No temas gusano de Jacob

El Creador ha puesto todas las naciones idólatras en el mundo en manos de ministros designados, y todos ellos siguen sus dioses. Todos derraman sangre y hacen la guerra, roban, cometen adulterio, se mezclan con todos los que actúan para dañar, y siempre incrementan su fuerza para hacer daño.

Israel no tiene la fuerza y el poder para derrotarlos, excepto con la boca, con la oración, como un gusano, cuya única fuerza y poder es en la boca. Pero con la boca, se rompe todo, y esto es porqué Israel se llama “gusano”.

“No temas, gusano de Jacob”. Ninguna otra criatura en el mundo es como ese gusano de seda, de la que provienen todas las prendas de honor, atuendos de reyes.

Ninguna otra criatura en el mundo es como el gusano de seda, tejido, de la que todas las prendas de honor de venir, el traje de los reyes. Y después de tejer, planta semilla y muere. Y luego, renace de esa semilla que quedó de ella como antes y vuelve a vivir. Tales son Israel. Al igual que el gusano, incluso cuando mueren, vuelven a vivir en el mundo como antes.

También se dice, así como la arcilla en manos del alfarero, así están en manos de Israel.” La materia es ese vidrio; a pesar de que se rompe, se corrige y se puede corregir como antes. Tales son Israel: aunque mueran, reviven

Israel es el árbol de la vida, ZA. Y dado a que los hijos de Israel se aferraron al árbol de la vida, tendrán vida, y se levantarán del polvo, y susistirán en el mundo.

Zóhar para todos, VaYishlach [Jacob mandó], puntos 250-254

El punto en el corazón, la tendencia interna que puede despertar en cada persona esté donde esté, es llegar directo al Creador (Yashar-El, en hebreo (אל ישר), el atributo de amor y entrega del Creador, que es “Is- rael” (el nombre lleva las mismas letras, ישראל). El resto de las tenden- cias egoístas que están en nuestro corazón se denominan “Naciones del mundo”.

En el camino hacia el Creador, el punto en el corazón pasa todo tipo de esta- dos, como un gusano que se muere y vive y muere y vive, hasta que al final logra adherirse al “Árbol de la vida”.

Jacob, Esaú, Laban y Bil’am

 

Nosotros nos investigamos y queremos encontrar en nuestro interior todos los discernimientos que están en las palabras del Zóhar:

“Le dirás a mi señor, a Esaú: “esto ha dicho tu siervo, Jacob: ´He vivido con Laban´ “. De inmediato dijo Jacob de convertirse en un esclavo ante él para que Esaú no note las bendiciones que le dio su padre, ya que Jacob lo dejó al final de sus días.

¿Qué vio Jacob que mandó a buscar a Esaú y dijo, “He vivido con Laban”? ¿Fue esto, acaso, parte de una misión de Esau? No obstante, Laban el arameo, una voz que caminaba en el mundo, y no había hombre que se salvara de sus manos, porque él era el hechicero y mago más grande, y el padre de Be´or, y Be´or era el padre de Balaam, así como está escrito – Balaam hijo de Be´or. Y Laban era muy sabio en hechicerías y magias más que ellos. Y con todo, no pudo prevalecer por encima de Jacob. Y él quiso destruir a Jacob en varias formas, así como está escrito: “Mi padre era un arameo errante”, y por eso le mandó a llamar y dijo: “Con Laban viví”, para informarle de su fuerza.

Todo el mundo sabía que Laban era el más destacado de los sabios y hechiceros y magos. Y aquel que Laban quería destruir, no lograba salvarse. Y todo lo que sabía Balaam, era de parte de Laban. Está escrito sobre Balaam, “porque yo sé que quien bendigas será bendecido”. Y más aun con Laban. Y todo el mundo le temía a Laban y sus magias. Ende que la primera palabra que le envió Jacob a Esaú dijo, “con Laban viví”. Y no un tiempo corto sino veinte años estuve con él hospedado”.

Zóhar para todos, Parashat VaYeshlaj, puntos 21-23

 

Si nos proyectamos a nuestra vista todas las formas y explicaciones que hemos escuchado en la escuela y en la vida en general sobre los cuentos bíblicos, sobre Jacob, Esaú y el resto de los personajes conocidos – y con esto nos dirigimos al estudio del Zóhar, entraríamos en una gran confusión, y no nos concentraríamos en lo que el Zóhar nos cuenta realmente. [1].

Durante la lectura debemos hacer como si saliéramos al espacio, como si no existiera el planeta Tierra, como si sólo nos pareciera que todo lo que sucedió en él alguna vez hubiera realmente ocurrido. Es que el tiempo, el movimiento y el lugar son cosas imaginarias que se encuentran únicamente en nuestra percepción actual.

El hecho de que nos imaginamos que algo ocurrió aquí hace miles de años e incluso cavan y encuentran descubrimientos arqueológicos – todo eso está en nuestra mente y lo denominamos “realidad”. Pero ahora queremos cambiar esta percepción, queremos ver todo ese mundo como si estuviera dentro de nuestro deseo, porque en realidad es allí donde se encuentra.

Desde que nacimos, nos acostumbramos a ver esta película así – como si hubiese algo fuera de nosotros – pero toda esta película ocurre dentro de nuestro deseo. Debemos luchar contra nuestra costumbre y convencernos una y otra vez que de hecho, todo ocurre dentro del deseo.

Este enfoque no borra la realidad, porque el deseo es la realidad. Aun ahora, cuando nos topamos con algo, nos topamos con un deseo. También la sensación de que suceden cosas ahora en nuestro alrededor- son deseos, fuerzas que se proyectan de este modo a nuestra vista.

Cuanto más intentemos vivir esta imagen interna por medio del Zóhar, y no nos hundamos en las imágenes históricas de los cuentos bíblicos a los cuales nos acostumbramos, el Zóhar nos adelantará hacia la interioridad de la Torá, hacia la “Torá de la verdad” – hacia la verdadera percepción de la realidad.

Gradualmente, comenzaremos a ver todo como fuerzas y atributos, y a la fuerza general que los activa – al Creador. Esta es la revelación a la cual aspira- mos, que sucede dentro de nuestro deseo según la medida de la equivalencia entre nosotros y el Creador. Hacia esta revelación nos dirige el Zóhar.

