El camino de la Torá y el camino del sufrimiento

No Hay Nadie Más Sabio que el Experimentado

Desde el mosquito que no te deja dormir, pasando por el vecino que arroja la basura desde la ventana, y acabando con el tsunami que deja a medio país enterrado bajo las aguas – algo no concuerda con la determinación de los cabalistas – que el bien absoluto dirige toda la Creación. “Si esto es bueno, entonces, ¿¡qué será lo malo!?”, te preguntas a ti mismo cuando vuelves a conmocionarte con las noticias diarias. El Creador es el bien absoluto. Así les fue revelado a los cabalistas dentro de sus vasijas de recepción y así ellos lo escriben en sus libros. De todas maneras, a nuestros ojos se presenta un cuadro completamente diferente. La vida misma nos lleva a la conclusión, que si existe una fuerza buena que maneja la creación, entonces, en el mejor de los casos, simplemente nos está dando la espalda.

¿Cuál es el motivo de la contradicción entre lo que dicen los cabalistas y la realidad en la que vivimos? ¿Estamos condenados a vivir en una realidad en donde el mal eclipsa al bien? ¿Cómo podemos hacer para que el Creador dirija su mirada hacia nosotros? ¿Y tal vez somos nosotros quienes debemos volver nuestros rostros hacia Él? Sobre estas y otras preguntas, nos ocuparemos en esta parte de la unidad de estudio, y mientras nos ocupamos en ellas, aclararemos el tema central de la lección: el principal beneficio del estudio de la sabiduría de la Cabalá.

Desde la creación del mundo, el universo se encuentra en continuo desarrollo. Todo cambia, nada queda fijo. La tierra cambia, la vida en ella cambia y también las personas se encuentran en un cambio permanente. La fuerza del desarrollo, o “la providencia”, como la llaman los cabalistas, dirige el mundo y empuja a la vida al desarrollo, a pasar de un estado a otro de acuerdo a un plan determinado y perfectamente organizado. La materia inanimada en el universo se transforma en galaxias, soles y planetas, la materia vegetal y animal de la tierra, se desarrolla en una gama extensa de plantas y animales.

Los cabalistas descubrieron que el desarrollo de la Creación no es aleatorio o banal, sino determinado, orientado hacia una “meta”. Existe un objetivo final hacia el cual apunta la fuerza de desarrollo. Cada detalle en la creación y el universo entero, se encuentran en un proceso gradual de desarrollo, a modo de causa y efecto, hasta llegar a cumplir sus propósitos. Así, por ejemplo, la tierra pasó un proceso de desarrollo hasta llegar a ser un lugar apto para la creación de vida, el fruto en el árbol, atraviesa un proceso de desarrollo hasta madurar y llegar a ser comestible, y el gusano, pasa por un proceso similar hasta que se convierte en mariposa.

Resulta, que el buen propósito se revela solo al final del desarrollo y no antes, y los diferentes estados de desarrollo, no solo no nos muestran el estado final, el propósito, lo bueno, sino como adrede, se revelan como si de forma completamente opuesta al objetivo final. Por ejemplo: la manzana que pende del árbol y aún no ha madurado, es amarga, verde y escuálida, y el gusano, al salir del huevo es torpe y sin gracia antes de transformarse en mariposa. Esta diferencia entre los estados de desarrollo, en donde falta el estado final perfecto, se revela en los niveles de desarrollo de toda criatura, y cuanto más desarrollada es, más grande es esta brecha.

El ejemplo más notable de esto es la diferencia entre los estados de desarrollo del hombre y del animal. Un ternero se para en sus patas minutos después de haber nacido, y sabe cuidarse de cualquier mal. En cambio, un ser humano recién nacido es indefenso, y depende por completo de sus padres. Pasarán muchos años hasta que aprenda a activar su cuerpo de forma correcta y familiarizarse con el entorno en que se encuentra. Si aterrizara en nuestro mundo un ser de otro planeta, seguramente diría, que el ternero fue destinado a algo grande, y en cambio el bebé no tiene futuro. Concluyendo: la providencia del Creador sobre la Creación, está dirigida hacia un propósito, y el buen propósito del desarrollo es revelado solo al final del proceso, en la concertación de la meta del desarrollo. La providencia, con un propósito dirigido, no tiene en cuenta en absoluto los estados intermedios del desarrollo, que tienden justamente a confundirnos y ocultarnos el buen propósito.

