecuado que las pudiera activar.

Y como lo hemos explicado antes, sólo en lo referente a la elección del ambiente se mide el control que un hombre tiene sobre sí mismo, y por esto se hace digno de alabanza o de castigo. Por eso uno no debería sorprenderse al ver a un hombre sabio como el Rabí Yosi Ben Kisma elegir el bien y rechazar el mal; y por no haberse tentado con cosas materiales y corporales, como se deduce aquí: «Cuando uno muere no se lleva consigo plata u oro, o joyas, sino sólo las buenas acciones y la Torá». Y entonces nuestros sabios nos advirtieron: «Hazte de un maestro y cómprate un amigo», así como elegir los libros adecuados, como ya ha sido mencionado. Pues sólo por esto puede uno ser reprendido o elogiado. O sea, por la elección del entorno. Pero una vez que ha elegido ese entorno, está en sus manos como la arcilla en las manos del alfarero.

El control de la mente sobre el Cuerpo

Algunos sabios hombres contemporáneos, luego de haber meditado sobre el tema anterior, y viendo  cómo la mente del hombre no es más que el fruto que crece a partir de los acontecimientos de la vida, concluyeron que el cerebro no posee control alguno sobre el cuerpo, sino que son solamente los acontecimientos de la vida, grabados en la corteza del cerebro, los que controlan y activan al hombre. Y la mente de un hombre se asemeja a un espejo que refleja las formas que están delante de sí, pues aunque el espejo sea el portador de estas formas, no puede activarlas ni moverlas.

Lo mismo ocurre con la mente. Aunque ésta pueda observar y reconocer los acontecimientos de la vida en todos sus niveles de causa y efecto, en última instancia sigue siendo incapaz de controlar al cuerpo para ponerlo en movimiento Es decir, acercarlo más al bien o alejarlo más del mal, porque lo espiritual y lo físico están completamente alejados uno del otro. Y no puede existir ningún instrumento intermediario entre ellos para permitir a la mente activar al cuerpo y actuar sobre él, como lo hemos explicado en profundidad.

Pero allí donde ellos aciertan, también yerran. Porque la imaginación del hombre le sirve como el microscopio sirve al ojo, sin el cual no podría observar ninguna cosa dañina debido a su minúsculo tamaño. Pero en cuanto ha observado el factor dañino a través del microscopio, se distancia del mismo.

Resulta que es el microscopio el que lleva al hombre a distanciarse del elemento dañino, y no el sentido en sí mismo, pues el sentido no lo había detectado en un principio. Y en ese grado el cerebro controla totalmente el cuerpo del hombre para distanciarlo del mal y acercarlo al bien. Esto quiere decir que en todos aquellos campos en los cuales el atributo del cuerpo falla en reconocer al factor como benéfico o como dañino, allí necesita del ingenio de la mente.

Además, ya que el hombre conoce su mente, que es un resultado verdadero de las experiencias de la vida, puede tomar la inteligencia y el conocimiento de una persona de confianza, y aceptarlos como una ley, aunque los acontecimientos de su vida aún no le hayan revelado estos conceptos. Ocurre lo mismo con la persona que pide consejo a un médico, y que le obedece aun cuando no entienda nada con su propia mente. De este modo uno usa la mente de otros tanto como usa la suya propia.

Como lo hemos aclarado antes, existen dos caminos a través de los cuales la providencia se asegura de que el hombre llegue a ese objetivo resuelto. Estos son:

  1. El camino del sufrimiento
  2. El camino de Torá

Toda la claridad en el camino de la Torá se deriva de eso. Pues respecto de estos claros conceptos que fueron revelados y reconocidos luego de una larga cadena de acontecimientos en las vidas de los profetas y de otros hombres de Dios, finalmente llega un hombre que los utiliza plenamente y se beneficia de ellos como si estos conceptos provinieran de los acontecimientos de su propia vida. Así, puede verse que uno se libera de todas las dificultades que debe experimentar antes de poder desarrollar esa mente clara por sí mismo. De este modo se ahorra tiempo y sufrimiento.

Esto puede compararse con un hombre enfermo que no desea obedecer las órdenes del médico sin antes entender cómo aquel tratamiento lo podría curar, y comienza a estudiar medicina. Podría morir por su enfermedad antes de llegar a entender la sabiduría de la medicina.

Así es el camino del sufrimiento, en oposición al camino de la Torá. Pues quien no cree en los conceptos que la Torá y las profecías le aconsejan adoptar sin entendimiento previo, deberá alcanzarlos por sí mismo. Es decir, sólo siguiendo la cadena de causa y efecto ligada a los acontecimientos de su vida, que son experiencias que aceleran el proceso y capaces de desarrollar el sentido del conocimiento del mal en sí mismo, como lo hemos visto, y sin pedirle su opinión, pero porque se esfuerza en conseguir un ambiente bueno que lo llevará a reconocer esos buenos pensamientos y acciones.

La libertad del individuo

Ahora hemos llegado a un entendimiento minucioso de la libertad del individuo. Sin embargo, esto se relaciona solamente con el primer factor, que es la «base»,  la materia prima de cada hombre. Es decir, todas las características que heredamos de nuestros antepasados, y por las que nos diferenciamos unos de otros.

Porque incluso cuando miles de personas compartan el mismo ambiente, de tal modo que los otros tres factores actúen igualmente sobre ellas, no se encontrarán a dos personas que compartan el mismo atributo. Esto se debe a que cada una de ellas tiene su propia «base», que es única. Ocurre lo mismo que con la base del trigo, pues aunque éste cambie mucho por el poder de los tres factores restantes, aun así conservará la forma preliminar del trigo, y jamás adoptará otra forma.

La forma general del progenitor jamás se pierde

Así es que cada «base» que se había despojado de la forma preliminar del progenitor, y que había adoptado una forma nueva como consecuencia de los tres factores que le habían sido agregados, y como consecuencia de lo cual había cambiado sustancialmente, aún conserva la forma general del progenitor y jamás adoptará la forma de otra persona que se le parezca, de mismo modo que la avena nunca se parecerá al trigo.

Así, todas y cada una de las bases son, en sí mismas, una larga cadena que comprende varios cientos de generaciones. Y la base incluye las ideas de todas ellas. Pero éstas no se revelan en uno de la misma manera en que lo hicieron en sus ancestros, que es en la forma de ideas; sino sólo como formas abstractas. Por lo tanto existen en uno bajo la forma de fuerzas abstractas, llamadas «tendencias» «e «instintos», sin que uno conozca la razón o el porqué de cada cosa que hace. Así, nunca pueden existir dos personas con el mismo atributo.

La necesidad de preservar la libertad del individuo

Se debe saber que ésta es la única posesión verdadera del individuo, que no debe ser dañada o alterada. Pues finalmente estas tendencias que existen en la base se materializarán y adoptarán la forma de ideas cuando ese individuo crezca y alcance una mente propia, como resultado de la ley de evolución que controla esa cadena y la empuja siempre hacia adelante. También aprenderemos que todas y cada una de las tendencias están destinadas a convertirse en conceptos sublimes de inmensurable valor.

Resulta que quien erradica alguna tendencia de algún individuo, y la desarraiga, ocasiona la pérdida para el mundo de aquel sublime y maravilloso concepto destinado a materializarse al final de esa cadena. La razón para esto es que esa tendencia jamás volverá a existir en ningún otro cuerpo, excepto ese cuerpo particular.

De este modo entendemos que cuando una tendencia particular adopta la forma de un concepto, deja de ser posible distinguirla como buena o mala. En cambio, tales distinciones sólo pueden existir cuando son todavía tendencias o conceptos inmaduros; y de ningún modo puede reconocerse esto cuando adoptan la forma de verdaderos conceptos.

De lo anterior aprendemos cuan grave es el error que infligen aquellas naciones que fuerzan su reinado sobre minorías, privándolas de libertad, de la capacidad de vivir sus vidas por medio de las tendencias que han heredado de sus antepasados. Ellas son consideradas no menos que como asesinas.

Incluso aquéllos que no creen en la religión ni en la providencia, pueden comprender el deber de conservar la libertad del individuo, observando los sistemas de naturaleza. Pues podemos ver que cada nación que alguna vez cayó, llegó a ello a causa de la opresión de las minorías y de los individuos, que por tal motivo se rebelaron contra ella y ocasionaron su ruina. Por lo tanto queda claro que la paz no puede existir en el mundo si no tomamos en consideración la libertad del individuo. Sin ésta, la paz jamás podrá llegar a ser, y la ruina prevalecerá.

De este modo hemos definido la esencia del individuo con exactitud extrema, después de la deducción de todo lo que él absorbe del público general. Pero ahora nos enfrentamos con la siguiente pregunta: ¿Dónde se encuentra el individuo en sí mismo, después de todo? Pues todo lo que hemos dicho hasta ahora es tomado como la característica del individuo, heredada de sus antepasados. Pero, ¿dónde está el individuo en sí mismo? ¿Dónde está aquél que es el heredero, y que exige que protejamos su propiedad?

Pero de todo lo que ha sido dicho hasta ahora, aún no hemos encontrado el punto del ego, o el «yo» en el hombre, que lo posicionaría ante nuestros ojos como una unidad independiente. Pero finalmente, ¿qué debo hacer con el primer factor, que es una larga cadena comprendida por miles de personas, una tras otra, de generación en generación, y que determinan la imagen en el individuo como a un heredero? Y ¿qué es lo que debo hacer con los otros tres factores, comprendidos por miles de personas puestas unas frente a otras en una generación? Lo esencial es que cada individuo es sólo una máquina pública esperando ser usada por los demás como éstos consideren oportuno. Es decir, que como resultado de todo lo anterior está sujeto a dos tipos de público:

  1. Desde la perspectiva del primer factor, y como resultado de éste, está sujeto a un público extenso de generaciones pasadas, sucediéndose unos tras otros.
  2. Desde la perspectiva de los otros tres factores, y como resultado de ellos, está sujeto a su generación contemporánea.

Y esto es, en verdad, una cuestión universal. Por eso hay muchos que se oponen al método anterior, natural; aunque reconocen su validez. Y a cambio adoptan métodos metafísicos, o dualistas, o trascendentalistas, para así crear para sí mismos alguna imagen de algún objeto espiritual, y cómo éste se asienta dentro del cuerpo o del alma. Y ésa es el alma que aprende y que maneja al cuerpo; y ésa es la esencia del hombre, su  «yo».

Y quizás estas interpretaciones puedan aliviar la mente de uno; pero el problema es que no tienen ninguna solución científica en cuanto a cómo es posible que un objeto espiritual pueda tener algún tipo de contacto con átomos físicos, para así inducirlos a algún tipo de movimiento. Y su sabiduría no les ha ayudado a encontrar un puente para atravesar esa amplia y profunda grieta que se extiende entre la entidad espiritual y el átomo corporal. Así, vemos que la ciencia no ha ganado nada de todos estos métodos metafísicos.

El deseo de recibir – existencia a partir de la ausencia

Sólo necesitamos la sabiduría de la Cabalá para avanzar un paso hacia adelante de una manera científica, pues toda la sabiduría de los mundos está incluida en la sabiduría de la Cabalá. Aprendemos, en el tema de «las luces y vasijas espirituales», que la principal novedad desde el punto de vista de la Creación, donde Él ha creado existencia a partir de la ausencia, implica un único aspecto, definido como el «deseo de recibir». Todos los demás aspectos de la Creación entera, definitivamente no constituyen novedad alguna, ya que no son existencia a partir de la ausencia, sino existencia a partir de la existencia. Es decir, que son extraídos directamente de Su esencia, como la luz que se extiende del sol. Aquí tampoco existe nada nuevo, puesto que la sustancia del sol se extiende hacia afuera.

Pero el deseo de recibir, sin embargo, es absolutamente novedoso. Es decir, que antes de la Creación tal cosa no existía en realidad, porque Él no posee ningún aspecto del deseo de recibir, ya que Él precede a todo. Por tal motivo, ¿de quién podría Él recibir? Por lo tanto, ese deseo de recibir que Él extrajo como existencia a partir de la ausencia, es absolutamente nuevo. Pero todo el resto no tiene novedad alguna, como para ser considerado «creación». Así, todas las vasijas y los cuerpos, tanto de mundos espirituales como de físicos, son considerados sustancia material o espiritual, de una naturaleza de «desear recibir».

Dos fuerzas en el deseo de recibir: la fuerza de atracción  y la fuerza de rechazo

Y es necesario ver más lejos, pues en esa fuerza, llamada el «deseo de recibir», distinguimos dos fuerzas más:

  1. La fuerza de atracción.
  2. La fuerza de rechazo.

Esto se debe a que cada cuerpo o vasija, definida por el deseo de recibir, realmente está limitado en cuanto a la calidad y la cantidad que recibirá. Por lo tanto, toda la cantidad y la calidad que están fuera de sus límites, parecen ir contra su naturaleza, y por lo tanto los rechaza. Así, aunque ese  «deseo de recibir» sea considerado una fuerza de atracción, está determinado a convertirse también en una fuerza de rechazo.

Una única ley para todos los mundos

Aunque la sabiduría de la Cabalá no hace ninguna mención de nuestro mundo corpóreo, existe solamente una única ley para todos los mundos. Por lo tanto todas las entidades corpóreas de nuestro mundo, es decir, todo lo que hay dentro de ese espacio, sea inanimado, vegetativo, animado, espiritual o un objeto corpóreo; si queremos distinguir el aspecto único y propio de cada uno de ellos, cómo se distinguen el uno del otro hasta en la más pequeña de las partículas, se reduce meramente a un «deseo de recibir» que determina toda su forma particular, desde el  punto de vista de la creación renovada, limitándola tanto en cantidad como en calidad, e induciendo la presencia de la fuerza de atracción y de la de rechazo.

Pero todo lo demás, aparte de esas dos fuerzas, es considerado la Abundancia de Su esencia. Y esta Abundancia es igual para todas las criaturas, puesto que no se le atribuye novedad alguna a través de la creación, siendo meramente una extensión de lo ya existente. Y no puede ser atribuida a ninguna unidad en particular, sino sólo a cosas que sean común a todas las partes de la creación, pequeña o grande. Cada una de éstas recibe esa abundancia según su deseo de recibir. Y de acuerdo con esta limitación se define cada individuo y cada unidad.

De este modo he probado, de una forma evidente y científica, el yo (ego) de todo individuo, a prueba de críticas desde todos los aspectos, incluso con respecto al sistema de los materialistas fanáticos automáticos. De ahora en adelante no necesitamos aquellos métodos tullidos, imbuidos en la metafísica.

Y desde luego no hace diferencia alguna que esta fuerza, que es el deseo de recibir, sea el resultado y fruto de la estructura que se había manifestado a través de la química, o que la estructura sea resultado y fruto de esa fuerza. Pues sabemos que lo principal es que sólo esta fuerza, impresa en cada ser y en cada átomo del «deseo de recibir» dentro de sus límites, es considerada la unidad, a partir de lo cual es separada de su entorno. Y esto es verdad tanto para un átomo solo como para un grupo de átomos, llamados un cuerpo.

Y todos los demás aspectos donde existe algún excedente de esa fuerza, no están relacionados de modo alguno con esa partícula o grupo de partículas, ya sea del aspecto de su «yo» o solamente en general, lo cual es la abundancia extendida a ellos de Dios. Esto es común para todas las partes de la Creación, sin distinguir ningún cuerpo creado en particular.

Ahora entenderemos el asunto de “la libertad del individuo» según la definición del primer factor, al que llamamos la «base», sobre la cual todas las generaciones anteriores, que son los antepasados de aquel individuo, han impreso su naturaleza. Y, como ya hemos aclarado, el significado de la palabra “individuo” significa meramente las fronteras del «deseo de recibir» impreso en su grupo de partículas.

Así, se puede ver que todas las tendencias que la persona ha heredado de sus antepasados son ciertamente nada más que las fronteras de su «deseo de recibir», ya sea del lado de la fuerza de atracción, o del lado de la fuerza del rechazo que está en él, y que aparece ante nosotros como tendencias para la tacañería o la generosidad; una tendencia a integrarse o a quedarse aislado, etc.

Por esto, aquéllos son realmente su «yo» (el ego) que está luchando por su existencia. Así, si erradicamos aunque sea una sola tendencia de un individuo particular, se considera como si estuviéramos amputando un órgano real de su esencia. Y esto también es considerado una pérdida real para la Creación entera, pues no hay ni habrá jamás ninguna otra como aquélla en el mundo entero.

Luego de haber clarificado a fondo el justo derecho del individuo según la ley natural, volteemos a mirar cuán práctica es ésta, sin comprometer la teoría de la ética y la diplomacia. Y lo más importante: cuán apropiadamente se aplica esto por nuestra santa Torá.

Seguir a la colectividad

Nuestras escrituras dicen: «Sigue a la colectividad». Esto significa que dondequiera que surja una discusión entre la colectividad y el individuo, estamos obligados a regirnos según la voluntad de la primera. Así, se puede ver que la colectividad posee un derecho de expropiar la libertad al individuo.

Pero aquí nos enfrentamos con una pregunta diferente; aún más seria que la primera, pues esta ley hace retroceder a la humanidad en vez de hacerla avanzar. Porque mientras que la mayor parte de humanidad se encuentra aún subdesarrollada, y los desarrollados son siempre apenas una pequeña minoría, resulta que si se siguiera la voluntad de la colectividad, compuesta por los subdesarrollados y por aquéllos de corazón precipitado, entonces las opiniones y los deseos de los sabios y desarrollados, que son siempre la minoría, nunca serán tenidos en cuenta. Así, pues, se estará sellando el destino de la humanidad a la regresión, ya que ésta no será capaz de dar ni un sólo paso hacia adelante.

Sin embargo, como dice en el ”Ensayo de La Paz» acerca de la » obligación de prudencia para con las leyes de la naturaleza», puesto que estamos ordenados por la Providencia a llevar una vida social, estamos obligados a observar todas las reglas que tratan acerca del mantenimiento de la sociedad. Y si subestimáramos su importancia aunque fuera en el más mínimo grado, la naturaleza se vengaría de nosotros, independientemente de nuestro entendimiento de la razón que subyace en la ley.

Y podemos ver que no existe ningún otro arreglo respecto de cómo vivir dentro de nuestra sociedad, sino a través de «Seguir a la mayoría», que pone orden a cada discusión y tribulación que surja en la sociedad. Así, esta ley es el único instrumento que provee un derecho de existir a la sociedad. Por lo tanto se considera uno de los preceptos naturales de la providencia, y debemos aceptarla y obedecerla meticulosamente, independientemente de nuestro entendimiento.

Es igual a todos los demás preceptos (Mitzvot) de la Torá que comprenden todos las leyes de la naturaleza y Su providencia, y que nos llegan de arriba hacia abajo. Y ya he descrito cómo toda la obstinación que observamos en el comportamiento de la naturaleza en este mundo, se debe sólo a que este comportamiento se extiende y es tomado de leyes y conductas de mundos espirituales superiores a éste.

Por lo tanto también puede entenderse que las Mitzvot en la Torá no son más que leyes y conductas puestas en mundos superiores, que son las raíces de todas las conductas de la naturaleza en este mundo. Así, las leyes de la Torá siempre corresponden con las leyes de la naturaleza en este mundo, cual dos gotas en un estanque. De este modo hemos demostrado que la ley de «Seguir a la mayoría» es la ley de la providencia y de la naturaleza.

Un camino de Torá y un camino de sufrimiento

La pregunta acerca del retroceso que se había producido como consecuencia de aquella ley, aún no está resuelta. Y ciertamente es nuestra preocupación encontrar un modo de reparar esto. Pero la providencia, en sí, no carece de nada a causa de esto, pues ya ha envuelto profundamente a la humanidad dentro dos caminos: el «Camino de la Torá» y el «Camino del Sufrimiento». De modo tal, que es una garantía del desarrollo continuo de la humanidad, y del progreso hacia el final, sin ninguna reserva. De verdad, obedecer esta ley es un compromiso natural y necesario.

El derecho de la colectividad de expropiar la libertad del individuo

Y debemos ir más allá al preguntar, pues las cosas se justifican cuando los asuntos giran en torno de los problemas entre dos personas. Entonces podemos aceptar la ley de «Seguir a la colectividad «, a través de la obligación de la providencia, que nos instruye a velar por el bienestar y la felicidad de mis amigos. Pero la ley de «Seguir a la colectividad» es válida para la Torá en asuntos que refieren a discusiones entre el hombre y Dios, aunque estos asuntos parezcan ser irrelevantes para la existencia de la sociedad.

Por lo tanto, la pregunta sigue en pie: ¿Cómo podemos justificar esa ley que nos obliga a aceptar la opinión de la colectividad, siendo ésta, como hemos dicho, subdesarrollada; y rechazar y anular la opinión de aquéllos más desarrollado, que son siempre una pequeña minoría?

Pero, como hemos mostrado, las Mitzvot y la Torá no fueron entregadas sino para purificar a Israel. Es decir, para desarrollar en nosotros el sentido de reconocimiento del mal, impreso en nosotros desde nuestro nacimiento, y que generalmente se define como nuestro amor propio. Y también fueron entregadas para alcanzar el bien en pureza, definido como «Amor al Prójimo», y que es el único camino hacia el amor de Dios.

Y los preceptos entre el hombre y Dios caen dentro de este criterio, pues son los instrumentos de la virtud que separan al hombre del amor propio, el cual es dañino para la sociedad. Por lo tanto queda en evidencia que los temas de discusión en cuanto a los preceptos entre el hombre y Dios, se relacionan con el problema del derecho a existir de la sociedad. Así, éstos también caen dentro del marco de «seguir a la colectividad».

Ahora podemos comprender el modo de discriminar entre la Halaja (ley judía) y la Aggadá (un tipo de literatura judía). Pues sólo en la Halaja existe la ley de «el individuo y la colectividad, siendo la Halaja la colectividad». Y esto no se da en la Aggadá, porque los asuntos de la ésta trascienden aquéllos que conciernen a la existencia de la sociedad. Esto se debe a que trata exactamente del tema de la conducta de la gente en asuntos relacionados con el hombre y con Dios, en ese mismo ámbito donde no hay punto de contacto con la existencia y la felicidad física de la sociedad.

Así, no existe justificación alguna para que la colectividad anule la opinión del individuo y «cada hombre hizo aquello que estaba bien a sus propios ojos». Mientras que, en cuanto a las Halajot (leyes rituales judías que tratan de algún asunto específico), que tratan de la observación de los preceptos de la Torá, todos caen bajo la supervisión de la sociedad, ya que no puede existir ningún orden, salvo a través de la ley de «seguir a la mayoría».

La sociedad debería seguir la ley de «Seguir a la colectividad»

Ahora hemos alcanzado una clara comprensión acerca de la sentencia de la libertad del individuo. Porque de veras surge la siguiente pregunta: ¿de dónde adquirió, la colectividad, el derecho de expropiar la libertad del individuo y negarle lo más preciado de la vida, que es la libertad? Aparentemente no existe aquí más que fuerza bruta.

Pero como claramente ya hemos explicado antes, es una ley natural y el decreto de la providencia que debido a que ésta nos fuerza a llevar una vida social, es obvio que cada persona está obligada a asegurar la existencia y el bienestar de la sociedad. Y esto no puede procurarse, sino imponiendo la conducta de «Seguir a la colectividad», e ignorando la opinión del individuo.

Así, puede verse que éste es el origen de cada derecho y cada justificación que la colectividad tiene para expropiar la libertad del individuo contra su voluntad, colocándolo bajo su autoridad. Por lo tanto se entiende que con respecto a todos aquellos asuntos que no conciernen a la existencia de la vida material de la sociedad, no existe justificación alguna para que la colectividad robe y abuse de la libertad del individuo en modo alguno. Y si lo hace, los responsables de ello serán ladrones que prefieren la fuerza bruta a cualquier derecho y justicia en el mundo, porque aquí no aplica la obligación del individuo respecto de obedecer la voluntad de la colectividad.

«Seguir a la colectividad» en el ámbito de la espiritualidad

Resulta que, en cuanto concierne a la vida espiritual, no existe obligación natural alguna para el individuo, de atenerse a la sociedad en modo alguno. Por el contrario, aquí aplica una ley natural sobre la colectividad, de someterse a la autoridad del individuo. Y esto está clarificado en el artículo de «La Paz», donde explica que hay dos caminos en los cuales la providencia nos ha envuelto y cercado, para traernos hasta el final a través de ellos. Éstos son:

  1.   Un Camino de Sufrimiento, que nos impone ese desarrollo independientemente de nuestra opinión.
  2. Un Camino de Torá, que nos desarrolla conscientemente, sin sufrimiento ni coerción.

Y ya que en cada generación el mayor desarrollo corresponde definitivamente al individuo, resulta que cuando la gente común desea liberarse de su terrible agonía y asumir el desarrollo consciente, que es el Camino de la Torá, no tiene otra alternativa más que someterse a sí misma y a su libertad física, a la disciplina del individuo, y obedecer las órdenes y remedios que éste le ofrezca.

De este modo vemos que en asuntos espirituales no rige la autoridad de la colectividad, y en cambio se aplica la ley de «Seguir al Individuo (desarrollado)», pues es vemos claramente que los más desarrollados y educados en cada sociedad conforman siempre una pequeña minoría. Por lo tanto resulta que el éxito y el bienestar espiritual de la sociedad, quedan sellados y determinados por las manos de unos pocos.

Por lo tanto la colectividad está obligada a observar meticulosamente la opinión de la minoría para que ésta no desaparezca del mundo, pues debe tener bien claro, y absoluta certeza, que las opiniones más desarrolladas y más acertadas nunca están en manos de la autoridad colectiva, sino por el contrario están en manos de los más débiles, es decir, en manos de una minoría indistinguible. Porque toda sabiduría y todo aquello que es preciado, llega al mundo en pequeñas cantidades. Por eso se nos advierte de preservar las opiniones de cada individuo, debido a la incapacidad de la colectividad para determinar el bien y el mal en cada uno.

La crítica conduce al éxito. La falta de ella conduce a la degeneración

Debemos agregar, que la realidad nos ofrece una visión extremadamente contradictoria en los asuntos físicos, en cuanto a los conceptos e ideas planteados en el tema anterior. Esto se debe a que el asunto de la unidad social, que puede ser una fuente de toda alegría y todo éxito, se practica únicamente entre cuerpos y cuestiones corporales en las personas; y la separación entre ellos es el origen de toda calamidad y desgracia.

Pero en cuanto a los conceptos e ideas sucede completamente lo opuesto. Es decir, porque la unidad y la falta de crítica son consideradas la fuente de todo el fracaso, y el mayor obstáculo a todo progreso y a la fertilización didáctica. Pues llegar a la conclusión correcta depende principalmente de la multiplicidad de desacuerdos y de la separación entre opiniones. Cuantas más contradicciones haya entre las opiniones, y cuanta más crítica haya, más aumentarán el conocimiento y la sabiduría; y los asuntos se tornarán más aptos para el examen crítico.

La degeneración y el fracaso de la inteligencia derivan sólo de la falta de crítica y de desacuerdo. Vemos claramente que la base para el éxito físico es la medida de la unidad de la sociedad, y la base para el éxito de la inteligencia y del conocimiento es la separación y el desacuerdo entre las personas.

