El amor por el Creador y el amor por los seres creados
«Ama a tu prójimo como a ti mismo», Rabí Akiva dice que es una gran regla de la Torá.
La afirmación anterior, a pesar de ser una de las frases más famosas y citadas, se encuentra aún sin una explicación que satisfaga a todos en todo su extenso significado. Esto es porque la palabra regla (o colectivo) indica la suma de detalles referentes a la regla, y todos y cada uno de los detalles conlleva una parte en sí de tal forma que el conjunto de todos los detalles crea la regla (o colectivo).
Y si decimos, «una gran regla de la Torá», eso significa que todos los textos y todos los 612 Mitzvot son la suma total de los detalles que pertenecen al verso, «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Es difícil entender como es posible que tal afirmación pueda contener la suma total de todos los Mitzvot en la Torá. A lo sumo, puede ser la regla (el colectivo) de una parte de la Torá y los textos que están relacionados con los Mitzvot entre el hombre y el hombre. ¿Pero, como puede uno incluir la mayor parte de la Torá, que se relaciona con el trabajo entre el hombre y el Creador en el versículo, «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»?
Lo que odias, no lo hagas a tu amigo
Si pudiéramos de alguna forma reconciliar el texto anterior, llega la afirmación de Hillel al extranjero que se presentó ante él y le pidió que lo convirtiera, como está escrito en la Guemará, «Conviértame de manera que me enseñes la Torá entera mientras estoy parado en un pié». A lo que Hillel contestó, «Aquello que odias, no le hagas a tu amigo». Esta es la entera Torá, y el resto significa sencillamente, anda y estudia». Vemos que Hillel le dijo que la Torá entera es la interpretación de este versículo, «Ama a tu prójimo como a ti mismo».
Ahora, según las palabras de Hillel, que era el maestro de todos los cabalistas de su época, nos queda claro que el principal propósito de nuestra Sagrada Torá es el de conducirnos a ese sublime grado en el que podamos observar este verso, «Ama a tu prójimo como a ti mismo», porque dice específicamente: «El resto significa, anda y estudia». Esto significa que ellos han interpretado para nosotros cómo llegar a esa regla.
Es sorprendente que tal afirmación pueda ser correcta en la mayoría de los asuntos de la Torá que conciernen al hombre y al Creador, cuando todo principiante evidentemente sabe que este es el corazón de la Torá y no la interpretación de, «Ama a tu prójimo como a ti mismo».
Ama a tu prójimo como a ti mismo
Debemos examinar extensamente y entender el significado del versículo, «Ama a tu prójimo como a ti mismo». El significado literal es amar a tu prójimo en la misma medida en la que te amas a ti mismo. Pero, vemos que el colectivo no puede cumplir con esta regla de ninguna forma. Si estuviera escrito «ama a tu prójimo en la misma medida en la que él te ama a ti», incluso entonces no habrían muchas personas que pudieran observar esta regla completamente, sin embargo, sería aceptable.
Pero, amar a mi prójimo tanto como me amo a mi mismo, parece imposible. Incluso, si únicamente hubiera una sola persona en el mundo aparte de mi, aún así sería imposible, por lo tanto, mucho menos cuando el mundo está lleno de gente. Es más, si uno amara a todos en la misma medida en que se ama a sí mismo, no le quedaría tiempo para su propia persona. Pero, uno debe suplir voluntariamente sus propias necesidades sin negligencia pues uno se ama a sí mismo.
No es así respecto a las necesidades del colectivo; y es porque uno no tiene una motivación tan fuerte como para estimular su propio deseo de trabajar para los demás. Y aunque tuviera el deseo, ¿podría cumplir con esta afirmación literalmente? ¿Su fortaleza sería duradera? Y si no, ¿cómo puede la Torá obligarnos a hacer algo que no se puede cumplir de ninguna manera?
Y no debemos pensar que esta máxima fue expresada como una exageración, porque se nos ha advertido por medio del dicho: «No aumentarás ni substraerás de ella». Y todos los intérpretes estuvieron de acuerdo en interpretar el texto literalmente. Es más, dijeron que uno debe satisfacer las necesidades de su prójimo incluso cuando uno mismo tenga necesidad. Aún entonces, debemos satisfacer las necesidades de nuestro prójimo y nosotros permanecer en la necesidad.
