La Cabalá comparada con otras ciencias
El verdadero criterio del valor de las ciencias
El valor de cualquier ciencia en el mundo está determinado por el valor de su propósito. No existe una ciencia que no tenga un propósito. El valor de una ciencia está condicionado por su importancia, por la utilidad y ventaja que proporciona.
En consecuencia, si el valor de una ciencia se mide por el beneficio material que aporta, la desaparición de este beneficio en el futuro ciertamente degradaría el valor de la ciencia. Aunque una ciencia en sí misma tiene una considerable ventaja sobre su propósito, ya que siempre tiene una base superior, se le valora conforme a su propósito. Si el propósito es pasajero, entonces la ciencia desaparecerá junto con éste.
El valor de la Cabalá
Basado en lo antes mencionado, aclaremos la importancia de la ciencia de la Cabalá:
- La Cabalá se dedica a comprender el gobierno de la Fuerza Superior sobre los seres creados y estudia cómo se establece el contacto de la persona con Ella. La ciencia, por lo tanto depende de la Fuerza Superior, el significado de lo cual es difícil sobreestimar. Por lo tanto, la Cabalá es también de inestimable valor para la humanidad;
- Ya que el tema de la Cabalá es la existencia eterna, esta sabiduría es eterna; y
- La persona que estudia Cabalá merece honor, porque el propósito de la Cabalá es estar en contacto con la Fuerza Superior (el mejor de todos los objetivos imaginables).
La razón del reducido número de cabalistas
La razón principal del número tan reducido de cabalistas es que cada principiante quiere llegar a dominar completamente esta sabiduría y revelar la Divina Providencia tan rápido como le sea posible. Ciertamente esto requiere de conocimiento, pero es imposible adquirirlo a través del estudio ocasional del material, como es aceptado en otras ciencias. El principiante primero debe aprender el lenguaje altruista, porque la ciencia de la Cabalá está escrita en ese lenguaje.
El alcance llega como resultado del esfuerzo
Un requerimiento obligatorio en todas las ciencias sostiene que: para llegar a ser científico en cualquier esfera, se debe hacer un esfuerzo serio por dominar la ciencia. El alcance llega como resultado del trabajo arduo.
Lenguaje científicoCada ciencia utiliza su propio lenguaje. Aquellos que fueron los primeros en el estudio, definieron el tema de la ciencia y explicaron su esencia en ese lenguaje. Por lo tanto, el propósito de un lenguaje es servir como enlace intermedio entre la esencia de la ciencia y el estudiante. El lenguaje de la ciencia contiene oportunidades extraordinarias: puede dar una descripción lacónica o una profunda explicación
Representantes de la ciencia
El científico comprometido en la investigación científica no le da importancia al bienestar material. Utiliza su valioso tiempo para descubrir e inventar y no lo desperdicia persiguiendo las comodidades de la vida. Elige hacer caso omiso de éstas a cambio del conocimiento.
El máximo placer terrenal que posiblemente podríamos imaginar es el reconocimiento de la sociedad. Vale la pena renunciar a otros placeres y realizar grandes esfuerzos por lograr este deleite. Cautiva la atención de los mejores representantes de cada generación. No nos detendríamos ante nada para conseguirlo.
Representantes de la ciencia de la Cabalá
Mientras el reconocimiento de la sociedad tenga algún valor para una persona, ésta no estará lista para estudiar la sabiduría de la Cabalá. La razón es que (al igual que aquellos que buscan bienestar material) perdería el tiempo tratando de ganar este reconocimiento y su corazón se cerraría para alcanzar a la Fuerza Superior a través de la sabiduría de la Cabalá.
Por lo antes mencionado, está claro que las condiciones que son válidas para cualquier ciencia pueden también aplicarse a la Cabalá. Sin embargo, la ciencia de la Cabalá requiere del estudiante no solamente que desprecie la vida material, sino además de eso, el cabalista tiene la obligación de devaluar el reconocimiento de la sociedad.
Promoción de la ciencia
Resulta que los representantes de la ciencia convencional aspiran al reconocimiento. Se toman muchas molestias para presentar su ciencia de tal manera que sea aceptada por las masas populares. Todo se promueve por medio de las masas, porque constituyen el núcleo de la humanidad. (Esto no se refiere a prominentes y desinteresados científicos, aunque incluso ellos se encuentran obligados a promover sus ciencias y recibir asignaciones para desarrollarlas).
Ocultamiento de la ciencia de la Cabalá
Los cabalistas nunca trataron de promover su ciencia entre la sociedad, porque la persona se acerca a esta sabiduría bajo el apremio de un llamado interior. Solamente entonces ya está preparado para desatender:
- Los deseos del cuerpo;
- El bienestar material; y
- El reconocimiento de la sociedad
En el pasado, los cabalistas nunca compartieron su método con el público en general, porque ellos creían que la ciencia de la revelación de la Fuerza Superior solamente podía entregarse a aquellos que la entendieran correctamente.
De otra manera la revelación de la ciencia de la Cabalá privaría a la sociedad de la oportunidad de disfrutar la disipación, la riqueza, el poder y el aprecio que tiene en tan alta estima. Mientras el público continúe complaciéndose en:
- La depravación;
- La riqueza y
- El poder y la estima (reconocimiento en la sociedad),
y no esté dispuesta a renunciar a ellos para establecer contacto con la Fuerza Superior, debe permitírsele continuar, porque al perseguir placeres la gente crece y se desarrolla, hasta que empieza a aspirar por lo espiritual.
Por lo tanto hoy en día, cuando la sociedad en su conjunto está desilusionada de los placeres antes mencionados, e internamente está preparada para conectarse con la Fuerza Superior, la sabiduría de la Cabalá revela su esencia y propósito al público en general.
El Sexto Sentido
También, nuestra imaginación es el producto de nuestros cinco sentidos, y las experiencias que surgen de ellos. No podemos imaginar cualquier objeto o criatura que no se parezca a lo que resulta familiar a nuestros cinco sentidos.
Por ejemplo, si quiero que alguien dibuje para mí alguna criatura de otro planeta, ciertamente lo dibujaría de acuerdo a los elementos que nos son familiares a nuestro mundo. Y si yo le pidiera que describiera algo imaginario me diría sin duda algo que es muy similar a este mundo.