Por lo tanto resulta, que cuando la humanidad triunfe en lo referente al éxito de los cuerpos, o sea llevándolos al grado del amor absoluto hacia el prójimo, todos los cuerpos del mundo se unirán en un solo cuerpo y un solo corazón. Y sólo entonces será revelada, en toda su gloria, toda la felicidad que desde el principio estaba destinada para la humanidad. Pero debemos cuidar de no juntar demasiado las opiniones de gente, ya que esto podría terminar con el desacuerdo y la crítica entre los sabios; pues el amor del cuerpo trae consigo el amor de la mente. Y si desapareciesen del mundo la crítica y el desacuerdo, todo el progreso en conceptos y en ideas desaparecerían también; y la fuente del conocimiento en el mundo se secaría.

Ésta es la prueba de la obligación velar por la libertad del individuo en cuanto a conceptos e ideas, pues todo el desarrollo de la sabiduría está basado en esta misma libertad del individuo. Por eso se nos advierte de preservarla con mucho cuidado. En cierto modo, todas y cada una de las formas dentro de nosotros, a las que llamamos “el individuo», conforman nuestra fuerza particular, generalmente llamada “el deseo de recibir».

La herencia ancestral

Todos los detalles que incluye este deseo de recibir, al que hemos definido como la «base» o Primer Factor, que comprende todas las tendencias y costumbres heredadas de sus antepasados y que nos representamos como una larga cadena que consiste de miles de personas que alguna vez estuvieron con vida, uno tras otro, cada uno de ellos constituye una gota esencial de sus antepasados. Y esa gota que cada uno de nosotros recibe, trae consigo las posesiones espirituales de sus antepasados, ahora ubicadas en su «medulla oblongata» (el cerebro alargado), también llamada subconsciente. Así el individuo adopta, en su subconsciente, todas las miles de herencias espirituales de todos aquellos individuos representados en esa cadena, que son sus antepasados.

Así, del mismo modo que difieren entre sí los rostros de las personas, también difieren sus opiniones. No existen dos personas sobre la tierra cuyas opiniones sean idénticas, porque cada persona nace con una posesión grande y sublime, que ha heredado de sus antepasados, y respecto de la cual los demás no poseen el más mínimo fragmento.

Por lo tanto, todas aquellas posesiones mencionadas son consideradas la característica del individuo. Y la sociedad es advertida acerca de la preservación  de su sabor y espíritu, y de impedir que el ambiente la enturbie, así como de preservar la integridad de la herencia de cada individuo. Así, la contradicción y la diferencia entre ellos permanecerán por siempre para asegurar el sentido crítico y el progreso de la sabiduría para toda la eternidad, para el bien de la humanidad y de sus verdaderos y eternos deseos.

Y luego de alcanzada una cierta cantidad de reconocimiento del ego del hombre, al que hemos determinado como una fuerza y un «deseo de recibir», y siendo éste el punto esencial del ser mismo, también hemos aclarado, marcando todos sus límites, la medida de la posesión original de cada cuerpo que ya hemos definido como la «herencia ancestral». Esto implica todo el poder de las tendencias y los atributos que han entrado en su «base» a modo de herencia, y consiste en la primera sustancia de cada hombre, del mismo modo que una gota preliminar de semen de sus antepasados. Ahora clarificaremos los dos aspectos del deseo de recibir.

Dos aspectos: A) La fuerza potencial;  B) La fuerza real

Para empezar, debemos entender que este “Yo” que hemos definido como el «deseo de recibir», aunque representa la esencia misma del hombre, no puede existir en la realidad ni por un solo segundo.

Pues eso es lo que llamamos una Fuerza Potencial. Es decir que, antes de haberse realizado sólo existe en nuestro pensamiento, y sólo el pensamiento puede definirla.

Pero de hecho no puede existir ninguna fuerza real en el mundo que esté latente e inactiva. La fuerza sólo existe en el mundo cuando se manifiesta en acción. Del mismo modo, no se puede decir acerca de un niño que éste posee una gran fuerza, cuando ni siquiera puede levantar el peso más ligero. En cambio se puede decir que se ve, en aquel niño, que cuando crezca poseerá una gran fuerza.

Sin embargo, definitivamente decimos que la fuerza que encontremos en el hombre cuando éste ya es adulto, se encontraba presente en sus órganos y en su cuerpo incluso cuando era apenas un niño; pero que esta fuerza estaba oculta y no era evidente.

Es cierto que en nuestra mente lo podríamos determinar así (la fuerza futura), porque la mente así lo afirma. Sin embargo, en el cuerpo real del niño ciertamente no existe fuerza alguna, pues ésta aún no se ha revelado en sus acciones.

Y así es con el apetito. Éste no surgirá en la realidad del cuerpo de un hombre cuando los órganos no puedan comer; es decir, cuando éste esté saciado. Pero, incluso cuando uno está satisfecho, existe la fuerza del apetito aunque ésta esté oculta dentro su cuerpo. Después de algún tiempo, cuando el alimento haya sido digerido, reaparecerá y pasará de su estado potencial a un estado real.

Sin embargo, tal sentencia de determinar una fuerza potencial que aún no ha sido revelada, pertenece al proceso del pensamiento instruido. Pero en realidad ésta no existe, porque cuando estamos satisfechos, tenemos la certeza de que la fuerza del apetito ha desaparecido. Y si se insiste en buscarla, no se la encontrará en ninguna parte.

Resulta que no podemos presentar una fuerza potencial como un sujeto que existe por sí mismo, sino sólo como mero predicado. Es decir, cuando se ejecuta una acción en la realidad, en ese momento la fuerza es revelada dentro de la misma acción.

Y por la vía de la deducción encontramos aquí un sujeto y un predicado, que corresponden a una fuerza real y una fuerza potencial respectivamente. De este modo, el apetito corresponde al sujeto, y la imagen del plato corresponde al predicado y la acción. Sin embargo, en realidad ambos aparecen juntos. Nunca puede suceder que una persona sienta hambre sin representarse el plato que desea comer. Así, éstos representan dos caras de la misma moneda. La fuerza del apetito debe vestirse de aquella imagen. Por ende, vemos que el sujeto y el predicado surgen conjuntamente, y luego desaparecen también conjuntamente.

Ahora vemos que el deseo de recibir, que habíamos presentado como egoísmo, no implica que exista en una persona, como si se tratase de una fuerza de anhelo que desea recibir todo bajo la forma de un predicado pasivo. En cambio, esto pertenece al sujeto, el cual se viste en la imagen del objeto a comer, cuya operación aparece bajo la forma de la cosa que es comida y dentro de la cual se viste. A esta acción la llamamos “deseo”. O sea, a la fuerza del apetito revelada en la acción de la imaginación.

Y así ocurre con nuestro tema, el deseo general de recibir, que es la verdadera esencia del hombre. Se revela y existe sólo a través del revestimiento dentro de las formas de los objetos que serán recibidos, pues entonces existe como el sujeto, y no de un modo distinto. A esta acción la llamamos “Vida”; es decir, el Sustento del Hombre, lo cual significa que la fuerza del Deseo de Recibir se viste y actúa dentro de los objetos deseados. Y esa medida de revelación es la medida de su propia vida, como ya lo hemos explicado respecto del acto que llamamos “el Deseo”.

Dos creaciones: A) El hombre;  B) Un alma viviente

De lo anterior podemos entender claramente el verso: «Y el Señor Dios formó al hombre a partir del polvo de la tierra, e insufló dentro de las narinas el aliento de vida; y el hombre llegó a ser un alma (Nefesh) viviente (Jayah)» (Génesis 2, 7).  Aquí encontramos dos creaciones:

  1. A)     El Hombre en sí mismo,
  2. B)     El alma viviente en sí misma.

Y el verso habla respecto del momento en que el primer hombre fue creado, como el polvo de la tierra que consiste de un conjunto de partículas en el cual reside la esencia de hombre. Es decir, su «deseo de recibir». Aquel deseo de recibir está presente, como ya lo hemos clarificado, en cada partícula de la realidad de la que emanaron los cuatro tipos: inanimado, vegetativo, animado y hablante. En ese aspecto el hombre no posee ventaja alguna sobre ninguna otra parte de la creación, como lo dice el verso: «polvo de la tierra».

  1. Pero hemos visto que esta fuerza, llamada el Deseo de Recibir, no puede existir sin vestirse dentro de un objeto deseado, y actuar sobre él. A este conjunto de acciones lo llamamos “Vida”. Y según esto, vemos que antes de que el hombre haya alcanzado las formas humanas de la recepción de placer, que se diferencian de aquéllas otras de los animales, se considera una persona sin vida, una persona muerta. Y esto se debe a que su deseo de recibir no tiene ningún lugar dentro del cual vestirse y exponer sus acciones, que son las manifestaciones de la vida.

Y dice: «e insufló dentro de las narinas el aliento de vida», que es la forma general de recepción conveniente para el hombre. Las palabras «aliento de» en hebreo adquieren el significado de «valor»; y el origen de la palabra «aliento» se comprende a partir del verso: «El espíritu de Dios me ha hecho, y el aliento del Todopoderoso me ha dado la vida» (Job 33, 4). La palabra “alma” (Neshama) tiene la misma estructura sintáctica que las palabras «perdido» (Nifkad), «acusado» (Ne’esham), etc.

Y las palabras – «e insufló dentro de las narinas» significan que insertó en él un alma (Neshamá) y una apreciación de la vida, que es la suma total de las formas que son aptas para la recepción en su Deseo de Recibir. Entonces, esa fuerza, el deseo de recibir que había sido envuelto en sus partículas, ha encontrado un lugar dentro del cual vestirse, en una forma y en un acto. O sea, en aquellas formas de recepción que adquirió del Señor; y esa acción se llama “Vida”, como ya lo hemos dicho.

Y el verso termina así: «y el hombre llegó a ser un alma viviente». Es decir, que desde el momento en que el deseo de recibir comenzó a actuar de acuerdo a la medida de esas formas de recepción, la vida fue revelada instantáneamente y «llegó a ser un alma viviente». Sin embargo, previo al logro de esas formas de recepción, aunque la fuerza del Deseo de Recibir haya sido impresa en él, sigue siendo considerado un cuerpo sin vida, porque no hay lugar para que la acción llegue a ser.

Y como ya hemos visto, aunque la esencia del hombre es sólo el Deseo de Recibir, todavía es tomada como la mitad de un todo. Esto es porque debe estar revestida en una realidad que aún viene en camino. Por tal motivo, el deseo de recibir y la imagen de su posesión son en realidad uno y lo mismo, pues de lo contrario no tendría el derecho de existir ni siquiera por un instante.

Por lo tanto, cuando la máquina del cuerpo alcanza su cenit, que es al llegar a su edad madura, su «ego» se manifiesta en toda su extensión, que había sido impresa en él al momento de su nacimiento. Por eso siente una gran cantidad de ese deseo de recibir, pues quiere adquirir riqueza y honor, y todo aquello que se cruce en su camino. Esto es debido a que la perfección del «ego» del hombre atrae las formas de varias estructuras y conceptos dentro de los cuales se viste, y a través de los cuales se mantiene.

La Paz

Una investigación científica y empírica acerca de la necesidad del trabajo de Dios

“Y habitará el lobo con el cordero, y el tigre se acostará junto con el cabrito; también el becerro y el leoncillo y el cebón (andarán) juntos; y un niñito los conducirá. Y acontecerá que en aquel día tornará el Señor la segunda vez a extender Su mano para recobrar los restos de Su pueblo que aún quedaren en Ashur, y de Egipto, y de Pathrós, y de Kush, y de Elam, y de Shin’ar, y de Hamath, y de las islas del mar”. (Isaías 11:6-11)

Rabí Shimón Ben Halafta dijo: “Dios no encontró una vasija para guardar la bendición para Israel, salvo la paz, como está dicho: El Señor le da fuerza a Su pueblo; el Señor bendice a Su pueblo con la paz” (Tratado Okatzin).

Después de haber demostrado en artículos anteriores la forma general de Su trabajo, cuya esencia no es sino Su amor por los demás, determinado prácticamente como “otorgar a los otros”; esto implica que la manifestación de Su amor es otorgar bondad a los otros. Por lo tanto, debe ser determinado como otorgamiento a los demás, lo que se adapta mejor a su contenido, apuntando a asegurar que no nos olvidemos del objetivo.

Ahora que sabemos a ciencia cierta el método de Su trabajo, todavía queda por investigar si este trabajo resulta aceptable para nosotros sólo por la fe, sin ninguna base científica o empírica, o si también tenemos una base empírica para ello,  que es lo que quiero demostrar en este artículo. Pero primero debo demostrar completamente la cuestión en sí misma; es decir: ¿quién es el que acepta nuestro trabajo?

Pero dado que no soy un entusiasta de la filosofía formativa,  ya que no me gustan los estudios basados en la teoría,  y es bien sabido que la mayor parte de mis contemporáneos están de acuerdo conmigo ya que hemos experimentado con esos fundamentos, y sabemos que son enclenques, y cuando las bases se mueven, toda la construcción se derrumba. Por lo tanto, he venido aquí para hablar sólo a través de la crítica de la razón empírica, comenzando por el simple reconocimiento de aquello con lo que nadie está en desacuerdo, actuando analíticamente, hasta llegar a determinar el tópico anterior. Y esto será probado sintéticamente viendo cómo Su trabajo es confirmado y reafirmado mediante el reconocimiento simple del aspecto práctico.

Las contradicciones en la Providencia

Toda persona de mente recta que examina la realidad ante ella, halla en ésta dos contraposiciones. Cuando uno examina la estructura real de la Creación, hay un liderazgo aparente y afirmado de gran sabiduría y habilidad, tanto en lo que respecta a la formación de la realidad cuanto en asegurar su existencia general.

Tomemos como ejemplo la gestación de una persona: el amor y el placer de sus progenitores es la primera razón que garantiza que cumplan con su deber. Cuando la gota esencial es extraída del cerebro del padre, la Providencia garantiza muy sabiamente un lugar seguro para ella que la cualifica para recibir vida. La Providencia también le provee el pan de cada día en la cantidad exacta, y asimismo le prepara un lugar maravilloso en la matriz de la madre, para que nada extraño pueda dañarla.

Atiende cada una de sus necesidades, como una niñera capacitada que no la olvidaría siquiera por un momento, hasta que haya adquirido la fuerza suficiente para salir a nuestro mundo. En ese momento, la Providencia le presta la fuerza suficiente para romper las paredes que la rodean y como un guerrero entrenado y bien armado irrumpe y sale al mundo.

Luego, la Providencia tampoco la abandona. Como una madre amorosa, le trae gente amorosa y leal en la que puede confiar llamados Madre y Padre, para ayudarlo en su período de debilidad hasta que crece y es capaz de proveerse a sí misma. Igual que el hombre son los animales, las plantas y los objetos, todos son cuidados con sabiduría y misericordia para asegurar la continuidad de la especie.

Pero aquellos que examinan cómo se asegura la existencia de esa realidad pueden ver claramente grandes trastornos y confusiones, como si no hubiera allí líder ni guía. Cada hombre hace aquello que le parece correcto, se construye a sí mismo sobre la ruina de otros; el mal prospera y los  justos son  atropellados sin misericordia.

Tenga  en cuenta que esta contradicción, puesta ante los ojos de toda persona sensata, ha preocupado a la Humanidad desde sus primeros días. Muchos métodos intentan explicar estas dos aparentes oposiciones en la Providencia que tienen lugar en el mismo mundo.

El primer método: la Naturaleza

Este método es antiguo. Dado que no han hallado un camino y una salida para acercar a estos dos conspicuos opuestos, llegaron a suponer que el Creador, que creó todo esto,  que vigila poderosamente su realidad, no sea que cosa que alguno de ellos sea cancelado, es un ser sin inteligencia y sin sentido. Por lo tanto, Él crea la realidad y la vigila con sabiduría maravillosa. Sin embargo, Él mismo es negligente, lo hace en forma insensata. Ya que si existiera una mente y un sentimiento en Él, seguramente no habría dejado tales  disfunciones  en la provisión de la realidad, sin lástima ni compasión hacia el atormentado.

Por lo tanto, a Él se le llamó “Naturaleza”; es decir, un supervisor mecánico, descorazonado. Por eso, creen que no hay nadie con quien estar enfadado, o a quien rezar o ante quien justificarse.

El segundo método: dos autoridades

Otros fueron más hábiles. Hallaron difícil de aceptar el supuesto de la supervisión de la naturaleza porque vieron que la supervisión sobre la realidad, para asegurar su existencia, es una sabiduría más profunda que cualquier logro humano. No podían estar de acuerdo en que el supervisor Mismo no tuviera inteligencia, porque: ¿Cómo uno puede dar aquello que no posee? ¿Puede alguien enseñarle a su amigo si uno mismo es un necio? Y, ¿cómo puede usted decir acerca de Aquel realiza ante nosotros tales hechos agudos y sabios, que no sabe lo que hace, que Él lo hace por azar? Resulta evidente con claridad que el azar no puede organizar ningún hecho ordenado, mucho menos asegurar su existencia eterna.

En consecuencia, arribaron a un segundo supuesto, el de que existen dos supervisores, uno que crea y sostiene el bien y el segundo que crea y sostiene el mal. Y  han elaborado en gran parte ese método, con evidencias y señales a lo largo de su camino.

El tercer método: múltiples dioses

Este método nació del seno del segundo método de las dos autoridades. Esto se debe a que han dividido y separado cada acción en sí misma, es decir, la fuerza,  la abundancia, la dominación,  la belleza, el hambre, la muerte, el desorden y así sucesivamente. Y han asignado a cada una su propio supervisor y han expandido el sistema a voluntad.

El cuarto método: abandonando su operación

Por último, cuando el conocimiento fue montado y vieron la estrecha vinculación entre todas las partes de la Creación, reconocieron  que el concepto de múltiples dioses era completamente imposible. Así, otra vez volvió a surgir la cuestión de la oposición  que se percibe en la Creación.

Esto los condujo a un nuevo supuesto de que en realidad el Supervisor es sabio y cuidadoso, pero debido a Su exaltación más allá de toda concepción, nuestro mundo se considera como un grano de arena; nada ante Sus ojos. Para Él no merece la pena molestarse con nuestros asuntos insignificantes y este es el motivo por el cual nuestro modo de vida es tan desordenado y cada hombre hace lo que le parece correcto.

Junto a estos métodos, existen métodos religiosos de unidad Divina, pero este no es el lugar para examinarlos. Yo sólo quería examinar las fuentes de las cuales fueron tomados los métodos viciados y los extraños supuestos que dominaron y se propagaron enormemente en diversas épocas y lugares.

Hallamos que la base sobre la que fueron construidos todos estos métodos surgió y provino de la contradicción entre los dos tipos de providencias perceptibles en nuestro mundo. Por lo tanto, todos estos métodos se produjeron sólo para reparar esa gran rasgadura.

Pero no hay nada nuevo bajo el sol. No sólo que aquella gran rasgadura no se enmienda, sino que crece y se expande ante nuestros ojos en un terrible abismo. No vemos un refugio o una salida del mismo. Examinando todos esos supuestos que la Humanidad ha venido realizando durante varios miles de años sin ninguna utilidad, pregunto: ¿Quizás no tendríamos que buscar la reparación de esta gran rasgadura desde el punto de vista del Supervisor, sino que esta gran corrección está en nuestras propias manos?

La necesidad de actuar con prudencia con las leyes de la Naturaleza

Todos podemos ver claramente que la especie humana debe llevar una vida social, lo que significa que no puede existir y sostenerse sin la ayuda de otros. Por lo tanto, imagínese un evento donde uno se retira de la sociedad a un lugar solitario y vive allí una vida de miseria y gran dolor debido a la incapacidad de proveer las propias necesidades. Uno no tendría ningún derecho de reclamarle a la Providencia sobre su destino. Y si una persona se quejara y maldijera ese amargo destino, sólo demostraría una gran insensatez.

Esto es porque mientras la Providencia ha preparado para ella un lugar cómodo y deseable dentro de la sociedad, no tendría ninguna justificación para retirarse de ella a un lugar desolado. Esa persona no debe ser compadecida, ya que va contra la naturaleza de la Creación y tiene la opción de vivir como la Providencia lo ha dispuesto. Por lo tanto, no deberíamos compadecernos de ella. Esa frase es aceptada por toda la Humanidad sin controversia.

Y puedo agregar y enfatizarlo sobre una base religiosa y darle esta forma: ya que la Providencia se extiende desde el Creador, que indudablemente tiene un propósito en Sus actos, ya que no hay acto sin propósito, encontramos que quien rompe una de las leyes de la Naturaleza que Él ha grabado en nosotros, corrompe la meta  establecida.

Debido a que el propósito está construido indudablemente sobre todas las leyes de la Naturaleza, sin ninguna excepción, así como el trabajador hábil no agregaría ni quitaría siquiera un fino cabello de aquello que es necesario para lograr el objetivo. Así, aquel que altera incluso una simple ley, daña y perjudica el propósito de la meta que el Señor ha establecido, y será castigado por la Naturaleza. Por lo tanto, nosotros, criaturas del Señor no debemos compadecerle, porque es el objetivo del Señor lo que él mancha y profana. Esto, creo, es la forma de la sentencia.

Y creo que no es una buena idea que alguien contradiga mis palabras, la forma que le he dado a la sentencia, porque las palabras de la sentencia son una, por lo que hay una diferencia si decimos que el supervisor es llamado Naturaleza, es decir, sin inteligencia ni propósito, o si decimos que el supervisor es sabio, maravilloso, o sea, que conoce, siente y tiene un propósito en sus acciones.

Al final, todos estamos de acuerdo en que depende de nosotros observar los mandamientos de la Providencia, es decir, las leyes de la Naturaleza, y todos nosotros admitimos que quien rompe las leyes de la Providencia, es decir, las leyes de Naturaleza, debería ser castigado por Ella y no debe ser compadecido. Entonces la naturaleza de la sentencia es uniforme y la única diferencia radica en el motivo: aquellos que mantienen que esto es necesario y yo, que mantengo que esto está decidido.

Y de ahora en adelante, no tendré que usar ambas lenguas, es decir, referirme a la Naturaleza y a un Supervisor, entre los cuales, como he mostrado, no hay ninguna diferencia respecto al seguimiento de las leyes, es mejor para nosotros encontrarnos a mitad de camino y aceptar las palabras de los Cabalistas, de que la Naturaleza (Teva), tiene el mismo valor numérico (en Hebreo) que la palabra Dios (Elohim), es decir, ochenta y seis. Entonces, podré llamar a las leyes de Dios mandamientos de la Naturaleza y viceversa, ya que son uno y lo mismo, y no necesitamos discutirlo más.

Ahora es de importancia vital para nosotros observar los mandamientos de la Naturaleza y saber lo que demanda de nosotros, no sea que nos castigue en forma despiadada. Hemos dicho que la Naturaleza obliga al hombre a llevar una vida social y esto es simple. Pero necesitamos examinar los mandamientos que la Naturaleza nos exige observar a este respecto, es decir, el aspecto de la sociedad.

Cuando lo examinamos en general, encontramos que hay sólo dos preceptos sociales que observar, que pueden ser llamados “recepción” y “otorgamiento”. Es decir, que cada miembro debe, por naturaleza, recibir sus necesidades por parte de la sociedad y debe beneficiar a la sociedad a través de su trabajo por el bienestar de ésta. Y si él rompe uno de estos dos mandamientos, será castigado sin misericordia.

No necesitamos analizar en exceso el mandamiento de recepción debido a que el castigo se lleva a cabo inmediatamente, lo que previene cualquier negligencia. Pero en el otro mandamiento, el de otorgamiento a la sociedad, no sólo que el castigo no ocurre inmediatamente, sino que se da indirectamente. Por lo tanto, este mandamiento no es observado en forma apropiada.

Debido a esto la Humanidad es llevada a estrellarse en una atroz confusión y los conflictos y el hambre y sus consecuencias no cesan hasta el día de hoy. Y lo maravilloso de esto es que la Naturaleza, como un juez competente, nos castiga según nuestro desarrollo, para que podamos ver que en la medida que la Humanidad se desarrolla, crecen los dolores y los tormentos a medida que la Humanidad se desarrolla, aumentando los dolores y tormentos provistos  para nuestra existencia.

Entonces tienen frente a ustedes una base empírica y científica, de que Su providencia nos ha ordenado  que observemos con todas nuestras fuerzas el mandamiento de otorgamiento a los demás con completa precisión, de tal modo que ningún miembro de nuestra sociedad trabaje menos de la medida necesaria para asegurar la felicidad de la sociedad y su éxito. Y mientras estemos ociosos en cumplirlo al máximo, la Naturaleza no dejará de castigarnos y tomar su venganza.

Y además de los golpes que recibimos hoy, también debemos considerar tener la espada preparada para el futuro, y debemos sacar la conclusión correcta, de que finalmente la Naturaleza nos derrotará a todos y nos obligará a unir las manos en el cumplimiento de los mandamientos con toda la medida requerida.

La prueba de Su trabajo a través de la experiencia

Pero si alguien desea criticar mis palabras aún podría cuestionar: aunque haya probado lo suficiente que uno debe ayudar a los otros, ¿dónde está la prueba de que esto tiene que ser realizado en el nombre del Señor?

De hecho, la historia misma se ha intrincado a nuestro favor y ha preparado para nosotros un hecho comprobado que es suficiente para apreciar plenamente este asunto y extraer conclusiones inequívocas: todo el mundo puede ver como una sociedad grande como el Estado de Rusia, con una población de cientos de millones de personas, que tiene a su disposición más tierra que toda Europa, con una riqueza sin igual en materias primas, que ya ha acordado vivir una vida comunitaria y prácticamente ha suprimido la propiedad privada, donde cada preocupación sólo se refiere al bienestar de la sociedad, incluso cuando aparentemente ha adquirido la medida completa de la virtud del otorgamiento a los otros en toda su esencia, tanto como la mente humana puede comprender.

Sin embargo, veamos lo que ha ocurrido con ellos: en vez de crecer y superar los logros de los países capitalistas, se han deteriorado cada vez más, hasta que no sólo han fallado en beneficiar las vidas de los trabajadores que trabajan más duro que en los países capitalistas, sino que ni siquiera pueden asegurarles el pan de cada día y la vestimenta. En realidad, ese hecho nos desorienta. Porque a juzgar por la riqueza de ese país, no deberían haber llegado a tal estado. Pero ellos sólo han cometido un pecado, por el cual el Señor no les perdonará.

Ese pecado es que todo este trabajo precioso y exaltado, que es el otorgamiento a los otros, que han comenzado a realizar, tiene que ser en nombre del Señor y no por la Humanidad. Y debido a que hacen su trabajo no en Su nombre, desde el punto de vista de la Naturaleza, no tienen derecho de existir. Porque tratemos de imaginar que cada persona en esa sociedad anhelara observar la palabra de Dios al grado que está dicho: “Y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza” (Deuteronomio 6: 5), y en esa medida cada uno se apresurara a satisfacer las necesidades de su prójimo, con la misma prisa que tiene para satisfacer las propias, como está escrito: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Y si Dios mismo fuera el objetivo de cada hombre cuando trabaja por el bienestar de la sociedad; esto es, en el sentido que a través del trabajo uno espera lograr la adhesión con Él, la fuente de toda bondad y la verdad y todo lo agradable en el mundo, sin duda que dentro de pocos años crecerían   en riqueza por encima de todos los países del mundo juntos. Ello se debe a que entonces podrían utilizar las materias primas de su rico suelo y se convertirían en un ejemplo para todos los países, y serían considerados bendecidos por el Señor.

