Rabbi Akiva

“Ama a tu projimo como a ti mismo” (Levitico 19:18), Rabí Akiva dice: “es una gran regla de la Torá”

Rabí Akiva vivió en los siglos I-II EC; fue el sabio más prominente de su tiempo. Era un destacado pedagogo, el más prestigioso cabalista de su época, quien participó en la elaboración de los escritos espirituales esenciales de su época: la Mishná y la Halajá. Al mismo tiempo, Rabí Akiva desempeñó el gran papel de líder espiritual en la rebelión de Bar-Kojba, y fue el que le reveló al mundo la ley del amor.

Hasta la edad de cuarenta años, Rabí Akiva era un pastor iletrado que llevaba una vida común. Jamás soñaba que algún día ésta cambiaría dramáticamente.

EL MOMENTO DECISIVO

Hasta ese momento determinante, Rabí Akiva trabajaba como el pastor de Kalba Savua. Alrededor de la edad de cuarenta, comenzó a sentir un impulso incontrolable de saber el significado de la vida y descubrir las reglas que la gobiernan. En ese entonces, se encontraba envueltorománticamente con Rachel, la hija de Kalba Savua, uno de los hombres más ricos y respetados de la Jerusalén de la época. El padre de Rachel no estaba feliz con el deslumbramiento de su hija hacia un “simplón”, pero como sucede en las mejores novelas, el amor prevaleció, y losenamorados se casaron en contra de la voluntad del padre.

Según el Talmud (un comentario sobre la Mishná), fue Rachel quien animó a Rabí Akiva a dejar su hogar e ir a estudiar Cabalá del más grande cabalista de esos tiempos. En su corazón, Rachel sabía que solamente así su marido encontraría las respuestas a sus preguntas. Le hizo jurar que no volvería antes de haber alcanzado las leyes del Mundo Superior. Y así, con la bendición de su esposa, comenzó el sendero espiritual de Rabí Akiva.

Estudió bajo la tutela de tres cabalistas: Rabí Elazar, Rabí Yehoshua, y el sabio Najum de Gamzu. Rabí Akiva ascendió los peldaños de la escalera espiritual, nivel por nivel, y gradualmente sobrepasó a sus maestros, llegando a ser el más destacado cabalista de su generación.

Una vez que aprendió de sus mentores todo lo que pudo, Rabí Akiva estableció su propio seminario. Su sabiduría se propagó de boca en boca, y 24,000 estudiantes de todo el país vinieron a aprender de él.

DESCUBRIENDO LA LEY DEL AMOR

Los métodos extraordinarios de enseñanza de Rabí Akiva establecieron el amor fraternal entre sus discípulos.

La realidad corporal cumple la misma ley de amor –el Creador– que gobierna los reinos espirituales. Por lo tanto, cuando una persona actúa conforme a la ley del amor, se encuentra en balance con la Naturaleza, y se siente tan plena y eterna como ella. Pero cuando actuamos por amor propio en lugar del amor fraternal, terminamos sufriendo,y nos sentimos desdichados.

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La felicidad o la infelicidad no nos llegan desde fuera de nosotros mismos; son el resultado directo de nuestra similitud con la Naturaleza (el Creador). El Creador nos da nada más que cosas buenas porque Él es una fuerza de amor. Pero si somos opuestos a Él, no podemos recibirlas. Esta es la causa de todo dolor y desgracia en el mundo.

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Rabí Akiva descubrió que la ley de la Naturaleza, la ley de amor, es fija e invariable. Aprendió que cuando cambiamos nuestra actitud hacia los demás, súbitamente empezamos a sentir el cambio también en toda la realidad. Él reconoció que las relaciones egoístas son la causa de todo el sufrimiento en el mundo.

El ego, o como lo llaman los cabalistas, “amor propio”, nos encierra dentro de la realidad limitada que sentimos, y no nos permite adentrarnos en el reino eterno y espiritual de la vida. 

La única manera de experimentar lo eterno es cambiando nuestra actitud hacia los demás. Rabí Akiva resumió sus hallazgos en su famosa máxima, “Ama a tu amigo como a ti mismo; esta es una gran ley en la Torá (enseñanza)”.

LA REVUELTA DE BAR-KOJBA

En el año 132 AC, bajo el liderazgo de Shimon Bar- Kojba, el Reino de Judea se rebeló contra los romanos. Parecía que éstos iban a superar la situación, cuando los romanos fueron forzados a retirarse. Desesperados, los romanos pidieron auxilio, y cuando llegaron las nuevas tropas, el equilibrio de fuerzas cambió. Los romanos destruyeron todo lo que se les atravesó en el camino y conquistaron el Reino de Judea. Decenas de miles de judíos fueron aniquilados, y los que fueron tomados en cautiverio fueron vendidos como esclavos.

El aplastamiento de la rebelión de Bar-Kojba fue el comienzo de uno de los más significativos períodos en la historia de la Cabalá. La ruina física de Judea fue una manifestación del declive espiritual de su pueblo, y el más notable símbolo de esa decadencia fue la construcción de la ciudad pagana Aelia Capitolina sobre las ruinas de Jerusalén.

Los cabalistas que continuaron enseñando a pesar de la destrucción fueron torturados hasta la muerte, y Rabí Akiva iba a convertirse en una de estas víctimas. Él siguió enseñando y compartiendo la sabiduría de la Cabalá, hasta que al final, también él fue capturado por los romanos. Estos lo mandaron a una prisión en Cesarea donde fue ejecutado brutalmente por el comisario romano.

DOS GOLPES ASESTADOS AL TRABAJO DE RABÍ AKIVA

En los últimos 5,000 años, aproximadamente, la humanidad experimentó cinco estallidos de egoísmo. Cada uno de estos estallidos se manifestó en que las personas empezaron a desear más de lo que deseaban antes, cambiando así el rumbo de la historia.

El primer estallido de egoísmo ocurrió en Babilonia, en los tiempos de Abraham el Patriarca. El segundo, en la época de Moisés, y el tercero, en los tiempos de Rabí Akiva. Como resultado de esta última explosión de egoísmo, el amor fraternal que había entre los discípulos de Rabí Akiva fue destronado por el odio gratuito. Esto condujo al deterioro espiritual de sus estudiantes, quienes perdieron, como consecuencia, la habilidad de percibir el mundo espiritual, permaneciendo limitados a la percepción de este mundo, únicamente.

Después que los alumnos cayeron en el odio sin sentido, sufrieron otro golpe. Fueron atacados por una plaga que mató a todos, salvo cinco de los 24,000 alumnos de Rabí Akiva. Los cinco restantes sobrevivieron porque mantuvieron su sentido de amor fraternal. Uno de estos cinco sobrevivientes de la plaga era el hombre que estaba destinado a seguir las enseñanzas de Rabí Akiva y ponerlas por escrito. Su nombre, Rabí Shimon Bar-Yojai, quien más tarde escribiría El Libro del Zóhar.

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