Y esto ejemplifica todas nuestras limitaciones: todos nosotros vivimos dentro de un mundo pequeño, y no podemos sentir, y por consiguiente imaginar, nada fuera de él. Y ya que nuestras limitaciones son absolutas, ninguna ciencia o filosofía pueden ayudarnos a comprender lo que está más allá de este mundo.
Podría ser que en el mismo espacio, en otras dimensiones existen otras criaturas, otros mundos. Y nosotros no podemos sentirlos porque nos faltan las vasijas adecuadas – los sentidos para percibirlos. Podría ser que en este otro mundo más vasto que el nuestro fuéramos capaces de encontrar las razones de nuestra existencia, de todos los incidentes que nos ocurren, y la causa de nuestra muerte. Y nosotros, ignorantes de estas causas, vivimos sin el verdadero conocimiento y sin una verdadera meta, como seres inconscientes en nuestro mundo.
Hay personas en nuestro mundo que reciben sentidos adicionales que les hace posible percibir la existencia mayor que nos rodea. Estas personas se llaman cabalistas, ya que saben recibir un conocimiento más elevado que el nuestro.
Estas personas dicen que alrededor nuestro, existen mundos por encima de nosotros. Y que todos estos mundos son como las capas de una cebolla, en donde nuestro mundo se encuentra en medio de todos esos mundos. Y nosotros, quienes existimos en este mundo, somos capaces de percibir sólo este mundo, la más interna esfera de toda la existencia. Y nacemos, vivimos y morimos en esta esfera que se llama este mundo.
Los cabalistas nos dicen que «este mundo» es llamado así, porque éste es simplemente un pequeño fragmento de la verdadera realidad que podemos percibir con nuestros sentidos. Y si pudiéramos desarrollar los sentidos adicionales, entonces lo que podríamos percibir con ellos se llamaría – el mundo por venir.
El método que nos ayuda a llevarnos a sentir y experimentar el mundo por venir se llama la Sabiduría de Cabalá.
La Educación
Determinando la tarea
La educación es el problema central de la humanidad. Si pudiéramos proporcionar un sistema correcto de educación y sus fundamentos, por lo menos a una generación, podríamos entonces estar seguros que las generaciones futuras estarían educadas adecuadamente y vivirían de una manera óptima. La razón es que cada generación que recibe el método correcto de educación, puede y será capaz de educar apropiadamente a la siguiente generación.
Alternativamente, el fracaso en la educación de una generación, incluso en una sola sociedad y observar que cada generación que la sigue es inferior comparada con la anterior, nos corrobora el hecho que la humanidad nunca ha tenido el método correcto de educación.
Método de educación
El método correcto de educación debe estar basado en entender:
- La verdadera naturaleza de la humanidad, de la sociedad y la persona (el estado original);
- El objetivo común de la humanidad, la sociedad y el individuo (el estado final);
- Los medios para conducir a cada persona, sociedad y humanidad a este objetivo.
De lo anterior se deduce que mientras no tomemos consciencia de la necesidad de definir la meta de la creación para después determinar los medios para alcanzar esa meta, todos nuestros esfuerzos para crear el método correcto de educación fracasarán. El egoísmo humano contribuirá a este fracaso si sigue creciendo de generación en generación, y, para su propia satisfacción, este carácter egoísta del ser humano lo consumirá todo.
La solución al problema
Tiempo de Actuar
Prólogo al Libro de la Boca de un Sabio
Los cabalistas están convencidos que todas las personas tienen que estudiar la ciencia de la Cabalá. Si no lo hacen en esta vida, tendrán que regresar a este mundo una vez más y aprender esta ciencia. ¿Qué tiene de particular la ciencia de la Cabalá? ¿Por qué la gente tiene que dominar esta ciencia pues de lo contrario no valdría la pena vivir su existencia? ¿Por qué la perfección de un ser humano depende del conocimiento de la Cabalá?
Con el propósito de entenderlo, tenemos que aceptar el método cabalista que define, «Lo incomprensible no se describe» (no se dan nombres a las cosas que no pueden ser identificadas). Estamos hablando sobre cosas que están más allá de nuestra comprensión, por ejemplo, la esencia del Poder Superior. Por ejemplo, los cabalistas incluso se rehúsan a discutir teóricamente, a intentar identificar o dar nombres.
Por esta razón, cuando los cabalistas hablan sobre el Poder Superior, no se refieren a su esencia; aluden a la Luz que viene de este Poder. «Infinito» en la Cabalá es la Luz emitida desde la esencia del Poder Superior. Los sabios cabalistas definieron la Luz que viene del Creador hacia su creación como infinita y la nombraron «Infinito».
Existe para los cabalistas una ley inquebrantable que establece que está prohibido siquiera pensar en el Poder Superior, porque es imposible concebirlo. Asimismo, es imposible darle un nombre, ya que si lo intentáramos, significaría que lo entendimos hasta un cierto grado.
Sin embargo, la Luz que proviene del Poder Superior puede ser investigada, analizada, más adelante nombrada, y caracterizada basándose en este análisis. Todos nosotros recibimos esta Luz, la cual define la sustancia de nuestra existencia. Por eso su estudio y correcta aplicación es nuestra responsabilidad en esta vida; al efectuarlo, estudiamos el efecto del Poder Superior sobre nosotros. Este conocimiento es la sustancia de la Cabalá. Este conocimiento, en verdad, ésta ciencia, y su correcta aplicación, nos ayuda a llenarnos con la Luz del Poder Superior. Es una recompensa sublime por nuestros esfuerzos.
El Zohar nos dice que todo en los Mundos Superiores fue creado para conducir a cada persona a la perfección. En el principio fue la razón de la creación del Universo. Como está escrito en el Zohar, «El fin de la acción se halla en la idea de la creación». Todos los mundos, incluso nuestro mundo y el hombre dentro de este mundo, fueron creados para satisfacer el deseo de alcanzar el más elevado placer por medio de la Luz. Y, el hombre consiste de dos sustancias, una dentro de la otra: un alma dentro de un cuerpo físico.
Por lo tanto, en el principio, el Poder Superior colocó al hombre en su condición más baja: un cuerpo físico con el alma en su interior. Más adelante a través de un sistema de mundos descendientes, el Poder Superior lo perturba con el propósito de desarrollar su alma, un recipiente espiritual para la Luz, hasta que se llene de luz. Pues está escrito, «Y la tierra estará llena del conocimiento del Creador y cada uno lo conocerá a El».