Baal HaSulam escribe sobre esto en el artículo “La esencia de la religión y su propósito”: “Y sobre esto nosotros decimos: –No hay nadie más sabio que el experimentado-, porque solo aquel que tiene experiencia tiene la oportunidad de observar la Creación en todas sus formas de desarrollo hasta llegar a su integridad. En este caso, esta persona puede guardar la calma, y no alarmarse por esas imágenes corruptas a la que la criatura se aferra durante sus fases de desarrollo, sólo creer en su hermosa maduración final y su pureza.”

De todo lo dicho hasta aquí podemos contestar al menos parcialmente a la pregunta con la cual iniciamos esta lección: si el Creador es la bondad absoluta, ¿por qué sentimos Su providencia como mala? El Creador es la bondad absoluta, pero puesto a que Su providencia tiene un propósito determinado, Su bondad, se revela solo al final del proceso de desarrollo, con la implementación de la meta.

Lo Bueno de lo Malo

La providencia general que desarrolla a la humanidad tiene un plan permanente, que de acuerdo a él, empuja a la humanidad a pasar de un estado a otro. Todo estado se desarrolla por medio de dos fuerzas. La primera, es una fuerza constructiva – fuerza que cambia un estado malo y lo transforma en otro mejor. La segunda, es una fuerza destructiva – fuerza que transforma toda situación en una peor, hasta que obliga a la humanidad a salir del estado malo y construir un estado nuevo, mejor.

La humanidad se encuentra bajo la influencia de estas dos fuerzas, y bajo esta influencia, va cambiando, se va desarrollando, pasa de un estado a otro, construye un estado bueno sobre las ruinas del estado malo y así sucesivamente. Un ejemplo de esto, es el desarrollo del Feudalismo en Europa. El Imperio Romano, que trajo una gran prosperidad económica al mundo, empezó a desmoronarse en los Siglos VI y VII. Como resultado, aumentaron las guerras, la situación económica desmejoró, y el ciudadano común estaba desvalido de seguridad personal. Como respuesta, se desarrolló un sistema social que de acuerdo a él, los campesinos recibían protección y tierras de cultivo, y a cambio, pagaban impuestos y se comprometían a ser fieles a sus patrones.

Al principio, este sistema era bueno para todos, pero lentamente, los nobles comenzaron a esclavizar a los campesinos cada vez más, la situación de estos empeoró y quedaron bajo el dominio de la nobleza. Comienza la lucha de clases, que llega a un final muy violento, el cual conocemos como la Revolución Francesa. La época del Feudalismo termina, y sobre sus ruinas comienza a construirse la Era de la Democracia.

Este patrón de desarrollo de contraste (“desarrollo dialéctico”) es fijo, y en definitiva, el deseo humano responde a dos tipos de estímulos básicos: éste está dispuesto a esforzarse por una ganancia futura o para escaparse de problemas. La fuerza que hace que el deseo de recibir persiga un beneficio futuro se llama, en la sabiduría de la Cabalá, “fuerza de atracción”, porque es como si arrastrara al deseo a esforzarse para salir del estado presente, y pasar a un estado nuevo, mejor. La fuerza que hace que la persona escape de los problemas, se llama “fuerza de empuje”, porque empuja al deseo de recibir, en contra de su voluntad, para salir del estado presente, también hacia un estado mejor.