Pero cuando todo el trabajo de otorgamiento sólo está basado en el bien de la sociedad, esto es en verdad una base raquítica, porque ¿quién y qué obligaría al individuo a trabajar para la sociedad? En un principio árido, sin vida, uno no puede esperar encontrar motivación aún en individuos desarrollados. Entonces surge la pregunta: ¿dónde encontraría el trabajador o el granjero suficiente motivación para seguir trabajando?

Ya que su pan de cada día no aumentará o  disminuirá debido a sus esfuerzos, cuando no hay ninguna recompensa o un objetivo. Es bien conocido por los investigadores de la naturaleza que uno no puede realizar siquiera el mínimo movimiento sin motivación; es decir, sin algo que lo beneficie a uno.

Cuando, por ejemplo, uno mueve su mano de la silla hacia la mesa es porque piensa que poniendo la mano sobre la mesa recibirá mayor placer. Si uno no pensara así, dejaría su mano sobre la silla por el resto de la vida, sin moverla ni una pulgada, y más aún cuando se trata de esfuerzos mayores.

Y si uno dice que la solución es ponerlos bajo vigilancia para que aquel que es haragán en su trabajo sea castigado privándolo del salario, le preguntaría: dígame ¿de dónde deberían sacar estos supervisores mismos la motivación para este movimiento? Porque estar parado en cierto lugar y vigilar a otros y trabajar con ellos también constituye un gran esfuerzo, quizás mayor que el trabajo mismo.

Por lo tanto, es como si uno quisiera poner en marcha una máquina sin abastecerla de combustible.

Por lo tanto, son condenados por la naturaleza, ya que las leyes de la naturaleza los castigarán por ser incapaces de adaptarse a obedecer sus mandamientos; es decir que ellos realicen estos actos de otorgamiento como trabajo para el Señor, para llegar a través del mismo al propósito de la Creación, que es la adhesión con Él. Hemos explicado en el artículo de Matan Torá (capítulo 6) que esta adhesión llega al trabajador en la medida de Su bondad agradable y placentera, aumentando en la medida deseada, para elevarse y conocer Su validez, desarrollándose cada vez más hasta que él logre la gran exaltación implícita en las palabras: “Porque nunca jamás oyeron (los hombres) ni con los oídos percibieron, ni ojo de nadie ha visto un Dios fuera de Ti” (Isaías 64: 3).

E imagine si el granjero y el trabajador vieran ante sus ojos ese objetivo cuando trabajaban por el bien de la sociedad, seguramente no necesitarían ningún supervisor porque ya tendrían suficiente motivación para realizar un gran esfuerzo, suficiente como para elevar a la sociedad a la máxima felicidad.

En verdad comprender que de esta manera se requiere gran cuidado y una práctica confiable, pero todo aquel que puede ver que sin ello no tiene ningún derecho de existir a los ojos de la Naturaleza pertinaz y obstinada. Esto es lo que quise demostrar aquí.

Así he probado por deducción empírica, más allá de la historia práctica que se despliega ante nuestros mismos ojos, que no hay otro remedio para la Humanidad, salvo la aceptación del mandamiento de la Providencia, que es el otorgamiento a los otros para traer alegría al Señor, en la medida de los dos versículos. El primero es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, que es el atributo del trabajo en sí mismo, es decir, que la cantidad de trabajo para otorgar a los demás, para su felicidad, no debe ser menor que la medida grabada en el hombre para atender sus propias necesidades. Además, se debería colocar las necesidades del prójimo por delante de las propias, como se dice en el artículo de Matan Torá (capítulo 4).

El otro es: “Y amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza” (Deuteronomio 6: 5), que es el objetivo que debe estar ante los ojos de cada uno cuando trabaja para las necesidades de su amigo, cuya instrucción es que él trabaja sólo para complacer al Creador, para hacer Su voluntad.

Y si ustedes desean escuchar, se alimentarán con los frutos de la tierra, para que la pobreza, el tormento y la explotación ya no estén  sobre la tierra, y la felicidad de todos y cada uno se elevará aún más allá de la medida. Pero siempre que  rechacen tomar sobre ustedes el trabajo de Dios, en toda su anterior medida, la naturaleza y sus leyes estarán listas para tomar venganza y esto no cesará hasta que nos derrote y aceptemos su autoridad en todo lo que ordena.

Ahora les he dado una investigación científica práctica, examinada a través del conocimiento experimental,  en lo que respecta a la necesidad absoluta de todas las personas de tomar sobre sí mismas el trabajo de Dios con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas.

Aclaración de la frase de la Mishná: “todo está en el depósito y una fortaleza se extiende sobre toda la vida”.

Ahora que hemos aprendido todo lo anterior, podemos entender una frase confusa de la Mishná que dice así: “Él (Rabí Akiva) diría: ‘todo está en depósito y una fortaleza se extiende sobre toda la vida. La tienda está abierta y el comerciante vende por pago diferido, el libro está abierto y la mano escribe, y todos los que quieren tomar prestado pueden venir y tomar prestado, y los cobradores regresan en forma regular y cada día se reembolsa tanto consciente como inconscientemente y ellos tienen en quien confiar y  el juicio es verdadero y todo está listo para el banquete”.

Esa frase permaneció confusa por alguna buena razón, sin siquiera un indicio en cuanto a su significado, lo que nos habla de la gran profundidad que tenemos aquí. De hecho, el conocimiento que hemos adquirido hasta el momento la aclara muy bien.

La rueda de transformación de la forma

Antes que nada déjenme presentar la opinión de nuestros sabios sobre la concatenación de las generaciones del mundo, que aunque nosotros veamos los cuerpos cambiar de una generación a la siguiente, esto sólo es el caso de los cuerpos. Pero las almas, que son el corazón de la esencia del cuerpo, no se ausentan por transitoriedad, sino que van de cuerpo en cuerpo, de generación en generación. Son las mismas almas que estaban en el momento de la gran inundación en la época de Babilonia y durante el exilio en Egipto, y así sucesivamente, hasta esta generación y hasta el final de la corrección.

Porque en nuestro mundo no hay ninguna alma nueva aunque los cuerpos sean nuevos, sino sólo una cierta cantidad de almas que encarnan sobre la rueda de transformación de la forma, porque ellas se invisten cada vez en un nuevo cuerpo y en una nueva generación.

Por lo tanto, respecto a las almas, todas las generaciones desde el principio de la Creación hasta el final de la corrección, son como una generación que ha extendido su vida a lo largo de varios miles de años hasta que se desarrolle y se  corrija como debería ser. Y el hecho de que mientras tanto cada uno ha cambiado su cuerpo varios miles de veces es completamente irrelevante, porque el corazón de la esencia del cuerpo, que es llamada alma, no sufrió en absoluto por estos cambios.

Y hay mucha evidencia que apunta a eso y una gran sabiduría llamada el secreto de la reencarnación de las almas, que aquí no vamos a desarrollar. Pero para quienes creen que es exagerado debido a su falta de conocimiento en esta sabiduría, vale la pena decir que la reencarnación ocurre en todos los objetos de la realidad tangible, que cada objeto, a su manera, vive una vida eterna.

Y aunque nuestros sentidos nos dicen que todo es transitorio, sólo se trata de una apariencia. Pero de hecho solo hay encarnaciones aquí, que cada ítem no descansa siquiera un momento sino que reencarna en la rueda de transformación de la forma sin perder nada de su esencia en su camino, como los físicos han demostrado. Y ahora vamos a aclarar las palabras: “todo está en depósito”. Esto ha sido comparado con alguien que presta dinero a su amigo para hacerlo socio en el beneficio. Y para asegurarle que no perderá su dinero se lo da como garantía, y así él se libera de cualquier incertidumbre. Lo mismo se aplica a la creación del mundo y a su existencia, que Dios ha dispuesto para que el hombre  trabaje, y finalmente gane al través de esto el exaltado objetivo de adherirse a Él, como está dicho en Matan Torá (capítulo 6). Por lo tanto, uno debe asombrarse: ¿quien hará que la Humanidad observe Su trabajo hasta que finalmente arribe a este exaltado final?

Rabí Akiva nos dice que “todo está en depósito”, es decir que  todo lo que Dios estableció en el negocio de la Creación y lo dio al pueblo, Él no se lo dio licenciosamente, sino que se aseguró con una garantía. ¿Y debería asombrarlo cuál garantía?

Él responde a esto diciendo: “y una fortaleza se extiende sobre toda la vida”, es decir que Dios ha hecho un acto inteligente y ha extendido una maravillosa fortaleza sobre toda la Humanidad, de la que nadie se escapará, sino que cada uno debe estar atrapado en esa fortaleza y aceptar necesariamente Su trabajo, hasta que logren su objetivo sublime. Esta es la garantía que Dios se aseguró para que no sobrevenga ningún daño a la obra de la Creación.

Y luego lo interpreta en detalle y dice: “la tienda está abierta”, es decir que aunque este mundo parezca una tienda abierta sin dueño, de modo que cualquiera puede llegar y tomar lo que le plazca, Rabí Akiva nos advierte acerca del tendero que vende con pago diferido. Esto significa que aunque usted no pueda ver a ningún comerciante aquí, sepa que de hecho hay uno y que la razón de que no le cobre inmediatamente se debe a que él se lo vende con pago diferido.

Y usted podría decir: ¿cómo sabe cuál es mi deuda? A lo que responde: “el libro está abierto y la mano escribe”. Lo cual significa que hay un libro en el que está escrito cada acto y ninguno se pierde, y el objetivo gira alrededor de la ley de desarrollo que Dios ha grabado en la Humanidad, la cual nos empuja constantemente hacia delante.

Esto significa que las conductas corruptas en las situaciones de la Humanidad generan las buenas situaciones, y cada buena situación no es más que el fruto del trabajo en la mala situación que la precedió. En verdad estos valores de lo bueno y lo malo no se refieren a la situación misma, sino al propósito general, que cada situación que acerca a la Humanidad al objetivo es llamada bien y aquella que la separa es llamada mal.

Y bajo ese parámetro, sólo “la ley de desarrollo” construye. Que la corrupción y el mal que toma forma en una situación se considera la causa y el generador de la buena situación, de modo que cada situación dura solamente el  tiempo suficiente para cultivar el mal en ella, hasta el punto que el público no puede soportarlo más. En ese momento deben unirse contra éste y destruirlo, y encontrar una situación mejor para la corrección de esa generación.

Y la nueva situación también dura hasta que las chispas del mal maduren en ella y crezca a un nivel en el que ya no puedan ser toleradas, momento en el que debe ser destruida y una situación más confortable es construida en su lugar. Y así las situaciones se concatenan una a una y grado a grado hasta que llegan a una situación corregida en la que no haya chispas de mal.

Y encuentran que las semillas a partir de las cuales crecen las buenas situaciones no son otra cosa que los actos corruptos mismos, es decir, que cada mal expuesto que viene de las manos de los impíos en la generación,  se unen de la mano y se acumulan en gran cantidad, hasta que el público ya no puede soportarlo. Entonces le hacen frente y la destruyen y crean una situación más deseable. Así, usted ve que cada mal específico se condiciona a la fuerza motriz por la cual se desarrollará la buena situación.

Estas son las palabras de Rabí Akiva, “el libro está abierto y la mano escribe”, porque cualquier situación en la que toda generación es colocada, es como un libro. Y todos los que hacen el mal son como manos que escriben, porque cada mal es grabado y escrito en el libro hasta que lleguen a un monto que el público ya no puede soportar por más tiempo, momento en el cual se destruye la mala situación y se organiza bajo una más deseable.

Así todos y cada uno de los actos son contabilizados y escritos en el libro, es decir, en la situación. Y él dice: “todos aquellos que quieran tomar prestado pueden venir y tomar prestado”, es decir, aquel que  cree que este mundo no es como una tienda abierta sin dueño, sino que hay un comerciante que exige el precio justo por la mercancía, es decir, que él se esforzará en su trabajo durante el tiempo que vive de esa tienda, de tal manera que tenga la certeza de llevarlo al propósito de la creación como a Él le place.

A tal persona se la considera como alguien que quiere pedir prestado, es decir que aún antes de extender su mano para tomar de este mundo, que es la tienda, él adquiere un préstamo para pagar el precio, es decir, que él toma sobre sí el  trabajar y alcanzar Su meta durante el tiempo en el que vive de la tienda, de modo que promete pagar su deuda llegando a la meta deseada. Por lo tanto, se lo considera alguien que desea tomar prestado, es decir que se compromete a devolver la deuda.

Y Rabí Akiva ilustra dos tipos de personas: el primer tipo es el de la “tienda abierta”, que consideran este mundo como una tienda abierta sin  comerciante. Sobre ellos  dice: “el libro está abierto y la mano escribe”, es decir que aunque ellos no puedan ver que hay una cuenta, sus actos son escritos en el libro, que está hecho según la ley de desarrollo grabada en la Creación contra el deseo de la Humanidad, que las acciones del mal por sí mismas instigan las buenas acciones, como hemos mostrado anteriormente.

El segundo tipo de persona son llamados los que “quieren tomar prestado, que toman en consideración al tendero y cuando toman de la tienda, lo toman como un préstamo. Estos prometen pagarle al comerciante el precio deseado, es decir, alcanzar la meta por ello. Sobre estos él dice: “aquellos que quieran tomar prestado pueden venir y tomar prestado”.

Y si ustedes dicen: ¿cuál es la diferencia entre el primer tipo, cuyo objetivo les viene  de la ley de desarrollo, y el otro tipo, cuyo objetivo les viene por la esclavitud auto impuesta a Su trabajo? ¿No son iguales en el logro del objetivo? Y él agrega: “y los cobradores vuelven con regularidad y cada día el hombre rembolsa tanto consciente como inconscientemente”, es decir que es verdad que ambos pagan su parte de la deuda diariamente.

Y así, como las fuerzas virtuosas que emergen tratando con Su trabajo son consideradas cobradores leales, quienes cada día cobran su deuda en cuotas, hasta que esté completamente cancelada, así son las fuerzas poderosas grabadas en la ley de desarrollo, consideradas también como cobradores que recogen su deuda en cuotas diariamente, hasta que sea cancelada completamente, como ellos dicen “y los cobradores retornan  regularmente y cada día el hombre cancela”.

De hecho hay una gran diferencia y una gran distancia entre ellos, es decir, “conscientemente e inconscientemente”. El primer tipo, cuya deuda es cobrada inconscientemente por los cobradores del desarrollo, pagan su deuda inconscientemente, pero las olas tempestuosas del viento del desarrollo caen sobre ellos y los empuja desde atrás, obligándolos a avanzar.

Así, su deuda es cobrada contra su voluntad y con gran dolor por el descubrimiento de las malas fuerzas que los empujan desde atrás. El segundo tipo, sin embargo, paga su deuda, que es lograr conscientemente, por propio acuerdo, repitiendo después los actos virtuosos que apresuran el desarrollo del sentido de reconocimiento del mal. Por aquel trabajo obtienen un doble beneficio:

El primero es que las fuerzas que aparecen fuera de Su trabajo son colocadas ante ellos como una fuerza magnética que tira, que les persigue por su propia y libre voluntad en el espíritu del amor. Huelga decir que están libres de cualquier tipo de sufrimiento, que sufrirá el primer tipo.

El segundo beneficio es que ellos apresuran la consecución del objetivo deseado, que son los justos y los profetas que logran el objetivo en cada generación, como se explica en el artículo “La Esencia de Cabalá”,  en el tema “Sobre qué gira esta Sabiduría”.

Así ustedes ven que hay una gran distancia entre los que pagan conscientemente y los que lo hacen inconscientemente, como la supremacía de la Luz del deleite y el placer sobre la oscuridad del dolor y la agonía. Y él dice además: “y ellos tienen que confiar en que el juicio es verdadero”, es decir que a los que pagan conscientemente y de buen grado él les promete que “tienen que confiar”, que hay una gran fuerza en Su trabajo para llevarlos  a la meta sublime y esto merece que ellos se sometan a Su carga.

Y a aquellos que pagan inconscientemente les dice: “Y el juicio es verdadero”. Aparentemente hay que preguntarse por qué la Providencia permite que existan esas corrupciones y agonías en el mundo y deja que la Humanidad se fría en ellas sin misericordia.

Acerca de esto dice que el juicio es “un juicio verdadero” porque “todo está listo para el banquete”, es decir, para la meta verdadera. Y el deleite sublime que está destinado a emerger con la revelación de Su propósito en la Creación, que todos los problemas, los trabajos, y las angustias que nos sobrevienen a lo largo del tiempo, son como un anfitrión, que se preocupa por preparar un gran banquete para los invitados. Y la meta anticipada finalmente debe ser revelada, se parece a un banquete cuyos invitados asisten con gran placer. Por lo tanto dice “y el juicio es verdadero y todo está listo para el banquete”.

Tal como ustedes encuentran en Bereshit Rabá respecto de la creación del Hombre: los ángeles preguntaron: “¿Qué viene a ser el mísero hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que le visites?” (Salmos 8:5), es decir, “¿Para qué necesitas preocuparte de él?. Él les dice, ¿Entonces por qué fueron creadas Tzona y Alafim? Hay un proverbio acerca de un rey que tenía una torre llena de bienes, pero ningún invitado. ¿Qué placer obtenía entonces de su torre llena? Ellos le dijeron: Señor del mundo, Señor, nuestro Maestro, cuán grande es Tu nombre en toda la tierra. Haz lo que te complazca.

Es decir que los ángeles vieron el dolor y la agonía que le acontecerían a la Humanidad y se asombraron, ¿Para qué necesitas este problema? Y el Señor les contestó que en efecto él tiene una torre llena de bienes, pero sólo esta Humanidad es invitada a ella. Y desde luego los ángeles sopesaron en sus mentes los placeres que esperaban a los invitados en la torre, contra la agonía y los problemas que le esperan a la Humanidad, y cuando vieron que  era preferible para la Humanidad sufrir por el bien que les espera, acordaron con la creación del hombre., tal como dijo Rabí Akiva: “Y el juicio es verdadero y todo está listo para el banquete”, así desde el principio de la Creación todo el pueblo tiene reservaciones y el pensamiento del Creador les exige venir al banquete, consciente o inconscientemente.

Y ahora  verán la verdad en las palabras del profeta: “Y habitará el lobo con el cordero, y el tigre se acostará junto con el cabrito” (Isaías 11:6). Y él razona que “la tierra estará llena del conocimiento del Señor, como las aguas que cubren el mar” (Isaías 11:9). Así vemos que el profeta condiciona la paz en el mundo entero a que todo el mundo esté lleno del conocimiento de Dios, tal como hemos dicho que la resistencia dura y egoísta entre los  pueblos, junto con el deterioro en las relaciones internacionales, todo esto no cesará en el mundo por ningún consejo humano bajo ningún tipo de condiciones.

Nuestros ojos pueden ver como los pobres enfermos están envueltos en un dolor terrible, y la Humanidad ya se ha lanzado a la extrema derecha como en Alemania, o a la extrema izquierda, como en Rusia, y no sólo ocurre que no alivian el dolor, sino que han empeorado la enfermedad y la agonía y las voces se elevan hasta el cielo, como todos sabemos.

Por lo tanto, no tienen otro remedio que  llegar a la aceptación de Su carga, lo que significa enfocar sus actos a la voluntad del Señor y a Su propósito, como Él lo había planeado antes de la Creación. Y cuando hagan esto, será fácil ver que con Su trabajo toda la envidia y el odio serán eliminados de la Humanidad como lo he mostrado de sobra anteriormente, porque entonces todos los miembros de la Humanidad se unirán en un solo cuerpo con un corazón lleno del conocimiento del Señor. Entonces, la paz en el mundo y el conocimiento de Dios son una y la cosa misma.

Inmediatamente después de esto el profeta dice: “Y alzará bandera a las naciones, y recogerá a los desterrados de Israel, y congregará a los dispersos de Yehudá, de los cuatro cabos de la tierra” (Isaías 11:12)  Aprendemos que la paz mundial viene antes que la reunión de la Diáspora.

Ahora pueden entender las palabras de nuestros sabios: “El Creador no encontró una vasija para guardar la bendición para Israel, sino solo la paz”, como está dicho: “¡El Señor dará fortaleza a Su pueblo! ¡El Señor bendecirá a Su pueblo con la paz”.  (Salmos 29:11)”. Y aparentemente podría asombrarse con las palabras: “una vasija para guardar la bendición para Israel”, ¿y qué concluye uno a partir de estas palabras?

Pero estas palabras se hacen claras para ellos como la profecía de Isaías de que la paz mundial debe venir antes de la reunión de la Diáspora. Es por eso que dice: “El Señor dará fortaleza a su pueblo”. (Salmos 29:11), que en el futuro, cuando el Señor dé fortaleza a Su pueblo, es decir resurrección eterna, entonces “El Señor bendecirá a su pueblo con la paz”. (Salmos 29:11)  Esto significa que Él primero bendecirá a Su pueblo,  Israel, con la paz en el mundo entero, y luego Él, “Y acontecerá que en aquel día tornará el Señor la segunda vez a extender Su mano para recobrar los restos de Su pueblo”. (Isaías 11:11).

Nuestros sabios dijeron acerca de la razón de las palabras, por lo tanto, la bendición de la paz del mundo entero precede a la fortaleza, es decir a la redención, porque “Dios no encontró una vasija para guardar la bendición para Israel, sino la paz”. Es decir, mientras existan el amor propio y el egoísmo entre las naciones, Israel tampoco será capaz de adorar al Señor en la pureza, como otorgamiento, como se dice en la explicación de las palabras, “Y seréis para mí un reino de sacerdotes” (Éxodo 19:6), en el artículo La Adhesión. Nosotros vemos esto a partir de la experiencia, pues  la vuelta a  la Tierra y la edificación del Templo no podrían persistir y recibir la bendición que Dios ha prometido a nuestros padres.

Y eso es lo que ellos dijeron: “Dios no encontró una vasija para guardar la bendición”, es decir, hasta que Israel no tenga una vasija para guardar la bendición de los padres. Por lo tanto, el juramento que podemos heredar la tierra para toda la eternidad, aún no ha sido realizado, porque la paz mundial es la única vasija que nos permite recibir la bendición de los padres, como está dicho dice en la profecía de Isaías.

600.000 almas

Seiscientas Mil Almas

Está escrito que hay 600.000 almas, y que cada alma se divide en un número de chispas. Hay que entender, ¿cómo es posible que lo espiritual se divida? ya que desde un principio no fue creada (más que) una sola alma, i.e., la de Adam HaRishon.

Y de acuerdo a mi humilde opinión, de verdad no hay en el mundo más que una sola alma, como está escrito en Génesis, 2:7: “Y respiró en su nariz el respiro de la vida”.

Y la misma alma se encuentra en todos los miembros de Israel, en todos y cada uno en plenitud, como en Adam HaRishon,  porque lo espiritual no se puede cortar o dividir, ya que eso es propio de los materiales.

Cuando está escrito que hay 600.000 almas y chispas de almas, parece aquello se refiere a la división de la fuerza del cuerpo de cada uno. Es decir que, al principio, el cuerpo se separa y evita el resplandor del alma sobre éste por completo, y con la fuerza de la Torá y las Mitzvot se purifica el cuerpo y, de acuerdo a la medida en que se purifica, en esa misma media alumbra el alma común sobre la persona.

Por ello surgieron en el cuerpo dos discernimientos:

El Primer Discernimiento (Bejiná Alef) que siente que su alma es individual y especial, y no entiende que es el total de Israel, lo cual constituye un defecto, por lo que causa lo siguiente, junto con lo anterior.

El Segundo Discernimiento (Bejiná Bet ) que no le alumbra de verdad la luz de Israel en la totalidad de su fuerza de iluminadora, sino sólo parte de ella, es decir, de acuerdo a la medida y el alcance de su auto-purificación, en la medida de su retorno hacia el colectivo.

Y lo que indica si es que su cuerpo ha sido corregido por completo, es cuando siente que su alma se encuentra en todo el total de Israel, en todos y cada uno de ellos y, por lo tanto, no se siente también a sí mismo como un individuo, porque lo uno depende de lo otro, y entonces es puro sin defecto, y el alma (común) emana en él de verdad con todas sus fuerzas, como cuando apareció en Adam HaRishon, como está dicho, “quien respiró, desde dentro de Él respiró”.

Y este es el asunto de las tres etapas de la persona:

1) El aspecto de la chispa de un alma, en la acción por medio de las chispas, como en prohibir y permitir.

2) El alma individual, una parte de las 600.000, que es completa permanentemente, pero su defecto permanece con ella, es decir, que su cuerpo no puede alcanzar el aspecto de la totalidad de las almas, y se siente a sí misma como individual, y eso significa que todavía sufre muchas tribulaciones por amor.

Luego se acerca a la plenitud, al alma común, porque ya purificó su cuerpo y es completamente santo para el Creador, y no hace ninguna medida y ninguna pantalla, y se asimila por completo en el alma común de Israel.

Hemos aprendido que si aunque sea una persona retorna a su Amo por completo, inmediatamente llegará el rey Mesías.

Y parece que el significado es, como dijeron en el Cantar de los Cantares, capítulo 1, “La voz de Moisés equivale a las 600.000”. Y hay que entender que según eso encontramos dos veces 600.000 almas, el alma de Moisés y el alma de Israel.

Y parece que la verdad es, como lo hemos dicho anteriormente, que no hay más que un alma, como es sabido de acuerdo a la medida de todas y cada una de las almas que se purifica y se santifica a sí misma de su corrupción.

Por lo tanto, con su corrección, todas las almas atraerán hacia sí mismas todo el discernimiento del alma suprema de Atzilut hacia todas y cada una de las almas, porque lo espiritual no se divide, y entonces (Sacarías 14:9): “Entonces, El Señor será el Rey de toda la tierra”. Por lo cual, mientras a un alma le falte purificarse en plenitud, faltará esta atracción de santidad a todas y cada una de las almas de Israel.

Y también cuando se purifique un alma de Israel a sí misma de toda su impureza, entonces atraerá hacia ella todo el alma de Atzilut y, por medio de ella, se corregirán todas las almas de su generación, y ese es el motivo por el cual uno depende mucho del otro, como está escrito (Sanhedrin 11) “Era merecedor de que la Shejiná habite en él, pero su generación no lo merecía”.

Y el contenido de estas palabras es unánimemente confuso…que aquella alma que mereció purificarse, inmediatamente se esfuerza para elevar la gracia de la generación, y pide por ellos, hasta que eleva a toda su generación a su nivel.

Y ese es el significado de las palabras “El peso de Moisés equivale a 600.000” ya que, al ser su guía fiel, poseía toda la santidad que tenía toda la generación, y entiendan.

Ciertamente, en cada parte se encuentra el total, ya que al final, se unirán todas las almas en una, en el discernimiento de “su retorno a su raíz espiritual”. Por lo tanto, todos los milagros, todos los viajes que ocurrieron en todo el mundo durante seis mil años, deben ocurrir en cada alma individual, y el alma buena aspira a atraer hacia sí misma todos los discernimientos de santidad de antes y después, y el alma mala hace lo opuesto.

Y el tiempo que transcurre para la persona, son las generaciones, en las que cada generación se comporta como su juez, por la mente que lo juzga, de acuerdo a lo que recibe de la santidad en ese momento.

Por ello, cada alma está dispuesta a aspirar dentro de sí al alma de Moisés, Arón, Samuel, David y Salomón; es decir, de acuerdo al tiempo que pasa. Durante la salida de Egipto y la recepción de la Torá, el alma de Moisés, nuestro maestro, se le revela en su alma; durante las siete conquistas, las almas de Yoshuah; y durante la construcción del Templo, las almas del Rey Salomón, y entiende.