El alma humana consiste de 613 deseos que deben llenarse con la Luz Superior. En principio, éste deseo es egoísta, y tiene la intención de llenarse para su beneficio propio. Sin embargo, al estudiar la Cabalá, el hombre desarrolla una nueva intención, conforme a la cual cada uno de sus deseos, desde el más diminuto hasta el más extenso será para satisfacerlo por el amor al Poder Superior.
Se llama acto de corrección a este cambio gradual de la intención que pasa de egoísta a altruista. Conforme a su semejanza con el Poder Superior, el deseo corregido se llena con la Luz Superior, con la sensación de su Poder, el Creador. Una vez que se han corregido las intenciones de todos los 613 deseos, el hombre absorbe dentro de sí toda la Luz que viene del Poder Superior. A esta condición se le llama, «Corrección Personal». De ésta manera, el hombre se vuelve uno con el Poder Superior.
Todas las almas son diferentes en sus atributos. Esta diferencia de los atributos es la razón de las diferentes características que tiene la gente. Pero las diferencias o semejanzas que existen en las almas no dependen de sus atributos. Dependen de la intención egoísta e individual que tiene cada alma de llenarse con la Luz. Cuando una persona corrige su intención, une su alma a otras almas y agrega a la suya el deseo y la Luz de ellas. Está condición se llama el «Corrección final del alma». El llenado completo con la Luz Superior se llama, «Universo del Infinito». Esta condición nos otorga una completa consciencia del infinito, la perfección, la paz y todo el conocimiento.
Las acciones de un hombre que se esfuerza por alcanzar los Mundos Superiores son las siguientes:
-
La corrección de su intención cambia de egoísta a altruista. Un deseo, que deberá llenarse con la Luz Superior debe convertirse en altruista y semejante al Poder Superior.
- El deseo corregido se llena con la Luz Superior. Como resultado, el hombre comienza a entender los atributos del Poder Superior, sus metas, la idea de Su creación. Y ésta es su recompensa.
Hasta que se logre esta condición del alma, tendrá que regresar a este mundo una y otra vez, pues solamente durante la vida en esta Tierra es posible alcanzar el estado más elevado, el Mundo del Infinito, la unidad total de todas las almas cuando estén llenas con la Luz Superior. Por esta razón, cada generación repite a la anterior, esto es, las mismas almas aparecen en diferentes cuerpos.
Esto explica el significado práctico de la ciencia de la Cabalá.
Descubriendo al Creador en nuestro interior
Las condiciones del desarrollo del alma
El hombre no puede existir en nuestro mundo material sin algún conocimiento elemental acerca de las leyes de la naturaleza, y de lo que es útil y dañino para él en el mundo y para la gente que lo rodea. Igualmente, el alma del hombre no puede existir en el mundo espiritual sin el conocimiento de su propia naturaleza.
Tres períodos de crecimiento del cuerpo
Distinguimos tres períodos de crecimiento pertenecientes al cuerpo:
1. El primer pequeño estado empieza con la aparición del hombre en el mundo, cuando está desprovisto de cualquier conocimiento. En esta condición, el conocimiento necesario para la existencia lo recibe del padre y la madre, quienes sabiamente protegen al niño
2. El segundo pequeño estado se caracteriza por el crecimiento y recepción del conocimiento necesario, que provee al hombre la oportunidad de permanecer alejado del daño y cuidar de sí mismo con la ayuda de su padre y madre.
3. El tercer estado adulto se alcanza cuando el conocimiento adquirido provee al hombre la fuerza para la existencia independiente.
Crecimiento del alma
Ocurre lo mismo con el alma. El hombre atraviesa por encarnaciones de vida hasta que comprende la sabiduría de la Cabalá. Sin embargo, el alma se desarrolla no a través de la acumulación del conocimiento, sino por el alcance nuevas características altruistas, que provienen de la adquisición del conocimiento de la naturaleza espiritual.
De esta manera el niño gradualmente gana fuerza en relación al conocimiento obtenido. Si la fuerza precede a la adquisición del conocimiento, eso podría causar daño. Igualmente, a menos que el alma posea la sabiduría necesaria, ciertamente se hará daño. Por lo tanto, puede solamente actuar en la medida del conocimiento alcanzado.
Las buenas obras son la base del desarrollo del alma. Ambos elementos -el conocimiento y las buenas obras- dependen del estudio de la Cabalá y llegan al mismo tiempo. Por consiguiente, cada alma alcanza a todas las otras almas desde Adam hasta el Final de la Corrección.
Cuerpo y Alma
Alcance en lo material y lo espiritualTodo lo que le ocurre al cuerpo lo determina él mismo y su naturaleza. La realidad material puede investigarse sin la comprensión de su fuente.Sin embargo, las relaciones entre lo material y lo espiritual determinan todo lo que ocurre con el alma. La realidad espiritual puede alcanzarse solamente en la medida del alcance de su fuente, causa y efecto. De esta forma comprendemos la grandeza del Creador.
Alcance de las cualidades espirituales
La persona debe revelar dos aspectos de la espiritualidad:
- No debe ser imaginario; y
- Su alcance no debe dejar duda.
El término ‘espiritual’ indica que (como el aire) no tiene ni límites ni forma. Sin embargo, así como la realidad del aire es obvia a la percepción de la persona, también lo es la realidad espiritual.
La necesidad de alcanzar al Creador
La mente desea alcanzar al Creador, porque esta inspiración está impresa en su naturaleza. Este deseo no está limitado por el alcance del Creador; se manifiesta con respecto a todo lo que está oculto. Aspira a descubrir el misterio de las encarnaciones, los secretos guardados en los corazones de las personas, etc.
El alcance de los seres creados es una acción dirigida a la gente alrededor. Si solamente uno hubiera sido creado en el mundo, no habría aspirado a tal alcance.
El alcance del Creador es una acción, que realiza el alma con respecto a sí misma. Su estructura, HaVaYaH, constituye el estado en el que se percibe a sí misma como la creación. Todo la conduce al deseo en el que siente al Creador. La intensidad de esta sensación determina la capacidad del alma.