Las dos fuerzas obligan al hombre a salir de un estado y pasar a otro, y así desarrollarse. La fuerza de atracción, hace esto de manera que el individuo la siente como buena y agradable, y en cambio, la fuerza de empuje, es percibida como mala y desagradable. Pero si observamos el proceso desde el punto de vista de la meta final, veremos que las dos fuerzas son necesarias y actúan por una buena causa; las dos obran para revelar el estado perfecto, el estado final, el propósito de la evolución, porque ambas llevan al hombre a su encuentro. Para entenderlo mejor, imaginemos el desarrollo de toda la Creación como un eje horizontal, donde el extremo derecho representa el principio del desarrollo y el extremo izquierdo – el final del mismo y la revelación del estado bueno (Ver Gráfico N° 7). Dividiremos todo el eje en X fases del desarrollo que la Creación debe atravesar hasta que llega a la perfección del estado final. El paso entre una etapa de desarrollo y otra (y como resultado, el acercamiento al estado bueno, perfecto, al estado final) es posible solamente por medio de la revelación del mal en el estado presente. Si no descubrimos lo malo en nuestra situación actual, o en otras palabras, mientras nos sintamos bien con el estado presente, no veremos la razón para dejarlo y querer pasar a otro nivel de desarrollo más avanzado. Resulta, que justamente el descubrimiento del mal, es lo que impulsa el desarrollo hacia adelante, hacia lo bueno.

 

En el articulo “Crítica al marxismo”(Publicado en el periódico «HaUmá»), describe Baal HaSulam el mismo proceso en relación al desarrollo de las teorías políticas. Y así escribe:

“Cada movimiento y cada estado que recibió la humanidad en el liderazgo político, no es más que una negación del estado anterior. Y cada estado político, dura hasta que de su interior se revelen las carencias y la maldad que existe en él. Y mientras se van manifestando los defectos que hay en él, se encuentra dando paso a un nuevo estado, libre de estas imperfecciones. Y resulta, que estas deficiencias que se revelan en situaciones y lo destruyen, es toda la fuerza de desarrollo de la humanidad, porque elevan a la misma a un estado más corregido que el anterior.

Y la revelación de los errores en el segundo estado, lleva a la humanidad a un tercero, mejor que el anterior, y siempre así, uno tras otro. Y estas fuerzas negativas que se van revelando en cada etapa, son la causa de la evolución de la humanidad, que a través de ellas se eleva como trepándose por los peldaños de una escalera. Y están seguros de su rol, llevar a la humanidad hasta la última etapa de la evolución – esa es la situación esperada, libre de cualquier desgracia y de cualquier defecto.”

La comprensión que el reconocimiento del mal nos promueve hacia lo bueno, nos acerca otro paso más hacia la resolución del conflicto entre el mal que se revela en la Creación y el bien absoluto que la dirige. En la primer parte de la lección estudiamos que el Creador, Bueno y Benefactor, controla la Creación con una providencia dirigida hacia una meta, y por lo tanto, Su beneficio se revela solo cuando se llega al objetivo, al final del desarrollo, pero como ya sabemos, en esa parte de la lección entendimos que las diferentes etapas de desarrollo no son esencialmente malas, sino que todas nos acercan al buen propósito final. Y por esa razón, ellas también son esencialmente buenas.

Ponte a prueba:

  • ¿Cómo se produce la transición de un determinado estado de desarrollo al siguiente estado ?

El Camino de la Torá y el Camino de los Sufrimientos

Después de conocer el mecanismo que impulsa el desarrollo de la Creación y de cada uno de nosotros como parte integrante de ella, podremos comprender también, la manera de participar en el desarrollo de modo que nos resulte placentero y satisfactorio. A este tema dedicaremos la próxima parte de la lección.

Cuando una persona empieza sus estudios universitarios, recibe el plan de estudios, el cual debe completar; uno sabe exactamente qué cursos y cuántos años deberá estudiar, y puede pensar cuánto le costará estudiar, sabe que invertirá esfuerzos y dinero a cambio de un diploma, que le permitirá ganar más dinero en el futuro y le concederá una posición más honorable.

En el ámbito académico, el individuo se desarrolla conscientemente, sabe cuáles son los beneficios y cuánto deberá invertir, y así, decide si está dispuesto a invertir o no. La carrera puede ser difícil y desafiante, pero el individuo puede superarlo, porque ve frente a sus ojos el objetivo, y sabe que sus esfuerzos son por tiempo limitado. Este tipo de desarrollo se llama desarrollo consciente. Cuando un bebé aprende a gatear, sus padres lo dejan en el piso, desparraman juguetes a su alrededor y esperan que comience a mover sus manos y piernas. El niño, es totalmente inconsciente de que se encuentra en pleno desarrollo. Puede llegar a llorar, puede negarse a gatear, pero sus padres continuarán dejándolo en el piso, hasta que aprenda a gatear.