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Nota

[1] “Sin embargo, hay una condición estricta durante la participación en esta sabiduría, que no se materialicen los asuntos con problemas imaginarios y corporales, que violan de este modo: “No harás imagen o semejanza” (Baal HaSulam, “Introducción al Estudio de las Diez Sefirot”, punto 156).

La más bella entre las mujeres

El alma le dice al Creador, “Cuéntame los secretos de la sublime sabiduría, cómo Tú guías y gobiernas el Mundo Superior; enséñame los secretos de la sabiduría que yo no sé y no he aprendido hasta ahora, para que no me avergüence entre esos altos grados, entre los que yo vengo.”

El Creador le responde al alma: “Si tú no sabes, Oh, la más bella entre las mujeres, si has llegado y no has mirado dentro de la sabiduría antes de llegar aquí, y no conoces los secretos del Mundo Superior, sal. No eres digna de entrar aquí sin conocimiento, sal en pos del rebaño, reencarna por segunda vez en el mundo, y serás conocedora de las huellas del rebaño, que son personas que son pisoteadas con sus tacos, por considerarlos bajos. Sin embargo ellos son los que saben los sublimes secretos de su Señor, y de ellos sabrás cómo observar y saber, y de ellos aprenderás”.

Nuevo Zóhar, Cantar de los Cantares, 485-486

Cuando se comienza a leer el Libro del Zóhar, éste nos obliga a hacer un nuevo orden en la cabeza, captar la realidad de forma diferente. El Zóhar nos esculpe por dentro de acuerdo a ese mundo interior al cual queremos entrar, como una llave que debe coincidir con su candado.

Ahora mismo, el mundo espiritual se encuentra en nosotros, solo que nosotros simplemente no lo sentimos. Debemos construir en nuestro interior una naturaleza distinta, vasijas de captación diferentes, nuevos sentidos, para poder percibirlo.

¿Por qué es la sal tan importante?

“No habrá de faltar la sal del pacto de tu Dios”. ¿Por qué es la sal tan im- portante? Porque limpia y perfuma lo amargo y lo convierte en sabroso. Porque sal es Dinim (juicios) en el Masaj (pantalla) de Jirik (puntuación equivalente a la i). sobre la que emerge la línea media, que une la dere- cha y la izquierda, y limpia y perfuma y endulza los Dinim de izquierda, que son amargos, con Jasadim (misericordias) en la línea derecha. Y si no hubiera sal, no se extendiría la línea media, y el mundo no podría tolerar la amargura.

La experiencia de la Lectura en el Zóhar

El lenguaje del sagrado Zóhar le puede al alma, aunque ésta no entienda nada de lo que dice. Es como aquel que entra a un negocio de perfumes, y aunque no se lleve nada, de todas formas se le impregnará el buen aroma.
Rabí Moshe Efraim de Sudilkov, “Bandera del campamento de Efrain”, Recopilaciones

 

El Libro del Zóhar es un utensilio fantástico para abrir a nuestra vista un mundo completo de inmensas y sorprendentes revelaciones. El Zóhar es como una entrada a la verdadera realidad, que ahora está oculta para nuestros sentidos. Pero para lograr usar eficazmente la fuerza de revelación que se encuentra en su interior, debemos asimilar la forma correcta de lectura en el Zóhar. Las próximas cinco reglas resumirán todos los contenidos del libro, y les ayudarán a prepararse para la gran travesía en los caminos del Zóhar.

 

PRIMERA REGLA: «EL CORAZÓN COMPRENDE»

No busquen comprensión mental

El Libro del Zóhar se estudia con el “corazón”, por medio del deseo y el sentimiento. ¿Qué significa esto? Opuestamente a las formas de estudio comunes usadas en nuestro mundo, basadas en el procesado intelectual de información y datos, aquí debemos desarrollar una actitud completamente diferente. El estudio del Zóhar está designado a despertar en nosotros un cambio interno, y entrenarnos para la absorción de la realidad oculta.

La medida de éxito en el estudio depende únicamente de la medida de nuestro anhelo por descubrir y sentir esta realidad. Por eso, ¡no se necesita ningún conocimiento previo, talento o sabiduría especial! Lo único que se requiere es desarrollar un deseo simple y real, abrir bien los ojos, abrir el corazón y “tragárselo” todo.

 

SEGUNDA REGLA: «EL HOMBRE – UN PEQUEÑO MUNDO»

Interpreten correctamente las palabras

El Libro del Zóhar contiene muchos términos y descripciones que nos son conocidos del mundo terrenal, como: mar, montañas, árboles, flores, animales, personas, paseos y viajes. Es importante entender que todos estos detalles, personajes y eventos que son mencionados en el libro, no hablan del mundo externo que está a nuestro alrededor, sino únicamente sobre lo que ocurre en nuestro interior.

Por lo tanto, cuando leemos el Zóhar, debemos intentar interpretar las palabras escritas en él como una expresión de esas acciones internas que ocurren dentro del alma; ver el texto como un puente que conduce hacia nuestros de- seos y atributos más profundos.

TERCERA REGLA: «LA LUZ QUE HAY EN ÉL NOS REFORMA»

Busquen la Luz

Varias veces oímos decir que el Libro del Zóhar tiene una “virtud” especial. Virtud es una ley de desarrollo natural que obra en todos los procesos de la vida, y no una fuerza mística imaginaria.

Los cabalistas explican que nuestro mundo terrenal está completamente go- bernado por el deseo egoísta para explotar al prójimo, mientras que en el mun- do espiritual obra sólo la intención de amar y dar. Por eso, se nos ha dado el o un medio especial y su función es unir entre los opuestos mundos, o en otras palabras, dirigir nuestras cualidades según el atributo de amor y entrega del Mundo Superior – “La Luz que reforma”.

La forma de influencia de la Luz está oculta a nuestra comprensión de momento, y por eso la denominamos con el nombre de “virtud” o “milagro”. Pero por parte de los cabalistas, los cuales están conscientes del mundo espiritual, aquí no hay ningún “milagro”, sino un proceso completamente natural.

Todo lo que debemos hacer, nos enfatizan los cabalistas, es leer el Libro del Zóhar y desear que la fuerza que está oculta en él obre sobre nosotros durante la lectura. De a poco comenzaremos a sentir el cambio interior que se está produciendo en nosotros gracias a esa Luz. El mundo espiritual se abrirá, y lo que en un principio nos parecerá una “virtud”, se convertirá en una regularidad clara y entendible.