Alcance del Creador
¿Cómo podemos percibir al Creador, si Él no tiene forma material? Esto es posible solamente dentro de un nuevo deseo que despierta. En ese momento, podemos hablar de la espiritualidad y sus leyes.
La mente se define por las sensaciones de la persona en el análisis de «verdadero y falso.» Esta parte es otorgada desde arriba por el Creador. No tiene nada que ver con imaginación y es determinada exclusivamente por sensaciones. Es llamada realidad, y trasluce en las leyes y modos de la acción.
Esta ley es definida como la mente en sí misma y su imagen y es parte del Creador. Por lo tanto, esta imagen es revelada en la sensación de uno mismo y su realidad.
La imagen en esta ley es una forma completa y constante de su estado, que no puede desaparecer completa o parcialmente. Se la llama necesaria y esencial, sin ninguna adición o reducción.
En otras palabras, si la revelación del Creador fuera una ley obligatoria, no habría necesidad de la sabiduría de la Cabalá. Sin embargo, el Creador se revela a Sí mismo de conformidad a su propio deseo, y no por obligación.
El alcance es posible solamente con la ayuda de la Cabalá
El Creador no requiere modelos filosóficos como prueba de Su existencia. Solamente con la ayuda de la sabiduría de la Cabalá será revelado el gobierno del Creador sobre las criaturas.
El carácter positivo de la realidad debe provenir de la sensación del Creador. Se le llama realización absoluta, y trae el Amor y la Divinidad del Creador; mientras que el árido conocimiento académico no eleva o disminuye a la persona.
El conocimiento perfecto es especial porque la evidencia inmediatamente se convierte en deseo.
La esencia de la percepción de la mente
Aquellos que son guiados por la mente del cuerpo físico no aspiran a alcanzar al Creador y son totalmente indiferentes al conocimiento de la humanidad. La mente, que se viste en la cubierta externa, percibe solamente la apariencia externa: el cuerpo del hombre y sus acciones. No considera que esto sea insuficiente. No le molesta la falta de conocimiento sobre la mente y la forma espiritual de su prójimo, ya que no siente obligación de conocer a su prójimo mejor que a sí mismo.
Por lo tanto, la persona que conoce bien las leyes de la naturaleza del mundo material dirá que conoce al Creador «cara a cara,» porque se ha fusionado con Él en equivalencia de forma y en los movimientos de su mente.
La esencia de la mente consiste en la unidad de las criaturas espirituales. La ventaja del hombre sobre un animal radica en el hecho de que él tiene un órgano capaz de unir a todas las criaturas espirituales dentro de él. La ventaja de una persona sobre la otra está en la fuerza de atracción así como en las propiedades de los seres creados. Uno atrae criaturas más importantes; otro, a menos importantes.
La diferencia entre la criatura espiritual y la conducta
- La criatura constituye una imagen generada por la mente que permanece sin cambio,
- La conducta depende del tiempo, lugar e influencia del ambiente
Atracciones acumuladas en la mente del hombre
La antes mencionada preparación llamada la mente humana es un extracto de todos los órganos y cualidades de su cuerpo físico. Es sobrepuesta por las primeras atracciones que fueron impresas en la mente humana.
Por ejemplo, cuando el niño observa las formas de la creación en este mundo, una de ellas lo inspira a gravitar en la mente, otra lo empuja hacia la riqueza; la tercera lo atrae hacia el valor, etc.
Si el niño elige la importancia del conocimiento, significa que atrae una buena creación que, posteriormente, lo conducirá a una buena conducta. Si elige la riqueza, la creación que atrae es de menor valor.
En un estado posterior, un adulto abandona todas las cosas materiales y aspira a la espiritualidad, mientras que otro elige el conocimiento. Si el niño cultiva el valor del primero, atrae una bella creación a su mente.
Después, la persona define dos tipos de conocimiento – del Creador y de las criaturas.
Verifica si vale la pena recibir recompensa o no.
Cuando todas las imágenes se acumulan, el material que forman se llama la mente.
¿Por qué me siento mal?
Como en los bordados, las puntadas y los hilos atraviesan todo el entramado y el diseño sólo podemos verlo en el reverso. De igual forma, no vemos la relación entre los acontecimientos en nuestra realidad, únicamente sabemos que «algo pasó de pronto por alguna razón».
¿Cómo puedo saber las consecuencias de mis actos? De repente, sufro un revés y no comprendo por qué ocurrió o de dónde provino. «¿En dónde me equivoqué?» «¿Qué hice para merecer esto?» Y hasta «¿Qué caso tiene todo?»
Cualquiera puede interpretar la razón de su propio dolor o el de los demás según su criterio. Pero todos estamos de acuerdo en que el dolor nos hace pensar sobre su causa y propósito, que desde el punto de vista de la Cabalá es uno y el mismo.
La ciencia de la Cabalá nos dice que sólo hay una razón de todo el dolor, para que nos preguntemos cuál es su significado. Podemos utilizar estas interrogantes para elevarnos de nuestro nivel de existencia terrenal, donde se encuentran escondidas las causas, hasta un nivel de existencia superior, donde la razón del sufrimiento es revelada.
La ciencia de la Cabalá nos otorga la oportunidad de descubrir que existe una fuente de vida: la Luz Superior, el Creador, y lograr la adhesión con esta fuente. Tales preguntas acerca del origen del dolor, el propósito del sufrimiento y el sentido de la vida conducen a una persona a la Cabalá.
La mesa del comedor – Segundo acto
(continúa de primer acto)
Al día siguiente, en el mismo cuarto, el anfitrión ha preparado comida fresca exactamente con las mismas delicias que el día anterior. Se sienta a la mesa y el huésped entra, con una expresión desconocida y un tanto misteriosa en su rostro.
Anfitrión: (Con una sonrisa resplandeciente, inconsciente del cambio) Te he estado esperando. Estoy tan contento de verte. Siéntate.
El huésped se sienta a la mesa y huele la comida cortésmente.
Huésped: (Mirando la comida) ¿Todo esto es para mí?
Anfitrión: ¡Pero, por supuesto!, ¡solamente para ti! Me encantaría si estuvieras dispuesto a recibir todo esto de mí.
Huésped: Gracias, pero en realidad no lo deseo tanto.