A veces, este proceso puede llegar a ser muy frustrante para el bebé, pero finalmente, no tendrá otra alternativa y se desarrollará, sin saber en absoluto que ha pasado algún tipo de etapa en su vida. Este tipo de desarrollo se llama desarrollo inconsciente.

La diferencia entre las dos formas de desarrollo es significativa. En el desarrollo consciente, el individuo sabe hacia dónde se dirige, lo hace por propia voluntad, y experimenta las dificultades que surgen en el camino como desafíos que debe superar. En el desarrollo inconsciente, la persona, no comprende qué es lo que debe hacer, detesta las dificultades que se le presentan, y puede sentir también dolor y frustración. El desarrollo inconsciente, puede llegar a ser a veces muy prolongado si el que se está desarrollando se niega a cumplir su parte.

Hasta ahora, la humanidad fue evolucionando de forma inconsciente. Durante decenas de miles de años pasamos de un nivel de desarrollo a otro, sin saber hacia dónde nos conduce este y cuál es su objetivo. Las dificultades que se fueron revelando en el camino, nos causaron dolor, sufrimiento y una gran frustración.

A partir de ahora, que el punto en el corazón se despierta en más y más personas, se abre ante nosotros la posibilidad de desarrollarnos conscientemente, ahorrarnos un tiempo valioso y problemas. El desarrollo consciente, transforma los sufrimientos que sentimos bajo la presión evolutiva, en dulces tormentos de amor – y esa es toda la sabiduría, conocer por nosotros mismos el mecanismo que impulsa el proceso de desarrollo y evolucionar de forma consciente, sin sufrimientos innecesarios.

Sobre el mecanismo que activa el proceso de desarrollo, estudiamos ampliamente en la lección anterior. Aprendimos, que lo malo que se revela en un nivel determinado de desarrollo, es lo que nos impulsa a pasar al próximo nivel evolutivo. Este es un punto muy importante, porque toda la diferencia entre el desarrollo consciente e inconsciente, se resume en la manera de reconocer el mal.

En el desarrollo inconsciente, no vemos el proceso de desarrollo, el mal se revela en la práctica, “en carne propia”, y nos obliga, inconscientemente, a pasar al próximo nivel de desarrollo. En cambio, en el desarrollo consciente, reconocemos el mal de antemano, en el pensamiento, antes de que se implemente, y nos basta con reconocer el mal para pasar al próximo nivel evolutivo. En el desarrollo consciente, no tenemos que sentir el mal, necesariamente.

Tenemos dos opciones: a) esperar que llegue el mal (y llegará necesariamente) y nos empuje al próximo nivel de desarrollo. b) conocer el mal de antemano, estar conscientes de él, antes que se haya revelado en la práctica y desarrollarse conscientemente.

Resulta que el desarrollo consciente tiene dos ventajas importantes: es más rápido y está exento de dolor y sufrimiento. Si deseamos acelerar nuestro proceso de desarrollo, debemos apresurar el reconocimiento del mal en cada uno de sus estados. En lugar de esperar que el mal se revele, nosotros lo localizamos de antemano y aceleramos nuestro desarrollo. Y aparte, si esclarecemos el mal con el pensamiento, antes de que se implemente, no solo aceleraremos el proceso, sino que nos ahorraremos el sentimiento de dolor en la práctica con los sufrimientos en este mundo.

Esto es comparable a un enfermo cuya enfermedad aún no ha sido descubierta, pero ya está anidando en su cuerpo y espera manifestarse. Un buen médico puede localizar la enfermedad de antemano, medicarlo correctamente y evitarle todo el dolor al que estaría condenado si no se trata a tiempo.

Sobre la diferencia que existe entre el camino de la Torá y el camino de los sufrimientos, escribe Baal HaSulam   en el artículo “La paz en el  mundo”:

“Hay dos gobiernos que actúan durante dicho desarrollo: Uno es el ‘Gobierno de los cielos’, que se compromete a tornar todo lo malo y dañino – en bueno y productivo. Solo que esto ocurrirá ‘a su debido tiempo’, en forma lenta y dolorosa. Y cuando el ‘objeto en desarrollo’ es un ser vivo y sensible, sufre terribles dolores y tormentos mientras se encuentra bajo la prensa del desarrollo, una prensa, que lo presiona con gran crueldad. En cambio, el ‘Gobierno de la tierra’, representa a las personas que tomaron dichas leyes de desarrollo bajo su control, y tienen el poder de liberarse completamente de las ataduras del tiempo, y están muy apresurados por conseguir el final, es decir, terminar la maduración y corrección del objeto, que sería el final de su propio desarrollo.”