CUARTA REGLA: «NO HAY NADA QUE SE INTERPONGA AL DESEO»

Todo depende del deseo

Todos sabemos qué esfuerzos tienen que hacer los pequeños bebés para dar sus primeros pasos en el mundo, y con cuanta admirable perseverancia lo ha- cen. Ellos no se dan por vencidos e intentan una y otra vez hasta lograrlo. De la misma forma, también nosotros tenemos que continuar con el estudio del Zóhar con paciencia y perseverancia, hasta que comencemos a “caminar” por nuestros propios medios y descubramos el mundo espiritual. Todo el sistema requerido para el avance ya fue preparado de antemano para nosotros. Lo único que debemos dar de nuestra parte es el deseo de crecer.

QUINTA REGLA: «COMO UN SOLO HOMBRE EN UN SOLO CORAZÓN»

La unión es la llave

El Libro del Zóhar fue escrito por un grupo de diez cabalistas, los cuales constituyeron un “Kli” (vasija) completo, un deseo unificado de revelar la Fuerza Superior de la realidad – el Creador. Sólo la unión interna entre ellos, el amor y la conexión, les permitieron pasar los límites del mundo material, y ascender al grado eterno de existencia del cual nos cuenta el Zóhar. Si deseamos seguir sus pasos, debemos intentar construir entre nosotros una conexión similar, buscar la magnitud de la unión que prevaleció entre los discípulos de Rabi Shimon Bar Yojai. El Zóhar nació del amor, y por eso también su reaparición en nuestros tiempos será posible sólo del amor.

 

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Hemos elegido para ustedes, en este capítulo que resume el libro, fragmentos especiales del Zóhar. Entre los fragmentos combinamos explicaciones, instruc- ciones para la intención correcta durante la lectura, etc., para ayudarles a conec- tarse a la Luz que se oculta en el Zóhar.

Conviene leer este capítulo lentamente. El Libro del Zóhar, nuestro guía en el desarrollo espiritual, no está designado para lectura superficial o casual, sino para la lectura relajada acompañada de una búsqueda interna y profunda.

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No estamos innovando nada. Nuestro trabajo es solamente alumbrar lo que está oculto en el interior del hombre.
Rabí Menajem Mendel de Kotzk

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El mundo fue creado para mí: La realidad verdadera

Capítulo del libro «Abriendo el Zóhar»

 

Seremos como los que sueñan

– Salmos, 126:1

 

El tema más complicado y fascinante relacionado al Libro del Zóhar y a la vida misma, es la percepción de la realidad.

A nuestro alrededor existen muchas ondas que no percibimos ahora, pero existe también un campo integral de información. Se trata de un campo de información superior llamado “Naturaleza Superior” o “Creador”. Nosotros podemos conectarnos a ese campo y recibir todo de él – sensación y comprensión, conocimientos, amor, sensación de vida eterna, la sensación de integridad existente en ese campo, que llena todo a nuestro alrededor.

El propósito de la sabiduría de la Cabalá en su totalidad es enseñarnos cómo desarrollar en nosotros una vasija de captación para ese campo de información superior. Esto se puede hacer únicamente por medio de un cambio interno, y por eso cuando lo conseguimos nos convertimos en ese mismo campo – como el Creador

No hay nada más fácil que eso. El campo está aquí, alrededor nuestro, solo que nosotros estamos aislados de él. No lo captamos.

No hay nada más natural que conseguir el contacto con nuestro Creador, porque Él es el autor de la naturaleza. Y en realidad, todo creado tiene contacto con su Creador, así como está escrito – “toda la tierra está llena de Su gloria”, solo que no lo sabe ni lo siente. Y aquel que obtiene el contacto con Él, no sólo se le agrega el conocimiento, como un individuo que tiene un tesoro en su bolsillo y no se entera, y entonces viene otro y le cuenta sobre lo que tiene en su bolsillo – recién entonces siente que enriqueció.

Baal HaSulam, “Escritos de la última generación”, 2ª parte

Nosotros nos encontramos en un estado de falta de consciencia respecto al Creador, respecto a la realidad verdadera. Así como el individuo que se encuentra en un sueño, experimenta todo tipo de eventos y le parece estar despierto, así estamos nosotros en este mundo.

En la “Introducción al Libro del Zóhar”, Baal HaSulam compara este estado al de una lombriz que nace dentro de un rábano y cree que todo el mundo es el rábano en el cual nació. Así nosotros, vivimos dentro de nuestro mundo y no sentimos que existe un mundo más grande, más intelectual, inmenso y hermoso alrededor nuestro. Allí se encuentran los cabalistas, personas que ya se han despertado del sueño a una realidad verdadera. Según lo que ellos cuentan, lo que nosotros sentimos ahora se considera como “el mundo ficticio”, y sólo cuando nos elevemos de él podremos realmente entender que antes “fuimos como los que sueñan”.

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Las experiencias de los tiempos y la expansión de las ciencias, refinaron demasiado el espíritu del hombre.

Rav Kuk, “Luces de Fe”, página 67

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El Libro del Zóhar se revela para explicarnos cómo percibir correctamente la realidad, y no es para nada casual que también la ciencia nos de señales de que la realidad es mucho más grande y abundante de lo que podemos percibir ahora. Los científicos dicen que existe una energía negra, que hay todo tipo de man- chas blancas o negras en el Universo, que hay otras dimensiones que nosotros no podemos sentir con nuestros sentidos o no podemos desarrollar aparatos que puedan captarlas.

Nosotros también investigamos otras criaturas y vemos cuán diferente es su percepción de la realidad a la nuestra. Abejas, moscas, osos, ranas, serpientes e incluso los perros y gatos que viven a nuestro lado, captan la realidad de forma diferente. Un perro, por ejemplo, capta el mundo principalmente como manchas de olor. La imagen de una abeja es la suma de las visiones que son captadas en cada una de las muchas unidades que comprenden sus ojos.

Distintas criaturas perciben la realidad de manera distinta, pero todas perciben la realidad, eventualmente. ¿Cuál realidad? Esta es una buena pregunta… y otra más: si le falta a la persona uno de los sentidos, ésta captará la realidad en menor capacidad – y si no le falta ningún sentido sino que tiene un sentido adicional – ¿verá entonces una realidad más grande y amplia? Puede que así fuera, la pregunta es – ¿qué sentido?