Y no se trata de las almas privadas arriba nombradas, sino de acuerdo a la regla que dice que lo espiritual no se divide, e inmediatamente cuando merece recibir un alma, recibe el alma común de Israel, de acuerdo a la medida de su purificación, y por ello, cuando alcanza los milagros arriba indicados, entonces recibe dentro de sí la plenitud del alma en esa revelación, por ello el nombre de la revelación le pertenece de verdad.

Y dijeron (Shabat 67; Baba Metzia, 113): ”Todo Israel son Hijos de reyes”. También, (Talmud Yerushalmi, Masejet Horaot 3, 5): “Un rey que muere, todos los miembros de Israel merecen el reino”, y este es un asunto muy importante, ya que en todas las previas generaciones, que fueron sólo la preparación para la Maljut, necesitaban vasijas especiales para atraer a sus jueces, como el alma de Moisés, Ismael, etc. Pero el objetivo final depende de todo Israel, ya que si falta una pequeña parte de la pequeña chispa, no se revelará el fin buscado. Por lo tanto, todo Israel merece la Maljut, porque todos son iguales en sentido verdadero, y por ello no hay ninguna vasija especial para atraer esa plenitud, a no ser quien se purifica y purifica su alma para ser merecedor de atraer la revelación de la Maljut al mundo, se llamará Rey David  en realidad.  Y este es el secreto del dicho “David, el rey de Israel, vive y existe”, porque no ha muerto para nada, y su vasija se encuentra en toda y cada una de las almas de Israel, pero el alma de Moisés no se encuentra a no ser en los estudiantes sabios de la generación, y en los profetas y en los sacerdotes, etc.

Y ese es el secreto de (Talmud Yerushalmi, Masejet Horaot 3, 5) “El rey que muere, todo  Israel merece el reinado”, y entiende. Y ese es el secreto del dicho “saca a la mayoría de su obligación”, y entiende muy bien.

Este es el significado de (Sota 49) “En la época del Mesías, el atrevimiento crecerá”, e (Isaías 3:5 ) “Los niños se comportarán insolentemente con los mayores, y los innobles con los honorables”, lo que significa que el joven y el abominable tendrán coraje en su alma, para atraer la Maljut al mundo, como si fuera un anciano noble de la generación.

Porque también el innoble, es decir, el que tiene un alma baja y corrupta de verdad desde su raíz, si tiene la intención en su corazón, y purifica sus acciones, para que sean deseadas, logrará atraer a su alma todo el alma común del pueblo santo, con todos los milagros que ha probado el pueblo santo hasta hoy, ya que todo no fue nada más que la preparación para esta plenitud. Por lo tanto, la misma alma individual debe probarlo todo, y adquiere su mundo en una hora, por causa del remedio de esa generación, que es el poder atraer la corona de Su reinado, que incluye a todo, y “Todos necesitan al dueño de las agujas, y cada elemento es necesario” (Brajot, 64; Baba Batra, 145).

Y lo que dijeron que si aunque sea una sola persona merece retornar en adhesión completa, inmediatamente llegará el Mesías, significa que sea quien fuera, incluso si una persona de la generación logra atraer por sí misma a esa alma, puede purificar a todos los miembros de su generación, ya que todo el que está obligado por el asunto, saca a la totalidad de su obligación, y podrá rezar mucho y realizar su rol con impulso, hasta que purifique a toda su generación.

Pero las otras redenciones, que fueron solamente una preparación, no incluyeron a todos y a cada uno. Por ejemplo, la entrega de la Torá le perteneció a la generación del desierto, y a Moisés su maestro, y a pesar de que todas las demás generaciones se esforzaron más, no atrajeron esta salvación, y por ello nadie más que Moisés, porque lo uno depende de lo otro.

Pero el discernimiento del Mesías está preparado para todas las generaciones, y por lo tanto para todos y cada uno. Por ello, está también lista para que todas y cada una de las personas atraigan el discernimiento del Mesías, porque todos tienen esa obligación.

Y el motivo es que el asunto de la atracción es la corrección de las vasijas, y la imagen de todas las vasijas es igual, porque toda división en ellas, es en el HBD de ellas, sus características. Por lo tanto, desde el ministro que ve la cara del Rey hasta el que se encuentra detrás de la montaña, todos son siervos iguales al causar el retorno del resplandor a su origen, y en ello no hay ningún nivel entre uno y su amigo.

No hay nada más aparte de Él

Lo escuché en Parashat Itró 1, el 1 de febrero de 1944

Está escrito: “No hay nada más que Él”. Esto significa que no existe ningún otro poder en el mundo capaz de oponerse al Creador. Y la razón por la cual uno ve que en el mundo hay cosas y poderes que niegan Su Poder Absoluto, se debe a que el Creador así lo desea.

Y este modo de corrección se llama “la mano izquierda rechaza y la derecha acerca”; es decir, aquello que la izquierda rechaza se considera una corrección. Esto significa que en el mundo existen cosas que, desde un principio, han tenido como finalidad desviar al hombre del camino correcto, y por medio de las cuales es rechazado de la Kedushá (Santidad).

Y el beneficio de estos rechazos es que, por medio de ellos, la persona recibe una necesidad y un deseo completo de que el Creador le ayude, puesto que ve que de otra manera estaría perdida ya que no sólo no progresa en su trabajo, sino que ve que retrocede, es decir, carece de la fuerza para observar la Torá y las Mitzvot[1] (preceptos), incluso en Lo Lishmá[2] (no en beneficio de la Torá). Pues sólo superando todos los obstáculos de manera genuina, por encima de la razón, pueden observarse la Torá y las Mitzvot. Pero la persona no siempre posee la fuerza para sobreponerse por encima de la razón; por el contrario, se encuentra forzada a desviarse de la senda del Creador, Dios no quiera, aun siendo Lo Lishmá.

Y aquel que siempre siente que lo fragmentado excede a lo intacto, es decir, que existen muchos más descensos que ascensos, y que no ve un final a estos estados, cree que permanecerá para siempre al margen de la Kedushá (Santidad), pues siente que es demasiado difícil para él observar la Torá en lo más mínimo, a menos de que pueda trascender por encima de la razón. Pero no siempre es capaz de conseguirlo. Por lo tanto, ¿cuál será el final de todo esto?

Entonces, finalmente determina que nadie puede ayudarle sino el Mismo Creador. Esto le lleva a realizar una sincera demanda de corazón al Creador para que le abra los ojos y el corazón y, ciertamente, le acerque más a la eterna adhesión con Dios. De esto se deduce que todos los rechazos que había experimentado, provenían del Creador.

Esto significa que no se debía a que hubiera fallado, a que no tuviera la capacidad de sobreponerse a los obstáculos. En cambio, a aquellas personas que verdaderamente desean acercarse al Creador, y con el fin de que no se contenten con poco, es decir, no permanezcan como niños ignorantes, se les brinda ayuda desde Arriba, para que no puedan decir: “Gracias a Dios, tengo Torá, Mitzvot y acciones de bien; por lo tanto, ¿qué más puedo necesitar?”

Y solamente si uno posee un deseo sincero, recibirá ayuda desde Arriba. Y constantemente se le muestra cuán carente está en su estado presente. Esto significa que se le envían pensamientos y opiniones que se oponen al trabajo con el fin de hacerle ver que no está unido al Señor. Y en la medida en que consigue sobreponerse, siempre acaba viendo que se encuentra más lejos de la Kedushá que los demás, quienes se sienten unidos al Creador.

Sin embargo, uno siempre tiene quejas y reclamos, y no consigue justificar el comportamiento del Creador, y cómo Él se comporta con uno. Esto le provoca dolor. ¿Por qué no está unificado con el Creador? Finalmente llega a sentir que no tiene parte alguna de la Kedushá.

Aunque uno en ocasiones recibe un despertar desde Arriba que le revive momentáneamente, enseguida vuelve a caer a lo más bajo. No obstante, esto es lo que lo lleva a descubrir que sólo Dios puede ayudarle y acercarle realmente.

El hombre siempre debe tratar de aferrarse al Creador. Esto significa que todos sus pensamientos deben estar orientados hacia Él, y que aun encontrándose en el peor estado, un estado del cual no pueda concebirse un mayor descenso, no debe abandonar Su dominio. Es decir, no debe concebir que exista otra autoridad que le esté impidiendo entrar en la Kedushá, y que sea capaz de causar beneficio o daño alguno.

Esto significa que no debe pensar que existe la fuerza de la Sitra Ajra (otro lado, opuesto) impidiéndole ejecutar buenas acciones y seguir la senda de Dios. En cambio, todo es llevado a cabo por el Creador.

Baal Shem Tov decía que aquel que sostiene la existencia de otra fuerza en el mundo, es decir, Klipot (cáscaras), se encuentra en un estado de “servir a otros dioses”. No es necesariamente el pensamiento herético el responsable de la transgresión. Pero si él cree que existe alguna otra autoridad y fuerza aparte del Creador, de esta forma ya está cometiendo un pecado.

Más aún, aquel que sostiene que el hombre es dueño de su propia autoridad y que afirma que fue él mismo quien ayer no deseó seguir la senda del Creador, también está pecando de hereje. Esto se debe a que no cree que sólo el Creador sea quien dirige al mundo.

Sin embargo, cuando comete una transgresión, ciertamente debe arrepentirse y lamentarse por haberla cometido. Pero también aquí debemos colocar al dolor y a la pena en el lugar que les corresponde, es decir, ¿dónde encuentra la causa de ese pecado? Pues este es el punto del que se debe lamentar.

Entonces, la persona debe arrepentirse y decir: “He cometido ese pecado, porque el Creador me arrojó de la Kedushá a un lugar de suciedad, a la letrina, al sitio de residuos”. Esto significa que el Creador le dio a uno un deseo y un anhelo para entretenerse y respirar aire en un lugar pestilente.

(Y se puede afirmar, como está escrito en los libros, que a veces uno llega encarnado en un cerdo. Debemos interpretar esto, como él dice, entendiendo que uno recibe un deseo y anhelo de extraer vida de aquellas cosas que previamente había considerado meros desperdicios, pero ahora desea nutrirse por medio de ellos).

Además, cuando uno siente que ha llegado a un estado de ascenso, y percibe un poco de  sentido en el trabajo, no debe decir: “ahora me encuentro en un estado en el cual comprendo que vale la pena servir al Creador”. En cambio, debe saber que en ese momento ha sido favorecido por el Creador, y por lo tanto, Él lo acercó más a Sí; y esta es la razón por la cual en ese momento percibe un sentido en el trabajo. Y debe cuidarse de no abandonar el dominio de la Kedushá afirmando que exista alguien más que esté actuando aparte del Creador.

(Pero esto significa que el ser favorecido por el Creador, o lo contrario, no depende de la persona misma, sino sólo del Creador. Y el hombre, con su mente externa, no puede comprender por qué razón el Señor lo ha favorecido en ese momento y no después).

Del mismo modo, cuando lamenta que el Creador no lo acerca a Él, también debe cuidar en qué sentido lamenta este distanciamiento respecto del Creador. Pues si lo hace pensando en su beneficio personal, entonces se estaría convirtiendo en un receptor para sí mismo, para su propio beneficio; y quien recibe, está separado de Él. En cambio, debería lamentar el exilio de la Shejiná (Divinidad), o sea, está causando aflicción a la Shejiná.

Uno puede tomar como ejemplo cuando algún pequeño órgano del cuerpo está dolorido, ciertamente el dolor es percibido básicamente en la mente y en el corazón. El corazón y la mente representan la totalidad del hombre. Y por supuesto, la sensación de un solo órgano no puede ser equivalente a toda la sensación de dolor en la persona, donde se siente la mayor parte del dolor.  Así es el dolor que uno siente por estar alejado del Creador, ya que uno no es más que un órgano particular de la divina Shejiná, porque esta es el alma de Israel en su totalidad. Por lo tanto, el dolor particular no se asemeja al grado de dolor general. Esto significa que existe aflicción en la Shejiná cuando los órganos son apartados de ella, y no puede sustentarlos.

(Y podríamos decir que este es el significado de lo que dijeron nuestros sabios: “Cuando un hombre se lamenta, ¿qué es lo que dice la Shejiná? ‘Oprobio a mi cabeza’”). Y si uno no vincula el pesar por estar alejado del Creador a sí mismo, se salva de caer en la trampa del deseo de recibir “para sí mismo”, que es considerado “separación de la Santidad”.

Lo mismo sucede cuando uno siente cierta cercanía con la Kedushá; cuando siente alegría por haber sido favorecido por el Creador. También entonces uno debe sostener que su gozo se debe principalmente a que ahora existe deleite Arriba, en la Sagrada Shejiná, al haber logrado acercar a Ella ese órgano particular, en vez de haberlo tenido que alejar de Su lado.

Y uno obtiene alegría del hecho de ser recompensado con poder deleitar a la Shejiná. Esto está en concordancia con el cálculo anterior que dice que, cuando hay deleite para lo individual, es sólo una parte del deleite del total. A través de estos cálculos, uno pierde su individualidad y evita ser atrapado por la Sitra Ajra, que es el deseo de recibir “en beneficio propio”.

Si bien el deseo de recibir es imprescindible, pues de él está compuesto el hombre en su totalidad,, se debe a que cualquier cosa que exista en la persona aparte del deseo de recibir, no pertenece al creado, sino que se le atribuye al Creador. Pero el deseo de recibir placer debe ser corregido invirtiéndolo con el fin de otorgar.

Esto significa que el placer y el deleite que el deseo de recibir consigue, deben corresponder con la intención de brindar deleite Arriba cada vez que el creado sienta placer, puesto que este fue el propósito de la creación: beneficiar a Sus creaciones. Y esto se llama “el deleite de la Shejiná Arriba”.

Por esta razón uno debe hallar consejo sobre cómo causar deleite Arriba. Y por cierto, si uno recibe placer, también Arriba se sentirá contento y satisfacción. Por eso, el individuo anhela estar siempre  en el palacio del Rey, y poder divertirse con los tesoros del Rey. Y eso, por supuesto, provocará contento y satisfacción Arriba. De esto se desprende que todo el anhelo debe estar orientado exclusivamente  en beneficio del Creador.

 


[1] También Mandamientos.

[2] En traducción literal “no en Su Nombre”.

Introducción al Libro del Zóhar

Introducción al Libro del Zóhar

1. En esta introducción quisiera esclarecer cuestiones que al parecer son Asuntos que cada uno maneja y sobre los cuales mucho se ha escrito. Es que aún no hemos alcanzado un conocimiento concreto y suficiente de ellos. Aquí están las preguntas:

  1. ¿Qué es nuestra esencia?
  2. ¿Cuál es nuestro papel en la larga cadena de la realidad de la que somos pequeños eslabones?
  3. La introspección nos revela nuestras imperfecciones y nuestra posición inferior. Mas, al examinar al Trabajador (Creador) que nos ha concebido, estamos obligados a sentirnos llenos de elogio. Y, ¿no es lógico que de un perfecto trabajador salgan sólo trabajos perfectos?
  4. Nuestra mente nos dice que Él es completamente benevolente, más allá de toda comparación. Entonces, ¿Cómo es que Él creó criaturas que sufren y agonizan a través de todas su existencia? ¿No es la naturaleza del bien hacer el bien o por lo menos no dañar de la manera que se hace?
  5. ¿Cómo es posible que el Infinito, sin inicio y sin final, extraiga de sí mis- mo criaturas transitorias, mortales y finitas en sí mismas?

2. Para esclarecer todo esto completamente, necesitamos anteponer algunas indagaciones. Excepto –Dios no permita- en el lugar en que está prohibido; es decir, en Su Esencia del Creador, en donde no hay un pensamiento comprensible en Él en lo absoluto, y debido a esto no tenemos ningún pensamiento ni expresión de Él, excepto en el lugar en que la indagación es una Mitzvá; es decir, la investigación de Sus actos, tal como nos manda la Torá: “conoce al Elokim de tu padre y sírveLo”. Así dice el poema de la unificación: “de Tus actos te conoceremos”.

Indagación 1: ¿Cómo podemos imaginar una nueva creación, que significa algo nuevo, que no sea parte de Él, cuando es obvio para alguien de mente justa que no hay nada que no sea parte de Él? ¿Cómo uno da lo que no tiene?

Indagación 2: Si se dice que a partir de Su poder omnipotente, Él ciertamente puede crear existencia a partir de la ausencia, es decir, algo nuevo que no está en Él, surge la pregunta: ¿Qué es aquella realidad que puede ser concebida, la cual no tiene lugar en Él y que es completamente  nueva?

Indagación 3: Tratando con lo que cabalistas han dicho, que el alma de un hombre es una parte de Dios, de tal manera que no hay diferencia entre Él y el alma, sino que Él es el “todo” y el alma es una “parte”.Ellos lo han comparado a una roca esculpida de una montaña. No hay diferencia  entre la roca y la montaña, excepto que Él es un “todo” y la roca es una “parte”.Pero, ¿cómo podemos imaginar aquello, acerca de Él, que Él separó una parte de  Su  esen-cia, es decir,  un alma, al  punto tal de que puede sólo ser comprendida como parte de  Su esencia.

3. Indagación 4: Debido a que la Carroza del mal y las cáscaras están al otro extremo de Su santidad, y que no se puede concebir algo más remoto, cómo puede ser extraído o fabricado de santidad, mucho menos, ¿cómo se sostendría.

Indagación 5: El asunto de la resurrección de los muertos: Puesto que el cuerpo es tan despreciable que inmediatamente al nacer está sentenciado a perecer y ser enterrado. Además, El Zóhar dice que antes que el  cuerpo se  pudra enteramente, el  alma no puede ascender a su lugar en el Cielo, mientras haya aún remanentes de él. Por consiguiente, ¿por qué el alma debe retornar y ascender en el renacimiento de los muertos?, ¿No podría el Creador satisfacer las almas sin eso? Aún más, según nuestros sabios las personas muertas están destinadas a elevarse con sus defectos para que no sean confundidas con otras, y después, Él sanaría sus defectos. Debemos comprender, ¿Por qué Dios vigilaría que esas almas no sean confundidas por otras, para luego sanar sus defectos?

Indagación 6: Nuestros sabios dicen que el hombre es el centro de la realidad, que los mundos superiores y este mundo corporal y todo en ellos no fue creado sino por Él, obligan- do al hombre a creer que el mundo había sido creado para él. Es difícil comprender por qué si cada ser humano con todas sus limitaciones asimila nada más un puñado de la realidad de este mundo y mucho menos de los mundos superiores, cuya altura es inconmensurable, el Creador se tomó la molestia de hacer todo esto para él. Y además, ¿Por qué el hombre habría de querer todo aquello?

4. Con el fin de comprender estás preguntas e indagaciones, la clave es empezar a mirar el propósito de la creación. Nada puede ser comprendido en el medio del proceso, sino sólo en su final. Y está claro que no hay acto sin propósito, sólo el demente puede actuar sin propósito.

Conozco que hay aquellos quienes arrojan sobre sus espaldas la carga de la Torá y Mitzvot (preceptos), diciendo que el Creador ha creado la realidad, luego la dejó sola y que debido a la inutilidad de las criaturas, no es digno para el Creador exaltado mirar sobre sus caminos pequeños.

Pero mientras consideremos que el Creador, quien es perfecto de cualquier manera, es el único quien creó y diseñó nuestros cuerpos con todos sus atributos despreciables y admi- rables, comprenderemos que desde el fondo de la mano del Trabajador Perfecto no puede emerger un acto imperfecto, puesto que cada acto testifica a su ejecutante. ¿Qué culpa tiene un mal vestido, si algún mal sastre lo hizo?

Sobre esto encontramos en el Talmud (Taanit 20) un cuento acerca del Rabí Eleazar quien se enfrentó a un hombre repugnante. Él dijo entonces: “Cuán repugnante es aquel hombre”. El hombre respondió: “Ve y dile al Artesano que me hizo: cuán repugnante es este instrumento que Tú hiciste”. Por eso, aquellos que claman que debido a nuestra bajeza, no es digno para Él mirarnos, y que por consiguiente Él nos ha dejado, no hacen más que mostrar pública- mente su ignorancia.

Intenten imaginar que conocen a algún hombre quien crearía criaturas precisamente así, ellas sufrirían y agonizarían sus vidas enteras como hacemos nosotros, y no sólo esto, sino que les daría la espalda, sin cuidarlas ni ayudarlas. ¿Cuán despreciable y bajo sería juzgado?

¿Puede tal cosa ser pensada por Él?

5. Por consiguiente, el sentido común indica que debemos comprender el opuesto que parece estar en la superficie, y decidir que somos realmente criaturas dignas y nobles, de importancia inmensurable, actualmente dignas del Trabajador que nos hizo. Si deseamos encontrar defectos en nuestros cuerpos, entonces detrás de todas las excusas que demos, lle- gamos siempre al Creador, quien nos creó. En la naturaleza dentro de nosotros está claro que Él nos creó y no Él también sabe todos los caminos que fluyen desde la naturaleza y los atributos que Él creó en nosotros. Es como hemos dicho, que debemos contemplar el fin del acto. Entonces seremos capaces de comprender todo, como dice el dicho: “No mues- tres a un tonto un trabajo incompleto”.

6. Nuestros sabios nos enseñan que el Creador creó el mundo por ninguna otra razón sino la de entregarlo a Sus Aquí es donde debemos ubicar nuestra mente y corazón, es el objetivo final del acto de la creación del mundo. Debemos tener presente, que puesto que el pensamiento de la creación es de entregarla a Sus criaturas, Él hubo de crear en las almas una gran cantidad de deseo de recibir. Según la medida de cada placer y deseo depende la medida del deseo de recibirlo. Cuanto más grande el deseo de recibir, más grande el placer y cuanto menor es el deseo, menos es el placer de la recepción. De tal forma que el pensamiento de la creación en sí mismo, dicta a la creación de un excesivo deseo de recibir, de corresponder al inmenso placer que Su pensamiento todopoderoso entrega sobre las almas. Para el gran deleite y el gran deseo de recibir debemos estar de acuerdo.

7. Una vez que hemos aprendido esto, hemos empezado a comprender la segunda indagación a su plenitud y con completa claridad. Hemos aprendido cuál es la realidad con que uno puede fundamentar claras resoluciones, que no es una parte de Su esencia, con la intensidad que podemos decir que es una nueva creación (existencia a partir de la existencia). El pensamiento de la creación es el de entregarla a Sus criaturas, Él creó una medida del deseo de recibir de Él la generosidad y el gozo que planeó para ellas. Así vemos que el deseo de recibir, el cual ciertamente no fue una parte de Su esencia antes que Él lo hubiese creado en las almas, porque ¿de quién podría Él recibir, que es algo nuevo que no está en Él?.

Y junto a eso comprendemos, concordando con el pensamiento de la creación, que no hubo necesidad de crear nada más que el deseo de recibir. Toda la satisfacción en el pensa- miento de la creación, resulta directamente de Su esencia, sin tener necesidad de recrearla, puesto que está ya extraída (existencia a partir de la existencia) en el gran deseo de recibir que está en las almas. Así vemos que el asunto de la creación renovada, desde el inicio hasta el fin es sólo el “deseo de recibir”.

8. Ahora hemos llegado a comprender las palabras de los cabalistas en la tercera indaga- ción. Nos sorprendemos de cómo fue posible decir acerca de las almas que fueron una parte de Dios, semejante a una roca que es esculpida de una montaña, que no hay diferencias entre ellos excepto que una es una “parte” y la otra el “todo”. La roca que es esculpida de la mon- taña llega a ser separada por un hacha creada para ese fin, pero ¿cómo podemos decir esto acerca de Su esencia? Y, ¿con qué fueron las almas divididas de Su esencia y excluidas del Creador para llegar a ser criaturas?

Comprendemos claramente que como el hacha corta y divide un objeto físico en dos, así el cambio espiritual de forma lo divide en dos. Por ejemplo, cuando dos personas se aman la una a la otra, decimos que se unieron una a otra como un cuerpo. Y cuando se odian entre sí, decimos que están lejos como el oeste del este. La semejanza de forma; es decir, que cuando la personas son iguales en forma, que cada una ama lo que la otra ama y odia lo que la otra odia, llegan a fusionarse. Y si hay algún cambio de forma entre ellas, cuando a una de ellas le gusta algo que la otra odia y viceversa, con intensidad llegan a distanciarse y hasta a odiarse están consideradas tan lejos una de la otra como el este y el oeste, en otras palabras, una el extremo de la otra.

9. Encontramos que en la espiritualidad el cambio de forma actúa como el hacha en el mundo corporal, y la distancia entre ellas es proporcional al contraste de la forma. A partir de esto aprendemos que el deseo de recibir placer ha sido impreso en las almas y que la forma está ausente en el Creador, porque ¿de quién puede Él recibir?, ya que la diferencia de forma que las almas adquirieron las separan de Su esencia como el hacha que esculpe una roca de la montaña. Debido a la diferencia de forma las almas fueron separadas del Creador y llegaron a ser criaturas. Sin embargo, todo lo que las almas adquieren de Su Luz está extendido a partir de Su esencia como la existencia a partir de la existencia

Por lo tanto, Él expulsa aquéllas hasta que la Luz que reciben en su vasija (la cual es el deseo de recibir) sea correspondida, no hay diferencia entre ellas y Su esencia. Esto es debido a que ellas reciben, existencia a partir de la existencia, directamente de Su esencia, y la diferencia entre las almas y Su esencia es sólo que las almas son una parte de Su esencia. Esto significa que la cantidad de Luz que ellas reciben en sus vasijas (siendo el deseo de recibir) está ya separada de Dios porque está siendo recibida a través de la diferencia de forma del deseo de recibir, la cual hizo una parte a través del cual ellas fueron separadas del “todo” y llegaron a ser una “parte”. Así la única diferencia entre ellas es que una es un “todo” y la otra es una “parte”, como la roca que es esculpida de una montaña. Y escudriñamos esto meticulosamente porque es imposible extenderse más allá en una cuestión suprema.

10. Ahora podemos comprender la cuarta pregunta: ¿Cómo es posible que a partir de Su Santidad surja la carroza de impureza y las cáscaras, ya que son opuestas a Su Santidad? y ¿cómo puede ser que Él las respalde? Debemos primero comprender la esencia de la impu- reza y las cáscaras, reconocer que es el gran deseo de recibir, el cual dijimos es la esencia de las almas.

Con el fin de enmendar la separación que descansa sobre la vasija de las almas, Él creó to- dos los mundos y los separó en dos sistemas, así como dice el verso: “Uno frente al otro Dios los hizo”, los cuales son los cuatro mundos sagrados de ABYA y opuestos a estos los cuatro mundos impuros de ABYA. Él grabó el deseo de otorgar en los mundos sagrados de ABYA   y sacó de ellos el deseo de recibir para sí mismos, y lo impuso en el sistema de los mundos impuros de ABYA que han llegado a ser separados del Creador y de todos los mundos sagra- dos  de  ABYA.

Por esa razón las cáscaras son llamadas “muerte”, como dice el verso: “los sacrificios de la muerte” (Salmos 106.28). Y la maldad es atraída a ellas, así como nuestros sabios dicen: “la maldad es llamada muerte cuando aún vive”, porque el deseo de recibir grabado en ellas en oposición de forma a Su Santidad las separa de la Vida de Vidas, y están alejadas de Él desde un extremo al otro. Es así, porque Él no tiene interés en la recepción, solamente en el otor- gamiento, mientras las cáscaras quieren sólo recibir para su propio placer, nada hacen con el otorgamiento, y no hay más grande oposición que esto. Ya sabemos que la lejanía espiritual empieza con alguna diferencia de forma y finaliza en la oposición de forma, la cual es la más remota distancia posible en el último grado.