Anfitrión: Bien, ¡eso no es verdad!, ¡tú sí lo deseas y yo lo sé, lo doy por hecho!; ¿por qué no lo quieres tomar?
Huésped: No puedo tomar todo esto de ti. Me hace sentir incómodo.
Anfitrión: ¿Qué quieres decir con incómodo?, ¡deseo tanto que comas todo esto!; ¿para quién piensas que lo he preparado? Me daría tanto placer si te lo comieras todo…
Huésped: Quizás tengas razón, pero yo no deseo comer toda esta comida.
Anfitrión: Pero no sólo estás recibiendo una comida; también me estás haciendo un favor al sentarte a mi mesa, disfrutando todo lo que he preparado. Todo eso no lo he hecho para ti, sino porque disfruto que lo recibas de mí.
Por eso es que al aceptar comer me estarías haciendo un favor. ¡Tú estarías recibiendo todo eso para mí! No estarías tomando, sino dándome una gran alegría. De hecho, no serías tú quien recibiría de mi comida, sino al contrario, yo obtendría una gran alegría de ti. Tú serías el que está dándome a mí, y no al revés.
El anfitrión desliza implorante el oloroso plato delante de su renuente huésped. Este último lo aparta de sí. El anfitrión desliza otra vez el plato hacia su huésped, y él se lo rechaza nuevamente. El anfitrión suspira, revelando a través del lenguaje corporal cuánto desea que su huésped acepte los alimentos.
El huésped asume la postura del otorgante, quien está haciendo un favor al anfitrión.
Anfitrión: ¡Te imploro! Por favor, hazme feliz.
El huésped empieza a comer, luego se detiene a pensar. Después, comienza otra vez, y de nuevo se abstiene. Cada vez que para, el anfitrión lo anima a continuar. Sólo después de alguna persuasión el huésped continúa.
El anfitrión sigue agregando nuevos manjares ante su huésped, suplicándole cada vez que lo complazca al aceptarlos.
Huésped: Si pudiera asegurarme que estoy comiendo porque eso te causa placer a ti y no porque yo lo deseo, entonces tú te convertirías en el receptor y yo en el que otorga el placer. Sin embargo, para que eso ocurra, debo estar seguro que estoy comiendo solamente por ti y no por mí.
Anfitrión: Pero por supuesto que estás comiendo solamente por mí. Después de todo, te sentaste a la mesa y no probaste ni siquiera algo, hasta que te demostré que no estabas solamente comiendo, sino provocándome una gran alegría. Tú has venido aquí para causarme placer.
Huésped: Pero si aceptara algo que no deseé inicialmente, no disfrutaría recibiéndolo, y tú no gozarías viéndome aceptar voluntariamente tu ofrecimiento. Así es que, resulta que tú puedes recibir placer sólo al grado en que yo disfrute tu ofrecimiento.
Anfitrión: Yo sé exactamente cuánto te gusta esta comida y cuánto puedes comer de cada plato. Por lo tanto, he preparado estos cinco platos. Después de todo, yo sé cuánto deseas este platillo o el otro, y ninguna otra cosa en tu vida.
El saber cuánto los disfrutas evoca en mí la sensación de tu placer. También me agrada que goces de mi comida. No tengo duda que el placer que recibo de ti es genuino.
Huésped: ¿Cómo puedo estar seguro que estoy gozando estos manjares solamente porque tú así lo deseas y porque has preparado todo esto para mí?, ¿cómo puedo estar seguro que no debo rechazarlos porque al recibirlos de ti, en realidad, lo que hago es darte alegría?
Anfitrión: ¡Muy sencillo! Porque tú rechazaste por completo mis ofrecimientos hasta estar seguro que estabas haciéndolo por mi placer. Entonces tú aceptaste. Después de cada bocado sentirás que estás comiendo por mi placer, y percibirás la alegría que me causas.
Huésped: Puedo librarme de la vergüenza y enorgullecerme al darte placer si pienso, cada vez que recibo, que lo estoy recibiendo por ti.
Anfitrión: ¡Pues cómelo todo! Tú lo deseas todo, ¡y así me estarás dando todo placer ilimitado!
Huésped: (Disfrutando la comida y terminando hasta el último plato, pero después, dándose cuenta que aún no está satisfecho) Entonces, ahora he terminado toda la comida y la he gozado. No hay más comida para disfrutar. Se acabó mi placer porque no tengo más hambre. Ya no puedo traer alegría a ninguno de nosotros. ¿Y ahora, qué hago?
Anfitrión: No lo sé. Tú me has dado un gran placer al recibir de mí. ¿Qué más puedo hacer por ti, de modo que puedas gozar una y otra vez?, ¿cómo es posible que desees comer de nuevo si lo has terminado todo?, ¿qué te provocará apetito una vez más?
Huésped: Cierto, mi deseo de disfrutar se ha convertido en un deseo de conferirte alegría, y si ahora no puedo gozar, ¿cómo puedo complacerte? Después de todo, ¡no es posible crear dentro de mí apetito para otra invitación de cinco platos!
Anfitrión: Yo no he preparado más que lo que tú deseaste. He hecho todo lo posible de mi parte para complacerte. Tu problema es: «Cómo puedo seguir deseando más, mientras recibo más y más».
Huésped: Pero si el placer no satisface mi hambre, no puedo percibido como placer. La sensación de placer llega cuando satisfago mis necesidades. Si no estuviese hambriento, no podría disfrutar la comida y, por lo tanto, tampoco podría conferirte alegría. ¿Qué puedo hacer para permanecer con ese deseo constante, y continuamente brindándote alegría al mostrarte mi placer?
Anfitrión: Para lograr eso, necesitas una fuente distinta de deseo y diversos medios de satisfacción. Al usar tu hambre para recibir tanto la comida como la satisfacción de comerla, eliminas a ambas.
Huésped: ¡Entiendo! El problema es que me abstuve de sentir alegría si consideraba que tú te beneficiarías de eso. Lo rechacé hasta tal punto que, aunque toda la comida estaba frente a mí, no la podía aceptar por vergüenza de recibirla. Esta vergüenza era tan intensa que yo estaba dispuesto a morirme de hambre, aún sólo para evitar la sensación de vergüenza de ser el receptor.