Las Tosafot (Kidushin) interpretan que quien compra un esclavo hebreo, es como si se hubiera comprado un amo. Y las Tosafot interpretan que si uno no tiene más que una sola almohada, si uno se recuesta en ella, no está cumpliendo con el mandamiento ‘Para que esté feliz contigo’, y si no se echa en la almohada, pero tampoco se la da a su esclavo, es la regla sodomita. Resulta que contra su propia voluntad uno tiene que darla al sirviente. Por lo tanto, uno se ha comprado un amo.
Una Mitzva (Mandamiento)
Por consiguiente, surgen varias preguntas: según lo dicho arriba, todos nosotros pecamos contra la Torá. Es más, no observamos ni la parte principal de la Torá, su esencia, porque cumplimos con los detalles, pero no con la regla. Y está escrito: «Cuando cumples con la voluntad del Señor, los pobres están en otros, y no en ti». Pero, ¿cómo es posible que haya pobres cuando todos cumplen el deseo del Señor, y aman a sus prójimos como a sí mismos?
Y el asunto del esclavo Hebreo exige un estudio más profundo, porque el significado del texto es que uno debe amar a su esclavo como a sí mismo, aunque se trate de un extraño o un extranjero que no sea hebreo. Y uno no debe excusarse porque la regla para el extraño es la misma que para el hebreo porque, «Una ley y una orden existirán tanto para ti como para el extraño que vive contigo». Porque la palabra «extraño» también significa «convertido parcial», esto es, uno que no acepta la Torá, pero simplemente se aleja de la idolatría. Está escrito sobre esa persona: «Se la puedes dar al extraño que está dentro de tus puertas».
Y este es el significado de Una Mitzva expresada por el Taná [Sabio-Maestro] cuando dice «Al realizar una Mitzva lo sentencia a uno y al mundo entero a una escala de mérito». Y es difícil entender, ¿qué tiene que ver «el mundo entero» con esto? Y no debemos encontrar excusas que esto se refiere a cuando uno es «medio santo y medio pecador».
Uno puede observar sobre sí mismo, que uno es medio santo y medio pecador, pero no que todo el mundo es así. Es más, el texto debería decir «Todo Israel», y ¿qué tiene que ver con esto «el mundo entero»? ¿Es que somos los garantes de todo el mundo? ¿Tenemos que agregarlos en nuestra cuenta de buenas obras?
Hay que entender que nuestros sabios se refirieron solamente a la parte práctica de la Torá, la que conduce al mundo y la Torá a la meta deseada. Por ello, cuando dicen una Mitzva, ciertamente se refieren a una Mitzva práctica. Y esto es ciertamente como lo que dijo Hillel: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo», que sólo por medio de esta Mitzva uno alcanza el verdadero objetivo, que es la adhesión con el Creador. Por eso resulta que con esta una Mitzva uno logra cumplir con el propósito y el objetivo en plenitud.
Y ahora no quedan dudas sobre las Mitzvot entre el hombre y el Señor, ya que las Mitzvot prácticas también tienen como objetivo purificar el cuerpo, cuyo máximo nivel es amar «a tu amigo como a ti mismo», cuya próxima e inmediata etapa es la adhesión.
Y en esto hay general y particular porque del particular llegamos a lo general, ya que lo general conduce hacia el propósito máximo. Entonces, por supuesto que no hay diferencia de qué lado uno comienza, del particular o del general. Porque lo principal es comenzar y no irse a medias, hasta que alcancemos nuestro propósito.
Y adherirse a Él
Todavía tenemos razón para preguntar: Si el propósito de toda la Torá y de toda la humanidad no es más que elevar a la humanidad de su bajeza hasta que sea merecedora de esa elevación sublime y se adhiera al Creador, Él debería habernos creado en ese estado sublime desde un principio, en vez de molestarnos con el esfuerzo que deben realizar las criaturas en términos de la Torá y las Mitzvot.
Podemos explicar que de acuerdo a las palabras de nuestros sabios: «Aquel que come lo que no es suyo, tiene miedo de mirar a uno en los ojos». Esto quiere decir que cualquier persona que le saca provecho al trabajo de otros, tiene miedo (vergüenza) de ver su propia forma (estado) porque su forma es inhumana.
Ya que ninguna deficiencia emana de Su plenitud, Él ha preparado este trabajo para nosotros, para que podamos disfrutar el fruto de la labor de nuestras propias manos. Por este motivo, Él ha creado a su creación en ese estado indigno. Nuestro trabajo y esfuerzo en la Torá y las Mitzvot nos eleva de la indignidad de la creación, y nos permite alcanzar nuestra propia grandeza por nosotros mismos. Entonces todo el bien y el placer que nos llega desde el Creador en su grandeza y plenitud, lo percibimos como propietarios, y no como quien recibe un regalo.