Ahora sentimos el mundo, y podemos decir que nos faltan lentes o un aparato auditivo, porque sabemos qué significa ver o escuchar bien, más o menos. Pero si no sabemos cual sentido adicional nos falta, ¿cómo podremos adquirirlo? Así como no sentimos que nos falta un sexto dedo en la mano, tampoco podemos sentir que nos falta un sexto sentido, y por eso vivimos en nuestro mundo sin necesidad de sentir la realidad verdadera.

Pero, hagamos una pausa y mirémonos de un costado: vivimos en el mundo unas cuantas decenas de años. ¿Qué había anteriormente? – no lo sabemos. ¿Qué sucederá después? – tampoco lo sabemos. Y tampoco sabemos qué sucede en el ínterin – durante nuestra vida. No tenemos idea qué sucederá en un minuto, ni de dónde llegan nuestros deseos y pensamientos. Se puede decir que nos encontramos en cierta penumbra, solo que en ella tenemos cierta sensación ficticia de que entendemos y controlamos lo que sucede.

En las generaciones anteriores la vida del hombre era más simple. Las personas se preocupaban por la comida, trataban de pasar la vida en la mejor comodidad posible, tenían hijos y les heredaban todas sus obras. Los hijos continuaban en el mismo trayecto y así era de generación en generación. Cuando vivíamos de esta forma, realmente no había necesidad de saber qué sucede en nuestro rededor.

Pero hoy se despiertan en nosotros preguntas sobre la vida. Estas preguntas nos agitan desde dentro hasta que ya no podemos tranquilizarnos y seguir la corriente de la vida como antes. Nosotros comenzamos a sentir que si no sabemos para qué vivimos, nada tiene sentido, y eso es lo que nos exige descubrir la realidad verdadera.

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Para poder dar aquí un paso más hacia adelante científicamente – ¡necesitamos sólo la sabiduría de la Cabalá! Porque todas las sabidurías del mundo, están ya incluidas en la sabiduría de la Cabalá.

Baal HaSulam, Artículo “La libertad”

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Para poder entender más fácilmente la novedad de la sabiduría de la Cabalá sobre el tema de la percepción de la realidad, analicemos brevemente la forma en la que se ha desarrollado con los años la referencia de la ciencia a este tema.

El enfoque clásico representado por Newton clamó que el mundo existe por sí mismo, sin relación al hombre, y que su forma es constante. Luego llegó Einstein y descubrió que el mundo es mucho más amplio de lo que percibimos. Nuestra percepción es relativa y depende de nuestros sentidos, y por eso no podemos decir con exactitud cuál es el mundo que está por fuera de nosotros. Todo depende del observador que investiga la realidad.

El enfoque de la ciencia moderna sobre la percepción de la realidad, basada en la física cuántica, opina que el hombre afecta al mundo y como resultado de ello, afecta a la imagen que capta. La imagen de la realidad es como un promedio entre las cualidades del observador y las del objeto o el fenómeno que es captado.

Para entender mejor las cosas, observemos un ejemplo conocido. En un am- plio salón se sube un orador al escenario y dicta una conferencia a sus oyentes. Estos escuchan sus palabras a través de ondas que llegan de los parlantes a sus oídos y a través de éstos, al tímpano. Luego, las ondas pasan a través de un mecanismo eléctrico y un mecanismo químico. Luego se realiza una búsqueda en el cerebro de algo similar que se encuentre ya en la memoria y de acuerdo a esto, el cerebro interpreta este fenómeno electro-químico.

Entonces, según el enfoque de la ciencia moderna, la imagen de la realidad se crea en nuestro interior. No tenemos posibilidad de decir nada respecto a lo que se encuentra fuera de nosotros, porque nunca captamos lo que está fuera de nosotros. La sabiduría de la Cabalá nos lleva un paso más adelante. Ya hace miles de años que los cabalistas descubrieron que el mundo no tiene, en realidad, ninguna imagen.

En la “Introducción al Libro del Zóhar” comenta Baal HaSulam: “Por ejem- plo, nuestro sentido de la vista, que vemos ante nosotros un mundo grande e inmenso, y todo él lleno de maravillas, resulta que no vemos realmente todo esto sino sólo en nuestro interior mismo. Es decir, en nuestro cerebro trasero, hay como una máquina fotográfica que nos ilustra allí todo lo que se nos presenta, y nada que esté fuera de nosotros”. Él explica que dentro de nuestra mente existe “como un espejo pulido, que nos invierte todo lo que se proyecta allí, para que lo veamos fuera de nuestra mente, frente a nuestra vista”. [1]

Para demonstrar estas cosas, imaginemos que la persona se asemeja a una caja cerrada y en ella hay cinco canales de entrada: ojos, oídos, nariz, boca y manos. Estos órganos representan los cinco sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto, por los cuales capta la persona algo que está, supuestamente, fuera de ella.

A través de estas cinco aberturas en la caja, entran a su interior todo tipo de estímulos. Todos ellos se concentran y pasan por distintas elaboraciones en relación a la información que se encuentra en la memoria del individuo y en relación a su deseo. El resultado es cualquier imagen de la realidad, la cual es proyectada sobre un tipo de “pantalla de cine” que se encuentra en la parte posterior del cerebro.

Hemos sido creados premeditadamente de manera tal que nuestros sentidos nos crean una imagen falsa del mundo que se encuentra, supuestamente, fuera de nosotros. ¿Por qué? Para permitirnos aprender gradualmente cuál es realmente la imagen exterior.

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Estaba observando ese mundo eterno, y concluí que éste no se basa sino sobre aquellos justos que gobiernan sobre el deseo de sus corazones. 

Zóhar para todos, Parashat VaYerá, punto 239

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Si queremos comenzar a avanzar a partir de nuestro presente estado, ampliar nuestra realidad, saber dónde estamos y para qué, debemos ocuparnos sólo de lo que se encuentra en nuestro interior – el deseo. Profundamente dentro, se encuentra el deseo y él es el que activa todas nuestras vasijas de recepción, así como el intelecto y el pensamiento.

A veces nos encontramos en un estado en el que pareciera que no vemos al mundo, caminamos dentro de nosotros mismos, aislados, no ponemos atención a lo que sucede en nuestro alrededor. ¿Qué nos sucede? Nuestro deseo está desconectado, como inconsciente. A veces nuestro deseo es tan grande, que nos provoca realmente devorar con los ojos todo el mundo, y a veces nuestro deseo se apaga.