11. Los mundos encadenados en la realidad de este mundo corporal simbolizan un lugar donde hay un cuerpo y un alma, un tiempo de corrupción y otro de corrección. El cuerpo, el cual es el deseo de recibir para sí mismo, está extendido desde su raíz en el pensamiento de la creación, a través de los sistemas de los mundos impuros, tal como el versículo dice: “Y un potro de asno será convertido en hombre” (Job 12) y permanecerá bajo la autoridad de ese sistema por los primeros trece años, el cual es el tiempo de la corrupción”.

A través de la observación de la Torá y Mitzvot (preceptos) a partir de los trece años, con el fin de entregar alegría a su Creador, empieza a purificar su deseo de recibir, y lentamente lo cambia con el fin de otorgar, a través del cual extiende un alma sagrada desde su raíz en el pensamiento de la creación. Pasa a través del sistema de los mundos sagrados y se viste en el cuerpo. Este es el tiempo de la corrección.

De esta manera él acumula grados de santidad a partir del pensamiento de la creación en el Infinito, hasta que estos le ayuden a cambiar su deseo de recibir para sí mismo, a recibir con el fin de otorgar alegría a su Creador, y no para sí mismo. Por eso, uno adquiere equivalencia de forma con su Creador, porque la recepción con el fin de otorgar es considerada un otorgamiento puro.

En Maséjet Kidushin se dice que en compañía de un hombre importante ella da y él dice -por eso tú estás santificada. Porque la recepción con el fin de satisfacer al que da es consi-derada otorgamiento absoluto. Por eso uno adquiere adhesión completa con Él, la adhesión espiritual no es más que equivalencia de forma, como nuestros sabios dijeron, “uno no se apega a Él, sino a sus atributos”, y por eso un hombre llega a ser digno de recibir gozo, placer y nobleza dentro del pensamiento de la creación.

12. Por lo tanto, hemos explicado claramente la corrección del deseo de recibir que está grabado en las almas por el pensamiento de la creación. Él ha preparado para ellas dos siste- mas de mundos, uno frente al otro, a través de los cuales las almas pasan y se dividen en dos aspectos, el cuerpo y el alma, y se visten una en la otra

Y a través de la Torá y Mitzvot los seres humanos finalmente cambian el deseo de recibir a deseo de otorgar, y entonces pueden recibir todos los placeres en el pensamiento de la creación. Con esto adquieren una adhesión sólida con Él porque a través del trabajo en la Torá y Mitzvot han logrado similitud de forma con su Creador, la cual es considerada el final de la corrección. Y entonces, no habiendo más necesidad por el Otro Lado impuro, este sería eliminado de la tierra y la muerte cesaría para siempre. En ese caso, todo el trabajo que fue dado al mundo en los pasados seis mil años, y a cada persona por la duración de sus 70 años de vida, sólo es con el fin de llevarlas al final de la corrección, a la equivalencia de forma arriba  mencionada.

El objetivo de la formación y extensión de los sistemas de las Klipot (cáscaras) y la impu- reza a partir de Su Santidad está también completamente claro ahora. Si nuestros cuerpos, con sus deseos de recibir corruptos, no hubieran sido extendidos a través de los sistemas im- puros, nunca habríamos sido capaces de corregir los deseos; uno no puede corregir aquello que no está en él.

13. Además, tenemos aún que comprender, ¿cómo podría el deseo de recibir, cuando es tan imperfecto y corrupto, haberse extendido desde el pensamiento de la Creación en el In- finito, cuya unidad está más allá de las palabras y más allá de la descripción? En verdad, por el inmediato pensamiento de crear las almas, Su pensamiento completa todo, ya que Él no necesita de un acto como Y debidamente alejadas vinieron a estar todas las almas (y mundos) que fueron destinadas a ser creadas, llenadas con todo el placer, gozo y nobleza que Él ha planeado para que posean. En la perfección final las almas han sido destinadas a recibir en el fin de la corrección, significando que después, el deseo de recibir en las almas ha sido completamente corregido y convertido en puro otorgamiento, completamente idéntico al Emanador.

Esto es porque en Su Eternidad, el pasado y el presente son como uno, y el futuro es como el presente y en Él no existe tal cosa como el tiempo. Y debido a eso nunca existió el objetivo del deseo corrupto de recibir en su estado separado, en el Infinito. Al contrario, aquella equivalencia de forma que se destinó a ser revelada en el fin de la corrección, apareció instantáneamente en el Infinito. Y nuestros sabios dijeron acerca de aquello: “Antes  que    el mundo haya sido creado existieron Él y Su nombre como uno”. Pues la forma separada del deseo de recibir no ha sido revelada en la realidad de las almas que se extendieron en el pensamiento de la creación, más bien ellas fueron unidas a Él en similitud de forma, como “Él  y  Su nombre, son uno”.

14. Esto lo encontramos en su totalidad a través de tres estados para el alma:

Primer estado: Su presencia en el Infinito, en el pensamiento de la creación, donde ya tienen la forma futura del Fin de la Corrección.

Segundo estado: Su presencia en los seis mil años, los cuales fueron divididos por los dos sistemas en un cuerpo y un alma, cuando el trabajo en la Torá y Mitzvot fue dado con el fin de convertir su deseo de recibir a un deseo de otorgar alegría a su Creador, y no para sí mismos. Durante ese tiempo no habrá corrección para los cuerpos, solamente para las almas. Eso significa que estas tienen que eliminar cualquier aspecto de recepción para sí mismas, en lugar de quedarse con un deseo de otorgamiento que es la forma del deseo en las almas. Incluso las almas de los sabios no serán capaces de regocijarse en el Paraíso después de su partida, sino sólo después que el cuerpo se pudra en el polvo.

Tercer estado: este es el estado del Fin de la Corrección de las almas, después de la muerte. En este momento la  completa corrección vendrá a  los  cuerpos, para entonces la recepción por sí misma, la cual es la figura del cuerpo, adoptará la forma del puro otorgamiento, y llegará a ser digna de recibir para sí misma todos los placeres, deleites y bondades en el pensamiento de la creación. Con todo eso se logrará adhesión sólida de- bido a su equivalencia de forma con el Creador, puesto que ahora toma placer completo en el otorgamiento. En breve usaremos los nombres de estos tres estados, que significan el primer estado, el segundo estado y el tercer estado, por lo que vale la pena recordar todo lo que se ha dicho sobre cada una de ellos.

15. Cuando examinamos los tres estados arriba mencionados, encontraremos que uno necesita completamente del otro, en una manera que si uno va a ser ocultado, el otro también sería

Si por ejemplo, el tercer estado, el cual es la transformación de la forma de recepción a otorgamiento, no se hubiera materializado, entonces el primer estado tampoco. Esto es porque la perfección no se materializó allí, sólo a causa de que el futuro tercer estado ya se había materializado como si estuviese presente. Toda la perfección que fue  dibujada en ese estado es similar a una reflexión del futuro en el presente. Si el futuro pudiera     ser ocultado, no habría ningún presente. Por consiguiente el tercer estado necesita de la existencia  del primero.

Más aún, cuando algo del segundo estado es ocultado, porque allí es donde está todo el trabajo que es destinado a estar en el tercer estado; es decir, el trabajo de la corrupción y la corrección y la continuación de los grados, entonces, ¿Cómo ocurrirá el tercer estado?. Por consiguiente vemos que el segundo estado necesita de la existencia del tercero.

La existencia del primer estado en el infinito es donde radica la perfección del tercer es- tado. En definitiva necesita ser adaptado, lo cual significa que el segundo y tercer estado se materializan en completa perfección. En ese sentido, el primer estado por sí mismo necesita la materialización de los dos sistemas opuestos en el segundo estado con el fin de permitir la existencia de un cuerpo en el deseo de recibir, el cual ha sido corrompido por el sistema im- puro, permitiéndonos así corregirlo. Y si no hubiera habido un sistema de mundos impuros, no tendríamos el deseo de recibir y no podríamos haberlo corregido a fin de llegar al tercer estado; dado que “uno no puede corregir aquello que no se encuentra en él”. Por lo tanto, no necesitamos preguntar cómo surgió el sistema impuro desde el primer estado. Es el primer estado el que necesita su materialización y esa forma de existencia en el segundo estado.

16. Por consiguiente, uno no debe sorprenderse de cómo la elección ha sido tomada de nosotros, puesto que nosotros debemos estar obligados a llegar al tercer estado, el cual ya está presente en el El asunto es que hay dos caminos que el Creador ha puesto para nosotros en el segundo estado para traernos el tercer estado:

  1. La vía de la observancia de la Torá y Mitzvot.
  2. La vía del dolor, puesto que el dolor refina al cuerpo y eventualmente nos obliga a convertir nuestro deseo de recibir a la forma de un deseo de otorgar y juntarnos a Él. Es como nuestros sabios dijeron: “Si vosotros os arrepintieseis, bien, si no, Yo colocaré sobre vosotros un rey como Hamán, y él os hará arrepentiros”. Nuestro sabios dijeron: “Si ellos están de acuerdo, Yo aceleraré su tiempo. (Se conoce como Ajishenay si no, será a su debido tiempo. (Se conoce como Beitó) Esto significa que si estamos de acuerdo, a través de la primera vía, por observancia de la Torá y Mitzvot, aceleraremos así nuestra corrección, y no necesitaremos la desagradable agonía y el alargamiento del tiempo que toman con el fin de obligarnos a la reforma. Y si no, “será a su debido tiempo”.

Esto significa que sólo el dolor obligará nuestra corrección y el tiempo de la corrección será forzado sobre nosotros. En general, la vía del dolor es también el castigo de las almas en el Infierno. Pero el Fin de la Corrección, el cual es el tercer estado, es una obligación absoluta, en una vía o en la otra, a causa del primer estado. Nuestra elección está solamente entre la vía del dolor y la vía de la Torá y Mitzvot. Así lo hemos hecho muy claro de cómo los tres estados de las almas están conectados uno al otro y necesariamente necesitan uno del otro.

17. A partir de todo lo anterior comprendemos completamente la tercera pregunta, que cuando nosotros nos examinamos, nos vemos como seres que se han corrompido tan bajo como se es Pero cuando examinamos al Creador quien nos creó, debemos enaltecer- nos porque no hay más alto que Él, como proviniendo del Creador quien nos creó, porque la naturaleza de lo completo es ejecutar actos completos.

Ahora podemos comprender que nuestro cuerpo, con todos sus pequeños incidentes y nuestro cuerpo real, puesto que nuestro cuerpo real, el cuerpo eterno y completo, ya existe en el Infinito, en el primer estado, donde él toma su forma perfecta a partir del futuro tercer estado, lo cual significa recibir en la forma de entregar, que es equivalente en forma con el Creador.

Y si nuestro primer estado requiere que recibamos la cáscara de aquel cuerpo en el segun- do estado, en su forma corrupta y repugnante, la cual es el deseo de recibir para sí mismo, la fuerza que nos separa del infinito, de modo que lo corrija y nos permita recibir nuestro cuerpo eterno en la práctica, en el tercer estado; no necesitamos protestar en contra de eso. Nuestro trabajo no puede ser hecho sino en cuerpos así de transitorios e inútiles como los nuestros, ya que “uno no corrige aquello que no se encuentra en él”.

De esa manera, nosotros ya estamos en ese estado digno y perfecto, adaptado a un operador perfecto quien nos ha creado en ese segundo estado, para que este cuerpo no nos abandone de ninguna manera ya que va a expirar y a morir, y está aquí sólo por el tiempo necesario para la anulación y recepción de nuestra forma eterna.

18. De esta manera llegamos a la quinta pregunta: ¿Cómo podría ser que a partir de lo eter- no se extiendan acciones inútiles y transitorias? Vemos además que de hecho, ya han sido extendidas como deberían, dignas de Su eternidad, simbolizando seres perfectos y

Habíamos dicho antes (ítem 13), que esta forma de nuestro cuerpo, la cual es el deseo de recibir para sí mismo, de alguna manera no está presente en el pensamiento de la creación, ya que estamos concebidos como el tercer estado, no obstante, es una obligación el segundo estado, con el fin de permitirnos corregirlo. No debemos considerar otros seres en el mundo sino el hombre, puesto que el hombre es el centro de la creación.

Y todas las otras creaciones no tienen valor por sí mismas, sino al punto que son útiles para hacer que el hombre logre su integridad. Por consiguiente, suben y bajan con él sin ninguna consideración por sí mismas.

19. Con esto, llegamos a la cuarta pregunta: Puesto que la naturaleza del bien es dar, ¿cómo Él inicialmente creó seres que serían atormentados y agonizados a lo largo de sus vidas ente- ras? Porque, así como dijimos, toda nuestra agonía es necesitada por nuestro primer estado, donde nuestra completa eternidad que viene del futuro tercer estado nos obliga a ir ya sea por la “vía de la Torá” o por la “vía del dolor”, y venir y alcanzar la eternidad en el tercer estado (ítem 15).

Pero esta agonía es sentida solamente por la cáscara de nuestro cuerpo, creado sólo para pe- recer y ser enterrado. Y esto nos enseña que el deseo de recibir para sí mismo, es creado sólo a fin de ser erradicado, abolido del mundo y convertido a un deseo para otorgar. Los dolores que sufrimos son sólo descubrimientos de su poco valor y el daño en él. Además, cuando todos los seres humanos acuerden abolir y erradicar su deseo de recibir para sí mismos, y no tengan otro deseo sino el de otorgar a sus amigos, todas las preocupaciones y amenazas en el mundo cesarían de existir. Todos estaríamos asegurados con una vida completa y saludable, puesto que para todos y cada uno de nosotros sería un mundo completo, listo para satisfacer cada necesidad.

No obstante cuando cada uno tiene sólo el deseo de recibir para sí mismo, se originan los dolores, las guerras y las matanzas de las cuales no podemos escapar, debilitando nuestros cuerpos con toda clase de heridas y malestares y, si nos damos cuenta, todas las agonías en nuestro mundo no son sino manifestaciones que son ofrecidas a nuestros ojos, con el fin  de empujarnos a anular la cáscara maligna del cuerpo para enfrentar la forma completa del deseo de otorgar. Tal como hemos dicho, la vía del dolor por sí misma puede llevarnos a la forma deseada. Tengan en mente que los Mitzvot (preceptos) entre hombre y hombre vienen antes que los preceptos entre el hombre y Dios, porque el otorgamiento a su amigo lo lleva a otorgarle a su Creador.

20. Después de todo lo que hemos dicho, llegamos a la conclusión de la primera pregunta: ¿Cuál es nuestra esencia? Nuestra esencia es como la esencia de todos los detalles de la realidad, que es ni más ni menos que el deseo de recibir. Pero no es como es ahora en el segundo estado, que es sólo el deseo de recibir para sí mismo, sino como yace en el primer estado en el infinito, intencionado en su forma eterna, que es la recepción con el fin de otorgar alegría a su Creador.

Y aunque aún no hemos alcanzado el tercer estado, y aún nos falta tiempo, eso no altera de ninguna manera nuestra esencia, porque nuestro tercer estado necesita del primero. En este caso, “todo lo que es obligado a ser reunido, es considerado reunido”. Y la falta de tiempo es considerada una deficiencia sólo cuando hay duda de que completará o no lo que necesita ser completado en ese momento.

Ya que no tenemos dudas acerca de eso, es como si ya hubiésemos llegado al tercer estado, y el cuerpo, dado a nosotros en su actual forma corrupta, en ninguna forma agrieta nuestra esencia, puesto que el cuerpo y todas sus posesiones están para ser erradicadas completamente junto con el sistema impuro completo, del cual se origina. “Y todo lo que es obligado a ser quemado, es considerado quemado”, siendo considerado como que nunca existió. Además el alma que es vestida en el cuerpo, cuya esencia es también sólo de un deseo, pero de un deseo de otorgamiento que es extendido desde los cuatro mundos sagrados de ABYA existe para siempre, pues esa nueva forma de deseo de otorgamiento es igualada en forma con la Vida de Vidas y no es de ninguna manera intercambiable.

21. No sean desviados por los filósofos que dicen que la verdadera esencia del alma es una substancia de la mente, y que sólo existe a través de los conceptos que aprende y que a partir de ahí crece y son su esencia. La pregunta de la continuación del alma luego de la partida del cuerpo depende sólo de la intensidad de los conceptos que ha adquirido, ya que en la ausencia de tales conceptos no queda nada por continuar. Esta no es la vía de la Torá. Tampoco es aceptado por el corazón, y cualquiera que haya tratado de adquirir algún tipo de conocimiento sabe y siente que la mente por sí misma es una posesión y el poseedor.

Pero como hemos dicho, toda la substancia de la creación renovada, tanto la substancia de los objetos espirituales y la substancia de los objetos corporales, no son ni más ni menos que un deseo de recibir. Y aunque mencionamos que el alma es toda deseo de otorgar, es sólo a través de las correcciones de la Luz reflejada que recibe por parte de los mundos superiores. Además, la verdadera esencia del alma es también un deseo de recibir. La diferencia que podemos expresar entre un objeto y el otro es por consiguiente aparente sólo en su deseo, pues el deseo en cualquier esencia crea necesidades, y las necesidades crean pensamientos y conceptos de modo de alcanzar esas necesidades.

Y justamente como los deseos humanos difieren uno del otro, así son sus necesidades, pensamientos e ideas. Por ejemplo, aquellos cuyo deseo de recibir está limitado a deseos bestiales, sus necesidades, pensamientos e ideas se dirigen a satisfacer ese deseo en su bestialidad. Y aunque usen la mente y la razón como los humanos lo hacen, esto es, sin embargo, suficiente para el esclavo ser como su maestro. Esto es como una mente bestial, puesto que la mente es esclavizada y sirve al deseo bestial.

Y aquellos cuyo deseo de recibir escoge principalmente deseos humanos, tal como la dominación sobre otros o como el respeto, los cuales están alejados de la bestia, la mayoría de sus necesidades, pensamientos e ideas giran sólo alrededor de la satisfacción de ese deseo lo más posible. Y aquellos cuyos deseos son dirigidos principalmente hacia el conocimiento, la mayoría de las necesidades, pensamientos e ideas están orientadas a satisfacer ese deseo lo más posible.

22. Estos tres deseos están en su mayoría presentes en cada hombre, pero se mezclan en diferentes cantidades, y por eso los cambios de una persona a A partir de los atributos corporales podemos sacar deducciones acerca de los objetos espirituales, relacionados a sus valores espirituales.

23. De manera que también las almas humanas, las espirituales, que a través de los vestidos de la Luz reflejada que han recibido de los mundos superiores de los cuales provienen, tienen sólo el deseo de otorgar satisfacción a su Creador y ese deseo es su esencia. Resulta que una vez vestido en el cuerpo del hombre, genera en él necesidades, deseos e ideas para satisfacer su voluntad de llegar a su máxima plenitud, con la intención de causar satisfacción a su Creador, de forma proporcional al tamaño de su

24. La esencia del cuerpo es más un deseo de recibir para sí mismo, y todas sus manifestaciones y posesiones son cumplimientos de ese deseo corrupto de recibir, el cual ha sido inicialmente creado para ser exterminado del mundo con el fin de completar el tercer estado en el Fin de la corrección, haciéndolo transitorio y mortal. Esto es, junto con todas sus posesiones, como una fugaz sombra que nada deja cuando se va.

Y puesto que la esencia del alma es solamente un deseo de otorgar, y todas sus manifestaciones y posesiones son cumplimientos de aquel deseo de otorgar, lo cual ya existe en el primer estado eterno y en el futuro tercer estado, por consiguiente es inmortal e irreemplazable. El alma, con todas sus manifestaciones es eterna y existe para siempre. La desaparición no se aplica a estas en la partida del cuerpo. Al contrario, la ausencia de la forma corrupta del cuerpo, la fortalece grandemente, así la capacita para ascender a los cielos.

Hemos mostrado claramente que la persistencia en ninguna manera depende de los conceptos que adquiere, como claman los filósofos, sino que su eternidad radica en su verdadera esencia, basada en su deseo de otorgar, el cual es su esencia. Los conceptos que adquiere son su premio, no su esencia.

25. A partir de esto llegamos a la solución completa de la quinta pregunta: puesto que el cuerpo es así de corrupto, el alma no puede vivir en él luego de que se pudre en la tierra, ¿Por qué retorna en el renacimiento de los muertos? Y también la pregunta acerca de las palabras de nuestros sabios: “Los muertos están destinados a ser revividos con sus defectos, para que no sean confundidos con otros”.

Claramente se entenderá esto a partir del pensamiento de la creación en sí misma; es decir, del primer estado. Porque hemos dicho que puesto que el pensamiento de la creación es deleitar a Sus criaturas, se requería que Él hubiese creado un deseo desmedidamente exagerado, para recibir toda esa gran abundancia en el pensamiento de la creación. Ya que “el gran deleite y el gran deseo de recibir van mano con mano”.

Y hemos establecido ahí, que este gran deseo de recibir es la substancia completamente renovada que Él ha creado, pues Él no necesita nada más con el fin de llevar a cabo el pensamiento de la creación. Esta es la naturaleza del trabajador perfecto, Él no ejecuta nada que sea innecesario, tal como dice el poema: “de todo tu trabajo ni una cosa fue olvidada, tú no restaste nada ni sumaste nada”.

También hemos dicho que este exagerado deseo de recibir, ha sido removido completa- mente del sistema sagrado y fue dado al sistema de los mundos impuros, a partir del cual se extienden los cuerpos de este mundo y sus vidas. Hasta que un hombre alcanza los trece años de edad, y atraviesa el trabajo de la Torá y Mitzvot empezando a lograr un alma sagrada, llega el momento en el cual es nutrido por el sistema de los mundos sagrados, en la intensidad del tamaño del alma sagrada que ha alcanzado.

También hemos mencionado que durante los seis mil años dados a nosotros para el trabajo en la Torá y Mitzvot, ninguna corrección llega al cuerpo, es decir, a su deseo exagerado de recibir. Todas las correcciones que vienen a través de nuestro trabajo le incumben sólo a Néfesh, por las que sube los grados de santidad, representando el realce del deseo de otorgar que se extiende con el alma.

Por esa razón, el cuerpo está obligado a morir, ser enterrado y podrirse, ya que no ha sido corregido en ninguna forma. Pero además, el cuerpo no puede permanecer en el camino, pues si  él  tuviera que abolir el  exagerado deseo de  recibir, Dios no  lo permita, el pensamiento de la creación no podría ser  llevado a  cabo. Significa que todos los grandes placeres que Él piensa para entregar a las criaturas son recibidos, pues “el gran deseo de recibir y  el gran placer van mano con mano”. Y  en   la intensidad que su deseo disminuye, así disminuye el gozo y el placer a partir de  la recepción.

26. Ya hemos establecido que el primer estado necesita del tercer estado para materializarse completamente como ocurre en el pensamiento de la creación, no omitiendo ni una Por consiguiente, el primer estado necesita el renacimiento de los muertos. Esto significa que su excesivo deseo de recibir, el cual ya ha sido erradicado y corrompido en el segundo estado, debe ahora ser revivido en toda su exagerada medida, sin ninguna restricción cualquiera sea; es decir, con todos sus defectos.

Luego empieza el trabajo de nuevo, con el fin de convertir ese excesivo deseo de recibir en otorgamiento. Y entonces tendremos nuestra ganancia duplicada, de modo que tenemos un lugar en el cual recibimos todos los gozos y placeres y la dulzura en el pensamiento de la creación, puesto que ya tenemos el cuerpo con su excesivo deseo de recibir, el cual va mano a mano con estos placeres.

Tomando en cuenta que nuestra recepción, de esa manera sólo se producirá con el fin de satisfacer a nuestro Creador, y será considerada como completo otorgamiento. Eso nos traerá a la equivalencia de forma, lo cual es Dvekut; es decir, nuestra forma en el tercer estado. Así vemos que el primer estado necesita de la resurrección de los muertos.

27. Además no puede haber una resurrección de los muertos, sino sólo cerca al final de la corrección, que está hacia el fin del segundo estado. Una vez que estemos de acuerdo con la negación de nuestro excesivo deseo de recibir, aceptando sólo el deseo de otorgar, y una vez que hayamos sido dotados con todos los grados maravillosos del alma, llamados Néfesh, Rúaj, Neshamá, Jayiá, Yejidá, a través de nuestro trabajo en la negación de ese deseo de recibir, entonces habremos llegado a la perfección más grande; hasta que el cuerpo sea revivido con todo su excesivo deseo de recibir y no seamos por mucho tiempo dañados por él y separados de la

Al contrario, nos sobreponemos a él y le damos la forma de otorgamiento. Esto ocurre con cada atributo corrupto que queremos remover. Primero debemos removerlos completamen- te hasta que nada queda. Luego podemos recibirlos nuevamente y conducirlos a través de la línea media. Y en tanto no lo hayamos removido completamente, es imposible conducirlos hacia la línea media deseada.

28. Nuestros sabios dijeron: “Los muertos están destinados a ser revividos con sus defec- tos y luego ser curados”. Significa que en el inicio el mismo cuerpo es revivido, lo cual es el excesivo deseo de recibir, sin ninguna restricción, tal como creció, bajo la alimentación de los mundos impuros antes que la Torá y Mitzvot lo hayan corregido de alguna

Nos embarcamos en un nuevo tipo de trabajo – insertar todo ese exagerado deseo de recibir en la forma de otorgamiento, siendo luego curado, porque logra equivalencia de forma. Se nos ha dicho que la razón es que “nadie puede decir que es otro”. Significa que no puede ser dicho que está en una forma diferente de la que tuvo en el pensamiento de la creación, puesto que ahí radica ese excesivo deseo de recibir, orientado a tomar todo el bien en el pensamiento de la creación.

Solamente que por ahora ha sido entregado a las Klipot para la purificación, pero al final, no debe haber un cuerpo diferente, ya que si fuese disminuido de alguna manera, sería considerado completamente diferente e indigno de recibir todo el bien en el pensamiento de la creación, tal como lo recibió en el primer estado.

29. Ahora podemos resolver la segunda pregunta: ¿Cuál es nuestro papel en la larga cadena de la realidad en que somos sólo pequeños eslabones, durante el corto tiempo de nuestras vidas? Tenga en mente que nuestro trabajo a lo largo de los setenta años de nuestros días está dividido en cuatro:

1ra. División: Es lograr el excesivo deseo de recibir sin restricciones, en su entera forma corrupta debajo de las manos de los cuatro mundos impuros de ABYA. Pues si nosotros no tenemos ese deseo corrupto de recibir, no podemos corregirlo, pues “uno no puede corregir lo que no está en él”.

De esta manera, el deseo de recibir que es dado en el nacimiento no es suficiente, pero debe ser una cuna de las Klipot impuras, por no menos de trece años. Esto significa que las Klipot deben dominarlo y darle sus luces, para que las luces incrementen su deseo de recibir. Esto es porque los rellenos que las Klipot suministran al deseo de recibir sólo aumentan la demanda del deseo de recibir.