Pero, debemos aún comprender la indignidad que sentimos cuando recibimos un regalo. Y esto lo entenderemos según la ley conocida por los sabios de la naturaleza: que toda rama contiene la naturaleza y las leyes de su raíz, y todo aquello que ocurre en la raíz, será el objeto del deseo de la rama, y quien derivará beneficio de aquella raíz. Por otro lado, todo aquello que no se encuentra en la raíz, también su rama evita y se aleja de aquello, y no lo puede tolerar, ya que no quiere sufrir daño.
Y ya que el Creador es nuestra raíz, y Él es Supremo y Sublime, y no recibe nada, sino que sólo otorga, sentimos pena e indignidad en toda recepción que no venga de Él.
Ahora podemos entender el propósito de la adhesión con Él. En la que la sublimidad de esta adhesión no es más que la igualdad de la rama con su raíz.
Y por otro lado, la bajeza no es más que el alejamiento de su raíz, o en otras palabras, en la medida que la criatura adquiere un nivel más alto de corrección con el propósito de otorgar al prójimo, su nivel será más elevado y tendrá más disposición para alcanzar esta adhesión y será más bendecido, y cada criatura que su camino está en la recepción e inmersa en el amor propio, su condición está en la bajeza y más alejada delAshem Itbaraj.
Y como remedio para esto, nos fueron dadas la Torá y Mitvot, en un comienzo para realizarlas desde Lo Lishmá, es decir, a cambio de recibir una recompensa, durante el tiempo de pequeñez, durante nuestra educación, y cuando uno crece, se le enseña a realizar la Torá y Mitzvot en Lishmá, es decir, para otorgar placer a su Creador y no por amor a sí mismo.
Y con lo dicho podemos entender las palabras de los sabios cuando dicen: «¿Qué le importa al Creador si se sacrifica al animal por el cuello o por la nuca ? Si las Mitzvot fueron dadas para purificar con ellas a las criaturas».
Pero aún no sabemos de que se trata esa «purificación» Y de acuerdo con lo dicho anteriormente, se entiende claramente que «la persona cuando nace es como una bestia salvaje», sumergido completamente en la suciedad y bajeza causada por la multiplicación de la recepción para sí mismo, y del amor propio, sin ninguna chispa de amor hacia su prójimo, o de otorgamiento. En esta situación se encuentra en el punto más alejado de su raíz bendita y sublime.
Y cuando crece y se educa en la Torá y Mitzvot, definidas sólo con la intención e producir placer a su Creador y sin ningún resquicio de amor para sí mismo, se llega al nivel de otorgar al prójimo por medio de la virtud natural que está en el trabajo de la Torá y Mitzvot en Lishma, como dijeron nuestros sabios a cerca de la Torá: «Creé la inclinación el mal, creé la Torá como condimento».
Y de esta manera, el creado se desarrolla y obtiene los grados sublimes indicados, hasta que llega a un nivel que desaparece de su proximidad cualquier grado de deseo de recibir para sí o de amor propio y todos sus atributos son para otorgar, o recibir con el propósito de otorgar, y sobre esto hablaron nuestros sabios cuando dijeron: » Las Mitzvot fueron dadas con el propósito de purificar con ellas a las criaturas», y de esta forma alcanzan la adhesión con su raíz, en lo dicho: «Para adherirse a Él».
Dos partes en la Torá: Entre el hombre y el Creador y entre le hombre y su prójimo
Y a pesar de que vemos que la Torá tiene dos partes: La primera: las Mitzvot entre las criaturas y el Creador, y la segunda: las Mitzvot entre la criatura y su prójimo, estas dos en realidad son una y la misma. Esto significa que la realización de esas Mitzvot y su deseado propósito son uno, es decir, «Lishma» (por Su bien).
No hay diferencia si uno trabaja para su prójimo o para el Creador. Es así porque está grabado en nosotros desde que nacemos, que todo lo que recibimos desde afuera parece ser vacío e irreal.
Por este motivo nos vemos obligados a empezar con Lo Lishma. Rambam dice, «nuestros sabios dijeron: ‘Uno debe siempre estudiar la Torá y hasta Lo Lishma, porque de Lo Lishma uno llega a Lishma’. Por consiguiente, cuando se enseña a los jóvenes, las mujer y los analfabetas, se les enseña a trabajar por temor y para recibir recompensa, hasta que acumulen conocimiento y adquieran sabiduría. Entonces se les dice ese secreto poco a poco y ellos se acostumbran a la cuestión con facilidad hasta que Lo alcanzan y Lo conocen a Él y Lo sirven con amor».