¿Por qué envejece la gente? Porque ya no desean captar el mundo. Es difícil para ellos, y como resultado de ello, el cuerpo deja de funcionar. La verdad es que ya a partir de la mitad de nuestra vida comenzamos a decaer, a morir gradualmente. Es nuestro deseo el que se desvanece y pierde fuerza de avanzar, no el cuerpo. Aquellos que comienzan a desarrollarse espiritualmente, reciben energía y deseo de avanzar, y se sienten como niños – siempre llenos de deseos, se levantan cada día con fuerzas renovadas.

El deseo es el que despierta en nosotros las necesidades y determina lo que veremos o no veremos en nuestro entorno. Por ejemplo, una persona que se convierte en padre, comienza a poner atención a la presencia de negocios de productos para pequeños en todas las esquinas. Estos negocios ya estaban allí antes, por supuesto, pero al no tener necesidad de ellos, la persona no notó su existencia realmente.

Naturalmente, nuestro deseo es egoísta y nos dirige a captar sólo lo que es bueno para nosotros (o lo que puede ser nocivo). Cuanto más se desarrolla el ego, y con éste el cerebro, comprendemos más, captamos más, dominamos más, y de acuerdo a esto se expande la percepción de nuestra realidad.

Pero no importa cuánto se expanda, al final de cuentas, esta percepción es muy limitada, ya que depende, en definitiva, de los cinco sentidos que nos dan la sensación de la vida corporal. Nuestro cuerpo no es distinto al de los animales, y por eso, esta percepción se define como percepción de grado animal.

¿Cómo podemos captar la realidad más amplia, que no está limitada por nuestro ego? De esto, precisamente, se ocupa el Libro del Zóhar – de la percepción de la realidad a nivel humano.

Lo que nosotros captamos ahora por medio de nuestro deseo, nuestra memoria y nuestros cinco sentidos, se llama “este mundo”. Dado a que el deseo y la memoria son únicamente nuestros, estamos limitados como células aisladas. Para poder sentir la realidad completa, el campo de información superior, debemos conectarnos a los deseos de los demás, que supuestamente se encuentran “fuera de nosotros”, pero en realidad, son partes nuestras. En otras palabras, para captar la realidad verdadera debemos cambiar el deseo – pasar de nuestro deseo interno-egoísta al deseo externo.

Y respecto a la ley “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” – no se trata de una ley moral que viene a exigirnos amar a alguien, sino que es un simple medio que con su ayuda unimos a nosotros toda la realidad.

Generalmente, amamos a alguien específico, a un segundo lo amamos menos y a un tercero lo odiamos – esta actitud proviene de la sensación de que ellos están fuera de nosotros – pero cuando logramos conectar a nosotros a todas esas partes, nos convertimos en integrales y sentimos la verdadera realidad.

¿Por qué hemos sido creados de esta forma, de estar desconectados de la verdadera realidad? Para que nosotros mismos unamos, lentamente, todas nuestras partes. En este proceso aprendemos leyes y fenómenos que se encuentran dentro de la verdadera realidad, y a través de eso nos vamos asemejando al Creador.

Esta idea fue expresada por Baal HaSulam con estas palabras:

Y no te falta nada, sino juntar todos esos órganos flácidos que se han aflojado de tu alma, y fundirlos en un solo cuerpo. Y en ese cuerpo completo residirá Dios, Su Divinidad en su interior, constantemente y sin cesar. Y la emanación de tanta sabiduría, y los ríos superiores de luz, serán como un manantial que no cesa. Y cada sitio en el que poses tus ojos, será bendecido.

Baal HaSulam, Carta nº 4

Es muy importante el que tengamos la percepción correcta de la realidad. No se trata de otro tema teorético que viene a proveernos de una sabrosa infor- mación para conversaciones de sala. Lo que vemos, no es más que la copia de nuestras características interiores. El Baal Shem Tov (Rabí Israel Ben Eliezer) hablaba mucho sobre el mundo como un espejo del hombre:

«Quien ve algún mal en su compañero, es como quien se mira al espejo. Si su cara está sucia, así la ve también al espejo. Y si su cara está limpia, no verá en el espejo ningún defecto. Así como es, así lo ve. Y esto es “Ama a tu prójimo como a ti mismo.» [2]

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«La ley de hierro para todo sabio de la Cabalá es: “todo lo que no está a nuestro alcance, no podremos definirlo por nombre o palabra alguna”.

Baal HaSulam, Artículo “La esencia de la Sabiduría de la Cabalá”

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La percepción de la realidad es un tema que enfatiza bien la diferencia entre la sabiduría de la Cabalá y la filosofía, la religión y la ciencia.

La sabiduría de la Cabalá es un método de estudio práctico que conduce al hombre, paso a paso, a lo largo de su desarrollo personal. Al igual que cualquier otro método científico, la Cabalá le demuestra al investigador qué debe realizar, qué resultados debe recibir y también le explica las razones de ello. No se ocupa en absoluto de descripciones de estados teoréticos, estados que el hombre no podrá realizar por sus propios medios, de hecho y con plena consciencia.

Las maneras de conocer la realidad están divididas en la “Introducción al Libro del Zóhar[3] en cuatro grados: materia, forma en la materia, forma abstracta y esencia. También están definidos los límites entre los cuales podrá uno percibir la realidad de forma correcta – la percepción en la materia y en la forma vestida en la materia.

Los discernimientos respecto a la forma abstracta y la esencia no se pueden captar de forma clara y controlada, y por eso el Zóhar no se ocupa de ellas en absoluto. Sin embargo, la filosofía sí discute la forma abstracta, y la religión se ocupa de la esencia. La sabiduría de la Cabalá se diferencia, entonces, de la filosofía y la religión, de forma absoluta al ocuparse únicamente de lo que puede ser alcanzado de manera real-científica [4].

¿Y qué tienen en común la Cabalá y la ciencia? Hay similitud y hay diferencia. La similitud está en que uno no se imagina lo que entra al deseo, sino que lo investiga. La diferencia está en el tipo de deseo: la ciencia terrenal, la ciencia de este mudo, investiga lo que entra al deseo interior-egoísta, mientras que la sabiduría de la Cabalá investiga lo que entra al deseo exterior.

En la Cabalá, la investigación comienza solamente después que uno se une a los deseos de los demás. La sabiduría de la Cabalá se conoce también como la sabiduría de la verdad, por investigar la verdadera realidad y no la ficticia, la cual depende y es limitada por medio de nuestro deseo.