Anfitrión: Pero entonces, una vez que estuvieras convencido de que no estabas recibiendo para ti mismo, comenzaste a recibir para mi beneficio. Debido a eso, gozaste tanto la comida como el placer que me causabas. Por esa razón, el alimento debe ser acorde a tu voluntad. Después de todo, si no fuera por el placer de la comida, ¿qué otro placer me podrías brindar?
Huésped: Sin embargo, no es suficiente recibir para ti, sabiendo que tú gozas de hacerlo por mí. Si mi placer viniera de tu alegría, entonces el origen de mi placer no sería el alimento, ¡sino tú! Necesito sentir tu alegría.
Anfitrión: Eso debe ser fácil, ya que estoy totalmente abierto a eso.
Huésped: Sí, ¿pero de qué depende mi placer? Depende de ti, a quien le estoy dando el placer. Eso significa que mi placer depende de la magnitud de mi deseo de conferirte; es decir, el grado en que percibo tu grandeza.
Anfitrión: ¿Qué puedo hacer entonces?
Huésped: Si supiera más sobre ti, si tuviese un conocimiento más íntimo de ti, si realmente fueras grande, entonces tu grandeza y omnipotencia se me habrían revelado. En ese caso, habría disfrutado no sólo por darte placer, sino también habría estado consciente de quién lo estaba recibiendo.
Por lo tanto, mi placer habría sido proporcional a la revelación de tu grandeza.
Anfitrión: ¿Eso depende de mí?
Huésped: Mira, si yo doy, para mi es importante saber cuánto estoy dando y a quién. Si es a los seres queridos, por ejemplo, a mis hijos; entonces, estoy dispuesto a dar en la misma proporción al gran amor que les tengo. Esto me da alegría. Pero si alguien de la calle viene a mi casa, estoy dispuesto a darle algo porque puedo sentir empatía hacia un necesitado, y espero que cuando yo esté en una terrible necesidad alguien me ayude.
Anfitrión: Este principio es sobre el cual radica el concepto global del bienestar social. Las personas se dieron cuenta que al no haber ayuda mutua, todos sufrirían. Es decir, ellos mismos sufrirían cuando llegaran a convertirse en los necesitados. El egoísmo obliga a la gente a dar, pero eso no es en verdad otorgar. Es simplemente una manera de asegurar la supervivencia de uno.
Huésped: En realidad, no pienso que esta clase de entrega sea genuina. Toda nuestra «generosidad» no es más que una forma para que recibamos placer al satisfacernos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos.
Anfitrión: Entonces, ¿cómo podría darte placer que va más allá del placer encontrado en tus alimentos?
Huésped: Eso no depende de ti, sino de mí. Si la persona que viene a mi casa fuera una personalidad muy importante, recibiría mayor placer en darle algo que si se tratara de una persona común. Eso significa que mi placer depende no de la comida, ¡sino de quién la preparó!
Anfitrión: ¿Qué puedo hacer entonces para que me respetes más?
Huésped: Debido a que recibo para tu beneficio, no el mío, cuanto más respeto tenga por ti, más placer recibiré al saber a quién le estoy dando.
Anfitrión: Entonces, ¿cómo puedo profundizar tu estima hacia mí?
Huésped: ¡Háblame de ti!, ¡muéstrame quién eres! Así, podría obtener placer, no simplemente de recibir la comida, sino también de conocer quién me la está brindando; de saber con quién tengo una relación. La porción más pequeña de alimento recibida de una gran figura me dará una cantidad de placer mucho mayor, el cual crecerá en proporción a cuán grande considere que seas.
Anfitrión: Eso significa que para que el placer llegue a ser grande, yo debo abrirme y tú debes desarrollar en ti la habilidad de parecerte a mí.
Huésped: ¡Exactamente! Eso es lo que crea una nueva hambre en mí, el deseo de darte crece en proporción a tu grandeza. Eso no es porque quiera escapar de la sensación de vergüenza, pues ésta no me dejará satisfacer mi hambre.
Anfitrión: De esa manera, tú comienzas a sentir no el hambre, sino mi grandeza y tu deseo de causarme placer. Entonces, ¿estás diciendo que no deseas saciar mi apetito, sino deleitarte con mi grandeza y tu deseo de complacerme?
Huésped: ¿Y eso, qué tiene de malo? Puedo recibir placer de la comida muchas veces más que el que la comida en sí, puede dar, ya que le agrego al hambre un segundo deseo: la voluntad de otorgarte.
Anfitrión: Eso también lo debo cumplir.
Huésped: No. La voluntad de hacer esto -y su cumplimiento- lo crearé en mí mismo. Para eso sólo necesito conocerte. Revélate a mí y crearé dentro de mí el anhelo de otorgarte. También recibiré placer de dar, y no por la eliminación de la vergüenza.
Anfitrión: ¿Qué ganarás con eso, aparte del hecho que tu placer se incrementará?
Huésped: (Claramente insinuando que ese es el meollo del asunto) Hay otro beneficio primordial: si creo en mí una nueva voluntad, aparte del hambre inherente, me convierto en el dueño de esa voluntad. Siempre puedo aumentarla, siempre llenarla de placer, y siempre conferirla a ti al recibir placer.
Anfitrión: ¿No te parece que se pierde ese deseo cuando está lleno, tal como a ti se te quitó el hambre?
Huésped: No, porque siempre puedo crear dentro de mí una impresión más grande de ti. Siempre puedo crear nuevos deseos de conferirte, y al recibir de ti los pondré en marcha. Ese proceso puede continuar indefinidamente.
Anfitrión: ¿De qué depende?
Huésped: Depende del descubrimiento continuo de nuevas virtudes en ti y de percibir tu grandeza.
Anfitrión: Esto significa que a fin de lograr la auto-indulgencia permanente -en la que al recibir un placer egoísta el hambre no cesará, sino que aumentará por esa recepción- debe formarse un hambre nueva: la voluntad de sentir a quien otorga.
Huésped: Si, además de recibir los placeres (los manjares), el que recibe desarrollará un sentido de grandeza del que otorga. El descubrimiento del anfitrión y de los manjares, por lo tanto, llegan a ser lo mismo. Es decir, el placer mismo crea conciencia acerca del que otorga, Éste, la comida y los atributos del que otorga son uno y los mismos.
Anfitrión: Resulta que lo que tú subconscientemente querías en un inicio era que el otorgante se revelara. Para ti esto es, de hecho, un relleno y nada más.