Por lo tanto, cuando uno completa su trabajo de amor y otorgamiento hacia el prójimo y llega hasta el punto más elevado, también uno completa su amor y otorgamiento hacia el Creador. En ese estado no existe diferencia entre los dos, pues todo lo que está fuera del cuerpo de uno, es decir, el interés propio de uno se juzga igualmente: ya sea para otorgar al prójimo o para otorgar felicidad a nuestro Creador.
Eso es lo que Hillel Hanasi asumió, que, «Ama a tu prójimo como a ti mismo», es la meta máxima en la práctica. Eso es porque es la forma más práctica para la humanidad.
No nos debemos equivocar con obras, pues han sido colocadas frente a nuestros ojos. Sabemos que si anticipamos las necesidades de los nuestros, es otorgamiento. Por esa razón, Hillel no define la meta como, «Y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda alma y con todas tus fuerzas», ya que son ciertamente una y la misma cosa. Así s porque uno debe amar también a su prójimo con todo su corazón, y con toda su alma y con toda su fuerza, pues ese es el significado de las palabras «como a ti mismo». Después de todo, uno verdaderamente se ama a sí mismo con todo el corazón y el alma y la fuerza, pero en lo que respecta al Creador, uno puede engañarse y con el prójimo siempre está desplegado ante nuestros ojos.
¿Por qué no se les dio la Torá a los patriarcas?
Esto responde a las tres primeras preguntas. Pero aun permanece aquí la pregunta como es esto posible de mantener, ya que aparentemente es imposible. Usted debería saber que es por eso que no se les dio la Torá a los Patriarcas, sino a los hijos de sus hijos, que eran una nación completa, que consistía de 600,000 hombres de 20 años y más. Ellos la recibieron después de que se les preguntó si todos y cada uno de ellos estaba dispuesto a asumir este trabajo y esta meta sublimes.
Después de que todos y cada uno dijo, «Escucharemos y lo haremos», fue posible. Es porque indudablemente, si 600,000 hombres no tienen ningún otro interés en la vida, sino montar guardia y ver que ninguna necesidad quede insatisfecha en sus amigos, e incluso ellos aún lo hacen con amor, con toda su alma y toda su fuerza, no hay absolutamente duda que no habrá una necesidad en ninguna persona en la nación para preocuparse para su propio sustento. Es porque él tendrá 600,000 personas leales y amorosas asegurándose que no quedará ninguna necesidad insatisfecha
Así contestamos la pregunta por qué la Torá no fue dada a los patriarcas santos. Es porque en un pequeño grupo de gente la Torá no puede ser observada. Es imposible comenzar el trabajo de Lishma, como es descrito anteriormente. A causa de esto no les dieron la Torá.
Todo Israel es garante uno de otro
Con lo dicho anteriormente, entenderemos las turbadoras palabras de nuestros sabios cuando dijeron: «Todo Israel es garante el uno del otro». Es más, Rabí Elazar, de hijo de Rabí Shimon añade: «Que el mundo es juzgado por la mayoría»,
Me parece sorprendente, porque según este dicho, nosotros también somos responsables por todas las naciones del mundo. Y esto parece ser totalmente inaceptable. ¿Cómo puede uno ser responsable de los pecados de otra persona que ni siquiera conoce? Y está escrito claramente que «Los padres no serán sentenciados a muerte por sus hijos, ni los hijos serán sentenciados a muerte por sus padres; cada hombre será sentenciado a muerte por sus propios pecados».
Y con lo dicho, se entienden las cosas con completa claridad, ya que se ha explicado que es completamente imposible realizar el cumplimiento de la Toráh y las Mitzvot, a no ser con la participación de todo el pueblo.
Resulta que cada uno se ha convertido en responsable por su prójimo, automáticamente. Esto significa que aquellos que son imprudentes con la Torá causan que los que la observan permanezcan en su impureza, ya que no podrán realizar el completo amor y otorgamiento hacia el prójimo sin la ayuda de los primeros, como se ha explicado. Resulta que si una parte del pueblo peca, causa que el resto del pueblo sufra por su causa.