En la ciencia terrenal, puede haber una persona que es muy cruel y a la par el científico más grande, mientras que en la Cabalá la investigación depende en la medida en la que vamos cambiando. Cuanto más logremos salir del amor propio al amor al prójimo, más lograremos investigar lo que se encuentra por fuera de nosotros.

No se puede diferenciar entre nuestra corrección y el logro de la sabiduría, y sólo en la medida en la que la persona logre corregirse, así captará toda la realidad. Los 125 peldaños del alcance espiritual son, en realidad, 125 peldaños de corrección del contacto entre uno y los demás.

Esta puede ser una persona que no sabe ni leer ni escribir o un brillante científico, un completo tonto o un gran licenciado – esto no es realmente relevante– sólo la persona que se corrige en relación al prójimo, es quien se convierte en verdaderamente sabio. Y no es que no se necesita intelecto para la sabiduría de la Cabalá, pero se trata de otro tipo de intelecto, uno que es conseguido como resultado de la corrección del deseo.

Para percibir la verdadera realidad, el mundo de la verdad, debemos salir de nosotros mismos hacia afuera, y comenzar a conocer lo que realmente existe. Entonces descubriremos que la vida no depende del cuerpo humano, de sus sentidos, de su deseo egoísta interno o su memoria. La vida depende únicamente de la medida en la que uno añade a sí mismo, le atribuye a sí mismo, todo lo que se encuentra supuestamente por fuera de sí, los deseos ajenos.

Por medio del Libro del Zóhar, el cual nos suministra fuerzas para llevar a cabo la ley de la naturaleza que se llama “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, nosotros nos elevamos por encima de esta realidad ficticia, a una percepción verdadera del mundo. Y entonces, nuestro cuerpo terrenal puede morir y no nos molestará para continuar viviendo en el mundo real. Nuestra vida espiritual continúa, porque ya estamos viviendo en el mundo real. Nuestra vida espiritual continúa, porque ya estamos viviendo con un deseo mayor, y allí está en realidad nuestro “yo”.

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Ya se revelará en el mundo el tamaño del valor de la fuerza de deseo del hombre, y desde su escalón se sabrá cuán determinante es la realidad por medio de los secretos de la Torá. Este descubrimiento será la corona de toda la ciencia.

Rav Kuk, “Luces de la Santidad”, parte III, página 80

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Notas

[1] Baal HaSulam, “Prefacio al Libro del Zóhar”, punto 34

[2] Presentado en el nombre de Baal Shem Tov en el libro Luz de los Ojos, principio del Capítulo Hukat [ordenanzas]

[3] Para más información sobre este tema, véase “Prefacio al Libro del Zóhar” de Baal HaSulam

[4] 1. Uno de los cabalistas que más enfatizó las diferencias entre la sabiduría de la Cabalá y la religión fue el Ramjal: “La sabiduría de la verdad es muy requerida. Primero te diré que debemos conocerla, porque es mandatorio ya que está escrito: ’y sabrás hoy que volverás a tu corazón porque el Creador es tu Dios´ y etc., significa que debemos saber con conocimiento y no sólo con fe, con lo que se asienta en el corazón, tal como fue dicho explícitamente: ´volverás a tu corazón´…entonces, debemos saber dos cosas, que el Único Soberano es el vigilante y líder de todo, ya sea entre los superiores como los inferiores; y el segundo – que no hay nadie más que Él. Estos dos asuntos que debemos saber, ¿de dónde los sabríamos? Y, ¿cuál sabiduría nos lo hará saber? ”Del Peshat de la Torá no podremos comprenderlo, ya que éste se basa únicamente en los preceptos, en la manera de cumplirlos y sus juicios, o sobre el cuento de anécdotas que sucedieron y que son mencionadas en ella… Y aunque no saques conocimiento de todo esto, aun tienes que cumplir el precepto y tienes que encontrar cómo hacerlo, y no hay otra forma que no sea a través de esta sabiduría de la verdad” (Ramjal, Klaley Sefer Miljamot Moshé, Ley 1).

La pantalla y las tres líneas

Extractos seleccionados del blog de Michael Laitman:

¿Qué es la pantalla?

Pregunta: ¿Qué es la pantalla? ¿De qué está hecha y cómo se la puede reconocer?

Respuesta: La pantalla es la fuerza que te da la posibilidad de pensar en los demás en vez de en ti mismo. Es cuando se adquiere una forma de pensar, sentir y decidir totalmente distinta. Por esto cuando se obtiene, parece que el hombre vuelve a nacer.

A esto se le llama un milagro: “El milagro de la salida del Egipto”, cuando salgo de mi deseo egoísta y de repente mis pensamientos comienzan preocuparse por los demás. Todos tus pensamientos empiezan a funcionar de esta forma.

Por ahora el cambio parece ser atemorizante. ¿Quién desearía esto? Quizás podemos hablar de ello, pero en nuestra realidad interna le tenemos un gran temor.

Sin embargo, este es el cambio que realizará la Luz Superior. No sé cómo lo hará. Sencillamente ocurrirá de la misma forma en que nos creó. Esta transformación en la persona se llama un milagro. La Luz que creó nuestro deseo puede también efectuar este “upgrade” en él.

 

¿Cómo funciona el Masaj (pantalla) espiritual?

Pregunta: ¿Cómo funciona el Masaj (pantalla) espiritual?

Respuesta: Por un lado, el Masaj no deja que la Luz superior entre en nuestro ego y trabajé con él. Es decir, mantiene y sostiene la restricción del deseo.

Por otra parte, gradualmente ajusta el atributo de otorgamiento de la Luz superior a nuestro deseo y al separarnos de los deseos previos, podemos adquirir nuevos deseos de amor y otorgamiento. El Masaj es la parte más importante del alma.

De la lección de Cabalá en ruso 18/dic/16

 

¿Qué es trabajar en tres líneas?

Pregunta: ¿Qué es trabajar en tres líneas?

Respuesta: Trabajar en tres líneas es la conexión mutua completa entre tus inclinaciones.

La línea izquierda es el deseo egoísta de recibir, de disfrutar. Al ascender por encima de ella, la persona restringe su uso.

Trabajar con la línea derecha significa recibir la Luz superior y usarla dentro de ti como atributo de otorgamiento.

La línea media es la combinación de las líneas izquierda y derecha dentro de ti. En la combinación correcta, puedes usar tu egoísmo sólo si está dirigido hacia el otorgamiento.