Huésped: Al principio, ni siquiera comprendía que esto era lo que deseaba. Solamente miré la comida y pensé que eso era lo que quería.
Anfitrión: Lo hice a propósito, a fin de que tú desarrollaras, gradualmente tu propia voluntad independiente, la cual se supone crearías para llenarla por ti mismo. De forma simultánea estarías tomando el lugar del huésped y del anfitrión.
Huésped: ¿Por qué todo eso está hecho de esa manera?
Anfitrión: Con el propósito de llevarte a la plenitud. De modo que desees cada cosa en su totalidad y logres la satisfacción suprema. Para que puedas disfrutar cada deseo al máximo, y a fin de que el placer sea ilimitado.
Huésped: ¿Por qué entonces no sabía de esto desde un principio? Todo lo que veía a mi alrededor eran objetos que deseaba, sin sospechar que lo que realmente quería todo ese tiempo eras tú.
Anfitrión: Está hecho de tal manera que mientras te encontraras en una situación en la que no me percibieras, vendrías a mí y crearías esa voluntad interna por ti mismo.
Huésped: (Desconcertado) Pero si yo puedo crear esa voluntad dentro de mí, ¿dónde figuras tú?
Anfitrión: Soy yo quien creó en ti la simple voluntad egoísta, y continúo desarrollándola al rodearte constantemente con nuevos objetos de deleite.
Huésped: Pero ¿para qué es todo eso?
Anfitrión: El propósito es convencerte de que perseguir placer nunca te satisfará por completo.
Huésped: Puedo verlo. En el momento que consigo lo que quiero, el placer desaparece de inmediato, y de nuevo añoro algo más grande o completamente diferente. Por lo tanto, estoy en una caza constante de placer, pero sin nunca alcanzarlo del todo; en el minuto que lo tengo en mis manos, se me resbala.
Anfitrión: Y esa es precisamente la razón por la que desarrollas tu sentido de ti mismo y llegas a estar consciente de la inutilidad de este tipo de existencia.
Huésped: Pero si estuvieras por desarrollar en mi el panorama de cómo son las cosas en realidad, ¡entendería el significado y el propósito de todo lo que estaría ocurriendo!
Anfitrión: Este cuadro es revelado solamente después que tú estés totalmente convencido de la falta de propósito de tu existencia egoísta, y te des cuenta que se requiere de una nueva forma de conducta. Necesitas conocer tus raíces y el significado de tu vida.
Huésped: Pero ese proceso dura miles de años. ¿Cuándo termina?
Anfitrión: Nada es creado innecesariamente. Todo lo que existe está allí con el único propósito de revelar a las creaciones una forma distinta de existencia. Ese proceso es lento porque cada pequeño deseo necesita aparecer y ser reconocido como algo que no vale la pena utilizar en su forma preliminar.
Huésped: ¿Y hay muchos deseos de ese tipo?
Anfitrión: Muchísimos, y en proporción directa al placer que tú recibirás en el futuro. Pero el placer de recibir la comida no cambia. Tú no puedes comer más que un almuerzo por día. La capacidad de tu estómago no cambiará. Por lo tanto, la cantidad que llega de mí y que es recibida por ti no cambia.
Sin embargo, cuando tú cenas en mi mesa para complacerme a mí, ese pensamiento específico crea en ti una nueva voluntad de comer y un nuevo placer, aparte del placer de la comida. Ese placer se mide según tamaño y poder, o en cantidad y calidad, según la cantidad de placer que obtienes al cenar en mi mesa con el fin de satisfacerme.
Huésped: Entonces, ¿cómo puedo aumentar mi deseo de recibir placer para tu beneficio?
Anfitrión: Eso depende de tu aprecio y respeto por mí. Eso depende de cuán grande me consideres.
Huésped: Entonces, ¿cómo podría aumentar mi aprecio por ti?
Anfitrión: Para eso, simplemente necesitas saber más sobre mí, verme en cada acción que desempeño, observar y estar convencido de cuán grande realmente soy. Estar totalmente consciente de que soy omnipotente, compasivo y benévolo.
Huésped: Entonces, ¡manifiéstate!
Anfitrión: Si tu petición proviene de un deseo de conferirme, me revelaré. Pero si proviene del deseo de agradarte a ti mismo al verme, no sólo me abstendré de revelarme a ti, sino que me ocultaré todavía más profundamente.
Huésped: ¿Por qué?, ¿acaso no te da igual la manera que sea en la que reciba de ti? Después de todo, tú deseas que disfrute. ¿Por qué ocultarte de mí?
Anfitrión: Si me revelo por completo, recibirás tanto placer por mi eternidad, omnipotencia y plenitud, que no serás capaz de aceptar ese placer para mi beneficio. Ese pensamiento ni siquiera te cruzará por la mente, y luego, te sentirás nuevamente avergonzado. Además, debido a que el placer será perpetuo -tal como lo hemos visto con anterioridad-, eliminará tu deseo y de nuevo quedarás sin voluntad.
Huésped: (Finalmente percatándose) Así es que esa es la razón por la que te ocultas de mí, ¡para ayudarme! Y yo pensé que era porque tú no querías que te conociera.
Anfitrión: Mi deseo más grande es que tú me veas y que estés cerca de mí. Pero, ¿qué puedo hacer si en ese caso no serías capaz de sentir placer?, ¿no sería eso lo mismo que morir?
Huésped: Pero si no tengo conciencia de ti, entonces, ¿cómo puedo progresar? Todo depende de cuánto te reveles a mi.
Anfitrión: De hecho, solamente la sensación de mi presencia crea en ti la capacidad de crecer y de recibir. Sin ese sentido, tú simplemente consumes todo y, de inmediato, dejas de sentir cualquier placer. Por eso, cuando aparezco ante ti, sientes vergüenza, la sensación del que otorga, y la voluntad de recibir los mismos atributos del proveedor.
Huésped: Pues, ¡revélate a mí lo más antes posible!
Anfitrión: Lo haré, pero solamente hasta el punto que sea para tu beneficio, pese a que siempre me habría gustado aparecer ante ti. Después de todo, me oculto a propósito, a fin de crearte condiciones de libre elección. De esta manera, puedes ser libre de actuar y elegir cómo pensar independientemente de mi presencia. No habrá presión por parte del anfitrión.