Por ejemplo, cuando un niño nace, tiene deseo por las cosas más pequeñas y nada más. Sin embargo, cuando el lado maligno colma su medida, inmediatamente crece y él quiere  el doble. Luego, cuando la Sitra Ajra le da la doble cantidad, él instantáneamente quiere cuadriplicar la cantidad. Y si no lo vence a través de la Torá y Mitzvot y lo convierte en otorgamiento, se incrementa a lo largo de toda su vida, hasta que muere sin lograr la mitad de sus deseos. Se considera que está de la mano de la Sitra Ajra y las Klipot, cuyo papel es el de expandir e incrementar su deseo de recibir y hacerlo exagerado, sin restricciones de ningún tipo. De modo que se provee de todo el material que necesita para trabajar y reparar.

30. 2da. División: Desde los trece años en adelante. En este momento el punto en su co- razón, el cual es lo posterior de la santidad, es dotado de fuerza. Aunque en el nacimiento se vista del deseo de recibir, empieza a despertar sólo después de los trece años, y luego comien- za a entrar al sistema de los mundos sagrados, en la medida en que observe la Torá y Mitzvot.

Su papel principal es el de lograr e incrementar el deseo espiritual de recibir, porque en el momento del nacimiento sólo tiene el deseo de recibir cosas materiales. Por consiguiente, aunque ha logrado el deseo excesivo de recibir antes de cumplir los trece años, no significa el fin del crecimiento del deseo de recibir, pues el primer crecimiento del deseo de recibir se relaciona sólo con lo espiritual.

Por ejemplo, antes de cumplir los trece años desea recibir toda la riqueza y respeto en este mundo corporal, el cual es aparentemente no eterno, y para todos nosotros es sólo una som- bra fugaz. Cuando logra el excesivo deseo espiritual de recibir quiere digerir -para su propia satisfacción– todo el bien y la riqueza en el próximo mundo eterno, lo cual es una posesión eterna. Así, la mayoría del excesivo deseo de recibir es completado sólo con el deseo de re- cibir espiritualidad.

30. Nuestros sabios dicen: “La sanguijuela tiene dos hijas, Hav, Hav (Proverbios 30.15)”. Una sanguijuela significa el Y la maldad está apresada en ese infierno y llora como perros “Hav Hav (¡dame, dame!)”, significando: “danos la riqueza de este mundo y la rique- za del próximo mundo”.

Es aún mucho más importante el grado a partir del primero, porque además de lograr el tamaño completo del deseo de recibir y todo lo material que necesita para su trabajo, es este el grado que lo lleva para Su nombre. Como nuestros sabios  dijeron: “ Uno debería observar siempre la Torá  y Mitzvot, Lo Lishmá, porque de Lo Lishmá, se llega a Lishmá”.

Por consiguiente, el grado que viene después de los trece años es considerado sagrado. Es como un siervo sagrado quien sirve a su dueña, la cual es la Sagrada Divinidad, ya que el siervo lo trae a Lishmá y logra la inspiración de la Divinidad. Además uno debería tomar cada medida sentado para traerlo a Lishmá, porque si no se esfuerza por aquello y no viene a Lishmá, uno cae en el abismo del siervo impuro, el cual es el opuesto al siervo sagrado, cuyo papel es confundir al hombre en el sentido que de Lo Lishmá, no llegará a Lishmá. Y acerca de ella ha sido dicho: “la doncella que es heredera de su dueña (Proverbios 30.23)”, ya que ella no dejará a un hombre cerca de la dueña, quien es la Sagrada Divinidad.

Y el grado final en aquella división es que desea enamorarse apasionadamente de Dios, como si uno se enamorase de un amor corporal, hasta que el objeto de la pasión permanezca ante los ojos de uno todo el día y toda la noche, tal como el poeta dice: “cuando Lo recuerdo, Él no me deja dormir”. Luego es dicho acerca de él: “pues el deseo realizado es un árbol de la vida (Proverbios 13.12)”. Porque los cinco grados del alma son el árbol de la vida, el cual continúa por quinientos años, cada grado dura cien años, lo cual significa que recibirá los cinco aspectos de NaRaNJaY (Néfesh, Rúaj, Neshamá, Jayiá, Yejidá) explicados en la tercera división.

32. 3ra. División: Es el trabajo en la Torá y Mitzvot, con el fin de otorgar y no con el fin de ser premiado, lo cual limpia el deseo de recibir para sí mismo y lo convierte en deseo de otorgamiento. Con la intensidad que purifica el deseo de recibir llega a ser digno de recibir las cinco partes del alma llamadas NaRaNJaY.

Esto es porque éstas son sólo aplicables al deseo de otorgar y no pueden vestirse en su cuerpo mientras el deseo de recibir esté en control, lo cual es opuesto en forma al alma, o incluso sólo diferente. Se debe a que la materia del vestido y la equivalencia de forma van mano a mano. Cuando logra el completo deseo de recibir y no necesita nada para sí mismo, encontrará que ha logrado equivalencia de forma con sus superiores NaRaNJaY, los cuales se extienden desde el origen en el Infinito en el primer estado, a través de los sagrados ABYA para ser gradualmente vestidos en él.

4ta. División: Es el trabajo que es conducido luego del renacimiento de los muertos. Sig- nifica que el deseo de recibir, el cual ya ha sido completamente borrado a través de la muerte y la sepultura, es ahora revivido en su peor forma como un excesivo deseo de recibir, como nuestros sabios dijeron: “Los muertos están destinados a ser revividos con sus imperfeccio- nes”. Y luego es convertido a una recepción en la forma de otorgamiento. Sin embargo, hay individuos distinguidos a quienes les ha sido entregado este trabajo mientras aún viven en este mundo.

33. Y ahora queda la sexta pregunta. Nuestros sabios dijeron que los mundos no fueron creados sino para el Y esto parece muy peculiar, que para tal pequeño hombre, cuyo valor no es más que un manojo comparado a la realidad ante nosotros en este mundo, mucho menos comparado a los mundos espirituales superiores, el Creador se ocuparía de crear eso para él. Aún más peculiar es la interrogante: ¿Por qué el hombre necesitaría de todos estos vastos mundos espirituales?

Deberíamos saber que cualquier satisfacción de nuestro Creador a partir del otorgamiento sobre Sus criaturas depende de la intensidad con que las criaturas Lo sienten, que Él es el benevolente y es Él quien las satisface. Él se complace de ellas, como cuando un padre juega con su hijo favorito, al grado de que el hijo siente y reconoce la grandeza y sublimidad de su padre y su padre le muestra todos los tesoros que ha preparado para él. Como el verso dice: “Efraim mi querido hijo, un muchacho querido, cuando sea que hable de él, Yo sinceramente aún lo recuerdo: por consiguiente mis entrañas se mueven por él, seguramente tendré mise- ricordia de él, dice el Señor (Jeremías 31.19)”.

Observa cuidadosamente estos mundos y podrás aprender y saber los grandes placeres del Señor con las criaturas completas que han logrado la capacidad de sentir y reconocer Su grandeza en todas las maneras que Él ha preparado para ellas, hasta que Él se relaciona con ellas como un padre se relaciona con su hijo querido. Y no tenemos necesidad de continuar con esto, ya que es suficiente para nosotros saber que para esta plenitud y deleite de los completos, valió la pena que Él creara todos los mundos superiores e inferiores por igual.

34. Con el fin de preparar a Sus criaturas para alcanzar el grado exaltado antes menciona- do, el Creador pensó en cuatro grados que se desarrollan uno fuera de Estos son llama- dos: inanimado, vegetativo, animado y “hablante”; son además las cuatro fases del deseo de recibir en las que cada uno de los mundos superiores están divididos, ya que aunque la vasta mayoría del deseo radica en cuatro fases del deseo de recibir, es imposible para él materializarse de una sola vez, sino a través de las tres fases precedentes que lo exponen gradualmente y lo desarrollan hasta que su forma ha sido completada.

35. La primera fase del deseo de recibir, llamada inanimada, la cual es la exposición preliminar del deseo de recibir en este mundo corporal, hay pues un movimiento general que incluye la totalidad de la categoría Pero en los componentes en particular no hay ningún movimiento aparente. Esto es porque el deseo de recibir genera necesidades y las necesidades generan el movimiento suficiente para lograr lo que necesita. Habiendo sólo un pequeño deseo de recibir, este domina la totalidad de la categoría, pero su poder sobre los componentes es indistinguible.

36. El vegetativo es agregado al anterior, el cual es la segunda fase del deseo de Su tamaño es más grande que el inanimado y su deseo de recibir domina a cada uno de los componentes de la categoría, porque cada componente tiene su propio movimiento privado que se expande hacia arriba, abajo y a los lados, y se mueve donde el sol brilla. El asunto de comer, beber y la extracción del desperdicio son también aparentes en cada componente. Sin embargo, carece de una sensación individual e independiente en cada componente.

37. Luego sigue la categoría animal, la cual es la tercera fase del deseo de Su me- dida ya está completada en una gran intensidad, pues este deseo de recibir genera en cada componente separado una sensación independiente e individual, la cual es la vida que es única para cada componente por separado. Además, estos aún no tienen la sensación de los otros, es decir, no tienen la preparación necesaria de participar en el dolor de los otros o en sus alegrías, etc.

38. Encima de todo vienen las especies humanas, las cuales son la cuarta fase del deseo de Es la medida final y completa, su deseo de recibir incluye también la sensación de los otros. Si quieren conocer la diferencia exacta entre el deseo de recibir en la tercera fase que está en el animado, y la cuarta fase del deseo de recibir en el hombre, les diré que es como el valor de una sola criatura contra toda la realidad, pues el deseo de recibir en el animado, el cual carece de la sensación de los otros, puede generar sólo necesidades y al punto en que estén grabados en esa sola criatura.

Mientras que el hombre, quien puede sentir a otros, se convierte en alguien que necesita todo lo que otros también, y es así como se llena de envidia por adquirir todo lo que otros también tienen. Cuando posee una porción en particular quiere duplicarla, por consiguiente sus necesidades se multiplican para siempre hasta que quiere engullir todo lo que hay en este mundo entero.

39. Y después que se nos ha mostrado que el propósito que el Creador desea de la creación es otorgar a Sus criaturas, para que puedan conocer su autenticidad y grandeza, y recibir todo el deleite y el placer que Él ha preparado para ellas, tal como lo dice el verso: “Efraim mi querido hijo, un muchacho querido (Jeremías 19)”. Tú claramente encuentras que este propósito no se aplica a lo inanimado y las grandes esferas tales como la tierra, la luna, o el sol; sin embargo, luminosas, y no para lo vegetativo y no para lo animal, pues carecen de la sensación de los otros, incluso entre sus propias especies. Por consiguiente ¿Cómo puede la sensación de lo Piadoso y Su otorgamiento aplicarse a ellas?

 

El hombre, después de haber sido preparado con la sensación de los otros de su propia especie quienes son similares a él, después de penetrar en la Torá y Mitzvot, transformará su deseo de recibir en un deseo de otorgamiento, llegando a la equivalencia de forma con su Creador. Entonces recibe los grados que han sido preparados para él en los mundos superio- res, llamados NaRaNJaY, llegando a ser calificado para recibir el propósito del pensamiento de la creación. Después de todo, la intención de la creación de todos los mundos fue única- mente para el hombre.

40.Sé que es completamente inaceptable ante los ojos de algunos filósofos. Ellos no pue- den aceptar que el hombre, al cual ellos piensan como inferior e indigno, sea el centro de toda la grande y desolada creación. Pero ellos son como un gusano que nace dentro de un rábano y creen que el mundo del Creador es así de amargo y así de oscuro como el rábano en el cual nacieron. Pero tan pronto como las cáscaras del rábano se rompan y se asome hacia afuera, se maravilla y dice: “!Creí que el mundo entero era del tamaño de mi rábano, y ahora veo que ante mí hay un mundo grande, bello y maravilloso!”

Así también se encuentran quienes están sumidos en la cáscara del deseo de recibir con la que nacieron, y no saborean las especies únicas, las cuales son la Torá y las prácticas Mitzvot, que pueden romper esta cáscara dura y convertirla en un deseo de satisfacer a su Creador. Es verdad que ellos deben determinar su vacío y falta de valor, como lo que son realmente, y no pueden comprender que su gran realidad no ha sido creada sino para ellos.

En verdad, si hubiesen penetrado en Torá y Mitzvot con el fin de otorgar alegría a su Crea- dor con toda la pureza requerida, y tratado de salir de aquella cáscara, hubieran nacido y recibido el deseo de otorgar, sus ojos inmediatamente se abrirían y lograrían todo el placer y la dulzura más allá de las palabras, grados de sabiduría, inteligencia y mente clara, que han sido preparados para ellos en los mundos espirituales. Luego se dirían a sí mismos como nuestros sabios dijeron: “Un buen invitado, ¿qué dice?: Todo lo que el anfitrión hizo, lo  hizo para mí solo”.

41. Pero todavía queda por clarificar ¿Por qué el hombre necesitaría todos esos mundos superiores que el Creador ha construido para él? ¿Para qué los usa? Ten en mente que la rea- lidad de los mundos es dividida generalmente en cinco categorías las cuales son:

  1. Adam Kadmón,
  2. Atzilut,
  3. Briá,
  4. Yetzirá, y,
  5. Asiyá.

Además, en cada uno de ellos hay un número infinito de detalles, los cuales son las cinco Sfirot: Kéter, Jojmá, Biná, Tifféret y Maljut. Porque el mundo de Adam Kadmón es Kéter, y el mundo de Atzilut es Jojmá, y Briá es Biná y Yetzirá es Tifféret y el mundo de Asiyá es Maljut. Todas las luces que se visten en esos cinco mundos son llamadas NaRaNJaY, como la Luz de Yejidá que brilla en Adam Kadmón, la Luz de Jayiá que brilla en Atzilut, la Luz de Neshamá que brilla en Briá, la Luz de Rúaj que brilla en Yetzirá y la Luz de Néfesh que brilla en Asiyá. Todos estos mundos y cada cosa en ellos son incluidos en el nombre sagrado “Yud Hei Vav Hei”, y el extremo de la Yud. En el primer mundo, en Adam Kadmón, no tenemos percep- ción; por consiguiente es aludido solamente con el extremo de la Yud del nombre, pero no hablamos de eso, siempre mencionamos sólo los cuatro mundos ABYA. Yud es el mundo de Atzilut, Hei es Briá, Vav  es Yetzirá y la Hei de abajo es Asiyá.

42.Hemos explicado los cinco mundos que incluyen toda la realidad espiritual que se extiende desde el Infinito hacia este mundo. Además ellos están incluidos uno en el otro y en cada uno de estos mundos hay cinco mundos, las cinco Sfirot: Kéter, Jojmá, Biná, Tifféret y Maljut, donde las cinco luces (NaRaNJaY) están vestidas, las cuales corresponden a los cinco

Y además de las cinco Sfirot KaJaB TuM en cada mundo existen las cuatro categorías espi- rituales: Inanimado, Vegetativo, Animado y Hablante, donde las Neshamot (almas) del hom- bre son consideradas como el Hablante en ese mundo, y el Animado es considerado como los Malajim (ángeles) en ese mundo. La categoría Vegetativo es llamada Lebushim (vestiduras), y la categoría Inanimado son los Heijalot (palacios). Todas ellas están vestidas una sobre otra: el “Hablante” el cual representa las Neshamot de las personas, está vestido en las cinco Sfirot sagradas –KaJaB TuM– en ese lugar. El Animado, el cual representa los ángeles, está vestido sobre las almas; el Vegetativo – el cual son las vestiduras – viste a los ángeles, y el Inanimado; es decir, los palacios, giran alrededor de ellas.

Las vestiduras significa que ellas sirven una a la otra y evolucionan a partir de la otra, como hemos aclarado con el cuerpo Inanimado, Vegetativo, Animado y “Hablante” de este mundo, ya que las tres categorías: Inanimado, Vegetativo, Animado, no se extendieron in- dependientemente, sino sólo si lo hace la cuarta categoría, la cual es el hombre, quien puede evolucionar y ascender por ellas. Por consiguiente, el propósito de éstas es el de servir al hombre y serle útiles.

Así es en todos los mundos espirituales. Las tres categorías: Inanimado, Vegetativo y Ani- mado, se extienden en ese mundo sólo con el fin de servir y ser útiles al “Hablante” en ese mundo, el cual es el alma del hombre. Por consiguiente, se considera que todas ellas visten el alma del hombre, lo que significa servirle.

43. Cuando el hombre nace, inmediatamente recibe un alma sagrada. Pero no un alma en realidad, sino el aspecto de Ajoráim de ella, que significa su última categoría, la cual es llamada Nekudá (un punto) debido a su pequeñez. Este punto está vestido en el corazón del hombre, es decir en el aspecto de su deseo de recibir, el cual se descubre principalmente en el corazón del

Y conoce esta regla, pues todo lo que dirige la realidad en general, lo dirige en cada mundo, incluso en la partícula más pequeña de ellos. De modo que justamente hay cinco mundos en la realidad, los cuales son las cinco Sfirot KaJaB TuM, así hay cinco Sfirot KaJaB TuM en cada mundo y hay cinco Sfirot en la partícula más pequeña de ese mundo.

De esta forma establecemos que su mundo está dividido en: Inanimado, Vegetativo, Ani- mado y “Hablante” (IVAH). Éstos corresponden a las cuatro Sfirot JuB TuM: el Inanimado corresponde a Maljut, el Vegetativo a Tifféret, el Animado a Biná, el “Hablante” a Jojmá y, la raíz de ellos corresponde a Kéter. Además, incluso en la partícula más pequeña de cada espe- cie en éstos hay cuatro categorías internas del Inanimado, Vegetativo, Animado y Hablante, así que en un componente aislado de la especie “Hablante”, representado incluso en una persona, hay también IVAH, lo cual conforma las cuatro partes de su deseo de recibir donde el punto de la santidad está vestido.

44. Antes de los trece años de edad no puede haber ninguna detección del punto en su corazón. Pero después de los trece años, cuando empieza a penetrar en la Torá y Mitzvot, in- cluso sin ninguna intención, o sea sin ningún amor o miedo, como habría de hacerlo alguien que sirve al rey, incluso en Lo Lishmá, el punto en su corazón empieza a crecer y a revelar su acción.

Las Mitzvot necesitan una razón de ser, incluso actos sin objetivo pueden purificar su deseo de recibir, pero sólo en el primer grado, llamado Inanimado. En la intensidad que purifica la parte inanimada del deseo de recibir construye los 613 órganos del punto en    su corazón, el cual es el Inanimado del alma sagrada. Cuando todas las 613 Mitzvot estén completadas en acción, se reúnen los 613 órganos del punto del corazón, el cual es la parte inanimada del alma sagrada, cuyos 248 órganos espirituales están construidos a través de la observancia de las 248 Mitzvot de “hacer” (preceptos que tienes que ejecutar en la acción), y sus 365 tendones espirituales están construidos a través de la observancia de las 365 Mitzvot de “no hacer”, hasta que llegue a ser un Partzuf entero de la santidad en Néfesh, [con lo cual] el alma asciende y viste a Maljut en el mundo espiritual de Asiyá.

Todas las partículas del Inanimado, Vegetativo y Animado en aquel mundo, las cuales corresponden a esa Sfirá (sing. de Sfirot) de Maljut de Asiyá, sirven y ayudan a aquel Partzuf de Néfesh del hombre que ha ascendido ahí, con la intensidad que el alma las instruye, pues esos conceptos llegan a ser alimento espiritual para ella, dándole fuerza para crecer y multi- plicarse, hasta que pueda extender la Luz de la Sfirá de Maljut de Asiyá en toda la perfección deseada, para iluminar el cuerpo del hombre. Esa Luz completa ayuda al hombre a agregar trabajo en la Torá y Mitzvot y a recibir los grados restantes.

Tal como hemos establecido, inmediatamente al nacimiento de un cuerpo del hombre, nace un punto de la Luz de Néfesh y se viste dentro de él, de igual forma, cuando su Partzuf de Néfesh de la santidad nace, un punto de un grado superior nace con ella, lo que significa que el último grado de la Luz de Rúaj de Asiyá es vestido dentro del Partzuf de Néfesh.

Así es en cada grado, con cada nuevo grado que nace, aparece instantáneamente el último grado del próximo grado en altura. De allí la entera conexión de lo superior y lo inferior a través del tope de la escalera. Y a través de ese punto del grado superior llega a ser capaz de ascender al próximo grado.

45. La Luz de Néfesh antes mencionada es llamada la Luz del Inanimado de la santidad del mundo de Asiyá. Corresponde a la pureza de la parte inanimada del deseo recibir en el cuerpo del Brilla en la espiritualidad más semejante a la categoría inanimada en el mundo corporal, cuyas partículas no se mueven independientemente, sino que hay un mo- vimiento general que circunda todos los detalles igualmente. Y así es con la Luz del Partzuf de Néfesh de Asiyá, aunque hay 613 órganos para ella, los cuales son 613 formas de recibir la recompensa, estos cambios no son aparentes, sino sólo una Luz general cuya acción los circunda a todos por igual, sin distinción de detalles.

46. Hay que tener en mente que aunque las Sfirot son divinas, y no hay diferencia en ellas desde la cabeza de Kéter en el mundo de Adam Kadmón, a través del fin de Maljut en el mun- do de Asiyá, hay aún una gran diferencia relacionada a los Esto se debe a que las Sfirot son consideras luces y vasijas. La Luz en las Sfirot es pura Santidad, pero las vasijas, llamadas KaJaB TuM en cada uno de los mundos inferiores –Briá, Yetzirá, Asiyá– no son con- sideradas Santidad. Estas son consideradas coberturas que ocultan la Luz del Infinito dentro de ellas y racionan una cierta cantidad de Luz para los receptores, de manera que cada uno recibirá de acuerdo a su grado de pureza.

A partir de este aspecto, aunque la Luz es una, nombraremos las luces en las Sfirot como NaRaNJaY, porque la Luz se divide de acuerdo a los atributos de las vasijas. Maljut, la     cual es la cobertura más áspera, oculta toda la Luz del Infinito. La Luz que deja pasar a los receptores es sólo una pequeña porción relacionada a la purificación del cuerpo inanimado del hombre. Esta es llamada Néfesh.

El Kli de Tifféret es más delgado que Maljut y la Luz que pasa del Infinito se relaciona a la purificación de la parte vegetativa del cuerpo del hombre, porque hay más Luz activa ahí que en la Luz de Néfesh. Esta es llamada Rúaj.

El Kli de Biná es aún más delgado que Tifféret, y la Luz que se extiende desde el Infinito se relaciona a la purificación de la parte animada del cuerpo del hombre, la cual es llamada la Luz de Neshamá.

Los Kelim de Jojmá son los más delgados de todos, y la Luz que se extiende desde el Ein Sof se relaciona a la purificación de la parte “hablante” del cuerpo del hombre, siendo llamada la Luz de Jayiá, cuya acción está más allá de la medición.

47. En el Partzuf Néfesh, el cual el hombre ha adquirido a través de la fuerza con que se ocupó en Torá y Mitzvot intencionalmente, se viste un punto a partir de la Luz de Rúaj. Y cuando uno se esfuerza en observar la Torá y Mitzvot con la intención deseada, él purifica la parte vegetativa de su deseo de recibir y, en la intensidad con que construye el punto de Rúaj en el Partzuf, al ejecutar las 248 Mitzvot de “Hacer” con la intención deseada, el punto se expande a través de sus 248 órganos espirituales. Y por observar las 365 Mitzvot de “No Hacer” el punto se expande a través de sus 365 tendones.

Cuando está completada con todos los 613 órganos, asciende y se viste sobre la Sfirá de Tifféret en el mundo espiritual de Asiyá donde se expande desde el Infinito una Luz más grande, llamada la Luz de Rúaj, la cual viene a purificar la parte vegetativa del cuerpo del hombre. Y todos los componentes de lo inanimado, vegetativo y animado en el mundo de Asiyá, los cuales se relacionan a la estatura de Tifféret, ayudan al Partzuf de Rúaj del hombre a recibir las luces de Tifféret en toda su integridad, como fue hecho anteriormente en la Luz de Néfesh. Debido a eso es llamado el “Vegetativo sagrado”.

La naturaleza de su Luz es como el vegetativo corporal, donde uno puede diferenciar el movimiento sustancial en cada integrante, así es la Luz espiritual del vegetativo capaz de iluminar los caminos de cada órgano de los 613 órganos en el Partzuf de Rúaj, cada uno de ellos designa la acción relacionada a ese órgano. Con la intensidad del Partzuf de Rúaj, ahí también se extendió el punto del siguiente grado en altura; es decir, un punto de la Luz de Neshamá, el cual está vestido en su interior.

48. Al observar los secretos de la Torá y Mitzvot se purifica la parte animada del deseo de recibir y se construye el punto del alma que está vestido en sus 248 órganos y 365 Cuando la construcción ha sido completada y llega a ser un Partzuf, asciende y viste a la Sfirá de Biná en el mundo espiritual de Asiyá, la cual es mucho más delgada que las vasijas precedentes: Tifféret y Maljut. Por eso se extiende una gran Luz desde el Infinito en la vasija, la cual es llamada la Luz del alma.

Y todos los componentes de lo Inanimado, Vegetativo y Animado en el mundo de Asiyá que se relacionan al grado de Biná ayudan al Partzuf de Neshamá del hombre a recibir todas las luces a partir de la Sfirá de Biná. Esto es llamado “Animado sagrado” porque corresponde  a la purificación de la parte animada del cuerpo del hombre. Y así es la naturaleza de su Luz, como hemos visto con el animado corporal (Cap. 37), la cual da al individuo una sensación de libertad e independencia del resto del Partzuf, a cada órgano de los 613 órganos del Partzuf.

Hasta que sus 613 órganos sean considerados 613 Partzufim, únicos en su tipo de Luz, cada uno en su propia forma y la supremacía de esta Luz sobre la Luz de Rúaj en la espiritualidad sea como la supremacía de lo animado sobre lo inanimado y lo vegetativo en el mundo cor- poral, se extiende un punto de la Luz sagrada de Jayiá, la cual es la Luz de la Sfirá de Jojmá con la extensión del Partzuf de Neshamá vestido en su interior.

49. Cuando ha logrado la gran Luz llamada Neshamá, donde cada uno de los 613 órganos de aquel Partzuf ilumina en su propia y única manera, cada uno como un Partzuf independiente, abre ante él la posibilidad de observar cada Mitzvá de acuerdo a su genuina intención, pues cada órgano del Partzuf de Neshamá ilumina la vía de cada Mitzvá que está relacionada a ese órgano.

A través de la gran fuerza de esas luces purifica la parte “hablante” de su deseo de recibir y lo convierte en deseo de otorgamiento. El punto de la Luz de Jayiá, el cual está vestido den- tro de sus 248 órganos espirituales y 365 tendones, se construye a sí mismo en consecuencia.

Cuando está completado en un Partzuf entero asciende y viste la Sfirá de Jojmá en el mun- do espiritual de Asiyá, el cual es un inmensurable y delgado Kli. Por consiguiente extiende una Luz gigantesca desde el Infinito llamada la Luz de Jayiá o “Neshamá a Neshamá”. Todos los detalles de lo Inanimado, Vegetativo y Animado en Asiyá que se relacionan a la Sfirá de Jojmá lo ayuda a recibir la Luz de Jojmá en toda  plenitud.

A esto también se le llama el “Hablante Sagrado”, el cual corresponde a la purificación de la parte “hablante” en el cuerpo del hombre. La estatura de esa Luz en la Santidad es como la estatura del “hablante” en el mundo corporal, lo cual significa que logra la sensación de otros. Así, la medida de esa Luz sobre la medida de lo Inanimado, Vegetativo y Animado espiritual es como una medida del “Hablante” corporal sobre el Inanimado, Vegetativo y Animado corporal. La Luz del Infinito que se viste en ese Partzuf es llamada: “Yejidá”.