Pregunta: ¿Qué significa adquirir las letras del trabajo espiritual?

Respuesta: Significa adquirir una colección de relaciones correctas entre los amigos en el grupo.

De la lección de Cabalá en ruso 18/dic/16

Descubriendo la Ley General de la Naturaleza

El deseo de recibir es la materia de la creación, de su principio a su final.

Baal HaSulam, “Apertura de la sabiduría de la Cabalá,” Item 1

Cualquier cosa que queremos comprender, sentir o entusiasmarnos de ella, en algo, emotivamente, intelectualmente, o de cualquier otra manera – debemos estar con ella en la “misma onda”, en la misma cualidad. Para descubrir una onda de radio, por ejemplo, debemos crear dentro de un receptor de radio esa misma onda. Sólo entonces podremos captar la onda por fuera.

La fuerza general de la naturaleza es “deseo de dar”, otorgar – entregar abundancia. Sin embargo, nuestra naturaleza es “deseo de recibir placer y goce”, de- seo de gozar, para nosotros mismos únicamente. Nuestra naturaleza es egoísta. Así hemos sido creados, tal como nos lo revela la sabiduría de la Cabalá. Es decir, somos opuestos a la fuerza superior, contrarios a ella, y por eso no podemos sentirla. En absoluto.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Esto es, no podemos y no debemos destruir nuestra naturaleza, el “deseo de recibir”. Debemos seguir viviendo nuestras vidas de forma natural, y mientras tanto adquirir nuevos utensilios de captación adicionales.

Pero, ¿dónde puedo conseguir un aparato especial, que fuera de nuestra naturaleza original de – “recibir”, nos agregue también la nueva naturaleza de – “dar”? Aquí viene a auxiliarnos la sabiduría de la Cabalá. Ahora sólo recibimos, absorbemos, y si damos algo a alguien, es sólo después de haber calculado la conveniencia de hacerlo. Nuestra naturaleza no nos permite dar sin recibir algo a cambio, no nos provee de energía para realizar un acto que no nos recompensa. Dar 50 y recibir a cambio 100 – a esto si estamos dispuestos. Dar 80 y recibir a cambio 100, también estamos dispuestos. Pero dar 101 y recibir sólo 100 de regreso – imposible. Y esto no es solamente en cuestiones de dinero, por supuesto, o algún acto referente al prójimo, precisamente. Se refiere a cualquier movimiento, como lo explica Baal HaSulam:

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Es bien conocido por los sabios de la naturaleza que el hombre no hará ni el más mínimo movimiento sin fuerza motriz, es decir, sin beneficiarse a sí mismo en algo. Por ejemplo, cuando el hombre mueve su mano de la silla a la mesa es porque le parece que al colocar su mano sobre la mesa, disfrutará más. Y si no creyera esto, dejaría su mano sobre la silla durante todos sus setenta años de vida sin moverla de su sitio, ya que lo consideraría una gran molestia.

Baal HaSulam, artículo “La Paz”

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También aquellos que ayudan al prójimo más que otros, voluntariamente, en hospitales y sitios parecidos, lo hacen sólo porque al final de cuentas esto les provoca placer.

Baal HaSulam explica, que dentro de la humanidad existe siempre un quince por ciento de “altruistas de nacimiento”. Estas personas sienten al prójimo en una forma un tanto distinta que el resto, ellas sienten el dolor del prójimo como si fuera su propio dolor, y esta sensación los impulsa a intentar ayudar al prójimo. Está claro que también esta tendencia altruista, así como lo han comprobado estudios en el plano de la genética conductual, se apoya en una base egoísta que requiere corrección, pero está oculta a la vista. [1]

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«Toda la existencia de la persona no es más que recibir para sí misma, y por parte de la naturaleza de su creación no es capaz de hacer siquiera el mínimo acto a beneficio del prójimo. Sin embargo, para otorgarle al prójimo, debe esperar al fin de cuentas, conseguir de esta forma una recompensa fructífera.»

Baal HaSulam, “Artículo para la finalización del Zóhar”

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Para empezar a comprender cómo nos ayudará la sabiduría de la Cabalá a sentir la fuerza superior, observemos el ejemplo de un bebé que creció y se desarrolló. No hay proceso más natural que este, y por ello este ejemplo nos acompañará a lo largo de todo el libro.

Un niño nace, sale del vientre de su madre, y nosotros comenzamos a cuidarlo. Éste comienza a escuchar, a ver, a reaccionar. Aprende y evoluciona gracias a los ejemplos que nosotros le exponemos.

Si abandonáramos al niño en el bosque, este imitaría a los animales y crecería como un animal. Fuera de unos cuantos instintos y reflejos físicos que la naturaleza activa en nosotros, el resto llega del estudio.

¿Podremos, acaso, recibir este estudio sobre el sistema superior, el cual no sentimos? ¿Cómo podremos ahora ser como ese niño o incluso como una gota de semen, que desea nacer dentro de un nuevo atributo llamado “entrega”?

En otras palabras, de una gota de semen material se ha desarrollado un pequeño humano, un niño. Éste aprendió a través de ejemplos y se convirtió en un humano mayor. Y ahora, se revela en él una gota de semen espiritual llamada “punto en el corazón”. Se despierta en él un nuevo deseo de entender para qué vive, de llegar a lo que está más allá de la vida, conocer la fuerza que obra sobre él y lo activa. En el proceso de crecimiento material se desarrolló el ego y se perfeccionó su atributo de recepción para sí, mientras que en el proceso de crecimiento espiritual se desarrolla en nosotros el atributo de entrega.

Entonces, ¿qué nos falta para comenzar el proceso? Nos faltan ejemplos, nos faltan padres espirituales. Para ello es que se ha escrito el Libro del Zóhar. Como niños con sus ojos y boca ampliamente abiertos, que quieren probar y aprender todo lo de este mundo, así debemos nosotros referirnos al Libro del Zóhar, que nos provee de ejemplos sobre el atributo de entrega.

Cuanto más aprendamos a dar, así comenzaremos a asemejarnos a la fuerza general de la naturaleza, la fuerza del amor y la entrega. En el lenguaje de la Cabalá esto se llama “equivalencia de forma”. Este proceso sucede gradualmente. En la medida en la que nos asemejemos a la fuera general de la naturaleza, así estaremos más capacitados para sentirla.