Cuando se despierta en el hombre el punto en el corazón, como consecuencia se siente atraído hacia un lugar donde pueda estudiar la sabiduría de la Cabalá. Las preguntas que le van surgiendo sobre el sentido de su existencia, ya no le permiten seguir siendo dirigido inconscientemente por los caminos de la vida. La lectura de los libros de los cabalistas y la atracción de la Luz que reforma, lo ayudan a esclarecer cuál es el propósito de su vida y qué es el “mal” que le impide alcanzar ese propósito (sobre el reconocimiento del mal ampliaremos en la próxima unidad). Y así, dentro del reconocimiento del mal que se revela en cada etapa necesaria del desarrollo, va pasando rápidamente y felizmente al próximo nivel evolutivo, camino a descubrir el buen propósito al final del desarrollo.

El desarrollo consciente se llama en la sabiduría de la Cabalá “el camino de la Torá”, y el desarrollo inconsciente, se denomina “el camino de los sufrimientos”. Este camino, como indica su nombre, lo pasamos prolongadamente y con grandes sufrimientos. El “camino de la Torá”, el camino del desarrollo consciente mediante el estudio de la sabiduría de la Cabalá, acelera el proceso de desarrollo y transforma los sufrimientos en dulces “tormentos de amor”, que aumentan el anhelo por el bien prometido al final del camino. Este es el beneficio primordial del estudio de la sabiduría de la Cabalá – la transición del camino de sufrimientos al camino de la Torá.

De una u otra manera, el plan de nuestro desarrollo es sabido de antemano, como así también todas las etapas del desarrollo. No podemos saltear ninguna de ellas, todas son necesarias para conducirnos al final de la corrección, a la sensación de lo bueno y benefactor. Todo lo que podemos hacer es aceptar el proceso y acelerarlo.

 

Ponte a prueba:
  • ¿Cuál es la diferencia entre el camino de sufrimientos y el camino de la Torá?

Resumen de la Unidad

Puntos Principales

  • La Providencia del Creador sobre la Creación tiene un propósito determinado, y el buen propósito de la evolución es revelado solo al final del proceso, con la implementación de la meta del Este tipo de providencia no toma en cuenta en absoluto los estados del desarrollo, que tienden justamente a confundirnos y ocultarnos el buen propósito final.
  • Los diferentes estados de desarrollo no son malos en su esencia, todos nos acercan al buen propósito final, y por lo tanto, también son esencialmente
  • Hay dos formas de desarrollarse: desarrollo consciente (camino de la Torá) y desarrollo inconsciente (camino de sufrimientos). El desarrollo consciente tiene dos ventajas importantes: es más rápido y está libre de dolor y sufrimientos. Si deseamos acelerar nuestro proceso de desarrollo, debemos apresurar el reconocimiento del mal en cada uno de los estados En lugar de esperar que se revele el mal, nosotros lo detectamos de antemano y aceleramos nuestro desarrollo. Además, si esclarecemos el mal con el pensamiento, antes de su aparición en la práctica, no solo estaremos acelerando el proceso, sino que nos ahorra- remos el sentimiento de dolor como lo sentimos en este mundo.

Términos

Providencia: La fuerza de desarrollo. El plan de acuerdo al cual el Creador dirige la Creación.

Fuerza de atracción: Fuerza que provoca que el deseo de recibir persiga el beneficio futuro.

Fuerza de empuje: Fuerza que incita al deseo de recibir a escapar de las dificultades.

Camino de los sufrimientos: Avance inconsciente en las fases de desarrollo. Camino largo y doloroso.

Camino de la Torá: Avance consciente en las fases de desarrollo hasta alcan- zar la Meta de la Creación. Camino corto y ligero.

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