50. No obstante debes saber, que estas cinco luces: NaRaNJaY, que fueron recibidas del mundo de Asiyá no son más que NaRaNJaY de la Luz de Néfesh y no tiene nada de la Luz de Rúaj. Esto es porque la Luz de Rúaj sólo está presente a partir del mundo de Yetzirá en adelante, y la Luz de Neshamá a partir del mundo de Briá, y la Luz de Jayiá a partir de Atzilut y Yejidá a partir de AK.

Todo lo que está en lo general es encontrado en lo particular también, y en el más pequeño de- talle posible. Así es también en la totalidad de NaRaNJaY en el mundo de Asiyá, aunque es sólo NaRaNJaY de Néfesh. Por el mismo principio hay un NaRaNJaY en Yetzirá, el cual es un Na- RaNJaY  de Rúaj. Y hay un NaRaNJaY  de Neshamá  en Briá, un NaRaNJaY  de Jayiá en Atzilut       y un NaRaNJaY de Yejidá en AK. La diferencia entre cada mundo es como hemos especificado anteriormente considerando la diferencia entre cada uno de los NaRaNJaY de Asiyá.

51. Ahora que conoces que el arrepentimiento y la purificación no pueden ser aceptados a menos que sean totalmente permanentes, como dice el verso: “¿Cómo podemos decir una verdadera Tshuvá (arrepentimiento)?. Hasta que Él quien conoce todos los misterios testi- fique que no fallará nuevamente”. Si uno purifica la parte inanimada del deseo de recibir, logra el Partzuf de Néfesh de Asiyá, y asciende y viste a la Sfirá de Maljut de Asiyá.

Eso significa que él será dotado definitivamente con la permanente purificación de la parte inanimada, de manera que nunca fallará nuevamente, pudiendo entonces ascender al mundo espiritual de Asiyá, pues ha logrado la purificación y equivalencia de forma con aquel mundo.

Así como los otros grados, los cuales hemos dicho que son Rúaj, Neshamá, Jayiá Yejidá, frente a los cuales están su parte vegetativa, animada y “hablante” del deseo de recibir, han de ser purificados, para vestirse y recibir esas luces, aunque su purificación no sea permanente, “hasta que Él quien conoce todos los misterios testifique que él no fallará nuevamente”.

Esto es porque la  totalidad del mundo de  Asiyá, con todas sus cinco Sfirot KaJaB  TuM, es nada más que Maljut la cual se relaciona sólo a la purificación de lo inanima-  do. Las cinco Sfirot son sólo las cinco partes de Maljut; por consiguiente, puesto que     él ha logrado ya la purificación de la parte inanimada del deseo de recibir, se iguala     en forma con el mundo de Asiyá, ya que cada Sfirá del mundo de Asiyá recibe a  partir  de su correspondiente Sfirá en los mundos superiores, por ejemplo: Tifféret de Asiyá recibe del mundo de Yetzirá, el cual es todo Tifféret y la Luz de Rúaj. Biná de Asiyá  recibe del mundo de Briá, el cual es todo Neshamá. Jojmá de Asiyá recibe de Atzilut, el cual es todo Jojmá y la Luz de Jayiá. De esta forma, aunque ha purificado permanente- mente sólo la parte inanimada, si él ha purificado las tres partes restantes de su deseo de recibir, aún cuando no lo ha hecho de manera permanente, aún puede recibir las luces de Rúaj, Neshamá y Jayiá de Tifféret, Biná y Jojmá de Asiyá , aunque no en forma permanente. Esto es porque cuando una de estas tres partes del deseo de recibir ha despertado, inmediatamente pierde estas luces.

52. Después que él purifica la parte vegetativa de su deseo de recibir permanentemente asciende al mundo de Asiyá, donde logra el grado permanente de Rúaj. Ahí puede también lograr las luces de Neshamá y Jayiá de Biná y Jojmá de Yetzirá, consideradas como Neshamá y Jayiá de Rúaj, incluso antes que haya purificado permanentemente las partes animada y “hablante”, como vimos en el mundo de Asiyá, ya que después que ha purificado permanen- temente la parte vegetativa de su deseo de recibir está ya en equivalencia de forma con la totalidad del mundo de Yetzirá, en su más alto

53. Después que purifica la parte animada de su deseo de recibir y lo convierte en deseo de otorgar “hasta que Él quien conoce todos los misterios testifique que él no va a fallar nuevamente”, está ya en equivalencia de forma con el mundo de Briá, [con lo cual] asciende y recibe permanentemente la Luz de Neshamá. Y a través de la purificación de la parte “ha- blante” de su cuerpo puede ascender hasta la Sfirá de Jojmá y recibe la Luz de Jayiá, aunque aún no lo haya purificado permanentemente, como con Asiyá y Yetzirá. Sin embargo la Luz que recibe tampoco es

54. Cuando él purifica de manera permanente, la parte “hablante” en él, logra la equiva- lencia de forma con el mundo de Atzilut, asciende y recibe permanentemente la Luz de Jayiá. Cuando asciende aún más alto, logra la Luz del Infinito y la Luz de Yejidá es vestida en la Luz de Jayiá, y aquí no hay nada más para

55. Así se aclara nuestra pregunta: ¿Por qué el hombre necesita los mundos superiores que el Creador creó? ¿Qué necesita de ellos? Ahora verás que es imposible para el hombre lograr traer alegría a su Creador, sino a través de la ayuda de estos mundos. Pues logra las luces y los grados de su alma, llamados NaRaNJaY, de acuerdo a la medida de la pureza del deseo de En cada grado que logra, las luces de ese grado lo ayudan en la purificación.

De esta forma asciende en los grados hasta que logra el juego del propósito de la intención que está en el pensamiento de la creación (ver Cap. 33). “El Zóhar” dice en el verso: “él que viene a purificarse es ayudado”: ¿Ayudado en qué? Y contesta que es ayudado con un alma sagrada, pues es imposible purificar como es deseado por el pensamiento de la creación, a menos que sea por la ayuda de todos los grados NaRaNJaY del alma.

56. Debemos saber que los NaRaNJaY anteriormente mencionados son cinco partes, por las cuales toda la realidad es Además, todo aquello que es la totalidad, existe inclu- so en la más pequeña partícula de la realidad. Por ejemplo, incluso en la parte inanimada del Asiyá espiritual por sí solo, hay cinco grados de NaRaNJaY para alcanzar, los cuales están relacionados al aspecto de los NaRaNJaY generales.

Por lo tanto, es imposible lograr incluso la Luz del inanimado de Asiyá sino es a través de las cuatro partes del trabajo. Por consiguiente, ningún hombre de Israel puede excusarse a sí mismo de observarlos a todos, de acuerdo a su estatura. Debería observar la Torá y Mitzvot con la intención, con el fin de recibir Rúaj de su estatura y tendría que penetrar en los se- cretos de la Torá de acuerdo a su estatura, a fin de recibir Neshamá de su estatura. Lo mismo se aplica a los Teamim (sabores) de las Mitzvot, pues es imposible completar incluso la más pequeña Luz de la santidad sin ayuda de estos.

57. Ahora podemos comprender la aridez y la oscuridad que nos ha sobrevenido en esta generación, como nunca hemos visto Esto es porque incluso los adoradores de Dios han abandonado el estudio de los secretos de la Torá. El RaMBaM ha dicho acerca  de esto: “Si una hilera de mil ciegos caminara a lo largo de un camino, y hubiese entre ellos por lo menos uno que puede ver, ellos estarían seguros de tomar la vía correcta y  no caer en los abismos y obstáculos a lo largo del camino, puesto que ellos seguirían al líder que puede ver.

Pero si tal persona no existiera, indudablemente tropezarán sobre cada valla en el ca- mino y caerán en el abismo. Así es con el asunto en cuestión ante nosotros. Incluso si sólo los adoradores de Dios se ocuparan en la interioridad de la Torá y fuesen a extender una Luz completa desde el infinito, la totalidad de la generación querrían seguirlos, y cada uno estaría seguro de ser exitosos. Pero si los adoradores de Dios se han distanciado a sí mismos de esta sabiduría, no es de admirarse que la totalidad de la generación esté fallando debido a ellos.

58. Además, conozco la razón: Es principalmente debido a la fe que ha disminuido en ge- neral, especialmente la fe en los hombres santos, los hombres sabios de todas las generacio- nes. Los libros de Cabalá y “El Zóhar” están llenos de parábolas tangibles. Por consiguiente, la gente tiene miedo de que ellos fracasen con la materia y pierdan más que lo que ganan. Esto es lo que me incitó a escribir una completa interpretación de los escritos del ARI y conocer al sagrado Zóhar. He quitado completamente esa preocupación, pues he probado el mensaje espiritual detrás de todo, el cual es abstracto y vacuo de toda semejanza física, encima del espacio y del tiempo como los lectores verán, con el fin de permitir a toda Israel estudiar “El Zóhar” y ser calentada por su sagrada

He denominado ese comentario “HaSulam” (La Escalera), para mostrar que su propósito es, como con cada escalera – que si tienes un ático lleno de bondades, entonces necesitas una escalera para alcanzarlo, y luego toda la bondad del mundo estará en tus manos. Pero la esca- lera no es un propósito en sí misma, pues si te detienes en la mitad del camino y no ingresas al ático, el propósito no será cumplido.

Así ocurre en el caso de mi comentario del Zóhar, porque aún no ha sido creada la vía para clarificar a estos mundos lo más profundamente. Sin embargo he construido una vía y una entrada para todos, usándola pueden ascender y escudriñar en la profundidad del Libro del Zóhar en sí mismo, pues sólo entonces mi propósito de este comentario será completado.

59. Todos aquellos que conocen todas las entradas y salidas del sagrado Libro del Zóhar, que son quienes comprenden lo que está escrito en él, unánimemente convenimos que fue escri- to por el sagrado Taná (Sabio) Rabí Shimon Bar Yojai. Sólo aquellos quienes están lejos de la sabiduría dudan este origen y tienden a decir, dando fe en cuentos fabricados por oponentes, que su escritor es el Rabino Moshé De León, u otros de su

60. Y como en mí, después del día que he sido enriquecido con una mirada en este sagrado libro a través de la Luz de Dios, no ha cruzado por mi mente la pregunta de su origen, por la simple razón que el contenido del libro trae a mi corazón el mérito de Rabí Shimon Bar Yojai mucho más que el de otros sabios. Y si claramente viera que su escritor es alguien de otro nombre, tal como el rabino Moshé de León, entonces apreciaría su mérito más que el de otros sabios, incluyendo al Rabí Shimon Bar Yojai.

Además, a juzgar por la profundidad de la sabiduría de este libro, si fuese a encontrar que su escritor es uno de los cuarenta y ocho profetas, lo habría encontrado más aceptable que relacionarlo a uno de los sabios. Es más, si encontrase que Moshé (Moisés) en sí mismo lo hubiese recibido de Dios en el Monte Sinái, entonces mi mente realmente estaría en   paz, pues tal composición es digna de él. Por consiguiente, puesto que he sido bendecido presentando una interpretación que permite a cada examinador comprender su contenido, creo que estoy completamente excusado por traerme a mí mismo dentro de ese examen. Esto es porque cualquier examinador del Zóhar se colocará ahora por no menos que el Taná Rabí Shimon Bar Yojai como su escritor.

61. Eso nos lleva a la pregunta: ¿Por qué no fue “El Zóhar” revelado a generaciones an- teriores, cuyos méritos fueron indudablemente más grandes y más dignos que los de las últimas? Debemos también preguntar, ¿Por qué no fue revelado el comentario del “Zóhar” antes del tiempo del ARI?, ¿Por qué no fue revelado a sus predecesores? Y la más perpleja de todas las preguntas: ¿por qué fueron reveladas las palabras del ARI y los comentarios del “Zóhar” recientemente hoy?

La respuesta es que el mundo, durante los seis mil años de su existencia, es similar a un Partzuf que es dividido en tres partes: Rosh, Toj y Sof, significando – JaBaD (Jojmá, Biná, Dáat), JaGaT (Jésed, Gvurá, Tifféret) y NeHY (Nétzaj, Hod, Yesod). O como nuestros sabios dijeron: “Dos mil años de Tohu (caos), dos mil de Torá y dos mil de los días del Mashíaj (Me- sías)”. En los dos primeros milenios, los cuales son como el Rosh o como JaBaD, las luces fueron muy pequeñas y, fueron considerados como una cabeza sin cuerpo, el cual sólo tiene la Luz de Néfesh, debido a que hay una relación inversa entre las luces y Kelim (vasijas): con los Kelim la regla es que los primeros Kelim crecen primero en cada Partzuf, en tanto que con las luces es lo opuesto, pues las luces más pequeñas visten primero en el Partzuf.

62. Por lo tanto, mientras haya sólo partes superiores de los Kelim, es decir las vasijas JaBaD, sólo la Luz de Néfesh puede vestirse en el Partzuf, las cuales son las luces más pequeñas. Esto es lo que fue escrito acerca de los primeros dos milenios, los años Tohu. La segunda era del mundo, la cual son los Kelim de JaGaT que visten a la Luz de Rúaj en el mundo, la cual es    la Torá. Por consiguiente los dos milenios del medio son llamados Torá. Y los dos últimos milenios son las vasijas de NeHYM (Nétzaj, Hod, Yesod y Maljut). Por consiguiente en aquel momento la Luz de Neshamá se viste en el mundo, la cual es la Luz Superior, de aquí el nombre: los días del Mesías.

Cada Partzuf es construido de la misma manera: en sus Kelim de JaBaD, de JaGaT, hasta el Jazé, las luces son cubiertas y las misericordias reveladas no se iluminan. Esto significa que la aparición de la Luz de Jojmá sólo ocurre desde el Jazé hacia abajo, es decir en Ne- HYM. Esta es la razón por la que más adelante las vasijas de NeHYM fueron reveladas al mundo, las cuales son los últimos dos milenios, la sabiduría del “Zóhar” en particular y la sabiduría de la Cabalá en general, fueron ocultadas del mundo.

Pero durante el tiempo del ARI, cuando el tiempo de la terminación de las vasijas debajo del pecho habrían estado más cerca, se reveló en el mundo la Luz de la sabiduría sublime a través del alma del Santo Rabí Itzjak Luria (“El ARI”), quien estuvo listo para recibir la gran Luz, y por consiguiente descubrió el objetivo primario en el libro del “Zóhar” y la sabiduría de la Cabalá, hasta que eclipsó a todos sus predecesores.

Sin embargo, puesto que estos Kelim no estuvieron completados (ya que él murió en 1572), el mundo no fue aún digno de descubrir sus palabras, y sólo fueron habladas a unos pocos, a quienes se les prohibió hablarla de ellos al mundo.

Ahora, en nuestro tiempo, cuando estamos acercándonos al final de los últimos dos mi- lenios, estamos dando el permiso de revelar sus palabras y las palabras del “Zóhar” a todo el mundo en gran medida, de tal manera que desde nuestra generación en adelante las palabras del “Zóhar” llegarán a ser más y más reveladas en el mundo, hasta que la medida completa sea descubierta como Dios lo desea.

63. Ahora se puede comprender que realmente no existe un final al mérito de las primeras generaciones sobre las últimas, siendo la norma en todos los Partzufim ya sea de los mundos o de las almas que el más delgado es construido primero en el Partzuf. Por consiguiente los Kelim más delgadas de JaBaD fueron construidos primero en el mundo y en las almas. Así, las almas que descendieron en los primeros dos milenios fueron más superiores que las últi- mas. Pero, éstas no podían recibir la Luz plena porque carecían de los Kelim inferiores en sí mismas y en el mundo, las cuales son JaGaT y NeHYM.

Posteriormente también, en los dos milenios intermedios, cuando los Kelim de JaGaT llegaron al mundo y a las almas, las almas fueron además en sí mismas muy delgadas, porque el mérito de los Kelim de JaGaT es más cercano a aquel de las vasijas de JaBaD.  Aún las luces estuvieron ocultadas en el mundo debido a la ausencia de los Kelim debajo del Jazé del mundo y de las almas. Por consiguiente, en nuestra generación, aunque la esencia de las almas es la peor, lo cual es porque ellas no podrían ser construidas hasta este día; sin embargo, éstas son los Kelim que completan el Partzuf del mundo y el Part- zuf de las almas a partir del punto de vista de los Kelim, y el trabajo no es completado sino a través de ellas.

Por ahora, cuando los Kelim de NeHY y todas los Kelim, Rosh, Toj y Sof están en el Partzuf, las medidas completas de la Luz (Rosh, Toj y Sof) están siendo extendidas a todos aquellos que son dignos. Por consiguiente, sólo después de la terminación de estas almas desprecia- bles pueden las luces supremas ser reveladas, y no antes.

64. De hecho, nuestros sabios se han preguntado: “El rabino Papa dijo a Avi: ¿En qué eran diferentes los primeros que les sucedió un milagro y en qué somos nosotros diferentes que no nos ha ocurrido un milagro? ¿Es a raíz del estudio? En la época de Rabí Yehuda todo el estudio era Nezikin (sección del Talmud), mientras que nosotros aprendemos toda la Mishná. Y cuando el Rabí Yehuda estudió Okatzin dijo: “Aquí encuentro la esencia de Rav e Shmuel, mientras aprendemos 13 Yeshivot en Okatzin. Cuando Rabí Yehuda se quitó un zapato, llegó la lluvia, mientras nosotros atormentamos nuestras almas y lloramos, y nadie lo nota. El respondió: Los primeros ofrendaron sus almas para la santidad de Dios

Así es que, aunque es obvio que los primeros fueron mucho más grandes que los últimos, desde el punto de vista de la Torá y de la sabiduría, el Rabí Papa y Avi tuvieron más mérito que los primeros. Vemos que a pesar de que las primeras generaciones fueron superiores a las últimas en cuanto a la esencia de sus almas, porque lo más fino se construye primero, de todas maneras, la sabiduría de la Torá nos revela más y más en las generaciones recientes. Esto se debe a que, tal como hemos dicho, la estatura es completada por las últimas gene- raciones, por lo que más luces completas se extienden a ellos, a pesar de que su esencia es mucho peor.

65. Por eso no deberíamos preguntar: ¿Por qué entonces está prohibido no estar de acuer- do con los primeros en la Torá revelada? Es porque en lo que respecta a la parte práctica de las Mitzvot, es lo opuesto, es decir, los primeros fueron más completos en éstos que los últimos. Esto es porque el acto se extiende desde las vasijas sagradas de las Sfirot y los secretos de la Torá y sus Teamim (sabores) se extienden de las luces que están en las Sfirot.

Ustedes ya saben que existe un valor contradictorio entre las luces y los Kelim. En las vasi- jas las luces crecen primero, por lo que desde el punto de vista práctico los primeros son más completos que los últimos. Pero en el caso de las luces, donde las luces más pequeñas vienen primero, las últimas son más completas que las primeras.

66. Tomen en cuenta que todo está compuesto por interioridad y exterioridad. Israel, los descendientes de Avraham, Itzjak y Yaakov, generalmente se consideran la interioridad del mundo y las 70 naciones son catalogadas como su exterioridad. También dentro de Israel hay interioridad, que son los fervorosos creyentes de Dios, y la exterioridad, quienes no se entregan por completo al trabajo de Dios. Asimismo, dentro de las naciones del mundo hay partes internas, las cuales son las justas entre las Naciones, y una parte externa, que son las bruscas y destructivas entre

También dentro de los creyentes de Dios que hay dentro de Israel, hay interioridad, que son aquellos dotados con la comprensión del alma de la interioridad de la Torá y sus secretos; y la exterioridad, que son aquellos que simplemente observan la parte actual de la Torá. En cada hombre de Israel hay una interioridad, que es el Israel dentro de él, siendo el punto en el corazón, y la exterioridad, que son las Naciones del Mundo dentro de él, siendo el pro- pio cuerpo. Pero, incluso las Naciones del Mundo dentro de él son consideradas conversas porque al dividir su interioridad, se transforman en conversos de las naciones del mundo, quienes dividen a todo Israel.

67. Cuando un hombre de Israel aumenta y dignifica su interioridad, lo cual es el Israel dentro de él, por encima de su exterioridad, siendo las naciones del mundo en él; es decir, que dedica la mayor parte de su tiempo y esfuerzo a engrandecer y exaltar su interioridad, para bien de su alma, y un esfuerzo menor, la simple necesidad para sostener sus naciones del mundo, es decir sus deseos corporales, tal como dice (Avot 1) “Haz tu Torá permanente y tu labor temporal”, así él hace -en la interioridad y la exterioridad del mundo- entonces los Hijos de Israel se elevan y las naciones del mundo, que generalmente son la exterioridad, reconocen y aceptan el valor de los Hijos de Israel.

Y si, Dios no lo permita, ocurriera lo contrario, en el sentido que un hombre de Israel aumenta y presta atención a su exterioridad, la cual es las naciones del mundo dentro de él, superior al Israel dentro de él – tal como se dice en Deuteronomio 28: “El extranjero que está en medio de ti subirá muy alto…”, la exterioridad en él se elevará, y tú, que eres la interiori- dad, el Israel en ti, te sumergirás en lo profundo. Esto provoca que la exterioridad del mundo en general, que son las naciones del mundo tan alto que sobrepasen a Israel, degradándolos al piso, y los Hijos de Israel, la interioridad del mundo, se sumerja -Dios no lo permita- en lo más profundo.

68. No es de extrañar que una sola persona, con sus acciones, sea el detonante de un des- cendiente o un ascendente para todo el Por eso es una ley irrefutable que lo general y lo particular son tan iguales como dos gotas de agua. Y lo que es usual en lo particular también lo es en lo general. Es más, los particulares conforman todo lo que está en lo general. Evidentemente, el acto de un particular, de acuerdo a su valor, incrementa o disminuye el todo. Esto esclarece las palabras del Zóhar, a través del estudio del Zóhar y la Sabiduría de la Verdad, serán salvados del exilio hasta su completa preservación. Pero, ¿Cuál es realmente la conexión entre el estudio del Zóhar y la preservación de Israel de entre las naciones?

69. Se ha aclarado que la Torá también tiene su interioridad y su exterioridad, al igual que el mundo entero. Por lo tanto, quien ahonda en la Torá también tiene esos dos grados. Ade- más de incrementar su esfuerzo en la interioridad de la Torá y sus secretos, hasta ese punto hace que la virtud de la interioridad del mundo, que es Israel, se eleve aún más por encima de la exterioridad de éste; es decir, las naciones del mundo. Entonces, todas las naciones reco- nocerán y admitirán la ascendencia de Israel sobre ellos, para que estas palabras finalmente se hagan realidad: “Y los tomarán los pueblos y los traerán a su lugar: y la casa de Israel los poseerá por siervos…” (Isaías 14.2), “Así dijo el Señor Dios, he aquí, hago señas con la mano a las naciones y levanto mi bandera para que la vean los pueblos. Te traerán a tus hijos en brazos y a tus hijas sobre los hombros” (Isaías 22).

Pero si, Dios no permita, ocurriera lo contrario; es decir, que el hombre de Israel degrade la virtud de la interioridad de la Torá y sus secretos, lidiando con las costumbres de nuestras almas y sus grados, y también en lo que respecta al razonamiento de las Mitzvot, con respecto a la virtud de la exterioridad de la Torá, eso únicamente tiene que ver con la parte práctica e incluso si dedica algún tiempo a la interioridad de la Torá, pero apenas un poco de su tiempo, ya sea de noche o de día, como si fuera, Dios no permita, superflua, de esta manera ocasiona una degradación y disminución de la interioridad del mundo,  que  son los Hijos  de  Israel y fomenta la dominación de la exterioridad del mundo; es decir, las Naciones del Mundo, por encima de ellos, humillarían y avergonzarían a los Hijos de Israel, considerándolo como superflua, como si el mundo no tuviera una razón de ser, Dios no permita.

Es más, de esta manera, ellos hacen que incluso la exterioridad del mundo sobrepase su interioridad. Para lo peor de las naciones del mundo, que destruyen y lo dañan, ascienden todavía más arriba de su interioridad, las cuales son las naciones del mundo, y luego cau- sarán la ruina y las masacres salvajes que ha presenciado nuestra generación, que Dios nos proteja de ahora en adelante.

De esta forma, vemos que la redención de Israel y su ascensión, dependen del estudio del Zóhar y la interioridad de la Torá, degradándola y transformándola en algo aparentemente superfluo, Dios no permita.

70. Los Tikunim del Zóhar dice (Tikkún 40): “Despierta y elévate ante la Divina Presencia, por tu corazón que está vacío sin la sabiduría de conocerla y alcanzarla, a pesar de que está dentro de ti”. El secreto de esto, tal como lo dice: Una voz impacta dentro del corazón de todos y cada uno de Israel, para rezar por la ascensión de la Divina Presencia, la cual es la reu- nión de las almas de Israel. Pero, la Divina Presencia dice: “No tengo la fortaleza de sacarme a mí misma del polvo, toda la carne no es sino heno. Todos ellos son como heno comiendo bestias”, Esto significa que cumplen los preceptos a la ligera, como bestias y toda su gracia es como la flor del campo, todas sus buenas proezas, las hacen para ellos

Esto significa que las proezas que realizan no las hacen para complacer a su Creador, sino para complacerse a sí mismos. Incluso los mejores de ellos, que han dedicado todo su tiempo a la Torá no lo hicieron sino para beneficio de su propio cuerpo, faltando el objetivo deseado que es satisfacer a su Creador.

Acerca de la generación de ese tiempo se dice: “Un espíritu se va para nunca regresar, este es el espíritu del Mesías, el que debe salvar a Israel del exilio y de todas sus penas en una completa redención, a fin de que se cumplan las palabras: “Para que la Tierra esté repleta del conocimiento de Dios. Ese espíritu se fue y no descendió al mundo”.

Desafortunadamente, estas personas, que hacen que el espíritu del Mesías se esfume del mundo para nunca regresar, hacen de la Torá algo seco, sin la humedad de la mente y el co- nocimiento, confinándose a la parte práctica de la Torá sin el deseo de intentar entender la sabiduría de la Cabalá a fin de conocer e instruirse con los secretos y la razón detrás de la Torá y sus preceptos. Es una lástima que con sus acciones causen la pobreza, la ruina y el robo, el saqueo, los asesinatos y la destrucción en el mundo.

71. La razón de esto, como hemos dicho, es que debido a que todos los que ahondan en la Torá desprecian su propia interioridad y la interioridad de la Torá, dejándola como si fuera superficial o innecesaria en el mundo, estudiándola sólo cuando no es de día o de Son como ciegos que buscan la pared, causando así la proliferación de su propia exterioridad; es decir, el beneficio de su propio cuerpo, y conciben la exterioridad de la Torá superior a su interioridad, causando de esta manera la expansión de cada aspecto externo en el mundo por encima de sus partes internas, cada uno de acuerdo a su propia esencia.

A raíz de la exterioridad de todo Israel, es decir, las naciones del mundo entre ellas, inten- sifica y revoca la interioridad de todo Israel que son los Grandes de la Torá. La exterioridad dentro de las naciones del mundo que son los destructores dentro de ellas, intensifica y revoca la interioridad entre ellas, que son los justos del mundo. La exterioridad del mundo entero, siendo las naciones del mundo, intensifica y revoca a los Hijos de Israel, que son su interioridad.