 

Notas

[1] Cambios en la secuencia de ciertos genes influye en la capacidad del individuo de ser bondadoso con los demás – según el estudio del Profesor Richard Ebstein y el equipo de investigación en el campo de genética conductual. Ellos asumen que hay compensación inmediata en el comportamiento altruista – la persona que beneficia a su prójimo se compensa a sí misma liberando en su cerebro la materia química, dopamina, que le provoca buena sensación.
M. R. Bachner, I. Gritsenko, L. Nemanov, A. H. Zóhar, C. Dina & R. P. Ebstein,“Dopaminergic Polymorphisms As- sociated with Self-Report Measures of Human Altruism: A Fresh Phenotype for the Dopamine D4 Receptor”, Molecular Psychiatry 10(4), April 2005, pp. 333—335

Nosotros y la Naturaleza

Nos conviene aceptar las palabras de los cabalistas que dicen que el valor numérico de la “naturaleza” es equivalente a “Dios”.

Baal HaSulam, artículo “La Paz”

 

El Libro del Zóhar nos enseña que nos encontramos en un gran sistema llamado “Naturaleza” o “Dios”, solo que nosotros sentimos únicamente una pequeña parte dentro de este sistema, una parte que se denomina “este mundo”.

La meta de nuestra existencia es elevarnos por encima de los límites de este mundo y sentir todo el sistema de la naturaleza, la fuerza superior. Cuando lleguemos a ese peldaño, nos llenaremos de abundancia, placer y luz infinitos, de comprensión y sensación suprema, de sensaciones de equilibrio, de perfección y de armonía como las que existen en la naturaleza general.

Para entender lo que debemos hacer para llegar a todo este bienestar, nos recomienda el Zóhar observar el comportamiento de la naturaleza de manera un tanto más amplia de lo común.

Nuestro mundo es un mundo cerrado. Nosotros nos encontramos en un solo sistema general que todas sus partes están conectadas entre ellas. No podemos pensar que estamos por encima de todo, por encima de la naturaleza, y que podemos hacer todo lo que se nos antoja. Esta es una receta segura para la auto-destrucción. No podemos tampoco escaparnos de la naturaleza ya que somos parte inseparable de ésta. Por ello, debemos aprender la ley general de la naturaleza, y obrar según esta.

Nuestro impulso de desarrollarnos es maravilloso, pero debemos hacerlo de manera correcta, en dirección a una conexión sana entre nosotros y el resto de las partes de la naturaleza, de una manera que no intervenga en la armonía y el equilibrio general. Este es, de hecho, el fundamento de la sabiduría de la Cabalá.

El observar la naturaleza nos enseña que todos los cuerpos vivientes están construidos según el principio de la preocupación por el prójimo. Las células en el cuerpo vivo se unen unas a otras a través de una entrega mutua a favor de la vitalidad del cuerpo entero. Una célula que no considera su entorno y lo esclaviza para su propio beneficio, es una célula cancerosa. Una actividad egoísta de este tipo provoca, al final de cuentas, la muerte del cuerpo entero.

Al nivel inanimado, vegetal y animal, el individuo actúa para el bienestar general, y con ello encuentra su integridad. Sin actividad armónica de esta índole no es posible la existencia. Sólo la sociedad humana se maneja diferente… ¿Por qué? Porque a diferencia de los demás niveles en los que la ley de la naturaleza impone el equilibrio y la armonía, la naturaleza le ha dejado al hombre lugar para el libre albedrío, lugar para una participación consciente en la armonía general del sistema de la naturaleza.

Si participamos en el sistema incorrectamente, la corrupción que creamos en él vuelve a nosotros y es percibida como sufrimiento. Y así, de a poco, durante miles de generaciones, la naturaleza nos hace avanzar hacia la comprensión de que debemos aprender su ley general. Aprender, y al final, obrar según esta ley.

El problema está en que nosotros no sentimos la fuerza general de la naturaleza que obra sobre nosotros, la fuerza de amor y entrega llamada también “Creador”. Si bien en nuestra época, la ciencia está avanzando gradualmente hacia la revelación de que la naturaleza tiene intelecto y sentimiento, potencia de una sabiduría inmensa que sostiene y maneja todo, y de todas formas, dentro de nuestro ego, no queremos reconocerlo.

Pero el estado en el que está el mundo hoy demuestra que esta ceguera e insensibilidad del sistema general no pueden continuar. Baal HaSulam escribió sobre esto ya hace ochenta años: “es muy importante para nosotros, observar el comando de la naturaleza, saber qué nos exige, para que no nos castigue sin piedad.6

“Es muy importante para nosotros, observar el mandato de la naturaleza, saber qué nos exige, para que no nos castigue sin piedad”

(Baal HaSulam, artículo “La Paz”)

Maestros atemporales de Cabalá

A través de los siglos, muchos cabalistas han escrito libros profundos y hermosos. Pero nos gustaría enfocarnos en cuatro cabalistas muy especiales y sus libros. Estos hombres escribieron sus libros específicamente para ayudar a los principiantes a familiarizarse con la Cabalá. La excepción es el rabbi Akiva, que no nos dejó ningún libro. En cambio, nos regaló conceptos tan convincentes que continúan influyéndonos hoy.

Rabbi Akiva es la inspiración y el modelo a seguir para todos los cabalistas de su época: I y II siglo AC. Tras Rabbi Akiva, llegaron el rabbi Shimon Bar-Yochai (Rashbi), quien nos dejo el Libro del Zóhar. Luego, catorce siglos después vino el rabbi Isaac Luria (El Sagrado Ari), cuyo legado fue El Árbol de la Vida; y por último rabbi Yehuda Ashlag (Baal HaSulam), cuyo Libro de los Diez Sefirots es un libro único, sin el cual un estudiante contemporáneo de Cabalá no puede alcanzar la espiritualidad.

Estos grandes cabalistas adaptaron sus textos a sus generaciones. Por lo tanto, el lenguaje varía para adaptarse a los niveles de percepción de sus contemporáneos. Pero el mensaje es siempre el mismo: el lema de Rabbi Akiva: “Ama al prójimo como a ti mismo”. Este mensaje nos devuelve al mensaje de Abraham de que solo a través de la unidad y la unión derrotaremos el egoísmo, alcanzaremos al Creador y encontraremos una vida física y espiritual. Bienaventuranza espiritual.

Expondremos ahora las historias personales de estos pilares de la espiritualidad.