Huésped: Entonces, ¿cómo te revelas a mí?
Anfitrión: Lo hago lenta y gradualmente. Cada nivel de revelación es llamado un Mundo, desde el nivel más oculto al más expuesto.
FIN
La mesa del comedor – Primer acto
Del libro, «Alcanzando los mundos superiores«
En una casa brillantemente iluminada, con cuartos espaciosos, un hombre de agradable apariencia está ocupado en la cocina. Está preparando una comida para su tan esperado huésped. Mientras maniobra con las ollas y sartenes, trae a su memoria los manjares con los que su huésped tanto se deleita.
La feliz expectativa del anfitrión es más que evidente. Lleno de gracia, con los movimientos de un bailarín, llena la mesa con cinco platillos diferentes. Próximas a la mesa hay dos sillas acolchonadas.
Llaman a la puerta y el huésped entra. El rostro del anfitrión se ilumina al ver al huésped y lo invita a sentarse a la mesa para cenar. El huésped toma asiento y el anfitrión lo mira con cariño.
El huésped mira las delicias puestas ante él y las huele a una distancia cortés. Es evidente que le gusta lo que ve, pero expresa su admiración con tacto y recato, sin dejar saber que él está inconsciente que la comida es para él.
Anfitrión: Toma asiento por favor. He hecho estas cosas especialmente para ti porque sé cuánto te agradan. Ambos sabemos cuán familiarizado estoy con tus gustos y hábitos de comida. Sé que tienes hambre y sé cuánto puedes comer, y por eso he preparado todo exactamente como te gusta, en la cantidad precisa, con la que puedes terminar sin dejar una miga.
Narrador: Si quedara comida después de que el huésped estuviera saciado, el anfitrión y el invitado estarían inconformes. El anfitrión, estaría insatisfecho, porque eso significaría que él desea dar a su huésped más de lo que éste desea recibir.
Por su parte, el huésped estaría decepcionado al no poder satisfacer el deseo del anfitrión de consumir toda la comida. El huésped también lamentaría estar saciado, mientras quedan todavía manjares, sin poder gozar ni uno más de ellos. Eso significaría que al huésped le faltó el deseo suficiente de disfrutar todo el placer ofrecido.
Huésped: (Solemnemente) De hecho, has preparado exactamente lo que quería ver y comer en la mesa durante la cena. Incluso la cantidad es justo la correcta. Esto es todo lo que siempre quise de la vida: disfrutar todo esto. Para mi, sería el máximo placer divino.
Anfitrión: Bien, entonces tómalo todo y disfrútalo. Me llenará de placer.
El huésped comienza a comer.
Huésped: (Obviamente gozando y con su boca llena; no obstante, parece algo preocupado) ¿A qué se debe que cuanto más como, menos disfruto la comida?
El placer que recibo quita el hambre y, por lo tanto, mi gozo es cada vez menor. Mientras más cerca estoy de tener la sensación de estar pleno, menos disfruto la comida.
Y cuando ya he recibido todo el alimento, no me queda más que la memoria del placer, no el placer mismo. El placer estaba allí solamente mientras tenía hambre. En el momento en que se desvaneció, ocurrió lo mismo con el gozo. He recibido lo que tanto anhelaba y, sin embargo, me he quedado sin placer ni alegría. No quiero nada más, no hay nada que me provoque alegría.
Anfitrión: (Un poco resentido) He hecho todo lo posible para causarte placer. No es mi culpa que la simple recepción del placer, acabe la sensación de deleite, porque el anhelo se ha ido. En todo caso, ahora tú ya estás lleno con todo lo que te he preparado.
Huésped: (Defendiéndose) Al recibir todo lo que me has preparado, ni siquiera te puedo agradecer, porque he dejado de gozar la abundante comida que me has dado. Lo principal es que siento que tú me has dado a mí, mientras que yo no te he dado nada a cambio.
Por lo tanto, tú me has hecho sentir vergüenza al manifestar de forma desconsiderada que tú eres el que otorga y yo el que recibe.
Anfitrión: No te demostré que fueras el receptor y yo el otorgante. Pero el simple hecho de que tú hayas recibido algo de mí sin ser recíproco, te dio la sensación de que estabas recibiendo algo de mí, a pesar del hecho que la benevolencia es mi naturaleza.
Lo único que quiero es que aceptes mi comida. Eso no lo puedo cambiar. Por ejemplo: Yo crío pescados. A éstos no les importa quién les provee la comida y los alimenta… También me ocupo de Bob, mi gato. A él tampoco le importa, ni siquiera un poco, de qué manos le llega el alimento. Pero a Rex, mi perro, sí le importa y no tomaría el alimento de cualquiera.
Narrador: La gente está constituida de tal manera que hay algunos que reciben sin sentir que alguien les está dando, y solamente toman. ¡Algunos incluso roban sin remordimiento! Pero cuando las personas desarrollan un sentido de sí mismas, saben cuando se les está otorgando, y eso les despierta la conciencia de que son receptoras. Eso trae consigo vergüenza, auto-reproche y agonía.
Huésped: (Algo apaciguado) Pero ¿qué puedo hacer para recibir placer sin considerarme el receptor?, ¿cómo puedo neutralizar la sensación interna de que tú eres el que otorga y yo el que recibe? Si hay una situación de dar y recibir, y eso provoca en mí esta vergüenza, ¿qué puedo hacer para evitarla?
¡Quizás puedas actuar de tal forma que no me sienta como el receptor! Pero eso sería posible solamente si no estuviera consciente de tu existencia (al igual que tus peces), o si te hubiera percibido, pero sin entender que tú me estabas dando algo (como un gato o un ser humano subdesarrollado).
Anfitrión: (Contrayendo sus ojos en señal de concentración, y hablando en tono pensativo) Pienso que después de todo, existe una solución. ¿Quizás seas capaz de encontrar una manera de neutralizar la sensación de recepción dentro de ti?
Huésped: (Sus ojos se iluminan) Ah, ¡Entiendo! Tú siempre has querido tenerme como tu huésped. Así es que mañana, vendré aquí y me comportaré de tal manera que te haga sentir como si tú fueras el receptor. Yo seguiré siendo el receptor, por supuesto, comiendo todo lo que tú hayas preparado, pero me consideraré el que otorga.