En tal generación, todos los destructores de las naciones del mundo alzan sus cabezas y desean principalmente destruir y matar a los Hijos de Israel, tal como está dicho: “Ninguna calamidad llega al mundo sino por causa de Israel” (Yebamot 63), tal como se dice en las correc- ciones antes mencionadas, estos causan pobreza y ruina, robo y asesinatos en el mundo entero.

Y como, por causa de nuestras múltiples fallas hemos sido testigos de lo antes mencionado en las correcciones, y no solo eso, sino que la calamidad que ha golpeado lo mejor de nosotros, tal como está dicho: “Y no comienza sino a través de los justos” (Baba Kama 60). De toda la gloria que Israel ha tenido en los países de Polonia, Lituania, etc., no quedan sino los rema- nentes en nuestra tierra santa. Ahora nos toca a nosotros, los remanentes, corregir esa terrible equivocación. Y cada uno de nosotros los restantes, asumirá alma y corazón para intensificar, de hoy en adelante, la interioridad de la Torá y darle el lugar que merece por encima de la exterioridad de la Torá.

De esta manera, cada uno será recompensado con la intensificación de su propia interioridad, lo cual significa el Israel en él, que son las necesidades del alma por encima del aspecto de su propia exterioridad, siendo las naciones del mundo en él, que son las necesidades   del cuerpo. Esa fuerza vendrá a la totalidad del pueblo de Israel, hasta que los pueblos del mundo dentro de nosotros reconozcan la virtud de los Grandes de Israel por encima de ellos, los escuchen y los obedezcan. También la interioridad de las naciones del mundo, que son los justos del mundo, superará su exterioridad y someterán a los detractores. Asimismo, la interioridad del mundo, que es Israel, se elevará con toda la gloria y alabanza por encima de la exterioridad del mundo que son las naciones. Luego, todas las naciones del mundo reco- nocerán y admitirán la ascendencia de Israel por encima de ellas.

Estas tienen que cumplir las palabras: “Y los tomarán los pueblos, y los traerán a su lugar: y la casa de Israel los poseerá por siervos en la tierra del Señor (Isaías 14,2). Y también: “…y traerán en brazos a tus hijos, y tus hijas serán traídas en hombros” (Isaías 49.22). Esto es lo que dice el Zóhar: Que a través de esta composición, que es el Libro del Zóhar, ellos sean liberados del exilio con misericordia (Nasa 124.72)”. Amen, así sea Su voluntad.

La esencia de la Sabiduría de la Cabalá

La esencia de la sabiduría de la Cabalá 

Antes de que vaya esclareciendo la historia de la sabiduría de la Cabalá, la cual ya fue repasada por muchos, consideré necesario comenzar con una clarificación concienzuda de la esencia de esta sabiduría, la cual yo creo, muy pocos conocen. Y naturalmente, es imposible hablar de la historia de algo sin antes conocer tal cosa.

Aunque este conocimiento es más amplio y más profundo que el océano, de todas maneras me esforzaré con toda mi fortaleza y conocimiento, los mismos que he adquirido en este campo, para explicar con una explicación genuina e iluminarlo por todos los lados, de tal manera que sea suficiente para cada alma, para sacar de ellas las conclusiones correctas, de la manera que verdaderamente son, no dejando margen para error, siendo esto muy común en tales cuestiones

¿En torno a qué gira la Sabiduría?

Esta pregunta viene a la mente de toda persona sensata. Y para dar una respuesta satisfactoria a esta pregunta, proporcionaré una definición confiable y perdurable, pues: Esta sabiduría es, ni más ni menos que una secuencia de raíces, las cuales penden a razón de causa y efecto, en reglas fijas y determinadas, entrelazándose en un único y elevado fin que se describe como “la revelación de Su Divinidad a Sus criaturas en este mundo”.

Y  aquí están las reglas de general y  particular:

“General” — Es decir toda la humanidad está obligada en su final, absoluta y conscientemente, a llegar a este desarrollo avanzado, como está escrito, “porque la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11.9). “Y no enseñará más el hombre a su prójimo, ni el hombre a su hermano, diciendo: Conozcan al Señor; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande” (Jeremías 31.33). “Y no se esconderán más tus maestros, sino que serán tus ojos los que vean a tus maestros”.  (Isaías 30.20).

“Particular”—Es decir, que aún antes de la perfección de toda la humanidad, esta regla es implementada en unos cuantos individuos elegidos en cada generación. Porque aquellos son los particulares, los dotados en cada generación, con ciertos grados en el asunto de la revelación de Su Divinidad. Y éstos son los profetas y los hombres de Dios. Tal como nues- tros sabios dijeron: “No hay generación en la cual no haya alguien como Abraham y Jacob”.

Ahora puedes notar que la revelación de Su Divinidad es implementada en cada generación, según las palabras de nuestros sabios, quienes están acreditados para hablar de esto y nos son confiables.

La Multiplicidad de Partzufim, Sfirot y Olamot (Mundos)

Sin embargo, de acuerdo a lo dicho, surge una pregunta: Ya que la sabiduría no tiene más que una sola, clara y especial función, si es así, ¿Cuál es el asunto de la multiplicidad de Partzufim, Sfirot y todas las conexiones permutables, las cuales son tan abundantes en los libros de Cabalá?

En efecto, si tomases algún cuerpo de un pequeño animal, cuya única tarea no es sino nutrirse a sí mismo, para que pueda existir en este mundo por el tiempo suficiente para engendrar y propagar su especie, verás y encontrarás en él una estructura compleja de millones de fibras y tendones, como lo han descubierto fisiólogos y anatomistas. Y hay más de un millón allí, que aún no han sido conocidas por la humanidad.

Y de aquí podrás concluir unos cuantos tipos de variedades de asuntos y canales que necesitan conectarse con el fin de lograr y revelar aquella meta sublime.

Dos Ordenes: De Arriba hacia Abajo y de Abajo hacia Arriba.

Esta sabiduría generalmente se divide en dos órdenes paralelos e idénticos el uno del otro, como dos gotas de agua. Y no hay diferencia, solamente que el primer orden es atraído de Arriba hacia abajo, hasta este mundo, y el segundo orden empieza de este mundo y va de aba- jo hacia Arriba, precisamente por las mismas rutas y combinaciones que han sido impresas en su raíz cuando se descubrieron de Arriba hacia abajo.

El primer orden es denominado “El orden del descenso de los Olamot (Mundos), Partzufim y Sfirot” para todos sus acontecimientos, ya sean duraderos o pasajeros. El segundo orden es denominado “Alcances o grados de profecías y Espíritu Santo”. La persona que es recompensada con esto está obligada a dirigirse por los mismos caminos y entradas, y gradualmente alcanzar cada detalle y cada grado, adecuado precisa- mente conforme a las mismas leyes que fueron impresas en ellos en el momento de su emanación de  Arriba hacia abajo.

Puesto que la revelación de la Divinidad no aparece de una sola vez, sino que viene y aparece durante un tiempo determinado, lo cual depende de la purificación del alcance, hasta que se le revelan todos los grados de Arriba hacia abajo. Y para su existencia son ordenados y vienen en  alcance, uno después del otro y  uno arriba del otro, como  el modelo de los peldaños de una escalera, denominados a causa de esto con el nombre de  “Peldaños”.

Nombres Abstractos

Muchos creen que todas las palabras y los nombres en la sabiduría de la Cabalá son nombres abstractos. Esto es porque ésta se ocupa de la Divinidad y la espiritualidad, los cuales están por encima del tiempo y el espacio, tanto que incluso el manantial de nuestra imaginación no puede alcanzar.

Y debido a esto decidieron, que todo lo hablado respecto a tales cuestiones seguramente no tiene sino nombres abstractos, o aún más sublimes y elevados que los nombres abstractos; puesto que están completamente desprovistos desde su comienzo, de fundamentos semejan- tes.

Sin embargo esto no es verdad, sino completamente lo contrario: la Cabalá no utiliza nombres y denominaciones fuera del aspecto de la realidad y autenticidad. Esta es una regla inflexible para todos los sabios de la Cabalá: “Todo lo que no alcancemos, no lo definiremos por nombre ni palabra”.

Y aquí es necesario que entiendas, que el significado de la palabra Hasagá (alcance espiri- tual) es: El grado final en el entendimiento. Esto ha sido tomado de la frase “Ki Tasig Yadjá” (pues tu mano alcanzará); es decir, antes que algo se esclarezca ante los ojos con completa determinación, como que fue agarrado con las manos, los cabalistas no lo consideran con  el nombre de “alcance espiritual”, sino que lo llaman con distintas denominaciones como “Havaná” (entendimiento), “Haskalá”2 (conocimiento), etc. (La palabra Haskalá se entiende también como: cultura, erudición, aprendizaje, etc.)

La autenticidad en la sabiduría de la Cabalá

Sin embargo en la realidad corporal, la cual está preparada en contra de nuestros sentidos, también encontramos cosas auténticas, a pesar que no tenemos ninguna captación o imaginación de su esencia. Tal como la electricidad y el magnetismo, las mismas que son denominadas con el nombre de “Fluidum”.

A todo esto, ¿Quién dirá que estos nombres no son reales, de momento que conocemos sus acciones satisfactoriamente, y no nos preocupamos en lo absoluto, ya que de hecho no tenemos ninguna captación del tema; es decir, de la electricidad en su esencia?

Este nombre nos es tan real y cercano a nosotros, no menos de lo que fue captado completamente por nosotros en nuestros sentidos. Hasta los niños pequeños conocen la pala- bra, “electricidad”, de la misma manera que conocen las palabras pan, azúcar, etc.

Y no se diga más, excepto si quisieres ejercitar un poco tus herramientas de escrutinio; comúnmente te habría dicho que, como en el Creador no hay ninguna percepción ni alcance en lo absoluto, en esta magnitud en realidad no hay ningún alcance en el aspecto de la esencia que está en Sus creados. Incluso los cuerpos que están en nosotros son palpados por nuestras manos.

De tal forma que todos nuestros conocimientos con nuestros amigos y parientes en el mundo de la acción ante nosotros, no son más que “la familiarización de las acciones”, que son impulsadas y engendradas por la asociación de su encuentro con nuestros sentidos,   lo cual nos deja una satisfacción plena, a pesar que no tenemos ninguna percepción en la esencia del objeto.

Y aún más que esto, pues incluso de tu propia esencia tampoco tienes percepción o alcance en ella, y todo lo que te es conocido de tu propia esencia, no es más que una serie de acciones extendiéndose desde tu propia esencia.

Y desde ahora podrás tener éxito fácilmente, ya que todos los nombres y denominaciones que aparecen en los libros de Cabalá son efectivamente reales y auténticos, aunque no tengamos ningún alcance en el objeto. Debido a que los que se ocupan en ellos tienen la plena satisfacción del completo conocimiento de la perfección final; es decir, no solamente del conocimiento de las acciones, que son impulsadas y engendradas entre la participación de la Luz Superior con los que la alcanzan.

No obstante, basta y es completamente suficiente, porque ésta es la regla: “Todo el cálculo y el resultado de Su Providencia para llegar a la regla de la realidad de la naturaleza de la Creación, al fin y al cabo están en Él, debido a que es completamente satisfactorio”. Así como no despertará en la persona ninguna demanda por un sexto dedo en su mano, porque cinco dedos le son completamente suficientes”.

Las relaciones materiales y los nombres corporales en los libros de Cabalá.

Es realmente comprendido por toda persona sensata, que cuando nos ocupamos en una cuestión espiritual, no es necesario decir con la Divinidad, no tenemos ningunas palabras o letras para contemplarlas. Ya que a fin de cuentas todo nuestro vocabulario no es sino una combinación de las letras de la imaginación y los sentidos. Y ¿Cómo es posible ser asistido por ellas en un lugar en el cual no hay la conducta del nombre del aspecto de la imaginación y sentidos en lo absoluto?

Porque incluso si tomásemos la palabra más sutil que pudiese ser utilizada en aquellas circunstancias; es decir, la palabra “Luz Superior”, o incluso “Luz Simple”, después de todo, esto también es una cuestión imaginaria y metafórica de la luz del sol, o de una vela, o la luz sentida de la alegría que aparece en la persona al momento que encuentra algo nuevo de la aclaración de alguna duda. Y ¿Cómo podrá utilizarlas en lugar de la espiritualidad y los caminos de la Divinidad? Porque no ofrecerán al examinador sino palabras de falsedad y engaño. Y de todo lo que sí está en el lugar en el cual necesitamos revelar estas palabras, algunas de las cuales están en aspecto de concesión mutua, usualmente en cuanto a las investigaciones de la sabiduría, tal que acá el sabio debe usar definiciones rigurosamente exactas para los ojos de los examinadores.

Y si el sabio se desviase en tan solo una palabra desafortunada, al fin y al cabo causará por medio de la confusión del conocimiento, un perjuicio a los examinadores, y no entenderán en lo absoluto lo que está diciendo aquí, antes de, después de, y todo lo relacionado con esa palabra, como es sabido para cualquiera que examina libros de sabiduría.

Por lo tanto sorpréndete, ¿Cómo es posible que los cabalistas utilicen palabras falsas para explicar acerca de la similitud de las interconexiones de la sabiduría? Tal como es sabido, que no hay ninguna definición de nombres falsos, pues la mentira no tiene piernas ni firme- za. No obstante, aquí necesito que sepas de antemano la Ley de Raíz y Rama en relación a los mundos unos con otros.

La ley de raíz y rama en relación a los Mundos

Los cabalistas han encontrado, que los cuatro mundos denominados por el nombre de Atzilut, Briá, Yetzirá y Asiyá, comenzando desde el primer mundo, el más elevado, llamado “Atzilut”, hasta este mundo corporal tangible, llamado Asiyá, que sus formas son exactamente iguales la una a la otra en todos sus detalles y acontecimientos; es decir, que toda la realidad de los acontecimientos se encuentran en el primer mundo, así como también en el segundo mundo debajo de él, sin ninguna modificación de algo. Y así es en todos los demás mundos que le preceden, hasta este mundo tangible.

Y no hay ninguna diferencia entre ellos, sino solamente un grado diferente, que es en- tendido solamente por la materia que está en los detalles de la realidad en cada uno de los mundos. Que la materia de los detalles de la realidad que se encuentra en el primer mundo, el más elevado, es más pura que todos los que están debajo de él. Y la materia de los detalles de la realidad que están en el segundo mundo es más densa que la del primer mundo, pero más pura que todas las que están en el nivel debajo de ella.

De esta forma continúa hasta este mundo el cual está ante nosotros, cuya materia de los detalles de la realidad que está en él, es más densa y oscura que en todos los mundos que le preceden. Sin embargo, las formas y los detalles de la realidad al igual que todos sus acontecimientos, llegan equivalentemente en cada uno de los mundos, tanto en cantidad como en cualidad,  sin modificación.

Y compararon esto a la sentencia de un sello y su impresión, de la cual todas las formas existentes en el sello son transferidas perfectamente en cada detalle e complejidad hacia   el objeto impreso. Así es con los mundos, donde cada mundo inferior ha sido impreso del mundo superior a él. Por lo tanto, todas las formas que hay en el Mundo Superior, han sido copiadas completamente con todas sus cantidades y cualidades, llegando también al mundo inferior.

De manera que no tienes un elemento o acontecimiento de la realidad en el mundo inferior, que no encuentres su semejanza en el mundo Superior a él, en forma comparativa a dos gotas de agua; llamados “Raíz y Rama”. Es decir, que se trata del mismo elemento que se encuentra en el mundo inferior, considerado un aspecto de la rama en asociación a su modelo, que existe y se mantiene en el Mundo Superior, el cual es raíz del elemento inferior, porque desde allí este elemento ha sido impreso y ha llegado a existir en el mundo inferior.

Esta fue la intención de nuestros sabios cuando dijeron, “No tienes una brizna de hierba debajo que no tenga una fortuna y un guardia encima que la golpee y le diga, ¡Crece!”. Es decir que la raíz, llamada “fortuna”, le obliga a crecer y a aceptar el atributo del aspecto de su cantidad y su cualidad, como la sentencia del sello con la impresión de él como se dijo arriba. Esta es la ley de Raíz y Rama, que es la conducta de todos los detalles y acontecimientos de la realidad, en cada uno de los mundos, con relación al mundo Superior a él.

El lenguaje de los cabalistas es un lenguaje de ramas

Esto significa, según las instrucciones que las ramas recibieron de sus raíces, las cuales son sus moldes, quienes necesariamente existen en el Mundo Superior. Porque no hay ninguna realidad en el mundo inferior que no sea atraída y salga de su Mundo Superior. Tal como la sentencia del sello con la impresión, que debido a esto, la raíz en el Mundo Superior obliga a su rama en el mundo inferior, para que revele en ella todas sus formas y atributos; como dijeron nuestros sabios: “que la fortuna en el mundo Superior el cual relaciona a la hierba en el mundo inferior, la golpea, obligándola a agrandar su atributo”, ya que dentro de este cada una de las ramas en este mundo se encuentran determinando adecuadamente su molde, el cual se encuentra en el Mundo Superior.

Por consiguiente, los cabalistas han encontrado un vocabulario ordenado y explícito, basto y suficiente en el aspecto del lenguaje hablado entre ellos, el cual ha sido encontrado sorprendente, con el mismo que podrán otorgar y comunicarse uno con el otro con las raíces espirituales que están en los mundos superiores; es decir, por medio de los que recuerdan a sus amigos solamente la rama inferior que es sentida en este mundo, la cual está adecuada- mente definida para nuestros sentidos corpóreos.

A causa de su conocimiento los oyentes entienden la Raíz Superior, ya que ésta rama corpórea es esclarecida sobre él, porque él se relaciona con ella, siendo su impresión. De tal manera que todos los detalles de los seres de la creación son tangibles, y todos sus acontecimientos fueron hechos para ellos como palabras y nombres completamente definidos, explicando acerca de las Grandes Raíces Espirituales Superiores. A pesar que es imposible el pronunciarse alguna palabra o expresión en su lugar espiritual, debido a que están por encima de toda imaginación, que de todo lugar adquirieron para ellos el mérito de la pronunciación de los dos lenguajes por medio de sus ramas, las mismas que son arregladas ante nuestros sentidos aquí en el mundo tangible.

Esa es toda la naturaleza del lenguaje hablado entre cabalistas, mediante el cual ellos revelan sus alcances espirituales de persona a persona y de generación en generación, tanto oralmente como por escrito. Ellos se entienden totalmente el uno al otro con plena satisfacción, de acuerdo a todas las medidas exactas que les obligan a constituir concesiones mutuas en la investigación de la sabiduría; es decir, con definiciones precisas en las cuales es imposible fallar. Esto es así porque cada una de las ramas tiene su propia definición natural especial para ella determinantemente. Desde cualquier punto de vista con esta su definición absoluta, también lo es sobre su raíz en el Mundo Superior.

Y sabe, que el Lenguaje de las Ramas de la sabiduría de la Cabalá, es el más conveniente para explicar los términos de la sabiduría que todas nuestras lenguas ordinarias. Es conocido de la teoría del nominalismo que los lenguajes han sido muy trastocados en las bocas de la muchedumbre; es decir, que a partir del uso excesivo de las palabras, después de todo éstas han sido vaciadas de sus contenidos exactos; y por lo tanto, se han producido grandes dificultades para comunicar las deducciones precisas de uno hacia su amigo, por medio de la expresión o lo escrito como es sabido.

Lo cual no es así en “el lenguaje de las ramas de la Cabalá”, el cual es tomado de los nombres de las criaturas y sus acontecimientos determinados, que son puestos delante de nuestros ojos, definidos por las leyes de la naturaleza, las cuales no reciben cambio nunca. Y nunca tendrá lugar para los oyentes ni lectores, los cuales se extraviarán en el entendimiento de las palabras ofrecidas a ellos, porque las definiciones de la naturaleza son completamente constantes y suficientemente rígidas y no desaparecerán.

La revelación de un sabio cabalista a un receptor entendido

Así escribió RaMBaN en la introducción a su comentario acerca de la Torá: “He aquí yo llego con el pacto verdadero a todos quienes escudriñan este libro, de todas las insinuaciones que escribo en los secretos de la Torá, pues vehementemente les informo que mis palabras no serán alcanzadas ni comprendidas por ninguna mente o inteligencia, excepto de boca de un sabio cabalista al oído de un receptor entendido”. De forma similar escribió también Rav Jaim Vital en su introducción al “Árbol de la Vida”. Y en palabras de nuestros sabios (Jaguigá 11) está dicho: “No hay quien interprete acerca de la Merkavá a solas, a no ser luego de que él sea sabio y su mente entienda”.

He aquí sus palabras son entendidas adecuadamente en cuanto a lo que dijeron, que se necesita recibir de boca de un sabio cabalista. Sin embargo, ¿Cuál es la obligación, tanto que también el discípulo necesita de antemano ser sabio y entendido con su propia mente? Y de no ser así, igual le está prohibido ser enseñado, incluso si fuese el justo más grande en el mundo. Además ¿Si él ya es un sabio y entiende con su propia mente; si es así, nuevamente no tendrá necesidad de aprender de otros?

De lo explicado anteriormente, entenderás sus palabras con simple determinación, ya que al fin y al cabo ha sido explicado que con todas las palabras y las declaraciones que llegan a ser pronunciadas por nuestros labios, es imposible explicar por medio de ni siquiera una sola palabra, acerca de los asuntos espirituales divinos, ya que ellos se encuentran por encima del espacio, tiempo e imaginaciones. Excepto que encontramos un lenguaje especial para estos asuntos, el cual es “el Lenguaje de las Ramas” según sus significados en relación a sus Raíces Superiores.

Sin embargo este lenguaje, aunque es muy competente para su tarea de interpretar y entregar los acontecimientos de la sabiduría, más que los otros lenguajes comunes, seguramente todo esto es dicho solamente si el oyente es sabio por sí mismo; es decir, que él sabe y entiende las relaciones de las ramas hacia sus raíces. Puesto que estas relaciones no están para nada claras cuando las vemos de abajo hacia arriba. En otras palabras, que en la observación sobre las ramas inferiores es imposible obtener cualesquier conclusión o similitud sobre algún modelo en sus raíces superiores.

Al contrario, puesto que desde el Superior se enseñará al inferior; es decir, que al comienzo necesitamos alcanzar primero las raíces superiores en cantidad, las cuales están arriba en la espiritualidad, encima de cualquier imaginación, pero con el alcance puro. Y una vez que  el bien alcanza las raíces superiores con su propia mente, le es posible examinar las ramas tangibles que están es éste mundo y saber cómo cada rama está relacionada con su raíz en el Mundo Superior, en todas sus órdenes, en cantidad y cualidad.

Y luego que sabe y entiende todo esto adecuadamente, entonces encuentra para él un len- guaje común entre él y su maestro; es decir, “el lenguaje de las ramas”, el cual en boca del sabio cabalista podrá transmitirle los estudios de la sabiduría, que son acostumbrados en los Mundos Espirituales Superiores, los cuales recibió de sus maestros, las cuales son su extensión en la sabiduría que encontró por sí mismo. Pues ahora tienen un lenguaje común para ambos y lo entienden tanto el uno como el otro.

Sin embargo, en el momento que el discípulo no es sabio y entiende éste lenguaje con    su mente; es decir, el significado de las ramas sobre sus raíces, es comprensible que por sí mismo no tiene la posibilidad de que el maestro le transmita ni una sola palabra de esta sabiduría espiritual, y no hay la necesidad de comunicarle ni entregarle los escrutinios de la sabiduría, puesto que no tienen un lenguaje común que puedan usar, y encontramos que se vuelven como mudos. Por lo tanto, no hay la necesidad de la instrucción de Maasé Merkavá, la cual es la sabiduría de la Cabalá, a menos que él sea sabio y entienda con su propia mente.

Y aún hay que preguntar: ¿Según esto, de dónde los discípulos son sabios a tal punto de conocer las relaciones de la rama y la raíz mediante la emulación acerca de las raíces superiores? La respuesta es: que aquí yace la salvación de la persona; ¡es solamente la ayuda del Creador lo que necesitamos! Ya que Él es el que llena de sabiduría y entendimiento a aquellos que se lo merecen y que encuentran misericordia ante Sus ojos, para adquirir alcances sublimes. ¡Y es imposible ser asistido en esto con la ayuda de carne y sangre ni nada!

En efecto, una vez que obtuvo Su misericordia y mereció el alcance sublime; entonces, el discípulo está listo para venir y recibir las grandezas de la sabiduría de la Cabalá, de boca del sabio cabalista, puesto que ahora tiene junto con él, un lenguaje común.

Denominaciones ajenas al espíritu humano

Con todo lo explicado previamente, entenderás que en los libros de la Cabalá a veces encontramos denominaciones y términos completamente ajenos al espíritu humano. Éstas son muy frecuentes en los libros fundamentales de Cabalá, como lo son El Zóhar y los Tikunim, y los libros del ARI. Las cuales son muy desconcertantes: ¿Qué hubo en estos sabios como para utilizar tales denominaciones humildes en expresiones de nociones exaltadas y sagradas?

Sin embargo, luego que adquiriste para ti el conocimiento citado anteriormente, será comprendido por ti su verdadero asunto. Pues ha sido explicado que es completamente imposible utilizar algún lenguaje en el mundo, para explicar esta sabiduría, excepto al ser descrito por un lenguaje especial; es decir, “el Lenguaje de las ramas”, según las relaciones a sus raíces superiores.

Por consiguiente, es comprendido de esto, que es imposible dejar alguna rama o acontecimiento de una rama por causa de su inferioridad, o no ser usadas para expresar el concepto deseado en las interconexiones de la sabiduría, de momento que no hay en nuestro mundo ninguna otra rama que pueda ser tomada en su lugar.

Así como no hay dos cabellos que absorban de un solo conducto, de la misma forma, no tenemos dos ramas que estén relacionadas a una sola raíz. De tal manera que si ha sido dejado atrás algún acontecimiento que no haya sido utilizado, encontramos que adicionalmente perdemos el concepto espiritual que se encuentra opuesto a él en el Mundo Superior, pues no tenemos ni una sola palabra en su lugar para explicar acerca de aquella raíz.

Adicionalmente, tal cuestión perjudicaría a todas las extensiones de la sabiduría y sobre toda su dimensión, ya que hemos perdido un eslabón en la cadena de la generalidad de la sabiduría relacionada con aquel concepto.

Por lo tanto, encontramos que esto arroja un defecto sobre la sabiduría entera, pues no tienes más sabiduría entre las sabidurías del mundo, que estén interesadas en combinar y relacionar un asunto con otro por vía de causa y efecto, lo primario y lo consecuente, como lo es en la sabiduría de la Cabalá, la cual es conectada desde la cabeza hasta su final una tras otra, como una larga cadena en realidad. Lo cual por lo tanto, es un conocimiento que nos es oculto por ahora, ya que incluso en nosotros ha sido oscurecida toda la sabiduría entera, debido a que todas sus cuestiones están fuertemente relacionadas la una con la otra, y combinadas efectivamente en una sola.

Y de ahora en adelante no habrá ningún asombro, con que ocasionalmente utilicemos denominaciones ajenas. Pues no tienen libertad de elección con las denominaciones, para sustituir o convertir lo malo en bueno, o lo bueno en malo. Sino que obligan siempre a traer exactamente la misma raíz o la instrucción según la tutela del maestro acerca de su raíz superior en toda la medida necesaria para el asunto. Además obligan a aumentar las cosas, hasta que alcancen la definición exacta a los ojos de sus amigos observadores.