Y acerca de eso, está escrito en el Midrash: «Israel, uno de ellos peca y todos lo sienten». Y Rashbí dijo: «Es como una parábola sobre unas personas que estaban en un mismo bote, y una de ellas empezó a taladrar debajo de su asiento. Sus amigos le dijeron ‘¿Qué estás haciendo?’ Y él respondió, ‘¿Por qué les iba a importar? ¿Acaso no estoy haciendo el agujero debajo de mi asiento?’ Y ellos le respondieron: ‘El agua está inundando el bote con todos nosotros'». Y como hemos explicado arriba, que dado que los imprudentes están sumergidos en su amor propio, sus acciones crean una pared de hierro que detiene a los observadores de la Torá de aunque sea comenzar a cumplir la Torá y las Mitzvot como se debe.
Y ahora clarificaremos las palabras de Rabí Elazar, hijo de Rabí Shimon, quien dice: «Ya que el mundo es juzgado por la mayoría, y el individuo es juzgado por la mayoría, resulta que si uno realiza una sola Mitzva, bendito sea, ya que causa que él y todo el mundo sean juzgados con la escala de mérito. Y si comete un pecado, ay de él, ya que causa que él y todo el mundo sean juzgados con la escala de demérito. Como está dicho: «Un pecador destruye mucho bien».
Y vemos que Rabí Elazar, el hijo de Rabí Shimon, va más allá en su interpretación del Arvut (la garantía mutua), diciendo al respecto: «Que el mundo es juzgado por su mayoría». Y es así porque él piensa que no es suficiente que una nación reciba la Torá y las Mitzvot, y llegó a esta conclusión por la realidad que presenciamos -ya que vemos que el fin aún no ha llegado-, o por medio de la enseñanza de sus maestros.
El texto también lo apoya, ya que nos promete para la época de la redención: «Y la tierra estará llena del conocimiento del Señor», y también «y todas las naciones fluirán hacia Él», y muchos versos más. Y es por ello que él condicionó la Arvut (la garantía) a la participación de todo el mundo, para indicarte que tampoco un individuo puede llegar al objetivo requerido del cumplimiento de la Torá y las Mitzvot, a menos que tenga el apoyo de todos los hijos del mundo, como fue explicado.
Siendo así, todas y cada una de las Mitzvot que el individuo realiza, causa que uno afecte el mundo entero. Es como una persona que pesa frijoles hacia un peso específico, en donde todos y cada uno de los frijoles que pone en la balanza inducen el objetivo deseado. De igual modo, todas y cada una de las Mitzvot que uno realiza antes que todo el mundo esté lleno del conocimiento del Señor, causa que el mundo entero se desarrolle en esta misma dirección.
Y está escrito, «Y un pecador destruye mucho bien», porque su pecado reduce el peso en la balanza, como si otra persona estuviera quitando los frijoles que éste había puesto en la balanza, causando, al hacerlo, que todo el mundo retroceda.
¿Por qué se le dio la Torá a Israel?
Y de ahí se esclarece la pregunta: ¿»Por qué le fue dada la Torá a la nación israelí sin la participación del resto de las naciones del mundo»? Porque en realidad, el propósito de la Creación recae en toda la raza humana, sin excepción alguna. Pero dada la bajeza de la naturaleza de la creación y su poder sobre las personas, era imposible que la gente pudiera, entender, determinar y elevarse por encima de la misma, y no demostraron el deseo de abandonar su amor propio y de llegar a la equivalencia de forma, que es la adhesión con Sus atributos. Como lo dijeron nuestros sabios: «Como Él es piadoso, así también tú lo serás».
Y gracias al mérito de sus ancestros, Israel logró -en el transcurso de 400 años- desarrollarse, y prepararse y juzgarse a la escala de mérito. Y cada uno de los miembros de la nación adoptó el amor al prójimo, siendo una única y pequeña nación dentro de las setenta grandes naciones, en las que hay cien gentiles por cada uno de Israel. Y cuando asumieron el amor hacia el prójimo, se les dio, entonces, la Torá específicamente a la nación de Israel, para la calificación de la misma.
No obstante, la nación de Israel fue establecida con esto, para ser una «portadora-conductora». Esto significa que en la medida que Israel resulta purificado por medio de la Torá, también transfieren su poder al resto de las naciones. Y cuando el resto de las naciones también se sentencien en la escala de mérito, entonces el Mesías será revelado, ya que él tiene no sólo el rol de calificar a Israel para que obtenga el objetivo final de adhesión con el Creador, sino también, para enseñar los caminos de Dios a todas las naciones, como el verso lo dice «Y todas las naciones fluirán hacia Él».
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