Percepción de la realidad: un trampolín al mundo superior

La percepción de la realidad en nuestro mundo está determinada por nuestros cinco sentidos corpóreos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Corresponden a los cinco sentidos espirituales: KeterJojmaBinaZeir Anpin y Maljut que sentimos cuando comenzamos a alcanzar el mundo superior. Por lo tanto, para alcanzar el mundo superior, necesitamos desarrollar estos sentidos dentro de nosotros. Esto sólo se cumple si ascendemos por encima de nuestro deseo de recibir.

En este deseo, aparentemente sentimos el mundo que nos rodea, pero como se percibe dentro de nosotros, no podemos decir que sentimos lo que nos rodea. Simplemente se refleja  y aparece así en nuestros sentidos actuales.

Por ejemplo, si veo una mesa frente a mí, la percibo en la forma que la veo. Pero si tuviera diferentes sentidos, la vería diferente. Es decir, en realidad no vemos lo externo a nosotros y, sólo hay fuerzas externas a nosotros, nada más.

Así como una computadora representa una imagen con vectores y electrones que vemos en la pantalla y percibimos como una cierta realidad, así es el mundo que nos rodea, sólo diferentes vectores conectados de ciertas maneras y por lo tanto, representan ciertas imágenes de la realidad, dentro de nosotros.

El problema con la percepción corpórea de la realidad, es que nuestros sentidos no nos muestran la imagen completa del mundo, ¿cómo podemos comenzar a percibir la realidad verdadera, externa a nosotros, que es un campo físico hecho de muchas fuerzas diferentes?

Se logra al ascender por encima de nuestros deseos egoístas. Pero, realmente ¿qué está mal con ellos? A través de ellos sólo percibimos lo que perciben ellos y nada más. No salimos de los límites de nuestra esencia. Lo que sea percibido por nuestros sentidos corpóreos de vista, oído, olfato, gusto y tacto es lo que sentimos.

Percibimos más del 90% a través de nuestra vista, 8% por nuestra audición y muy poco con tacto, gusto y olfato. El gusto lo sentimos sólo al comer. El sentido del olfato es muy limitado, aunque las células responsables de ese sentido ocupan un gran espacio en el cerebro. Y con el sentido del tacto, sentimos el espacio.

En cualquier caso, estos cinco sentidos sólo alcanzan lo les llega, es procesado ​​y reunido en un cuadro general de la realidad que se nos representan. En realidad no hay gente ni animales ni plantas ni naturaleza inanimada externa, como galaxias, estrellas y planetas. Hay, sin embargo, muchas fuerzas que afectan nuestros sentidos y representan esta imagen dentro de nosotros.

Sin embargo, si ascendemos por encima de nuestros sentidos usando el método de la sabiduría de la Cabalá, comenzaremos a percibir estas fuerzas externas objetivamente y sin ser perturbadas por nosotros. Además, será de forma relativamente objetiva, ya que lo percibiremos en la medida en que nos asemejamos al Creador, es decir, aún no totalmente.

El grado completo se llama Luz del Infinito, cuando las fuerzas no son perturbadas por nada, en modo alguno y no son restringidas. No podemos sentirlo ahora, porque sentimos la Luz sólo al grado de nuestra semejanza parcial con el campo superior.

¿Cómo podemos parecernos a ella para percibirla correctamente? Este es nuestro problema. Si salimos del nivel en el que estamos, será claro dónde estamos realmente.

La sabiduría de la Cabalá realmente prepara a la persona para percibir el campo superior. Para sentirlo, tienes que realizar ciertos cambios en ti mismo, hacer esfuerzos y ascender por encima del ego que te encierra, como una estrella enana que se traga a sí misma, a un grado tal, que no deja salir ninguna Luz.

Tenemos que salir de este estado para ascender por encima de nosotros mismos y comenzar a sentir lo que está fuera de nuestro ego. Es decir, tengo que restringirlo para dejar de percibir todo sólo por mi propio bien y tratar de percibir en bien de los demás.

En este punto, empiezo a entender que intencionalmente fui creado egoísta, para ascender por encima de mi naturaleza. Vivo en un mundo hecho de mí mismo y de muchas otras personas, para que me ayuden a salir de mí mismo y realizar cierto trabajo, cuidando de ellos más que de mí mismo.

En este caso, en la medida en que puedo ascender sobre mí mismo, percibo el espacio que me rodea objetivamente: su intensidad, tamaño y volumen.

Para poder abarcar este espacio hasta el nivel del infinito, el ego sigue desarrollándose dentro de mí. En el momento en que empiece a salir de mí mismo, el ego empieza a crecer aún más dentro de mí, para que pueda ascender aún más sobre mí mismo y así conocer el campo superior que me rodea y todo lo que me revela.

¿Qué significan estas revelaciones? Cuando salgo de mí mismo, interactúo con el campo superior y realmente comienzo a darme cuenta de su pensamiento, sus acciones sobre mí y, trato de asemejarme, así me pongo en contacto con él. En la práctica esto se llama unificación del hombre con el Creador, porque la parte superior es mi Creador y no sólo mío, sino de todos los demás. De hecho, no sé quiénes son los demás. Comienzo a percibirlos como mis partes y a ver mi desarrollo futuro en una conexión cada vez mayor y unitaria con ellos.

Al mismo tiempo, el ego sigue creciendo y sigue tratando de separarnos, pero mientras más tratamos de conectar, más alcanzamos el campo superior. Dentro de él están todos los pensamientos de la creación, todo lo que necesitamos para entrar en la nueva dimensión del mundo, ascender por encima de todas las limitaciones a la dimensión superior, a un espacio totalmente ilimitado que no es perturbado por nada.

¡Necesitamos y podemos hacerlo ahora! Tenemos que alcanzar el mundo superior mientras vivimos en este mundo y pasar a él sin problemas, para que este mundo deje por completo de preocuparnos. Sólo lo sentiremos como un pequeño trampolín por el cual saltamos y brincamos a la siguiente dimensión de nuestra existencia.

Del blog de laitman.es

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